"... y he
aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo". (Mateo 28:20).
Esta promesa fue dada a los testigos de la vida de
Jesucristo, quienes serían los primeros componentes de su Iglesia Universal,
(Hch. 1:13-15; 2:1-4). Lo relevante de esto, es que, Cristo mismo es quien se
compromete a no separarse nunca de sus testigos.
Pero, ¿porqué Jesucristo estaría por siempre con
ellos?, ¿a que se debe esta promesa alentadora? El propósito de estas palabras
de Jesús nace de una orden que él les habría dado: "Id y haced discípulos a todos las naciones, bautizándolos en el
nombre del padre, y del hijo, y del espíritu santo enseñándoles que guarden
todos las cosas que os he mandado", (Mateo 28:19-20).
Primeramente debemos decir que “testigo” lo define
la Real Academia de la Lengua Española como “Persona
que está presente en un acto o en una acción, especialmente la que habla en un
juicio para explicar los hechos que ha presenciado.” De su raíz hebrea “'ed”, traducida al griego como “mártus o mártur”, de
las cuales deriva la palabra española "mártir". Denota a uno que
puede certificar o certifica aquello que ha visto u oído, o conoce.
Por lo tanto, los apóstoles eran testigos de la
resurrección y del evangelio, y daban su testimonio con seguridad (Hch. 1:8;
2:32; 3:15; 10:39; 1 R 5:1; cf Lc. 24:48; etc.). Se llamó y se preparó
especialmente a Pablo para que fuera Testigo de Cristo (Hch. 22:14, 15;
26:12-16). De Jesús se dice que es "el Testigo fiel y
verdadero" (Ap. 3:14; cf 1:5). En ciertas circunstancias el gr. mártus
llegó a tener el significado de "mártir", y ése es el sentido que
tiene la palabra "testigo" en Hch. 22:20 y Ap. 2:13 en la RVR. En Ap.
17:6 ha sido traducida por "mártir". Las Escrituras menciona “una
nube de testigos”, de aquellos mencionados en el cap. 11 de Hebreos, aquellos
cuyas vidas y acciones dieron testimonio del valor y efecto de la fe, y cuya fe
queda registrada en la Escritura. (1 Pe. 5:1).
Lo que Jesús deseaba de sus testigos, era un desafío
mundial, lo pedía con autoridad, pues los había preparado para esta gran comisión.
¿Cómo planeó el Señor que esto se cumpliese?
Primero elige hombres, (Marcos 3:13; Lucas 6:12-13),
luego, los hace "testigos" de
su evangelio el cual es descrito como poderoso en la carta de Pablo a los
Romanos (Ro. 1:16). Ciertamente Jesús reveló a sus discípulos un poder que
luego ellos obtendrían, recordemos algunos episodios en donde Jesús muestra su
poder:
1.
Sana a un leproso. (Mr. 1:40-45; Lc. 5:12-16; Mt. 8:1-4).
2.
Sana al siervo de un centurión. (Mt. 8:5-13; Lc. 7:1-10).
3.
Sana a la suegra de
Pedro. (Mt. 8:14-17; Mr. 1:19-34).
4.
Calma la tempestad. (Mr. 4:35-41; Lc. 8:22-25).
5.
Da vista a dos
ciegos. (Mt. 9:27-31).
6.
Hace hablar a un
mudo. (Mt. 9:32-34).
7.
Anda sobre el mar. (Mt. 14:22-33; Mr. 6:45-52; Lc. 6:15-21).
8.
Alimenta a cinco mil
personas. (Mt. 14:13-21; Mr. 6:30-44;
Jn. 6:1-14).
9.
Alimenta a cuatro mil
personas. (Mt. 15:32-39; Mr. 8:1-10).
10.
Muestra su gloria en la
transfiguración a Pedro, Jacobo y Juan .
(Mt. 17:1-9; Mr. 9:2-13; Lc. 9:28-36).
11.
Sana a un paralítico. (Mt. 9:1-8; Mr. 2:1-12, Lc. 5:17-26)
12.
Sana a un
endemoniado. (Mt. 8:28-34; Mr. 5:1-20;
Lc.8:26-39).
13.
Resucita a la hija de
Jairo. (Mt. 9:18-26; Mr. 5:21-43; Lc.
8:40-56).
14.
Resucita al hijo de la
viuda de Nain. (Lc. 7:11-17).
15.
Al tercer día de su muerte
resucita. (Mt. 28:1-10; Mr. 16:1-8; Lc.
24:1-12; Jn. 20:1-10).
Estas son
algunas de las señales y prodigios más relevantes de los cuales fueron testigos
presenciales los discípulos de Jesucristo. Es más aún, antes de su ascensión
reafirmando que su presencia sería permanente les dice: "... y estas señales seguirán a los que creen: En
mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos
serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos
pondrán sus manos, y sanarán". (Mr. 17-18).
