sábado, 10 de agosto de 2019

La Invasión y usurpación en los Púlpitos “CRISTIANOS”. (III) Los cuidados que debe tener el Predicador.


III.  Los cuidados que debe tener el Predicador.
Nunca debemos olvidar que los depositarios de la “Palabra de Dios” fueron los Israelitas, todos a excepción de Lucas, el griego medico amado, fiduciarios del “mensaje del Santo de Israel”, con su cultura, tradiciones, costumbres, lenguaje, en sus aspectos sociales, políticos, económicos, en medio de las bonanzas y tragedias individuales y nacionales; en “La Torah y Tanak” emanan la instrucción individual, tribal y nacional que identifican y obtiene la identidad el judaísmo. La raíz de la palabra hebrea Torah es ירה (Yaráh) que significa literalmente “disparar una flecha” y por lo tanto etimológicamente se refiere a aquello que “da en el blanco” o “da el propósito“. Cuando alguien le dispara al blanco, trata de dirigir la flecha, así el significado de la raíz es “la correcta dirección” y por eso la palabra significa “enseñanza”, “o “instrucción”. Conocerlo es primordial para un Predicador eficaz.
Uno de los cuidados primordiales del Predicador o Intérprete de las Sagradas Escrituras es conocer el contexto y contorno de los textos bíblicos escogidos como las peculiaridades de los idiomas bíblicos si existen en dicho texto para realizar una correcta interpretación, en especial con los dichos o hebraísmos.
¿Porque es imperioso conocer identificar los modismos, figuras, símbolos que se encuentran en la Biblia? Debido a que, por desconocimiento, especialmente gramaticales de los idiomas originales, se corrompe o adultera el texto bíblico.
De acuerdo a esto último, el intérprete o predicador debe tener siempre presente las advertencias que nos hacen algunos textos bíblicos al respecto: Moisés da advertencias en Dt. 4:1-2, donde él ordena a los israelitas a escuchar y obedecer los mandamientos del Señor, sin añadir y quitar nada de su Palabra; en Pr. 30:5-6 contiene una admonición similar para todo aquel que añada a las palabras de Dios: “Para que no sea reprendido y hallado mentiroso.”; aunque la advertencia en Ap. 22:18-19 concierne específicamente al libro de Apocalipsis, su principio debe ser aplicado a toda la Palabra de Dios.
Una de las premisas que debe tener el predicador es no distorsionar el mensaje, no contaminar la interpretación con deducciones falsas que nos pueden llevar a una mentira o una adulteración de la Palabra de Dios. Los más graves problemas en la interpretación bíblica corresponden el no tener en cuenta el idioma original, la cultura hebrea y a una traducción no muy acertada.
Ejemplos: (Dt. 6:4) “Oye, Israel, El Señor nuestro Dios, El Señor es uno”, en hebreo transliterado dice: "Shemá Ysrael, Yahweh Eloheinu, Yahweh Ejad".
La expresión “oye”, en hebreo significa escuchar y obedecer (Strong H8085), de hecho, la palabra se traduce de ambas formas según el contexto.  Oír se interpreta como dirección, poner atención o una acción (hebreo=shemá). Por eso Santiago insiste en que seamos hacedores y no solamente oidores (Stgo. 1:22). Cuando Jesús decía, el que tenga oídos para oír ¡oiga! (Lc. 8:8), está usando un hebraísmo, una llamada de atención, en el concepto original es "el que tenga oídos, obedezca". El Apóstol Pablo dice que la fe viene “por el oír y por el oír la Palabra de Dios”, asumiendo que, para un rabino judío del primer siglo, esta expresión significa lo mismo, tiene más sentido concluir que el texto dice "la fe viene por el oír y por el obedecer la Palabra de Dios.”
En (Lc. 10:9) "se ha acercado a vosotros, el reino de Dios." La palabra acercado (egiken g1448) en el griego difiere de la palabra en el hebreo (karav). Ésto significa algo que ya aconteció, se cumplió, ya llegó y no algo futurista como se interpreta en la cristiandad. El reino (basileia g932 = reglas) para los hebreos significa aquellos que son gobernados por las reglas (leyes) de Dios. Entre los seguidores de Jesús, se conocía como el reino de los cielos. Cielos era una palabra que se usaba para evitar la pronunciación de Yahwéh, ej. jurar por el cielo.
Por lo tanto, el intérprete de la Biblia debe ser responsable, prolijo, cuidadoso, capacitado y riguroso en la exegesis del texto bíblico, para que sus palabras sean acordes a lo que Dios quiso decir.
Cuando los intérpretes o predicadores de la Palabra son neófitos, frívolos o displicentes en sus enseñanzas o predicaciones, sus oyentes no crecen ni maduran en lo espiritual ni en el servicio del cuerpo de Cristo; la liviandad espiritual en gran parte es provocada por la ligereza, la frivolidad, la liberalidad o poca importancia que se le da a la interpretación o predicación bíblica. El apóstol Pablo al respecto nos dice “Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.” (He. 5:13-14). 
Es deber de todos cuidar los púlpitos o lugares donde se enseña o transmite la Palabra de Dios; es deber de todos exigir una exegesis y aplicaciones correctas del texto bíblico acorde a lo que Dios dejo registrado en Las Escrituras.

Juan Salgado Rioseco

2 comentarios:

Unknown dijo...

Gracias fue muy educativo

Unknown dijo...

Que texto recomienda para conocer sobre hebraísmos?

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