“Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y
preguntad por las sendas antiguas,
cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra
alma. Mas dijeron: No andaremos.” Jeremías 6:16
Los genuinos adoradores de Dios y fieles discípulos de Cristo, tienen el deber y la responsabilidad de orientar su fe, y acciones a lo que Jesús estableció; de disciplinar su conducta de acuerdo a los mandamientos que ordeno el Maestro.
En
este pasaje bíblico, Dios habla y amonesta a su pueblo a que caminen en las
sendas antiguas, de acuerdo a sus mandamientos, preceptos y ordenanzas
establecidas en la Ley de Moisés, pero en su obcecación el pueblo de Israel rehúsa
hacerlo.
¿Cuál
era la situación del pueblo de Israel en la época de Jeremías?
Gradualmente el pueblo había venido corrompiéndose
delante de la presencia de Dios; la injusticia había confluido en violencia
social, descomposición de la justicia, desviaciones en la vida espiritual, corrupción
en la esfera política. Esta situación, similar a los tiempos de Noé, para Dios,
la tierra estaba llena de maldad y violencia, pues toda la gente se había
pervertido.
En esa época, vio Dios, que había
tanta maldad en la tierra, le dijo a Noé: “He decidido terminar con toda la
gente. Por su culpa hay mucha violencia en el mundo, así que voy a destruirlos
a ellos y al mundo entero”. (Gn. 6:11-13). Estos habían sido desobedientes,
cuando Dios esperaba con paciencia mientras se construía la arca, (1 Pe. 3:20),
no perdonó al mundo antiguo, sino que mandó el diluvio, (2 Pe. 2:5). El medico
griego Lucas (17:26-27) escribe de aquel tiempo: “Como pasó en los tiempos de
Noé, así pasará también en los días en que regrese el Hijo del hombre. La gente
comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en la arca, y llegó el
diluvio y todos murieron”.
La intención del profeta Jeremías, era
que el pueblo de Israel tomara conciencia de su estado frente a Dios, para eso,
trae a sus mentes el tipo de maldad en que habían incurrido, insiste una y otra
vez, denuncia la mentira, la violencia, la injusticia y la terquedad de corazón
en cuyos males se encontraba la raíz de la desviación en el caminar con Dios, denuncia
que la infidelidad estaba en ir en pos de dioses ajenos. Esta situación traería
gravísimas consecuencias: la destrucción de Israel.
Jeremías, hace oír la voz de Dios, la
inminencia del desastre, aun mas, con una claridad sorprendente predice
abiertamente la destrucción del templo de Jerusalén (7:14). Sin embargo hay una
salida, para evitar el caos, la desolación, la destrucción “Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas,
cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra
alma”. Pero el pueblo terco y obcecado contesto “No andaremos.”
Nuestro Jesucristo, también habla de
una situación similar en los tiempos del profeta Isaías “Este pueblo me honra
con la boca, pero su corazón está lejos de mí. De nada sirve que me rinda
culto: sus enseñanzas son mandatos de hombres. Porque ustedes dejan el mandato
de Dios para seguir las tradiciones de los hombres.
También les dijo:
—Para mantener sus propias
tradiciones, ustedes pasan por alto el mandato de Dios.” (Mr. 7:6-9 DHH).
Como en los días de Noé, en los de Isaías
y en los de Jeremías, el pueblo de Dios vive hoy en las mismas circunstancias: caminar
alejados de Dios, hemos incubado la apostasía en la iglesia de Cristo, en vez
de verdaderos discípulos estamos engendrando potenciales apostatas.
La advertencia de Jeremías resuena
como un shofar de Dios diciendo: “Pongan atención a la señal de alarma.” “Párense en los caminos y miren, pregunten por
los senderos antiguos, dónde está el mejor camino síganlo y encontrarán
descanso.” Sin embargo la única respuesta que se escucha es “No queremos hacer caso.” “No, no queremos
seguirlo.” “Sirvo a Dios a mi manera”.
Del remanente fiel de la iglesia de
Cristo, a igual que el profeta Jeremías, se oye la voz de alarma, “Despierta, tú que duermes; levántate de entre
los muertos y Cristo te alumbrará.” (Ef. 5:14) y el consejo paulino cobra
vigencia “Examinen, pues, con mucho
esmero su conducta. No anden como tontos, sino como hombres responsables”.
(Ef. 5:15).
¿Cuál es la senda antigua para el
cristiano de hoy?
Encontramos en varios pasajes bíblicos
las directrices que nos sirven de guía para comprender cual es la verdadera
senda de Dios:
1.
El testimonio de estar agradando a
Dios, (He. 11:5), no es posible agradar a Dios sin tener fe, porque para
acercarse a Dios, uno tiene que creer que existe y que recompensa a los que lo
buscan. Este tipo de caminar agrada a Dios.
2.
Conocer el camino de Jesús, (Jn.
14:4-7), debemos regresar al camino que Jesucristo trazo, por que solo en el,
hay vida, vida en abundancia.
3.