Habiendo visto tantas maravillas y siendo receptores
de tan grandes promesas no es raro entonces que Jesucristo les diga: "... y
vosotros sois testigos de estas cosas". (Lc. 24:48). Pero para ser
verdaderos testigos les faltaba el sello de sus testimonios, es así que nuestro
Señor da su última promesa, donde condensa todas las anteriores:
"Pero
recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda
Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra". (Hch. 1:8), y habiendo dicho estas cosas, fue alzado, y
le recibió una nube que le ocultó de sus
ojos".
Al haber analizado la vida de nuestro Señor Jesucristo y el
nacimiento de su Iglesia, pareciera que estas promesas sólo hubiesen sido dadas
a ellos, sin embargo, habiendo transcurridos dos milenios de estos
acontecimientos, Jesús nos recuerda por su palabra:
"... y he
aquí estoy con vosotros, todos los días, hasta el fin del mundo. Amén"
(Mt. 28:20).
¿Qué significa ser testigo de Jesús? Como el apóstol
Juan escribió: “Les
escribimos a ustedes acerca de aquello que ya existía desde el principio, de lo
que hemos oído y de lo que hemos visto con nuestros propios ojos. Porque lo
hemos visto y lo hemos tocado con nuestras manos.
Se trata de la Palabra de vida.”(1Jn. 1.1) o como esta escrito en Hechos 22:15 “Porque serás testigo suyo a todos los hombres, de lo que has visto y
oído.”
Ser testigo de Jesús, es aquel que ha
"visto, oído y tocado" un hecho o acontecimiento de la acción
de Dios entre los hombres, y lo da a conocer o lo transmite para que otros
seres humanos lo conozcan y se acerquen a él. En efecto, no hemos sacado de
fábulas o de teorías inventadas lo que les hemos enseñado sobre el poder y la venida
de Cristo Jesús, nuestro Señor. Con nuestros propios ojos hemos contemplado su
majestad (2 Pe. 1:16).
Ser testigos de Jesús, en nuestros
días, significa ser un cristiano auténtico, no sólo de palabra, sino cristianos
activos e íntegros, que se preocupan por conocer cada vez más a Jesús, por
comunicarse con El y por poner en práctica sus enseñanzas sirviendo a los
demás. Jesús solicita a sus testigos ser la sal de la tierra y la luz del mundo.
Que esa luz debe brillar delante de los hombres para que, viendo, glorifiquen a
nuestro Padre que está en los cielos, porque sus testigos están en el mundo
pero no son del mundo. El que se considera testigo de Jesús debe serlo en y con
la Iglesia de Cristo, ser testigos de Jesús envuelve una vida de compromiso y
obediencia al dador de la vida.
¿Qué
están haciendo los testigos de Jesús?
Sabemos que su palabra permanece inmutable a los
tiempos, pero los pensamientos de los hombres son fluctuantes, generando
cambios culturales, algunos en forma radical, otros evolucionan hacia laicacismó
relativista, otros son adaptacionista del post modernismo de la sociedad o se
acomodan a las tendencias sociales para no ser discriminado de su ambiente
social, algunos se encuentran interposicionados en un pluralismo secular social,
basados en un pragmatismo de vida incoherente a los postulados cristianos; estas
formas de vida soterran de una u otra forma los fundamentos y principios del
testigo de Jesús, como consecuencia de esta diversidad y permisividad valórica,
falsos testigos se han infiltrado en la Iglesia de Cristo, propagando sus
falsas doctrinas con artimañas de demonios y fabulas de hombre, dañándola, muchos
siguen su vida viciosa, y por causa de ellos se habla mal del camino de la
verdad, generando una tendencia promiscua valórica que conlleva una imagen de
apostasía desde el interior de la misma iglesia de Cristo.
Sin embargo, no todo es tinieblas, a pesar de las
distorsiones o desviaciones que los hombres han efectuado a la Iglesia de
Cristo, existe un remanente fiel, obediente y comprometido con la causa de
Jesucristo, libre de la fatiga o el cansancio, de la desilusión o
la desesperanza; que mantienen vida la llama del Espíritu que les renueva la alegría
de vivir conforme a la fe y la esperanza del día de su glorificación; se
aferran a la fe porque solo Jesús tiene las palabras de vida eterna, y se
mantienen aprobados delante de la presencia de Dios, sabiendo que él es el
santo de Dios.
Confirman su creencia en el día a día,
la que les da fuerzas para defender la fe en Cristo; cada uno de ellos son
verdaderos atalayas, paladines, fieles defensores de la causa de Jesús, que con
pasión siguen ensanchando las estacas de la iglesia de Cristo, teniendo el vigor para confesar con firmeza que aun la
acción de Jesucristo entre los hombres permanece inalterable, llamando al
hombre al reconcilio con Dios a través de Jesús, para salvar sus almas de la
condenación perpetua.
Ser testigo de Jesús es seguir
colaborando en la santificación del mundo y actuando como apóstoles comisionados
e investido de su poder allí donde vivimos y trabajamos.
Ser testigo de Jesús es solo mirarlo a
El por sobre todas las dificultades, manteniendo viva la esperanza que un día
lo veremos manifestarse, escuchando su voz diciendo que en lo poco fuiste fiel
y en lo mucho te pondré.
Juan Salgado Rioseco.
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