domingo, 15 de septiembre de 2019

La Invasión y usurpación en los Púlpitos “CRISTIANOS”. (VI) Una actitud “integra” ante las Enseñanzas de Jesús.


I.                 VI.    Una actitud “integra” ante las Enseñanzas de Jesús.
“Arrimar la ascua a su sardina”, este refrán se refiere a aprovecharse de las circunstancias favorables o hacer un uso egoísta de determinada situación. Denota la inclinación que todos tenemos a defender lo que nos pertenece o en ocasiones lo que nos acomoda, que no es lo mismo.
Esta situación es común entre los predicadores de la actualidad: dejan a un lado la correcta interpretación de la Palabra de Dios ya sea por desconocimiento u omisión de los principios fundamentales de la interpretación bíblica; la gran mayoría solo busca lo que es más propicio para ellos, situación que está determinada por el conocimiento que se tiene de las enseñanzas primigenias del Maestro de Nazaret y la intencionalidad de inferir o inducir en la aplicación de ellas.
Es común escuchar “así me enseñaron”, “así lo predicaba mi pastor”, “es parte de la sana doctrina”, “lo he escuchado de varios predicadores”, etc., pero este tipo de predicadores nunca se han dado la tarea de indagar y menos estudiar si el texto bíblico está interpretado de acuerdo con lo que quiso escribir el autor, debido a que no tienen la diligencia ni la nobleza de depurar la tradición recibida con la sana interpretación y como un fiel dispensador de la Palabra de verdad.
En la sociedad actual, muchos de los que se autoproclaman predicadores acomodan la interpretación a sus propios intereses: para ser el más famoso, el más empático, el más aceptado socialmente, el que llena emocionalmente lo que se desean escuchar sus seguidores; tienen como finalidad  complacer las masas religiosas en sus demandas espirituales utilizando el espiritualismo, emocional místico y coyuntural lúdico de la fe, producto de la aculturación imperante en la mayoría de los que asisten a un culto religioso.
Los mercantiles de la fe han crecido exponencialmente con el individualismo y el consumismo, con el relativismo moral y el sincretismo religioso humanista, circunstancias que han aprovechado para saciar sus propias concupiscencias, dedicándose a los deleites de este mundo más que de Dios.
Con relación a los creyentes sincréticos en cuanto a la fe, son aquellos que han adoptado asimilarse a las circunstancias sociales en busca de espacios alternativos ajenos a los principios morales que rigen a los verdaderos Discípulos de Jesús, y de aquellos que han optado por el proceso de aculturación, fusionándose con tendencias contrarias a los fundamentos de la Iglesia de Cristo.
¿Cuál debería ser la actitud de aquellos que mantienen fieles a las enseñanzas primigenias del Mesías? Asumiendo como concepto que el término “primigenius” llegó a nuestra lengua como primigenio, un adjetivo que se aplica sobre aquel o aquello que es nativo u originario. Lo primigenio suele hacer referencia a un primer estado o a una etapa inicial de algo, o sea, que aquellos que mantienen la fidelidad a las enseñanzas de Jesús de Nazaret deben mantener una integridad  a  la “Palabra de Dios” revelada o enseñada desde el inicio por el “Movimiento de Galilea”, que el apóstol Pablo lo define como el “fundamento apostólico”; estar dispuesto a comportarse u obrar de acuerdo como un fiel transmisor de las enseñanzas del Maestro Jesús.
Para eso debe: estar en la posición de un verdadero convertido; tener la vocación, o sea consciente de las capacidades, intereses, potencialidades, recursos, producto del llamamiento divino; ser seguidor fiel, leal y de alta confiabilidad del camino de Jesús; alcanzar un acabado conocimiento del amor de Dios, comprensión del alcance del sacrificio de Jesús en la cruz, conocedor de la forma de obrar de la gracia de Dios; interpretar y enseñar rectamente la palabra de verdad, porque sabe analizar y exponer lo que Dios ha rebelado y que su hijo Jesús ha enseñado.
El intérprete de la Palabra de Dios debe vivir la fe, de fundamentar su conducta moral sobre la voluntad de Dios. Los criterios más importantes y fundamentales de los Predicadores que se mantienen en la sana doctrina son: recuperar y cuidar la ortodoxia de la doctrina apostólica; exponer el mensaje ético más cercano al Evangelio de la gracia de Dios; cultivar la verdadera koinonía dentro de las reglas de oro del evangelio de Cristo; aprender hacer solidario, este principio apunta a tener una obligación moral de buscar el bienestar común, sin egoísmos.
Los Predicadores de la sana doctrina, son una élite minoritaria, deben estar comprometidos con la causa de Cristo y no involucrados; debido a que son miembros del cuerpo de Cristo, llamados a “ofrecer nuestros cuerpos como sacrificio vivo”, por lo que “también nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo, y cada miembro está unido a todos los demás.” (Ro. 12:1, 5). El ser parte del cuerpo de Cristo exige un comportamiento ético, no sólo con otros cristianos, sino con las personas fuera de la iglesia. Como embajadores de Cristo, hemos sido enviados para reconciliar al mundo con Dios en Cristo (2 Co. 5:19-20). Estamos llamados a vivir vidas dignas del pacto que nos concedió la buena gracia de Dios. De esta manera daremos testimonio a Dios, que es amor que se entrega (1 Jn. 4:14-16). 
Aquellos que solo adoptan la actitud de “Arrimar la ascua a su sardina”, subvierten la causa del Ungido de Dios que servimos cuando explotamos o traicionamos la confianza de los hermanos en la fe; además desprestigian la honra de la Iglesia y corroen el fundamento apostólico.
El Dios eterno y santo, llama a todos los miembros que se comprometan de interpretar la sana doctrina, a vivir con los altos estándares éticos defendidos en las Escrituras y conforme a los principios primigenios de las enseñanzas de Jesús de Nazaret.
Juan Salgado Rioseco

