III. Los cuidados que debe tener el Predicador.
Nunca
debemos olvidar que los depositarios de la “Palabra de Dios” fueron los
Israelitas, todos a excepción de Lucas, el griego medico amado, fiduciarios del
“mensaje del Santo de Israel”, con su cultura, tradiciones, costumbres,
lenguaje, en sus aspectos sociales, políticos, económicos, en medio de las
bonanzas y tragedias individuales y nacionales; en “La Torah y Tanak” emanan la
instrucción individual, tribal y nacional que identifican y obtiene la identidad
el judaísmo. La raíz de la palabra hebrea Torah es ירה (Yaráh) que significa
literalmente “disparar una flecha” y por lo tanto etimológicamente se refiere a
aquello que “da en el blanco” o “da el propósito“. Cuando alguien le dispara al
blanco, trata de dirigir la flecha, así el significado de la raíz es “la
correcta dirección” y por eso la palabra significa “enseñanza”, “o
“instrucción”. Conocerlo es primordial para un Predicador eficaz.
Uno
de los cuidados primordiales del Predicador o Intérprete de las Sagradas
Escrituras es conocer el contexto y contorno de los textos bíblicos escogidos
como las peculiaridades de los idiomas bíblicos si existen en dicho texto para
realizar una correcta interpretación, en especial con los dichos o hebraísmos.
¿Porque
es imperioso conocer identificar los modismos, figuras, símbolos que se
encuentran en la Biblia? Debido a que, por desconocimiento, especialmente
gramaticales de los idiomas originales, se corrompe o adultera el texto
bíblico.
De
acuerdo a esto último, el intérprete o predicador debe tener siempre presente
las advertencias que nos hacen algunos textos bíblicos al respecto: Moisés da
advertencias en Dt. 4:1-2, donde él ordena a los israelitas a escuchar y
obedecer los mandamientos del Señor, sin añadir y quitar nada de su Palabra; en
Pr. 30:5-6 contiene una admonición similar para todo aquel que añada a las
palabras de Dios: “Para que no sea reprendido y hallado mentiroso.”; aunque la
advertencia en Ap. 22:18-19 concierne específicamente al libro de Apocalipsis,
su principio debe ser aplicado a toda la Palabra de Dios.
Una
de las premisas que debe tener el predicador es no distorsionar el mensaje, no
contaminar la interpretación con deducciones falsas que nos pueden llevar a una
mentira o una adulteración de la Palabra de Dios. Los más graves problemas en
la interpretación bíblica corresponden el no tener en cuenta el idioma
original, la cultura hebrea y a una traducción no muy acertada.
Ejemplos:
(Dt. 6:4) “Oye, Israel, El Señor nuestro Dios, El Señor es uno”, en hebreo
transliterado dice: "Shemá Ysrael, Yahweh Eloheinu, Yahweh Ejad".
La
expresión “oye”, en hebreo significa escuchar y obedecer (Strong H8085), de
hecho, la palabra se traduce de ambas formas según el contexto. Oír se interpreta como dirección, poner
atención o una acción (hebreo=shemá). Por eso Santiago insiste en que seamos
hacedores y no solamente oidores (Stgo. 1:22). Cuando Jesús decía, el que tenga
oídos para oír ¡oiga! (Lc. 8:8), está usando un hebraísmo, una llamada de
atención, en el concepto original es "el que tenga oídos, obedezca".
El Apóstol Pablo dice que la fe viene “por el oír y por el oír la Palabra de
Dios”, asumiendo que, para un rabino judío del primer siglo, esta expresión
significa lo mismo, tiene más sentido concluir que el texto dice "la fe
viene por el oír y por el obedecer la Palabra de Dios.”
En
(Lc. 10:9) "se ha acercado a vosotros, el reino de Dios." La palabra
acercado (egiken g1448) en el griego difiere de la palabra en el hebreo
(karav). Ésto significa algo que ya aconteció, se cumplió, ya llegó y no algo
futurista como se interpreta en la cristiandad. El reino (basileia g932 =
reglas) para los hebreos significa aquellos que son gobernados por las reglas
(leyes) de Dios. Entre los seguidores de Jesús, se conocía como el reino de los
cielos. Cielos era una palabra que se usaba para evitar la pronunciación de
Yahwéh, ej. jurar por el cielo.
Por
lo tanto, el intérprete de la Biblia debe ser responsable, prolijo, cuidadoso,
capacitado y riguroso en la exegesis del texto bíblico, para que sus palabras
sean acordes a lo que Dios quiso decir.
Cuando
los intérpretes o predicadores de la Palabra son neófitos, frívolos o
displicentes en sus enseñanzas o predicaciones, sus oyentes no crecen ni
maduran en lo espiritual ni en el servicio del cuerpo de Cristo; la liviandad
espiritual en gran parte es provocada por la ligereza, la frivolidad, la
liberalidad o poca importancia que se le da a la interpretación o predicación
bíblica. El apóstol Pablo al respecto nos dice “Y todo aquel que participa de
la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el
alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso
tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.” (He. 5:13-14).
Es
deber de todos cuidar los púlpitos o lugares donde se enseña o transmite la
Palabra de Dios; es deber de todos exigir una exegesis y aplicaciones correctas
del texto bíblico acorde a lo que Dios dejo registrado en Las Escrituras.
Juan Salgado Rioseco
2 comentarios:
Gracias fue muy educativo
Que texto recomienda para conocer sobre hebraísmos?
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