Imitar a Dios, de la forma que Cristo
se comporto delante de la presencia del Padre, (Ef. 5:1-2), el apóstol Pablo
incentivo a los hermanos de la Iglesia de Éfeso escribiéndoles: “Ustedes, como
hijos amados de Dios, procuren imitarlo. Traten a todos con amor, de la misma
manera que Cristo nos amó y se entregó por nosotros, como ofrenda y sacrificio
de olor agradable a Dios”.
4.
Tener una conducta como corresponde a
un pueblo santo, (Ef. 5:3-5), “Ustedes deben portarse como corresponde al
pueblo santo: ni siquiera hablen de la inmoralidad sexual ni de ninguna otra
clase de impureza o de avaricia. No digan indecencias ni tonterías ni
vulgaridades, porque estas cosas no convienen; más bien alaben a Dios. Pues tengan por cierto que quien comete inmoralidades
sexuales, o hace cosas impuras, o se deja llevar por la avaricia (que es una
especie de idolatría), no puede tener parte en el reino de Cristo y de Dios”.
Debido a que sin la Santidad nadie vera Dios (He. 12:14).
5.
Procurar que a nadie le falte la gracia
de Dios, (He. 12:15), a fin de que
ninguno sea como una planta de raíz amarga que hace daño y envenena a la gente.
6.
No despreciar lo sagrado, (He. 12:16),
como Esaú, cuando quiso recibir la bendición de su padre, fue rechazado; y
aunque lloró mucho, ya no hubo remedio para lo sucedido.
7.
No rechazar la disciplina de Dios,
(He. 12:25), a aquellos que Dios les llamó la atención aquí en la tierra, no
escaparon; mucho menos podremos escapar nosotros, si le damos la espalda al que
nos llama la atención desde el cielo.
8.
Respetar el matrimonio y mantener la
pureza de sus relaciones matrimoniales, (He. 13:4), porque Dios juzgará a los
que cometen inmoralidades sexuales y a los que cometen adulterio.
9.
No dejarse llevar por enseñanzas
diferentes y extrañas, (He. 13:9).
10.
No olvidarse de hacer el bien y de compartir
con otros lo que tienen, (He. 13:16), porque estos son los sacrificios que agradan a
Dios.
11.
Hablar siempre de acuerdo con la sana
enseñanza, (Tit. 2:1).
12.
Tener una completa dedicación en el
servicio a Dios, (2 Ti. 2:4).
13.
Estar delante de Dios aprobado, (2 Ti.
2:15), como un hombre de valor comprobado.
14.
Buscar la justicia, la fe, el amor y
la paz, junto con todos los que con un corazón limpio invocan al Señor, (2 Ti.
2:22).
15.
Ser hacedores de la Palabra de Dios, (Stgo.
1:22, 25), la salvación induce al servicio de Dios.
16.
No hacer discriminaciones entre una
persona y otra, (Stgo. 2:9), al hacerlo se comete pecado y son culpables ante
la ley de Dios.
17.
Tener compasión de otros, (Stgo.
2:13), los que no tienen compasión serán también juzgados, pero los que han
tenido compasión, saldrán victoriosos en la hora del juicio.
18.
La fe tiene debe estar relacionada con
los hechos, (Stgo. 2:14), ¿de qué le sirve a uno decir que tiene fe, si sus
hechos no lo demuestran? ¿Podrá acaso salvarlo esa fe? Así pasa con la fe: por sí sola, es
decir, si no se demuestra con hechos, es una cosa muerta. Así como el cuerpo sin espíritu está
muerto, así también la fe está muerta si no va acompañada de hechos.
19.
No hacerse amigo del mundo, (Stgo.
4:4), cualquiera que decide ser amigo del mundo, se vuelve enemigo de Dios.
20.
Humillarse delante del Señor, y él los
enaltecerá, (Stgo. 4:10).
21.
Hacer la voluntad de Dios, (Mt. 7:21-23).
22.
Debe andar como El anduvo, (1 Jn.
2:6).
Estos y otros
versículos de la Palabra de Dios, son las señaléticas que Dios nos ha dado para
guiarnos a través de las sendas antiguas cristianas. Una gran parte de los
creyentes confunden las antiguas formas de adorar a Dios basados en los usos y
costumbres de la época en que ellos se convirtieron; otros, los que nuncan han sido discipulados, se les lmpone la tradicion como dogma invariable, con la verdadera senda antigua
del cristianismo que enseño el Maestro, transmitieron los Apóstoles y
propagaron los Padres de la Iglesia.
Desde el inicio de la formalización
del cristianismo sufrió la acomodación de sus normas a las situaciones imperantes
y posteriormente la adaptación de sus preceptos a las circunstancias institucionales
influenciados por el creciente poder y privilegios que fue adquiriendo en ciertos
lugares geográficos. Lo que trajo como consecuencia el paulatino abandono de la
senda antigua del cristianismo a los largo de estos 21 siglos de existencia.
Los genuinos adoradores de Dios y fieles discípulos de Cristo, tienen el deber y la responsabilidad de orientar su fe, y acciones a lo que Jesús estableció; de disciplinar su conducta de acuerdo a los mandamientos que ordeno el Maestro.
Juan Salgado Rioseco
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