sábado, 7 de septiembre de 2019

La Invasión y usurpación en los Púlpitos “CRISTIANOS”. (V) El camino o por las sendas en la Interpretación Bíblica.



I.                  V.   El camino o por las sendas en la Interpretación Bíblica.

“LOS ARBOLES NO DEJAN VER EL BOSQUE”, esta frase proverbial se utiliza cuando alguien no puede ver un asunto o una situación en su conjunto porque está prestando atención a los detalles; cuando nos vemos rodeados de muchos detalles, es fácil perderse en puntos pequeños, al grado que nos confundimos con las cuestiones más grandes e importantes. Así que, en situaciones confusas, debemos detenernos y dar un paso atrás para mirar el panorama completo.
La mayoría de los que tratan de interpretar las Sagradas Escrituras, les dan importancia a los detalles secundarios y pierden el camino primario de la interpretación bíblica, originándose confusiones, adulteraciones, inexactitudes en relación con el verdadero significado del Texto que se trata de interpretar.
Lo anterior nos advierte que nunca debemos perder el panorama completo de la Sagradas Escritura, para eso necesitamos conocer y tener siempre presente las perspectivas que unifican desde el Génesis hasta el Apocalipsis; esa unicidad nos advertirá de las confusiones que podemos originar con interpretaciones incompletas o que se han desviados de la verdad primigenia.
Una sana interpretación bíblica nos obliga a aprender mucho más de lo que podemos pensar, nos presiona a cumplir determinados procesos sin dejarnos posibilidad de elegir caminos racionales humanos. Téngase presente que “Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte.” (Pr. 14:12), “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.” (Is. 55:8-9).
Los pensamientos o conclusiones del hombre son muy diferentes a los de Dios, pues nuestra mente es limitada, nuestros conocimientos finitos, a la vez, la mayoría de estos conocimientos pertenecen a este mundo con sus influencias e intereses, lo que provoca inexactitudes en la aplicación de la interpretación bíblica.
Para prevenir esta situación: debemos investigar formas para extraer el significado interpretativo de los textos bíblicos escogidos acorde a lo que Dios quiso dar a conocer; a tener una autodisciplina para mejorar nuestra capacidad de entendimiento de la Biblia; conocer en primer lugar la terminología más importante utilizada que nos lleven a un correcto procedimiento y no provocar confusiones; efectuar un exhaustivo estudio exegético a los textos seleccionados; que las aplicaciones sean conforme a la verdad primigenia del autor del libro seleccionado.
El proceso interpretativo tiene tres fases: preparación – investigación – aplicación; la preparación personal es vital, tanto en el área espiritual, como cognitiva (en especial la ciencia bíblica); realizar una investigación exegética gramática – histórica al texto bíblico, los que nos llevara a una compresión acabada de las situaciones que inciden directamente en la correcta explicación o aclaramiento del significado, especialmente un texto que está poco claro; la aplicación equivale a conectar correctamente el significado original con audiencias contemporáneas, en otras palabras, en la aplicación, reflexionamos sobre las formas en las que las Escrituras deben aplicarse a nosotros como pueblo de Dios.
El intérprete de las Sagradas Escrituras debe impedir que los árboles los obstaculicen la visión completa del bosque, es decir, que los detalles secundarios no deben desviarlos del plan de Dios para el hombre.
Juan Salgado Rioseco

domingo, 18 de agosto de 2019

La Invasión y usurpación en los Púlpitos “CRISTIANOS”. (IV) Inferir o inducir en la “Interpretación Bíblica”.



