El Servidor de Dios no debe quebrantar
la Ley del Eterno y Santo para ser victorioso en la lucha contra el pecado.
“Ahora bien, ¿deberíamos
seguir pecando para que Dios nos muestre más y más su gracia maravillosa? ¡Por
supuesto que no! Nosotros hemos muerto al pecado, entonces, ¿cómo es posible
que sigamos viviendo en pecado? ¿O acaso olvidaron que, cuando fuimos unidos a
Cristo en el bautismo, nos unimos a él en su muerte?” (Ro. 6:1-3 NTV).
Según Pablo no debemos seguir quebrantando la Ley de Dios, porque hemos
muerto al pecado, conocido a Jesucristo, unido a través de su bautismo y
muerte, lo que significa que hemos alcanzado una purificación espiritual (Ro.
6:3-10).
La pregunta es ¿Quién los purifica? El profeta Ezequiel en uno de sus oráculos
escribe que el Eterno y Todopoderoso ha dicho “yo os tomaré de las naciones,
y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país. Esparciré sobre
vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de
todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu
nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os
daré un corazón de carne.” (Ez. 36:24-26). Esto lo hizo a través del acto
de expiación de Jesús en la cruz. Aunque
esta promesa es para el pueblo de Israel, alcanza a los gentiles que han creído
en Jesucristo debido que han sido injertados en el olivo natural del Creador. El
apóstol Pablo escribe “Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú,
siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho
participante de la raíz y de la rica savia del olivo, …” (Ro. 11:17).
¿Cuál debe ser nuestra actitud o acción ante esta nueva realidad? Considerarlos
muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús (Ro. 6:11-12), en esa
condición el pecado no debe reinar o controlar nuestro ser, por lo que evitará
el dominio de los deseos de la carne (Ro. 6:13), de esa forma se evitará que el
pecado se enseñoree de nuestras vidas (Ro. 6:14): porque el viejo hombre fue
crucificado (Ro. 6:6) y liberados del pecado (Ro. 6:18).
La liberación del pecado.
La libertad bíblica es paradójica,
puesto que se obtiene únicamente estando esclavizado a Dios y a Cristo. (Ro. 6:22),
esta liberación del pecado implica una dependencia de Dios, una aceptación
voluntaria de la servidumbre a Él, para encontrar el gozo de vivir en comunión
con Dios y recibir las bendiciones divinas prometidas.
¿Cuáles son estas promesas y
bendiciones? (1) libertados de la
esclavitud del pecado (Ro. 6:17-18). (2) libertados de toda potestad de las
tinieblas (Col. 1:13). (3) limpiados de una mala conciencia (He. 10:22). (4) lavados,
santificados y justificados (1 Co. 6:11; Ro. 3:24). (5) purificados de nuestros
antiguos pecados (2 Pe. 1:9; Ro. 3:25). (6) salvo de la ira de Dios (Ro. 5:9).
(7) salvos por la vida de Jesucristo (Ro. 5:10-11). (8) sanados de nuestras
heridas (1 Pe. 2:24). (9) no estar bajo condenación (Ro.8:1-2). (10) tenemos un
Pastor y obispo de nuestras almas (1 Pe. 2:25). (11) puesto al servicio de
Dios, con frutos de santidad que conduce a la vida eterna (Ro 6:22).
(13) considerados completos en Cristo (Col.
2:8-10). (14) somos del Señor Jesús (Ro. 14:7-8).
Cristo Jesús se ofreció a sí mismo
como ofrenda perfecta a través de la cual el hombre pueda hallar una solución
definitiva al pecado, a través de su sangre nos proporciona seguridad para
conservar la liberación del pecado, debido a que nos: (1) lava de los pecados (Ap.
1:5). (2) purifica, cuando andamos con Él (1 Jn. 1:7). (3) limpia de toda culpa
(He. 9:14). (4) santifica (He. 10:10). (5) da paz (Col. 1:20). (6) redime (Ef. 1:7). (7) restaura con Dios (Ro.
5:8-9). (8) reconcilia con Dios (Ro. 5:10). (9) acerca a Dios (Ef. 2:13). (10) da
el perdón de pecados (Ef. 1:7).
Los servidores de Dios deben emplear la
libertad responsablemente para servir “por amor los unos a los otros” (Gá.
5:13), porque la ley del amor es la ley de Cristo y la respuesta al evangelio
de libertad.
Para ampliar Dios y el perdón de
pecados (Parte I, II, III, IV) http://juasari.blogspot.com/2020/05/dios-y-el-perdon-de-pecados-parte-i.html
Ante esta liberación, el pecado presentará
batalla.
