sábado, 2 de junio de 2012

" y vosotros sois testigos "

"... y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo".  (Mateo 28:20).

Esta promesa fue dada a los testigos de la vida de Jesucristo, quienes serían los primeros componentes de su Iglesia Universal, (Hch. 1:13-15; 2:1-4). Lo relevante de esto, es que, Cristo mismo es quien se compromete a no separarse nunca de sus testigos.

Pero, ¿porqué Jesucristo estaría por siempre con ellos?, ¿a que se debe esta promesa alentadora? El propósito de estas palabras de Jesús nace de una orden que él les habría dado: "Id y haced discípulos a todos las naciones, bautizándolos en el nombre del padre, y del hijo, y del espíritu santo enseñándoles que guarden todos las cosas que os he mandado", (Mateo 28:19-20).

Primeramente debemos decir que “testigo” lo define la Real Academia de la Lengua Española como “Persona que está presente en un acto o en una acción, especialmente la que habla en un juicio para explicar los hechos que ha presenciado.” De su raíz hebrea “'ed”,  traducida al griego como “mártus o mártur”, de las cuales deriva la palabra española "mártir". Denota a uno que puede certificar o certifica aquello que ha visto u oído, o conoce.

Por lo tanto, los apóstoles eran testigos de la resurrección y del evangelio, y daban su testimonio con seguridad (Hch. 1:8; 2:32; 3:15; 10:39; 1 R 5:1; cf Lc. 24:48; etc.). Se llamó y se preparó especialmente a Pablo para que fuera Testigo de Cristo (Hch. 22:14, 15; 26:12-16). De Jesús se dice que es "el Testigo fiel y verdadero" (Ap. 3:14; cf 1:5). En ciertas circunstancias el gr. mártus llegó a tener el significado de "mártir", y ése es el sentido que tiene la palabra "testigo" en Hch. 22:20 y Ap. 2:13 en la RVR. En Ap. 17:6 ha sido traducida por "mártir". Las Escrituras menciona “una nube de testigos”, de aquellos mencionados en el cap. 11 de Hebreos, aquellos cuyas vidas y acciones dieron testimonio del valor y efecto de la fe, y cuya fe queda registrada en la Escritura. (1 Pe. 5:1).

Lo que Jesús deseaba de sus testigos, era un desafío mundial, lo pedía con autoridad, pues los había preparado para esta gran comisión.

¿Cómo planeó el Señor que esto se cumpliese?

Primero elige hombres, (Marcos 3:13; Lucas 6:12-13), luego, los hace "testigos" de su evangelio el cual es descrito como poderoso en la carta de Pablo a los Romanos (Ro. 1:16). Ciertamente Jesús reveló a sus discípulos un poder que luego ellos obtendrían, recordemos algunos episodios en donde Jesús muestra su poder:

1.       Sana a un leproso.  (Mr. 1:40-45; Lc. 5:12-16; Mt. 8:1-4).

2.       Sana al siervo de un centurión.  (Mt. 8:5-13; Lc. 7:1-10).

3.       Sana a la suegra de Pedro.  (Mt. 8:14-17; Mr. 1:19-34).

4.       Calma la tempestad.  (Mr. 4:35-41; Lc. 8:22-25).

5.       Da vista a dos ciegos.  (Mt. 9:27-31).

6.       Hace hablar a un mudo.  (Mt. 9:32-34).

7.       Anda sobre el mar.  (Mt. 14:22-33; Mr. 6:45-52; Lc. 6:15-21).

8.       Alimenta a cinco mil personas.  (Mt. 14:13-21; Mr. 6:30-44; Jn. 6:1-14).

9.       Alimenta a cuatro mil personas.  (Mt. 15:32-39; Mr. 8:1-10).

10.  Muestra su gloria en la transfiguración a Pedro, Jacobo y Juan .  (Mt. 17:1-9; Mr. 9:2-13; Lc. 9:28-36).

11.  Sana a un paralítico.  (Mt. 9:1-8; Mr. 2:1-12, Lc. 5:17-26)

12.  Sana a un endemoniado.  (Mt. 8:28-34; Mr. 5:1-20; Lc.8:26-39).

13.  Resucita a la hija de Jairo.  (Mt. 9:18-26; Mr. 5:21-43; Lc. 8:40-56).

14.  Resucita al hijo de la viuda de Nain.  (Lc. 7:11-17).

15.  Al tercer día de su muerte resucita.  (Mt. 28:1-10; Mr. 16:1-8; Lc. 24:1-12; Jn. 20:1-10).

Estas  son algunas de las señales y prodigios más relevantes de los cuales fueron testigos presenciales los discípulos de Jesucristo. Es más aún, antes de su ascensión reafirmando que su presencia sería permanente les dice: "... y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán". (Mr. 17-18).