I.                  IV.  Inferir o inducir en la “Interpretación Bíblica”.
La evidencia de la interpretación bíblica se remonta al Antiguo Testamento, en donde aparece una explicación clara en la figura de Esdras, sacerdote y escriba que vivió en el siglo V a.C.: “Y Esdras leyó en el libro de la Ley de Dios, aclarando e interpretando el sentido, para que comprendieran la lectura” (Nehemías 8:8).
Las dos vías que utiliza un Intérprete o Predicador:   ¿Usted “Infiere” o “Induce” el Texto que va a predicar? Hay dos actitudes que habitualmente nos acercamos a un texto para interpretarlo, ellas son: “infiriendo” o “induciendo” al texto bíblico.
“inferir” algo del texto, es que tomamos elementos que se encuentran presente para que a través de ellos saquemos otro elemento que no está presente en forma explícita, sin embargo, lo que comúnmente hacen los intérpretes o predicadores es “inducir” al texto, o sea, influir para fundamentar una acción, avalar lo que creemos que puede significar o lo que se desea que se conozca, con objeto malicioso o por ser neófito en las Escrituras.
Cuando usted está “infiriendo”, asume una actitud de escudriñamiento de las Escrituras, o sea, está efectuando una “acción y resultado de examinar una cosa o averiguar sobre ella.”, hasta lograr con los elementos explícitos en el texto el correcto significado lo que el autor escribió.
Cuando usted está “induciendo”, tiene una conclusión predeterminada de lo que a su juicio significa o desea que avale su postura, con esa actitud solo se logra “vislumbrar” lo que posiblemente puede significar el “texto”, lo que produce un conocimiento imperfecto o conjeturas provocadas por la falta de rigurosidad en el estudio del texto o por tratar de influir con el propósito de “inducir” a los receptores a hacer o a creer lo que usted persigue, a eso se llama manipulación con el objeto de obtener un control ilegitimo, practicando un Evangelio diferente. Cuando no se logra la forma correcta y profundizada interpretación bíblica, se transmiten enseñanzas distorsionadas o superficiales.
Debemos siempre tener presente que en la Biblia encontramos textos: claros, semioscuro y oscuros en su interpretación; estos dos últimos si no logramos entenderlos bajo los principios de una correcta interpretación, difícilmente conseguiremos entender lo que quiere decir, nos quedaremos sin saber su aplicación para nuestras vidas y al transmitirlos estaremos provocando distorsiones o desviaciones de la Palabra de Dios.
El auténtico y legítimo interprete de la Escrituras que solo desea “inferir” el texto, debe:
a.      Erradicar el misticismo del texto sagrado, debido a que los misterios ya están revelados por Dios, a través de Jesucristo.
b.      Arrancar toda influencia humanista racional de la interpretación bíblica, debido a que solo a los que andan en espíritu, el Espíritu de Dios los ilumina.
c.       Aplicarse en el estudio de la Palabra de Dios, con una actitud de extraer lo más preciado de ella para aplicarla en nuestras vidas y tener la legitimidad de enseñarla.
d.      Ser experto en las doctrinas rudimentarias de la fe, pues de lo contrario, tendremos dificultades en entender e interpretar la Palabra de Dios.
e.      Ser disciplinado, metódico y sistemático en el aprendizaje y conocimiento de la Palabra de Dios.
f.        Ser sobre todo “humilde” en adquirir o entregar el conocimiento iluminado por el Espíritu Santo.
g.      No ser autodidacta, debido a que existe un alto porcentaje de envolverse en pensamientos sectarios, con llevarnos a un literalismo exacerbado y actitudes legalistas contrarias a las enseñanzas primigenias de Jesucristo.
La mayor grandeza del siervo de Dios es aprender, aplicar, enseñar y transmitir la auténtica y legitima Palabra de Dios; la mayor gracia del intérprete de la Palabra de Dios es ser “LIBRE” de poder hablar lo que el Maestro de Nazaret nos enseñó y no volvernos esclavos por predicar solo para agradar al hombre o manipularla para lograr lucros indeseados a nuestra condición de personas de Fe.
Nuestra diligencia debe estar puesta al servicio de Dios, efectuando una excelente interpretación conforme a la voluntad de Dios.
Juan Salgado Rioseco

lunes, 12 de agosto de 2019

La Invasión y usurpación en los Púlpitos “CRISTIANOS”. (II) El recurso: La Interprecion Biblica


