viernes, 27 de abril de 2012

Berit o Diatheke: Alianza o Testamento




Berit, la palabra hebrea que significa "pacto" o "alianza", es uno de los términos fundamentales de la teología bíblica. Denota la idea de: convenio, acuerdo, confederación. Lo más probable es que este nombre se derive de la raíz acádica que significa "encadenar, poner grillos"; tiene paralelos en la lengua hitita, egipcia, asiria y aramea. Se refiere generalmente al acto o rito de establecer un pacto, o contrato formal entre dos partes involucradas en un acto.
La gran mayoría de los casos de berît, tienen que ver con los pactos o alianzas de Dios con hombres, como en el caso de Gn. 6:18, son importantes los verbos que se usan: "Estableceré mi pacto contigo", literalmente, "mantendré firme" o "confirmaré" mi "alianza". "Y pondré mi pacto entre mí y ti" (Gn.17:2; "cumpliré" RVA; "confirmaré" BLA). "Mi pacto que yo les mandé" (Jos. 7:11).
"Pacto o Alianza" es un término paralelo, o equivalente a los vocablos hebreos dabar (palabra), joq (estatuto), piqqûd (preceptos; Sal. 103:18 LBA), edah (testimonio, Sal. 78:10) y jesed (misericordia, Dt. 7:9). Estos términos enfatizan la autoridad y la gracia de Dios en establecer y cumplir con el pacto, a la vez señalan la responsabilidad humana bajo el pacto.
En Génesis 6:18; 9:8-17, encontramos la mención de dos pactos concertados entre Dios y Noé, se estipula una obligación determinada para Noé, y ciertas promesas de parte  de Dios, es preludio a los pactos bíblicos en los que las promesas representan un papel importante.
La alianza de Dios con los patriarcas (Gn. 15 y 17), incluye la promesa que posteriormente daría nacimiento al pueblo escogido y al establecimiento de su tierra propia, por lo tanto, el pacto patriarcal es de carácter de promisión, el cual lo ligaría fuertemente en el futuro con el pacto Davídico.
Las palabras de la "alianza" se escribieron en un libro (Ex. 24:4,7; Dt. 31:24-26) y sobre tablas de piedra (Ex.34:28). La alianza divina es una relación de amor y lealtad entre el Señor y su pueblo escogido (Ex. 19:5-6; Dt. 8:1). Con él se designa el lazo de unión que el Señor estableció con su pueblo en el monte Sinaí. El autor de Éxodo, aun cuando se ocupa de la descripción del nuevo pacto sinaítico, no deja de destacar la importancia del pacto patriarcal. Con el quebrantamiento del pacto sinaítico (Ex. 32) el autor demuestra que el pacto patriarcal seguía en vigencia (Ex. 33:1). Por lo tanto, el pacto sinaítico no reemplazó al pacto patriarcal, sino que coexistió con él.
Con la llegada de la monarquía, la situación histórica cambió sustancialmente, resultó necesario el establecimiento del pacto Davídico. El rey de Israel es ahora el mediador  entre Dios y su pueblo, por consiguiente, concertar un pacto con el rey fue necesario, aunque algunos eruditos dicen que no se debe considerar como un pacto nuevo, sino más bien como una ampliación del pacto sinaítico. El pacto patriarcal  y el Davídico, están íntimamente unidos, ambos pactos son de promisión. Las promesas patriarcales se cumplieron fielmente en la época de David y en especial en el reinado de Salomón, aumentando la promesa a un reino eterno para sus descendientes, lo que implica que el pacto patriarcal es reemplazado por el nuevo pacto en cierto modo. En 2 S. 7 el pacto aparece en forma narrativa, pero ciertos términos que se utilizan dan entender claramente que existe un fondo pactual.
El pacto Davídico, como se evidencia en Sal. 2 y 110 ejerció profunda influencia en las expectativas posteriores del AT y aun del NT. 
A este pacto, alianza o lazo de unión establecido por intermedio de Moisés y David, los profetas (alrededor del año 600 a.C.) contrapusieron una "nueva alianza", que no estaría escrita, como la antigua, sobre tablas de piedra, sino en el corazón de las personas por el Espíritu del Señor (Jer 31.31–34; Ez 36.26–27). De ahí la distinción entre la "nueva" y la "antigua alianza": la primera, sellada en el Sinaí, fue ratificada con sacrificios de animales; la segunda, incomparablemente superior, fue establecida con la sangre de Cristo, y como el cordero pascual. Con el nuevo pacto la maldición del antiguo pacto sinaítico fue quitada por Cristo. Él se convirtió en el nuevo rey Davídico sobre el trono eterno, cumpliéndose así con la promesa hecha a David.
Ahora bien, el término hebreo berît se tradujo al griego con la palabra diatheke, que significa "disposición", "arreglo", y de ahí "última disposición" o "última voluntad", es decir, "testamento", esta última palabra tiene su raíz en el latín. De este modo, la versión griega de la Biblia, conocida con el nombre de Septuaginta o traducción de los Setenta (LXX), quiso poner de relieve que el pacto o alianza era un don y una gracia de Dios, y no el fruto o el resultado de una decisión humana. La Biblia relata el propósito "testamentario" de Dios, de modo que el ser humano pueda unirse a Él en servicio amoroso y conocer la comunión eterna con Él mediante la redención que es en Cristo Jesús.
La palabra griega diatheke fue luego traducida al latín por testamentum, y de allí pasó a las lenguas modernas derivadas de este idioma (castellano, francés, rumano, aragonés, etc.). Por eso se habla corrientemente del Antiguo y del Nuevo Testamento, (Antiguo Pacto y del Nuevo Pacto).
Aunque la palabra griega normal para pacto es  suntheke, que describe siempre un acuerdo hecho en igualdad de condiciones, que cualquiera de las dos partes puede alterar. Pero la palabra berit  (pacto en hebreo) significa algo diferente. Dios y el hombre no se encuentran en igualdad de condiciones; significa que Dios, a opción propia y en su libre gracia, ofreció al hombre esta relación, que el hombre no puede alterar, cambiar, ni anular, sino sólo aceptar o rechazar. Ahora bien, el supremo ejemplo de tal acuerdo es “un testimonio”.
Las condiciones de un testamento son impuestas por una persona y aceptadas por otra, que no pueden alterarlas. No entramos en relación con Dios por derecho propio ni según nuestras estipulaciones, sino por la iniciativa y la gracia de Dios. Esta idea predominante es el núcleo central de la relación entre Dios y el hombre.
Con respecto al "berit" o "Alianza" en relación Dios con Israel, tomando como referencia a Deuteronomio 26:17, 18, tenemos una obligación a la que se compromete Dios (pueblo suyo, de su exclusiva posesión) y tres obligaciones a la que se compromete Israel (que Yahvé es tu Dios, y que andarás en sus caminos, y guardarás sus estatutos, sus mandamientos y sus decretos, y que escucharás su voz). 
En relación a la nueva "alianza", o el pacto de la gracia, su génesis se encuentra en de los oráculos del profeta Jeremías: "He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. 
No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. 
Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. 
Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado." (Jer. 31:31-34 RV !960). 
La nueva "alianza" o "berit", estipula o garantiza todo lo que Dios se propone o obliga hacer para las personas que creen en Jesucristo.


Juan Salgado Rioseco.

No hay comentarios:

Dios Santo y el Pecado (Parte VII)

El Servidor de Dios no debe quebrantar la Ley del Eterno y Santo para ser victorioso en la lucha contra el pecado. “ Ahora bien, ¿debe...