jueves, 14 de mayo de 2020

Dios y el perdón de pecados. (Parte I)


Lectura bíblica Hechos 2:37-39; 3:19
“Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles:  Varones hermanos, ¿qué haremos?
Pedro les dijo:  Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare. (Hechos 2:37-38)
“Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado:” (Hechos 3:19-20).

Objetivo: valorar el perdón de nuestros pecados efectuados por Dios.

I.             Yo soy el que soy: Creador, Santo y su aversión al Pecado.
Dios es definido como el Creador del universo, como declara el primer versículo de las Escrituras: "En el principio Dios creó los cielos y la tierra" (Gn. 1:1). Asimismo, dijo: “Yo soy el SEÑOR, que ha hecho todas las cosas, yo solo desplegué los cielos y expandí la tierra. ¿Quién estaba conmigo?” (Is. 44:24 NVI). Sus Escrituras agregan: “Tu reino es reino de todos los siglos y tu señorío en todas las generaciones.” (Sal. 145:13). 
La Creación es el fundamento de todos los designios salvíficos de Dios; manifiesta su amor omnipotente y lleno de sabiduría. Es el comienzo de la historia de la salvación, que culmina en el Mesías.
La palabra “Kadosh” (santo) significa algo que es “otro” (separado), exactamente lo opuesto de algo que es común. La palabra refleja el sentido de santidad y consagración. Una de las peculiaridades del Creador es su santidad, está característica quedó indeleblemente inscrito en el corazón del profeta Isaías como consecuencia de su visión inaugural (6.3). Así como a Amós se lo ha llamado el profeta de la justicia, y a Óseas el profeta de la benignidad, a Isaías se lo ha denominado el profeta de la santidad.
Dios es el Santo, esto significa que está tan por encima de sus criaturas que es totalmente diferente a ellas: (a) no sólo en su perfección moral. (6:5), sino también en su poder, su ira, su amor, su fidelidad y todas sus virtudes. (29:16; 31:3). (b) Dios es nuestro santuario. (8:14), es es llama de santidad. (10:17), será santificado con justicia. (5:16).
En el libro del profeta Isaías, Dios es frecuentemente llamado el Santo de Israel, o solamente el Santo, para denotar el Dios de Israel, o el Verdadero Dios (1:4, 5:19). Los devotos se apoyan en el Santo de Israel. (10:20), se gozan porque el Santo está en medio suyo.  (12:6), miran solo al Santo de Israel. (17:7; 29:23, 24).
En Ezequiel, Dios se hace conocer como Jehová, como el Dios poderoso y verdadero, al manifestar Su santidad (20:41; 28:22; 36:23 ). Es preciso señalar que Dios jura por Su santidad, como jura por Sí mismo (Amos 4:2; Sal. 89:36; Gn. 22:16; Éx. 32:13; Is. 45:23; Jer: 22:5). El profeta Samuel dijo: “No hay santo como Jehová; porque no hay ninguno fuera de ti, y no hay refugio como el Dios nuestro” (1 Sam. 2:2).
La santidad de Dios indica que Él no acepta lo que no es santo. El temor a Dios es el resultado de estar conscientes de Su santidad, también es la fuente de todo lo que es bueno. El temor es el comienzo de la sabiduría y la enseñanza (Prov. 1:7), hace que odiemos el pecado (8:13: 16:6); también es la base para tener una confianza firme (14:26); es fuente de vida (14:27).
Dios es santo (Is. 6:3; Ap. 4:8), los servidores de Dios son Su pueblo, también deben ser santos; el llamado es la santidad (Ef. 1:4; Ro. 8:29; 1 Tes. 4:3). El pueblo de Dios  debe practicar y proclamar al mundo Sus excelencias (1 Pe. 2:9) y lo prominente entre las excelencias de Dios, es Su Santidad. Su santidad satura completamente su ser. Su santidad personifica su perfección moral y la completa ausencia de cualquier contaminación (Sal. 89:35; 92:15; Ro. 9:14).
En relación al pecado, toda transgresión provoca ira al Santo de Israel. (Is. 1:4; 5:24), los pecadores vituperan y blasfeman contra el Santo. (Is. 37:23), buscan apoyo humano y no confían en el Santo de Israel. (Is. 31:1-2). La "transgresión "era" contra Jehová" (Nm. 5:6), aunque a veces también contra el prójimo (Gn. 31:26; 50:17). Algunas transgresiones requerían que se presentara una ofrenda en expiación por el pecado (Lv. 5:6, 7). Jesús aconsejó que si algún transgresor confesaba al ofendido su pecado, éste lo perdonara (Mt. 6:14; Ef. 4:32; Col. 3:13), para lograr así la reconciliación.
El rey David escribió: “¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón; el que no ha elevado su alma a cosas vanas, ni jurado con engaño. Él recibirá bendición de Jehová, y justicia del Dios de salvación” (Sal. 24:3-5). El profeta Habacuc agregó: “Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el agravio (con indulgencia)” (Hab. 1:13a).
El Santo de Israel odia o aborrece el pecado porque es opuesto a su naturaleza. El salmista escribió: “Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad; el malo no habitará junto a ti.” (Sal. 5:4).  
Las Escrituras nos hacen ver que la actitud del Santo con relacion al pecado es de hostilidad, indignación y de una  aversión absoluta, debido a que lo figura como una llaga podrida (Is. 1:6), una carga muy pesada sobre el ser humano (Sal. 38:3-8), Pablo escribe que es una contaminación ( Tit. 1:15; 2 Co. 7:1), algo que nos ata e impide la manifestación divina (Mt. 6:12-15), el ser humano vive en tinieblas (1 Jn. 1:6), el pecado ha contagiado profundamente al ser humano (Is. 1:18), (el sentido fundamental del término “grana” en hebreo es: “teñido dos veces”. Tan profundamente fijado está el pecado en el corazón que no bastan las lágrimas para lavarlo).
Dios odia el pecado debido a que nos separa de Él: “Empero vuestros pecados separan en medio de vosotros y en medio de Dios; y por vuestros pecados apartó el rostro de vosotros, para no apiadarse.” (Is. 59:2  Septuaginta). “Sus transgresiones han tergiversado las reglas de la naturaleza, sus pecados han retraído el bien para ustedes. y visitaré a los perversos por sus pecados. Terminaré con la arrogancia de los transgresores, y derribaré la insolencia de los altaneros.” (Jer. 5:25 Kadosh). El Santo de Israel ha decidido: "Castigaré al mundo entero por su maldad,…” (Is. 13:11 Kadosh), lo que el ser humano gana del pecado es la muerte. (Ro. 6:23).
                                            Juan Salgado Rioseco 



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