II.                   El recurso: La Interpretación Bíblica.
Una de las máximas en la Interpretación de la Palabra de Dios es: “La Biblia se interpreta con la Biblia.” Esto quiere decir, que no hay ningún otro libro al mismo nivel o por sobre la Biblia, aunque el autor tenga un testimonio renombrado o una erudición sobresaliente, estos escritos son solamente libros de consulta.
Cada día aparecen nuevos movimientos o se fundan nuevas iglesias, cada una de las cuales afirma poseer la interpretación correcta de la Biblia, trayendo consigo nuevos iluminantes, con una serie de extravagancias interpretativas.
La Biblia es la Palabra de Dios y la base de las creencias cristianas, por consiguiente, el intérprete debe ser riguroso y disciplinado al aplicar las enseñanzas bíblicas a tiempo de hoy, estas deben ajustarse al sentido primario, o sea, lo que Dios inspiro a través de su Espíritu Santo a los autores de los libros de la Biblia. Es preciso tener en cuenta las condiciones de su tiempo y de su cultura, los "géneros literarios" usados en aquella época, las maneras de sentir, de hablar y de narrar en aquel tiempo, de los usos y costumbres; de los aspectos culturales, sociales, políticos y religiosos.
El apóstol Pedro escribió: “Pablo escribe sobre estos temas en todas sus cartas, pero a veces hay en ellas cosas difíciles de entender. Los ignorantes y los débiles en la fe cambian el significado de las enseñanzas de Pablo y de las otras Escrituras, causando así su propia destrucción.” (2 Pe 3:16 PDT).
Un ejemplo se encuentra en 1 Tesalonicenses 5:21 donde el apóstol Pablo escribe: “Examinadlo todo, retened lo bueno”, esto no implica que debemos oír a todos, aun aquellos que están interpretando erróneamente o desviando las Escrituras, tratando de obtener algo bueno de dicha enseñanza o predicación. La advertencia Paulina dice que debemos tener discernimiento conforme a la Palabra de Dios, identificar los espurios intérpretes o enseñadores y desecharlos; escuchando y reteniendo solo aquellos que se apegan estrictamente a la Palabra del Todopoderoso y Santo; recordando que Jesucristo enseño “Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego.” (Mt. 7:17-19 RVR 1960). La óptima forma de dar cumplimiento a este pasaje bíblico es tener conocimiento acabado de la Palabra de Dios para poder tener discernimiento y así tener la convicción de lo que está recibiendo y atesorando en nuestros corazones se ajusta a la Palabra de Dios revelada. 
Es vital que interpretemos la Biblia de manera correcta, para interpretarla bien, hay que conocer y respetar una serie de principios. ¿Cuáles son esos principios?
  1. La interpretación de la Biblia es una tarea espiritual.
  2. Prestar una gran atención "al contenido y a la unidad de toda la Escritura".
  3. Hay que empezar buscando el sentido más natural.
  4. Cada parte de la Biblia debe ser interpretada a la luz de las Analogías de las Escrituras.
  5. Hay que interpretar cada texto dentro de su contexto histórico.
  6. Hay que interpretar cada texto dentro de su contexto literario.
  7. Hay que tener en cuenta el tipo de lenguaje de cada texto.
  8. Hay que tener en cuenta las palabras de conexión.
  9. Hay que interpretar los textos menos claros a la luz de otros más claros.
  10. Hay que tener en cuenta la versión original de cada texto.
  11. Hay que tener en cuenta la dimensión cristológica.
Estos principios nos ayudarán a “[usar] bien la palabra de verdad” (2 Ti. 2:15).
Condiciones de un Intérprete de la Palabra de Dios:
  1. Ser un convertido. (Haber nacido de nuevo).
  2. Acepta que la Biblia es la Palabra inspirada por Dios.
  3. Que la Palabra de Dios es inerrante y autoritativa.
  4. Depender del Espíritu Santo.
  5. Aprender a obedecer la Palabra de Dios.
  6. Tener un constante proceso de Enseñanza. (El que deja de aprender, deja de enseñar).
  7. Objetividad.  (dejar que el texto hable).
  8. Espíritu científico. (aplicar las reglas de la interpretación bíblica).
  9. Paciente en el estudio. (Saber usar los métodos de la interpretación).
  10. Comportarse como Hombre de Dios (de oración, Humildad, Amante a la verdad de Dios).

“Una sana interpretación de la Palabra de Dios, traerá consigo que muchos de los males que aquejan hoy a las iglesias sean subsanados, evitando los yerros que provocan los seudos predicadores. Los Predicadores de Cristo tienen que demostrar integridad al transmitir el mensaje de nuestro Señor Jesucristo, conforme con los propósitos y el corazón de Dios”.
Juan Salgado Rioseco

sábado, 10 de agosto de 2019

La Invasión y usurpación en los Púlpitos “CRISTIANOS”. (III) Los cuidados que debe tener el Predicador.


