domingo, 15 de septiembre de 2019

La Invasión y usurpación en los Púlpitos “CRISTIANOS”. (VI) Una actitud “integra” ante las Enseñanzas de Jesús.


I.                 VI.    Una actitud “integra” ante las Enseñanzas de Jesús.
“Arrimar la ascua a su sardina”, este refrán se refiere a aprovecharse de las circunstancias favorables o hacer un uso egoísta de determinada situación. Denota la inclinación que todos tenemos a defender lo que nos pertenece o en ocasiones lo que nos acomoda, que no es lo mismo.
Esta situación es común entre los predicadores de la actualidad: dejan a un lado la correcta interpretación de la Palabra de Dios ya sea por desconocimiento u omisión de los principios fundamentales de la interpretación bíblica; la gran mayoría solo busca lo que es más propicio para ellos, situación que está determinada por el conocimiento que se tiene de las enseñanzas primigenias del Maestro de Nazaret y la intencionalidad de inferir o inducir en la aplicación de ellas.
Es común escuchar “así me enseñaron”, “así lo predicaba mi pastor”, “es parte de la sana doctrina”, “lo he escuchado de varios predicadores”, etc., pero este tipo de predicadores nunca se han dado la tarea de indagar y menos estudiar si el texto bíblico está interpretado de acuerdo con lo que quiso escribir el autor, debido a que no tienen la diligencia ni la nobleza de depurar la tradición recibida con la sana interpretación y como un fiel dispensador de la Palabra de verdad.
En la sociedad actual, muchos de los que se autoproclaman predicadores acomodan la interpretación a sus propios intereses: para ser el más famoso, el más empático, el más aceptado socialmente, el que llena emocionalmente lo que se desean escuchar sus seguidores; tienen como finalidad  complacer las masas religiosas en sus demandas espirituales utilizando el espiritualismo, emocional místico y coyuntural lúdico de la fe, producto de la aculturación imperante en la mayoría de los que asisten a un culto religioso.
Los mercantiles de la fe han crecido exponencialmente con el individualismo y el consumismo, con el relativismo moral y el sincretismo religioso humanista, circunstancias que han aprovechado para saciar sus propias concupiscencias, dedicándose a los deleites de este mundo más que de Dios.
Con relación a los creyentes sincréticos en cuanto a la fe, son aquellos que han adoptado asimilarse a las circunstancias sociales en busca de espacios alternativos ajenos a los principios morales que rigen a los verdaderos Discípulos de Jesús, y de aquellos que han optado por el proceso de aculturación, fusionándose con tendencias contrarias a los fundamentos de la Iglesia de Cristo.
¿Cuál debería ser la actitud de aquellos que mantienen fieles a las enseñanzas primigenias del Mesías? Asumiendo como concepto que el término “primigenius” llegó a nuestra lengua como primigenio, un adjetivo que se aplica sobre aquel o aquello que es nativo u originario. Lo primigenio suele hacer referencia a un primer estado o a una etapa inicial de algo, o sea, que aquellos que mantienen la fidelidad a las enseñanzas de Jesús de Nazaret deben mantener una integridad  a  la “Palabra de Dios” revelada o enseñada desde el inicio por el “Movimiento de Galilea”, que el apóstol Pablo lo define como el “fundamento apostólico”; estar dispuesto a comportarse u obrar de acuerdo como un fiel transmisor de las enseñanzas del Maestro Jesús.
Para eso debe: estar en la posición de un verdadero convertido; tener la vocación, o sea consciente de las capacidades, intereses, potencialidades, recursos, producto del llamamiento divino; ser seguidor fiel, leal y de alta confiabilidad del camino de Jesús; alcanzar un acabado conocimiento del amor de Dios, comprensión del alcance del sacrificio de Jesús en la cruz, conocedor de la forma de obrar de la gracia de Dios; interpretar y enseñar rectamente la palabra de verdad, porque sabe analizar y exponer lo que Dios ha rebelado y que su hijo Jesús ha enseñado.
El intérprete de la Palabra de Dios debe vivir la fe, de fundamentar su conducta moral sobre la voluntad de Dios. Los criterios más importantes y fundamentales de los Predicadores que se mantienen en la sana doctrina son: recuperar y cuidar la ortodoxia de la doctrina apostólica; exponer el mensaje ético más cercano al Evangelio de la gracia de Dios; cultivar la verdadera koinonía dentro de las reglas de oro del evangelio de Cristo; aprender hacer solidario, este principio apunta a tener una obligación moral de buscar el bienestar común, sin egoísmos.
Los Predicadores de la sana doctrina, son una élite minoritaria, deben estar comprometidos con la causa de Cristo y no involucrados; debido a que son miembros del cuerpo de Cristo, llamados a “ofrecer nuestros cuerpos como sacrificio vivo”, por lo que “también nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo, y cada miembro está unido a todos los demás.” (Ro. 12:1, 5). El ser parte del cuerpo de Cristo exige un comportamiento ético, no sólo con otros cristianos, sino con las personas fuera de la iglesia. Como embajadores de Cristo, hemos sido enviados para reconciliar al mundo con Dios en Cristo (2 Co. 5:19-20). Estamos llamados a vivir vidas dignas del pacto que nos concedió la buena gracia de Dios. De esta manera daremos testimonio a Dios, que es amor que se entrega (1 Jn. 4:14-16). 
Aquellos que solo adoptan la actitud de “Arrimar la ascua a su sardina”, subvierten la causa del Ungido de Dios que servimos cuando explotamos o traicionamos la confianza de los hermanos en la fe; además desprestigian la honra de la Iglesia y corroen el fundamento apostólico.
El Dios eterno y santo, llama a todos los miembros que se comprometan de interpretar la sana doctrina, a vivir con los altos estándares éticos defendidos en las Escrituras y conforme a los principios primigenios de las enseñanzas de Jesús de Nazaret.
Juan Salgado Rioseco

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