En la carta pastoral del apóstol Pablo a su discípulo e hijo
de la fe Timoteo encontramos la siguiente recomendación: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no
tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.” (2 Ti. 2:15).
“ Trabaja duro para que puedas presentarte a Dios y recibir su aprobación. .” (Nueva Traducción Viviente, 2007)
En primer lugar, definiremos las dos palabras importantes en
este texto “obrero” y “aprobado”.
a.
Obrero, palabra
que viene del Griego “ERGATEN”; persona que trabaja en un oficio (profesión), y
que realiza las cosas del mejor modo posible, no con mediocridad.
b.
Aprobado, del griego
“DOKIMON”, admitido o aceptado después de ser puesto a prueba pasando a ser
excelente o sobresaliente.
c.
Ser puesto a
prueba, se deriva de la palabra griega “DOKIMAZÖ”, probar una cosa para saber
si vale la pena o no, es decir; examinar, evaluar, escudriñar a la persona en
su carácter o personalidad.
En otras palabras Pablo
le estaba pidiendo a Timoteo “haz bien tu
trabajo encomendado, no con mediocridad, con maestría en la enseñanza de la
Palabra de Dios, para que pueda ser aceptado como sobresaliente, en la prueba
de Dios.”
Hermoso consejo del apóstol de los gentiles a su fiel hijo en
la fe, que valedera aplicación para los colaboradores e hijos de Dios del
presente. Cotejando el texto en otras traducciones bíblicas encontramos lo siguiente:
“Trata de que Dios pueda contar contigo; sé como
obrero irreprensible, experto en el manejo de la palabra de la verdad.” (Biblia
Latinoamericana 1995).
“Procura con diligencia presentarte a Dios
aprobado, obrero que no tiene de qué avergonzarse, que traza correctamente la
palabra de la verdad.” (Biblia Textual 3ra. Edición 2010).
“Haz todo lo posible por presentarte delante de
Dios como un hombre de valor comprobado, como un trabajador que no tiene de qué
avergonzarse, que enseña debidamente el mensaje de la verdad.” (Dios habla hoy)
“Esfuérzate por presentarte a Dios aprobado, como
obrero que no tiene de qué avergonzarse y que interpreta rectamente la palabra
de verdad.” (Nueva versión Internacional).
“ Trabaja duro para que puedas presentarte a Dios y recibir su aprobación. .” (Nueva Traducción Viviente, 2007)
El análisis de cada uno de estos textos expuestos nos
encontramos con ideas planteadas por estos traductores, nos hacen comprender
mejor el consejo del apóstol de los gentiles a su fiel colaborador, en ese
entonces anciano de la iglesia de Éfeso, cumplimiento una tarea encomendada.
“Trata de que Dios
pueda contar contigo, por tu labor comprobada, siendo un obrero de limpia
conciencia, experto en el manejo de la palabra de verdad, que la interpreta y
la enseña en forma recta y correcta.” Que exquisito
consejo, ocurrido en la década de los sesenta del primer siglo, que salió de un
hombre que estaba en las postrimerías de su vida hacia uno de sus mas fieles
colaboradores.
Este consejo no ha perdido validez, hoy al inicio de la segunda
década del tercer milenio del cristianismo cobra una vital importancia. La situación
de la Iglesia de Cristo, se ha ido complicando por efecto de que sus líderes no
están a la altura de su digno cargo, por ende, la conducción que realizan en
sus respectivas congregaciones es insuficiente o mediocre, que la mayoría de
ellas no pasan la prueba de Dios o no son probas de estar delante de su
presencia.
Las personas que concurren a una iglesia determinada, solo
esperan recibir algo digno a su situación de parte de Dios, sin embargo, las
limitaciones de los seudos conductores de la fe, obstruyen el propósito de Dios,
desviando la fe de muchos hacia caminos de muerte.
¿Qué se espera de los ministros
o los que están al servicio del evangelio de Cristo?
Que sean aprobados por Dios, en referencia a su elección, persona,
obra y la transmisión verdadera de la Palabra de verdad.
Que la gracia de Dios este en ellos, fieles en el Señor, que
el fuego de Dios arda en ellos, que efectúen su labor con limpia conciencia, que
tengan preocupación por las almas en contra sus interese personales y que
siempre sus acciones estén fundamentadas o dirigidas por la voluntad de Dios.
Que el deber del ministro o del que esta al servicio de
Cristo sea el estudio, la exposición y la
aplicación de las Escrituras.
Que sea ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor,
espíritu, fe y pureza.
Que no descuide el don que capacita su llamado o ministerio.
Que su vida personal debe ser tan pura como su doctrina.
Ambos fueron hechos el uno para el otro. Si el siervo del Señor no cuida de sí
mismo, su doctrina será incoherente y confusa. La influencia de Dios puede
apartarse de una persona por descuido, y nuestras mentes pueden perder la
intensidad de su llamado.
Que los propósitos de Dios tienen que estar estrechamente
atados a sus mentes y corazones.
Que cuando predica la palabra de verdad, debe presentarla a
la congregación, procurando con mucha diligencia llevarla con honestidad, fidelidad,
moralidad, respeto, dignidad, y sobre todo con pureza de corazón.
Que demuestra su lealtad adorando al único y verdadero Dios,
con sus acciones.
Que ande en el camino de la perfección, para que puedan
servir con integridad.
Estas cualidades deberían estar en todos los ministros o
servidores de Dios, ya que son imprescindibles en la conducción de la iglesia
de Cristo, se evitarían la gran mayoría de los males que la afectan; hoy más
que nunca, la iglesia de Cristo necesita ministros o servidores auténticos, competentes, no de costumbres religiosas
o elegidos por tradiciones humanas bajo intereses personales, celoso en
guardar su testimonio, útil al Señor, fiel
administrador de la multiforme gracia de Dios.
Un buen ministro de Dios, debe estar aprobado para corregir
las desviaciones, evitar los engaños, impedir las manipulaciones de la fe y oponerse a la apostasía, con las armas que
Dios ha señalado, nutrido con las palabras de la fe, en proceso continuo y de
la buena doctrina. Sus fuerzas deben estar orientadas de sacar del error a sus membresías,
la única forma de salir victorioso es que permanentemente se ejerciten en la
piedad, aun mas, siendo modelo espiritual de los creyentes en palabra,
conducta, amor, espíritu, fe y pureza.
El Señor Jesucristo, por su gracia, hizo a sus ministros competentesde un Nuevo Pacto, no de oficio, ni de letra, sino de Espiritu, para servir diligentemente a su iglesia con integridad de corazon y fe.
El Señor Jesucristo, por su gracia, hizo a sus ministros competentesde un Nuevo Pacto, no de oficio, ni de letra, sino de Espiritu, para servir diligentemente a su iglesia con integridad de corazon y fe.
Juan Salgado Rioseco.
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