III.  Los cuidados que debe tener el Predicador.
Nunca debemos olvidar que los depositarios de la “Palabra de Dios” fueron los Israelitas, todos a excepción de Lucas, el griego medico amado, fiduciarios del “mensaje del Santo de Israel”, con su cultura, tradiciones, costumbres, lenguaje, en sus aspectos sociales, políticos, económicos, en medio de las bonanzas y tragedias individuales y nacionales; en “La Torah y Tanak” emanan la instrucción individual, tribal y nacional que identifican y obtiene la identidad el judaísmo. La raíz de la palabra hebrea Torah es ירה (Yaráh) que significa literalmente “disparar una flecha” y por lo tanto etimológicamente se refiere a aquello que “da en el blanco” o “da el propósito“. Cuando alguien le dispara al blanco, trata de dirigir la flecha, así el significado de la raíz es “la correcta dirección” y por eso la palabra significa “enseñanza”, “o “instrucción”. Conocerlo es primordial para un Predicador eficaz.
Uno de los cuidados primordiales del Predicador o Intérprete de las Sagradas Escrituras es conocer el contexto y contorno de los textos bíblicos escogidos como las peculiaridades de los idiomas bíblicos si existen en dicho texto para realizar una correcta interpretación, en especial con los dichos o hebraísmos.
¿Porque es imperioso conocer identificar los modismos, figuras, símbolos que se encuentran en la Biblia? Debido a que, por desconocimiento, especialmente gramaticales de los idiomas originales, se corrompe o adultera el texto bíblico.
De acuerdo a esto último, el intérprete o predicador debe tener siempre presente las advertencias que nos hacen algunos textos bíblicos al respecto: Moisés da advertencias en Dt. 4:1-2, donde él ordena a los israelitas a escuchar y obedecer los mandamientos del Señor, sin añadir y quitar nada de su Palabra; en Pr. 30:5-6 contiene una admonición similar para todo aquel que añada a las palabras de Dios: “Para que no sea reprendido y hallado mentiroso.”; aunque la advertencia en Ap. 22:18-19 concierne específicamente al libro de Apocalipsis, su principio debe ser aplicado a toda la Palabra de Dios.
Una de las premisas que debe tener el predicador es no distorsionar el mensaje, no contaminar la interpretación con deducciones falsas que nos pueden llevar a una mentira o una adulteración de la Palabra de Dios. Los más graves problemas en la interpretación bíblica corresponden el no tener en cuenta el idioma original, la cultura hebrea y a una traducción no muy acertada.
Ejemplos: (Dt. 6:4) “Oye, Israel, El Señor nuestro Dios, El Señor es uno”, en hebreo transliterado dice: "Shemá Ysrael, Yahweh Eloheinu, Yahweh Ejad".
La expresión “oye”, en hebreo significa escuchar y obedecer (Strong H8085), de hecho, la palabra se traduce de ambas formas según el contexto.  Oír se interpreta como dirección, poner atención o una acción (hebreo=shemá). Por eso Santiago insiste en que seamos hacedores y no solamente oidores (Stgo. 1:22). Cuando Jesús decía, el que tenga oídos para oír ¡oiga! (Lc. 8:8), está usando un hebraísmo, una llamada de atención, en el concepto original es "el que tenga oídos, obedezca". El Apóstol Pablo dice que la fe viene “por el oír y por el oír la Palabra de Dios”, asumiendo que, para un rabino judío del primer siglo, esta expresión significa lo mismo, tiene más sentido concluir que el texto dice "la fe viene por el oír y por el obedecer la Palabra de Dios.”
En (Lc. 10:9) "se ha acercado a vosotros, el reino de Dios." La palabra acercado (egiken g1448) en el griego difiere de la palabra en el hebreo (karav). Ésto significa algo que ya aconteció, se cumplió, ya llegó y no algo futurista como se interpreta en la cristiandad. El reino (basileia g932 = reglas) para los hebreos significa aquellos que son gobernados por las reglas (leyes) de Dios. Entre los seguidores de Jesús, se conocía como el reino de los cielos. Cielos era una palabra que se usaba para evitar la pronunciación de Yahwéh, ej. jurar por el cielo.
Por lo tanto, el intérprete de la Biblia debe ser responsable, prolijo, cuidadoso, capacitado y riguroso en la exegesis del texto bíblico, para que sus palabras sean acordes a lo que Dios quiso decir.
Cuando los intérpretes o predicadores de la Palabra son neófitos, frívolos o displicentes en sus enseñanzas o predicaciones, sus oyentes no crecen ni maduran en lo espiritual ni en el servicio del cuerpo de Cristo; la liviandad espiritual en gran parte es provocada por la ligereza, la frivolidad, la liberalidad o poca importancia que se le da a la interpretación o predicación bíblica. El apóstol Pablo al respecto nos dice “Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.” (He. 5:13-14). 
Es deber de todos cuidar los púlpitos o lugares donde se enseña o transmite la Palabra de Dios; es deber de todos exigir una exegesis y aplicaciones correctas del texto bíblico acorde a lo que Dios dejo registrado en Las Escrituras.

Juan Salgado Rioseco

lunes, 5 de agosto de 2019

La Invasión y usurpación en los Púlpitos “CRISTIANOS”. (I) I. La comisión, el mensaje y el predicador.

