sábado, 4 de julio de 2020

Dios Santo y el Pecado (Parte VII)


El Servidor de Dios no debe quebrantar la Ley del Eterno y Santo para ser victorioso en la lucha contra el pecado.
Ahora bien, ¿deberíamos seguir pecando para que Dios nos muestre más y más su gracia maravillosa? ¡Por supuesto que no! Nosotros hemos muerto al pecado, entonces, ¿cómo es posible que sigamos viviendo en pecado? ¿O acaso olvidaron que, cuando fuimos unidos a Cristo en el bautismo, nos unimos a él en su muerte?”   (Ro. 6:1-3 NTV).
Según Pablo no debemos seguir quebrantando la Ley de Dios, porque hemos muerto al pecado, conocido a Jesucristo, unido a través de su bautismo y muerte, lo que significa que hemos alcanzado una purificación espiritual (Ro. 6:3-10).
La pregunta es ¿Quién los purifica? El profeta Ezequiel en uno de sus oráculos escribe que el Eterno y Todopoderoso ha dicho “yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país. Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.” (Ez. 36:24-26). Esto lo hizo a través del acto de expiación de Jesús en la cruz.  Aunque esta promesa es para el pueblo de Israel, alcanza a los gentiles que han creído en Jesucristo debido que han sido injertados en el olivo natural del Creador. El apóstol Pablo escribe “Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo, …” (Ro. 11:17).
¿Cuál debe ser nuestra actitud o acción ante esta nueva realidad? Considerarlos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús (Ro. 6:11-12), en esa condición el pecado no debe reinar o controlar nuestro ser, por lo que evitará el dominio de los deseos de la carne (Ro. 6:13), de esa forma se evitará que el pecado se enseñoree de nuestras vidas (Ro. 6:14): porque el viejo hombre fue crucificado (Ro. 6:6) y liberados del pecado (Ro. 6:18).
La liberación del pecado.
La libertad bíblica es paradójica, puesto que se obtiene únicamente estando esclavizado a Dios y a Cristo. (Ro. 6:22), esta liberación del pecado implica una dependencia de Dios, una aceptación voluntaria de la servidumbre a Él, para encontrar el gozo de vivir en comunión con Dios y recibir las bendiciones divinas prometidas.
¿Cuáles son estas promesas y bendiciones? (1) libertados de la esclavitud del pecado (Ro. 6:17-18). (2) libertados de toda potestad de las tinieblas (Col. 1:13). (3) limpiados de una mala conciencia (He. 10:22). (4) lavados, santificados y justificados (1 Co. 6:11; Ro. 3:24). (5) purificados de nuestros antiguos pecados (2 Pe. 1:9; Ro. 3:25). (6) salvo de la ira de Dios (Ro. 5:9). (7) salvos por la vida de Jesucristo (Ro. 5:10-11). (8) sanados de nuestras heridas (1 Pe. 2:24). (9) no estar bajo condenación (Ro.8:1-2). (10) tenemos un Pastor y obispo de nuestras almas (1 Pe. 2:25). (11) puesto al servicio de Dios, con frutos de santidad que conduce a la vida eterna (Ro 6:22). (13) considerados completos en Cristo (Col. 2:8-10). (14) somos del Señor Jesús (Ro. 14:7-8).
Cristo Jesús se ofreció a sí mismo como ofrenda perfecta a través de la cual el hombre pueda hallar una solución definitiva al pecado, a través de su sangre nos proporciona seguridad para conservar la liberación del pecado, debido a que nos: (1) lava de los pecados (Ap. 1:5). (2) purifica, cuando andamos con Él (1 Jn. 1:7). (3) limpia de toda culpa (He. 9:14). (4) santifica (He. 10:10). (5) da paz (Col. 1:20).  (6) redime (Ef. 1:7). (7) restaura con Dios (Ro. 5:8-9). (8) reconcilia con Dios (Ro. 5:10). (9) acerca a Dios (Ef. 2:13). (10) da el perdón de pecados (Ef. 1:7).
Los servidores de Dios deben emplear la libertad responsablemente para servir “por amor los unos a los otros” (Gá. 5:13), porque la ley del amor es la ley de Cristo y la respuesta al evangelio de libertad.
Para ampliar Dios y el perdón de pecados (Parte I, II, III, IV) http://juasari.blogspot.com/2020/05/dios-y-el-perdon-de-pecados-parte-i.html
Ante esta liberación, el pecado presentará batalla.
El apóstol Pablo aconsejaba a los Gálatas “Vivan por el Espíritu, y no seguirán los deseos de la naturaleza pecaminosa.” (Gá. 5:16 NVI).
