Lectura
bíblica Hechos 2:37-39; 3:19
“Al oír
esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros
apóstoles: Varones hermanos, ¿qué
haremos?
Pedro les
dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno
de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y
recibiréis el don del Espíritu Santo.
Porque para
vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están
lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare. (Hechos 2:37-38)
“Así que, arrepentíos y
convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de
la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os
fue antes anunciado:” (Hechos 3:19-20).
Objetivo: valorar el perdón de
nuestros pecados efectuados por Dios.
I. Yo soy el que
soy: Creador, Santo y su aversión al Pecado.
Dios es definido como el Creador del universo, como declara
el primer versículo de las Escrituras: "En el principio Dios creó los cielos y la tierra" (Gn. 1:1). Asimismo, dijo: “Yo soy el SEÑOR, que ha hecho todas las cosas, yo solo desplegué los
cielos y expandí la tierra. ¿Quién estaba conmigo?” (Is. 44:24 NVI). Sus Escrituras agregan: “Tu reino es reino de todos los siglos y tu señorío en
todas las generaciones.” (Sal. 145:13).
La Creación es el fundamento de todos los designios
salvíficos de Dios; manifiesta su amor omnipotente y lleno de sabiduría. Es el
comienzo de la historia de la salvación, que culmina en el Mesías.
La palabra “Kadosh” (santo) significa algo que es “otro”
(separado), exactamente lo opuesto de algo que es común. La palabra refleja el
sentido de santidad y consagración. Una de las peculiaridades del Creador es su
santidad, está característica quedó indeleblemente inscrito en el corazón del
profeta Isaías como consecuencia de su visión inaugural (6.3). Así como a Amós
se lo ha llamado el profeta de la justicia, y a Óseas el profeta de la
benignidad, a Isaías se lo ha denominado el profeta de la santidad.
Dios es el Santo, esto significa que está tan por encima de
sus criaturas que es totalmente diferente a ellas: (a) no sólo en su perfección
moral. (6:5), sino también en su poder, su ira, su amor, su fidelidad y todas
sus virtudes. (29:16; 31:3). (b) Dios es nuestro santuario. (8:14), es es llama
de santidad. (10:17), será santificado con justicia. (5:16).
En el libro del profeta Isaías, Dios es frecuentemente
llamado el Santo de Israel, o solamente el Santo, para denotar el Dios de
Israel, o el Verdadero Dios (1:4, 5:19). Los devotos se apoyan en el Santo de
Israel. (10:20), se gozan porque el Santo está en medio suyo. (12:6), miran solo al Santo de Israel. (17:7;
29:23, 24).
En Ezequiel, Dios se hace conocer como Jehová, como el Dios
poderoso y verdadero, al manifestar Su santidad (20:41; 28:22; 36:23 ). Es
preciso señalar que Dios jura por Su santidad, como jura por Sí mismo (Amos 4:2;
Sal. 89:36; Gn. 22:16; Éx. 32:13; Is. 45:23; Jer: 22:5). El profeta Samuel
dijo: “No hay santo como Jehová; porque no hay
ninguno fuera de ti, y no hay refugio como el Dios nuestro” (1 Sam. 2:2).
La santidad de Dios indica que Él no acepta lo que no es
santo. El temor a Dios es el resultado de estar conscientes de
Su santidad, también es la fuente de todo lo que es bueno. El temor es el
comienzo de la sabiduría y la enseñanza (Prov. 1:7), hace que odiemos el pecado
(8:13: 16:6); también es la base para tener una confianza firme (14:26); es
fuente de vida (14:27).
Dios es santo (Is. 6:3; Ap. 4:8), los servidores de Dios son
Su pueblo, también deben ser santos; el llamado es la santidad (Ef. 1:4; Ro.
8:29; 1 Tes. 4:3). El pueblo de Dios
debe practicar y proclamar al mundo Sus excelencias (1 Pe. 2:9) y lo
prominente entre las excelencias de Dios, es Su Santidad. Su santidad satura completamente su ser. Su santidad
personifica su perfección moral y la completa ausencia de cualquier
contaminación (Sal. 89:35; 92:15; Ro. 9:14).
En relación al pecado, toda transgresión provoca ira al Santo
de Israel. (Is. 1:4; 5:24), los pecadores vituperan y blasfeman contra el Santo.
(Is. 37:23), buscan apoyo humano y no confían en el Santo de Israel. (Is.
31:1-2). La "transgresión "era" contra Jehová" (Nm. 5:6),
aunque a veces también contra el prójimo (Gn. 31:26; 50:17). Algunas
transgresiones requerían que se presentara una ofrenda en expiación por el
pecado (Lv. 5:6, 7). Jesús aconsejó que si algún transgresor confesaba al
ofendido su pecado, éste lo perdonara (Mt. 6:14; Ef. 4:32; Col. 3:13), para
lograr así la reconciliación.
El rey David escribió: “¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio
de manos y puro de corazón; el que no ha elevado su alma a cosas vanas, ni
jurado con engaño. Él recibirá bendición de Jehová, y justicia del Dios de
salvación” (Sal. 24:3-5). El profeta Habacuc agregó: “Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el
agravio (con indulgencia)” (Hab. 1:13a).
El Santo de Israel odia o aborrece el pecado porque es
opuesto a su naturaleza. El salmista escribió: “Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad; el malo no
habitará junto a ti.” (Sal. 5:4).
Las Escrituras nos hacen ver que la actitud del Santo con
relacion al pecado es de hostilidad, indignación y de una aversión absoluta, debido a que lo figura como
una llaga podrida (Is. 1:6), una carga muy pesada sobre el ser humano (Sal. 38:3-8),
Pablo escribe que es una contaminación ( Tit. 1:15; 2 Co. 7:1), algo que nos
ata e impide la manifestación divina (Mt. 6:12-15), el ser humano vive en
tinieblas (1 Jn. 1:6), el pecado ha contagiado profundamente al ser humano (Is.
1:18), (el sentido fundamental del término “grana” en hebreo es: “teñido dos
veces”. Tan profundamente fijado está el pecado en el corazón que no bastan las
lágrimas para lavarlo).
Dios odia el pecado debido a que nos separa de Él: “Empero vuestros pecados separan en medio de vosotros y en
medio de Dios; y por vuestros pecados apartó el rostro de vosotros, para no
apiadarse.” (Is. 59:2 Septuaginta). “Sus transgresiones han tergiversado las reglas de la naturaleza, sus
pecados han retraído el bien para ustedes. y visitaré a los perversos por sus
pecados. Terminaré con la arrogancia de los transgresores, y derribaré la
insolencia de los altaneros.” (Jer. 5:25
Kadosh). El Santo de Israel ha decidido: "Castigaré al mundo entero por su maldad,…” (Is. 13:11 Kadosh), lo que el ser humano gana del pecado es
la muerte. (Ro. 6:23).
Juan Salgado
Rioseco
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