El apóstol Pablo escribía que había “predicadores” que: “se han desviado algunos y se han apartado a palabrerías sin sentido; pretenden ser doctores de la ley, aunque no entienden lo que dicen ni lo que afirman.” (1 Ti. 1:6-7), haciendo una “Predicción de la apostasía”, “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia, …” (1 Ti. 4:1-2); prevenía “Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales.” (1 Ti. 6:3-5); advertía “que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos…  que resisten a la verdad; hombres corruptos de entendimiento, réprobos en cuanto a la fe. Más no irán más adelante; porque su insensatez será manifiesta a todos,… más los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados.” (2 Ti. 3:1, 8-9, 13); aconsejaba a Timoteo “que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.” (2 Ti. 4:2-4).
Estos consejos del apóstol Pablo a Timoteo, tienen una gran validez en los tiempos actuales, al cual debemos tener presente, debido a que los “púlpitos” están siendo invadidos por una diversidad de tendencias que traen consigo unas series de “fuego extraño” desvirtuando la esencia del “Pulpito”, situación que los responsables de mantener la integridad primigenia de la doctrina que se debe transmitir no asumen sino omiten con displicencia, la realidad contractual o con sus decisiones aportan que los “pulpitos” sigan siendo invadido por inescrupulosos que van deteriorando el poder de la Iglesia de Cristo. 
I.                   La comisión, el mensaje y el predicador.
La Iglesia de Dios en Cristo Jesús tiene un mandato especifico de parte de su cabeza  “Id, por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.” (Mr. 16:15),  el apóstol Mateo escribe “Id, y haced discípulos a todas las naciones… enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt. 28:19-20). Estos dos imperativos siguen plenamente vigente; desde Jesús, el misterio de Dios ha sido revelado y reunido en Cristo, como consecuencia los judíos y gentiles han sido unidos en él, una revelación que no fue impartida a las generaciones anteriores; Dios se revela como un Dios que salva no solo a un pueblo sino a todos los que creen en su Hijo; desde Jesús la revelación es la plena participación de los gentiles en los propósitos  y privilegios de Dios como participes de la misma herencia con los judíos a través de la gracia de Dios.
Los propósitos de esta revelación es predicar a los gentiles las riquezas de Cristo y dar a conocer la sabiduría de Dios a los gobernantes y autoridades celestiales. Por lo tanto la responsabilidad de la Iglesia es proclamar las buenas nuevas de las inescrutables riquezas de Cristo sin mirar la condición étnica de los oyentes y hacer entender a las personas la responsabilidad ante tal revelación. Así lo explica el apóstol Pablo en su carta a los Efesios. 
La Iglesia de Efesios 3:1-13, es diferente a la Iglesia actual, a esta última se le considera una institución cada vez menos irrelevante e ineficaz en el cumplimiento de la responsabilidad encomendada por diversos factores, uno de los componentes esenciales es la ausencia de la Gracia de Dios y la unidad dentro de los propios cristianos. En esto último, el gran responsable de esta realidad son los liderazgos que han usurpado la autoridad de Cristo dentro de su Cuerpo, en vez de unir han proliferado la desunión, en vez de enseñar han implantado  un sistema donde la gran mayoría de los creyentes son incultos e iletrados de la Palabra de Dios, como consecuencia han debilitado los púlpitos para poder gobernar sin tropiezo. Una de las medidas que debe tomar la genuina Iglesia de Dios en Cristo Jesús es fortalecer el “púlpito” a través de hombres y mujeres que tienen la Gracia de Dios para compartir el Evangelio comisionado por el Maestro y la capacitación del Espíritu Santo.
El elemento esencial para esta labor son los llamados “Predicadores” o “Mensajeros de la Palabra”, los cuales deben estar aptos espiritualmente para cumplir su labor con dignidad con el solo propósito de cumplir la comisión entregada a la Iglesia.
Debemos tener presente que “Predicar” es anunciar, proclamar, llevar, compartir las buenas noticias de salvación, la cual debe ser guiada por el Espíritu Santo.
El Predicador debe tener presente en todo momento el ejemplo del apóstol Pablo, quien les anuncio el plan secreto de Dios a los Corintos, sin usar palabras elevadas ni de gran sabiduría; mientras estuvo con ellos se olvidó de todo, excepto de Jesucristo e hizo énfasis en su muerte en la cruz; no utilizo palabras astutas como las que se usan para convencer o manipular a la gente al anunciar el mensaje; reconoció que fue el Espíritu Santo quien con poder demostró que lo que les dijo era verdad con el propósito que la fe de los corintos convertidos se apoyaran en el poder de Dios y no en la sabiduría humana. Este ejemplo, nos enseña que el Predicador debe apoyarse en el conocimiento de las Escrituras, en el poder del Espíritu Santo y en el temor de Dios.
La Palabra de Dios, no debe ser interpretada ni enseñada de acuerdo con estratagema ni intereses humanos, ya sea, por desconocimiento u omisión o adulteración de ella. ¿quiénes son los responsables de transmitir la Palabra? Aquellos que han efectuado su profesión de fe, cumplen con la voluntad de Dios, creen en las verdades reveladas y enseñadas por la Iglesia, conocen el fundamento apostólico, se mantienen firmes, sin fluctuar en el camino trazado por Jesús, dispuesto a transmitir el mensaje  de salvación ordenado por el Maestro.
Es deber y obligación de la Iglesia de instruir que es Dios quien tiene que hablar a través de la Predicación y crear todos los medios necesarios para que el conocimiento, el desarrollo y la capacitación del ministerio de la Palabra alcance la eficacia que Dios requiere. La gente que vive sin la Palabra de Dios, aunque se congregue, son como tamo que arrebata el mundo, es por eso, que el Heraldo de Dios debe tener como primer requisito ser un convertido y consagrado a Dios; debe haber sido preparado en forma bíblica y haber sido capacitado sobre la composición, reglas de elaboración, contenidos, estilos, y correcta predicación, con la finalidad de que llegue a ser un Predicador de la Palabra eficaz.
Uno de los deberes del Predicador es efectuar con gran exactitud y precisión una interpretación de acuerdo a lo que inspiro el Espíritu Santo y comunicar con fidelidad el mensaje basado en las Sagradas Escrituras y en las enseñanzas de Jesucristo; uno de los principios fundamentales es no alterar o adulterar el contenido del mensaje, con la finalidad de mantener rigurosamente el mandato del Maestro de Galilea “de enseñar que guarden todas las cosas que él mando”, debido que la calidad de los seguidores de Jesús depende de la calidad de la enseñanza que le ha sido transmitida.
Una predicación debe provocar un cumulo de sentimientos y estímulos los cuales deben converger en un encuentro personal con Dios, provocar Fe, vivir en obediencia al Eterno, estimular amor al prójimo y a realizar buenas obras de acuerdo con la voluntad de Dios.
Una predicación que no está basada íntegramente en la Palabra de Dios es vacía, conduce a la proclamación de un “evangelio diferente” o al anuncio de “otro evangelio”; los predicadores de Dios, no deben basar sus argumentos en lo dicho por Lutero, Calvino, Wesley, Barth, Bultmann, Tillich, Dietrich Bonhoeffer u otros, sino deben “Predicar de lo que enseñó Jesucristo”, primero, porque somos de Cristo, segundo, nuestras predicaciones deben ser “cristo céntrico”. El apóstol de los gentiles en su tiempo insto a no ser de Pablo, ni de Apolo, ni de Cefas, sino de Cristo.
El mensaje debe ser claro, entendible y sobre todo fiel a las Sagradas Escrituras, teniendo presente la necesidad de los oyentes que se encuentran presente: de ser evangelizado, de ser edificado y preparado para su ministerio. También tiene la finalidad de ser un medio   para presentar defensa de la fe ante falsas enseñanzas, las fabulas, los dogmas humanos.
Todos los que confíen en el Señor serán salvos, sin embargo, ¿cómo van a confiar en el Señor si no han oído hablar de él? ¿Y cómo van a oír de él si no hay quien les proclame el mensaje fiel y verdadero? ¿Y cómo van a transmitir el mensaje eficaz si no hay quien les haya enseñado con fidelidad a la Palabra de Dios? Qué hermosa son las palabras de los que proclaman las buenas noticias de salvación con fundamentado en la enseñanza del Maestro Jesús. La Enseñanzas de Jesús deben ser guardadas y transmitida con fidelidad.