Habiendo visto tantas maravillas y siendo receptores de tan grandes promesas no es raro entonces que Jesucristo les diga: "... y vosotros sois testigos de estas cosas". (Lc. 24:48). Pero para ser verdaderos testigos les faltaba el sello de sus testimonios, es así que nuestro Señor da su última promesa, donde condensa todas las anteriores:

"Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra". (Hch. 1:8), y habiendo dicho estas cosas, fue alzado, y le recibió una  nube que le ocultó de sus ojos".

Al haber analizado la vida de nuestro Señor Jesucristo y el nacimiento de su Iglesia, pareciera que estas promesas sólo hubiesen sido dadas a ellos, sin embargo, habiendo transcurridos dos milenios de estos acontecimientos, Jesús nos recuerda por su palabra:
"... y he aquí estoy con vosotros, todos los días, hasta el fin del mundo. Amén" (Mt. 28:20).

¿Qué significa ser testigo de Jesús? Como el apóstol Juan escribió: Les escribimos a ustedes acerca de aquello que ya existía desde el principio, de lo que hemos oído y de lo que hemos visto con nuestros propios ojos. Porque lo hemos visto y lo hemos tocado con nuestras manos. Se trata de la Palabra de vida.”(1Jn. 1.1) o como esta escrito en Hechos 22:15 “Porque serás testigo suyo a todos los hombres, de lo que has visto y oído.”

Ser testigo de Jesús, es aquel que ha "visto, oído y tocado" un hecho o acontecimiento de la acción de Dios entre los hombres, y lo da a conocer o lo transmite para que otros seres humanos lo conozcan y se acerquen a él. En efecto, no hemos sacado de fábulas o de teorías inventadas lo que les hemos enseñado sobre el poder y la venida de Cristo Jesús, nuestro Señor. Con nuestros propios ojos hemos contemplado su majestad (2 Pe. 1:16).

Ser testigos de Jesús, en nuestros días, significa ser un cristiano auténtico, no sólo de palabra, sino cristianos activos e íntegros, que se preocupan por conocer cada vez más a Jesús, por comunicarse con El y por poner en práctica sus enseñanzas sirviendo a los demás. Jesús solicita a sus testigos ser la sal de la tierra y la luz del mundo. Que esa luz debe brillar delante de los hombres para que, viendo, glorifiquen a nuestro Padre que está en los cielos, porque sus testigos están en el mundo pero no son del mundo. El que se considera testigo de Jesús debe serlo en y con la Iglesia de Cristo, ser testigos de Jesús envuelve una vida de compromiso y obediencia al dador de la vida.

¿Qué están haciendo los testigos de Jesús?

Sabemos que su palabra permanece inmutable a los tiempos, pero los pensamientos de los hombres son fluctuantes, generando cambios culturales, algunos en forma radical, otros evolucionan hacia laicacismó relativista, otros son adaptacionista del post modernismo de la sociedad o se acomodan a las tendencias sociales para no ser discriminado de su ambiente social, algunos se encuentran interposicionados en un pluralismo secular social, basados en un pragmatismo de vida incoherente a los postulados cristianos; estas formas de vida soterran de una u otra forma los fundamentos y principios del testigo de Jesús, como consecuencia de esta diversidad y permisividad valórica, falsos testigos se han infiltrado en la Iglesia de Cristo, propagando sus falsas doctrinas con artimañas de demonios y fabulas de hombre, dañándola, muchos siguen su vida viciosa, y por causa de ellos se habla mal del camino de la verdad, generando una tendencia promiscua valórica que conlleva una imagen de apostasía desde el interior de la misma iglesia de Cristo.

Sin embargo, no todo es tinieblas, a pesar de las distorsiones o desviaciones que los hombres han efectuado a la Iglesia de Cristo, existe un remanente fiel, obediente y comprometido con la causa de Jesucristo, libre de la fatiga o el cansancio, de la desilusión o la desesperanza; que mantienen vida la llama del Espíritu que les renueva la alegría de vivir conforme a la fe y la esperanza del día de su glorificación; se aferran a la fe porque solo Jesús tiene las palabras de vida eterna, y se mantienen aprobados delante de la presencia de Dios, sabiendo que él es el santo de Dios.

Confirman su creencia en el día a día, la que les da fuerzas para defender la fe en Cristo; cada uno de ellos son verdaderos atalayas, paladines, fieles defensores de la causa de Jesús, que con pasión siguen ensanchando las estacas de la iglesia de Cristo, teniendo el  vigor para confesar con firmeza que aun la acción de Jesucristo entre los hombres permanece inalterable, llamando al hombre al reconcilio con Dios a través de Jesús, para salvar sus almas de la condenación perpetua.

Ser testigo de Jesús es seguir colaborando en la santificación del mundo y actuando como apóstoles comisionados e investido de su poder allí donde vivimos y trabajamos.

Ser testigo de Jesús es solo mirarlo a El por sobre todas las dificultades, manteniendo viva la esperanza que un día lo veremos manifestarse, escuchando su voz diciendo que en lo poco fuiste fiel y en lo mucho te pondré.

Juan Salgado Rioseco.

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