Los servidores del Altísimo deben permanecer impávidos antes las acechanzas del enemigo, en la convicción de lo que han creído, conociendo sus fortalezas y sus debilidades para poder discernir las saetas malignas de Satanás el cual debemos resistir por la única vía: acercándonos, sometiéndonos a Dios, purificando nuestros corazones y humillándonos al Señor” (Stgo. 4:7-10).
¿Cuáles son las áreas más sensibles o débiles frente al pecado?:
(1)  El frente interior: nosotros mismos (1 Ti. 4:16) y nuestra carne (Gá. 5:16-18, 24; 2 Ti. 2:22), para no servir mas al pecado (Ro. 6:6) que batallan contra el alma (1 Pe. 2:11), por lo tanto, debemos escapar de la corrupción del mundo, causada por los deseos humanos (2 Pe. 1:4), debemos aprender a controlar nuestro propio cuerpo, vivir en santidad y honor, conociendo a Dios y sus caminos. (1 Ts. 4:4-5).
(2)  El frente exterior: el mundo (1 Jn. 2:15; Ro. 12:2; Ef. 2:2), esto es lo malo del mundo (1 Jn. 2:16), la amistad con el mundo nos convierte en enemigos de Dios (Stgo. 4:4), debemos apartarnos de la impiedad y de cualquier deseo que conduzca al pecado (Tito 2:12), desechemos las obras de las tinieblas (Ro. 13:12-13), haciendo morir lo terrenal (1 Co. 3:5-9), porque el mundo pasa y sus deseos (1 Jn. 2:16-17), cualquiera que ha nacido de Dios vence al mundo; pero esta victoria únicamente puede obtenerse por la fe (1 Jn 5:4) nadie puede salir victorioso en la lucha contra el pecado, sino sólo el que cree que Jesús es el Hijo de Dios (1 Jn. 5:5).
¿Cómo el creyente puede enfrentar el pecado?:
Los servidores de Dios, aquellos que han ofrendado su vida a través de Jesucristo no deben asumir una posición defensiva, pasiva ni indolentes a los ataques del enemigo contra la Iglesia de Dios en Cristo Jesús; debe enfrentar el pecado en forma activa, obedeciendo, previniendo, enseñando, cumpliendo, permaneciendo en una condición agradable delante de su presencia.
Este proceso es: (1) cumpliendo el mandato de Cristo (Gá. 6:2b; Stgo. 2:8). (2) considerándose a sí mismo (Gá. 6:1b; He. 12:13). (3) restaurando al caído (Gá. 6:1a; Stgo. 5:19). (4) sobrellevando las cargas (Gá. 6:2a; 1 Ti. 5:14).
Cuando el servidor de Dios lleva a cabo estos cuatros pasos para enfrentar el pecado, puede considerarse que es un creyente que se mantiene dentro de los parámetros que Dios exige para los que le sirven.
Las armas para liberarnos del pecado.
Existen medios que nos proporciona bíblicas que pueden ser usados en la guerra espiritual para liberarnos del pecado, revelado a través de la enseñanza de Jesús (1) la Palabra de Dios (Mt. 7:24; He. 4:12; 2 Co. 6:7; Jer. 23:29; 33:3). (2) la oración (Sal. 27:7; Mt. 7:7-8). (3) el nombre de Jesús (Jn. 14:14; 16:23).
¿Cómo se enfrentan las batallas contra el pecado? (1) investidos de poder desde lo alto (Lc. 24:49). (2) renovando nuestro entendimiento (Ro. 12:2). (3) ejerciendo nuestra autoridad espiritual (Lc. 9:1, 2, 6; 10:19; Mt. 28:18-20; Stgo. 4:7; 1 Pe. 5:8, 9; Ef. 6:10-18).
La Palabra de Dios establece que nuestras armas no son carnales sino espirituales y están hechas para derrumbar fortalezas, pero debemos ser diestro en el uso de ellas (1 Ti. 3:16).
¿Cual debe ser la actitud al vencer el pecado?
¿Cómo mantenerse liberado del pecado? ¿Cómo vivir la vida cristiana? ¿Cómo tener victoria y dominio sobre el pecado? Son interrogantes que cotidianamente nos hacemos, el apóstol Pablo nos da la respuesta a estas grandes interrogantes: (1) no continuar en el pecado (Ro. 6:1). (2) no vivir en el pecado (Ro. 6:2). (3) andar en novedad de vida (Ro. 6:4). (4) no servir al pecado (Ro. 6:6). (5) vivir para Dios (Ro. 6:10-11). (6) no permitir que el pecado reine sobre nosotros (Ro. 6:12). (7) servir a Dios con nuestros miembros como instrumentos de justicia (Ro. 6:13). (8) no estar bajo el dominio del pecado (Ro. 6:14). (9) servir a la justicia (Ro. 6:19-20). (10) viviendo en santificación (Ro. 6:22).

A través del capítulo seis de Romanos Dios nos habla de la vida cristiana, del rechazo al pecado y de cómo tener victoria; debemos obedecer la enseñanza bíblica para ser victorioso ante el pecado y no seguir quebrantando su Ley.

Juan Salgado Rioseco.

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