Cuando los que se han consagrado a Dios para servir a su Iglesia comprendan que son Heraldos del Rey de reyes y Señor de señores, cumplan fielmente su labor, serán más eficaces en arrebatar almas a satanás y traerá consigo que habrá menos renegados dentro de la familia del Cuerpo de Cristo, o sea, que la puerta giratoria dentro de la iglesia se ira deteniendo porque todos estarán siendo fundamentados por la Predicación de la Palabra de Dios.
Juan Salgado Rioseco

lunes, 13 de mayo de 2019

Dios es el santo, sus servidores deben ser santos.



 “Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados.”
Isaías 57:15
Dios es santo por esencia, alejado de todo pecado y de toda imperfección, plenitud de vida y perfección. Como origen de la santidad Dios exige a sus seguidores a que vivan en santidad para que puedan verlo en su manifestación eterna.

Dios es santo, tal como esta escrito en la declaración de Levítico 20:3, 22:2, 32. La Santidad es algo exclusivo de Dios, es la fuente primigenia de donde se deriva a las santidades de personas o cosas.


Fuente primigenia de la Santidad.

ü  Cántico de Moisés, Éxodo 15:11:
“¿Quién como tú, oh Jehová, entre los dioses? ¿Quién como tú, magnífico en santidad, terrible en maravillosas hazañas, hacedor de prodigios?”

ü  Cántico de Ana,(madre del profeta Samuel), 1 Samuel 2:2:
“No hay santo como Jehová; porque no hay ninguno fuera de ti, y no hay refugio como el Dios nuestro.”

ü  Cántico de los Serafines, Isaías 6:3:
“Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria.”

Significado de la palabra Santidad: Puro, Separado. 
·         Hebreo (AT)= KADOSH= separado, puesto aparte, pureza física, moral y espiritual. 
·         Griego (NT)=HAGIOS=Separado, Consagrado, puesto aparte. 
·         Otras palabras griegas, hosios, y hagnos, significan ser libre de mancha o de maldad. (1 Ti. 5:22 “Consérvate puro,” y 1 Jn. 3:3 “...se purifica a sí mismo”).

El término bíblico hebreo para santidad es “kodesh”.
Aunque el nombre designa acciones, cualidades o estados y que no tienen existencia física propia, sólo existen en la concepción de la mente, es probable que la percepción de la santidad no era completamente abstracta. De hecho, kodesh tenía varios significados, incluyendo “lugar sagrado, santuario, ofrenda sagrada.”
En la concepción bíblica de santidad no es tanto una idea, sino una cualidad, identificando ambas con lo que es real y perceptible en la tierra y con Yahweh.
De hecho, el único contexto en el que se expresa una noción algo abstracta de “santidad” se relaciona con la santidad de Elohim. Se dice que Elohim jura por Su santidad, tal como Él jura por Su vida, Su fidelidad y Su poder. Cuando se habla de Elohim, se reconoce que la santidad es inseparable de su ser; es un constante atributo divino.
En la Biblia la palabra y el significado de Santidad o Santo es: 
  • ·         Una cualidad fundamental de Dios y de Su Espíritu. 
  • ·         Una virtud indispensable de todo verdadero creyente. 
  • ·         Un atributo de ciertos lugares, objetos, fechas o días. 

Por lo tanto, la Santidad es el atributo o cualidad divina de ser puro, limpio, apartado de lo malo, pecaminoso o contaminación.
“No hay santo como Jehová; Porque no hay ninguno fuera de ti, Y no hay refugio como el Dios nuestro.” 1 Samuel 2:2.
Las cosas santas en la Biblia:
1.        Adoradores santos. “Santificaos, pues, y sed santos, porque yo Jehová soy vuestro Dios.” (Levítico 20:7)
2.        Separación se emplea en un sentido ritual.  
a.      Un objeto es separado (santificado) para un determinado oficio.
b.      Siendo santo, una persona u objeto es separado de una cosa (el uso normal, o el pecado),
c.       y separado a Dios y un uso especial y sagrado. 2 Ti. 2:21).
Siguiendo la idea de separación, el cristiano debe separarse continuamente de tres enemigos:
a.      El diablo (1 Pe. 5:8; Ap. 20:2) El “dragón” es asesino; la “serpiente antigua” es engañador; el “diablo” significa “acusador” en griego, y “Satanás” significa “adversario” en hebreo.
b.      El mundo (1 Jn. 2:17) Estamos en el mundo, pero no del mundo (Jn. 17:14-19) Nuestra fe vence al mundo (1 Jn. 5:4).
c.       La carne (Ro. 13:14; Gá. 5:16-17; Ro. 8:13) Se nota la obra del Espíritu Santo en todo esto.

La voluntad de Dios con respecto a la santidad:
ü  “pues la voluntad de Dios es vuestra santificación;” (1 Ts. 4:3).
ü  “En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.”  (He. 10:10).
ü  “según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad,” (Ef. 1:4-5).
ü  “Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.” (Ro. 6:22).
Resumen de las ideas fundamentales y relacionadas con la “Santidad”:
·           Ser santo, como Dios es santo; Dios insiste al respecto “Santos seréis, porque santo soy yo Jehová vuestro Dios.” (Lv. 19:2; 20:26).
·           Ser perfecto como el Padre celestial es perfecto; Jesús nos dice “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que esta en los cielos es perfecto” (Mt. 5:48).
·           Somos llamados a ser santos todos los que invocamos el nombre de nuestro Señor Jesucristo; Pablo escribe “a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro:” (1 Co. 1:2).

La triada de la santidad en el verdadero adorador es:
1.        Limpieza de toda inmundicia: “Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios” (2 Co. 7:1)
2.        Separación del pecado: “Por lo cual salid de en medio de ellos y apartaos, dice el Señor y no toquéis lo inmundo y yo os recibiré” (2 Co. 6:17); “Pues la Voluntad de Dios es vuestra santificación, que os apartéis de fornicación” (1 Tes. 4:3).
3.        Dedicación para Dios: “sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.” (1 Pe.1:15-16)

Responsabilidad y deber del Creyente:
·           Presentar su cuerpo santo. “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” (Ro. 12:1-2)
·           Seguir la santidad. “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.” (He. 12:14)
·           Limpiar toda inmundicia. “Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación.” (1 Ti. 4:7)
·           Ser irreprensibles en santidad. “para que sean afirmados vuestros corazones, irreprensibles en santidad delante de Dios nuestro Padre, en la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos.” (1 Ts. 3:13)
·           Conservarse puro. “ni participes en pecados ajenos. Consérvate puro.” (1 Ti. 5:22)

“¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón; el que no ha elevado su alma a cosas vanas, ni jurado con engaño. Él recibirá bendición de Jehová, y justicia del Dios de salvación” (Salmo 24:3-5).
La santidad es un camino de vida que no se alcanza de una vez por todas; pues requiere un fuerte deseo renovado cada día, en cada instante, dejándonos santificar y modelar por la acción del alfarero divino.
La santidad es un proceso que nos va perfeccionando y uniendo cada vez más a Cristo, y en Cristo quedamos transformados en la perfecta vasija que Dios ha soñado para su pueblo y para cada uno de sus hijos.

La santidad de Dios significa que nunca se muestra neutral ante la desobediencia de sus hijos. El llamamiento a ser santo como Dios es santo perdura para los llamados en el nuevo Pacto (1 Pe. 1:15-16).

El cristiano debe caminar por la senda de la santidad, para alcanzar las moradas celestiales.
Juan Salgado Rioseco

Dios Santo y el Pecado (Parte VII)

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