El apóstol Pablo aconsejaba a los Gálatas “Vivan
por el Espíritu, y no seguirán los deseos de la naturaleza pecaminosa.”
(Gá. 5:16 NVI).
Los servidores del Altísimo deben
permanecer impávidos antes las acechanzas del enemigo, en la convicción de lo
que han creído, conociendo sus fortalezas y sus debilidades para poder discernir
las saetas malignas de Satanás el cual debemos resistir por la única vía: acercándonos,
sometiéndonos a Dios, purificando nuestros corazones y humillándonos al Señor”
(Stgo. 4:7-10).
¿Cuáles son las áreas más sensibles o débiles
frente al pecado?:
(1) El frente
interior: nosotros mismos (1 Ti. 4:16) y nuestra carne (Gá. 5:16-18, 24; 2 Ti. 2:22),
para no servir mas al pecado (Ro. 6:6) que batallan contra el alma (1 Pe. 2:11),
por lo tanto, debemos escapar de la corrupción del mundo, causada por los
deseos humanos (2 Pe. 1:4), debemos aprender a controlar nuestro propio cuerpo,
vivir en santidad y honor, conociendo a Dios y sus caminos. (1 Ts. 4:4-5).
(2) El frente
exterior: el mundo (1 Jn. 2:15; Ro. 12:2; Ef. 2:2), esto es lo malo del mundo (1
Jn. 2:16), la amistad con el mundo nos convierte en enemigos de Dios (Stgo. 4:4),
debemos apartarnos de la impiedad y de cualquier deseo que conduzca al pecado (Tito
2:12), desechemos las obras de las tinieblas (Ro. 13:12-13), haciendo morir lo
terrenal (1 Co. 3:5-9), porque el mundo pasa y sus deseos (1 Jn. 2:16-17), cualquiera
que ha nacido de Dios vence al mundo; pero esta victoria únicamente puede
obtenerse por la fe (1 Jn 5:4) nadie puede salir victorioso en la lucha contra
el pecado, sino sólo el que cree que Jesús es el Hijo de Dios (1 Jn. 5:5).
¿Cómo el creyente puede enfrentar el
pecado?:
Los servidores de Dios, aquellos que han ofrendado su vida a través de
Jesucristo no deben asumir una posición defensiva, pasiva ni indolentes a los
ataques del enemigo contra la Iglesia de Dios en Cristo Jesús; debe enfrentar el pecado en forma
activa, obedeciendo, previniendo, enseñando, cumpliendo, permaneciendo en una
condición agradable delante de su presencia.
Este proceso es: (1)
cumpliendo el mandato de Cristo (Gá. 6:2b; Stgo. 2:8). (2) considerándose a sí
mismo (Gá. 6:1b; He. 12:13). (3) restaurando al caído (Gá. 6:1a; Stgo. 5:19). (4)
sobrellevando las cargas (Gá. 6:2a; 1 Ti. 5:14).
Cuando el servidor de Dios lleva a cabo
estos cuatros pasos para enfrentar el pecado, puede considerarse que es un
creyente que se mantiene dentro de los parámetros que Dios exige para los que
le sirven.
Las armas para liberarnos del pecado.
Existen medios que nos proporciona bíblicas
que pueden ser usados en la guerra espiritual para liberarnos del pecado,
revelado a través de la enseñanza de Jesús (1) la Palabra de Dios (Mt. 7:24; He.
4:12; 2 Co. 6:7; Jer. 23:29; 33:3). (2) la oración (Sal. 27:7; Mt. 7:7-8). (3)
el nombre de Jesús (Jn. 14:14; 16:23).
¿Cómo se enfrentan las batallas contra el pecado? (1) investidos de
poder desde lo alto (Lc. 24:49). (2) renovando nuestro entendimiento (Ro.
12:2). (3) ejerciendo nuestra autoridad espiritual (Lc. 9:1, 2, 6; 10:19; Mt.
28:18-20; Stgo. 4:7; 1 Pe. 5:8, 9; Ef. 6:10-18).
La Palabra de Dios establece que
nuestras armas no son carnales sino espirituales y están hechas para derrumbar
fortalezas, pero debemos ser diestro en el uso de ellas (1 Ti. 3:16).
¿Cual debe ser la actitud al vencer el pecado?
¿Cómo mantenerse
liberado del pecado? ¿Cómo vivir la
vida cristiana? ¿Cómo tener victoria y dominio sobre el pecado? Son
interrogantes que cotidianamente nos hacemos, el apóstol Pablo nos da la respuesta
a estas grandes interrogantes: (1) no continuar en el pecado (Ro. 6:1). (2) no
vivir en el pecado (Ro. 6:2). (3) andar en novedad de vida (Ro. 6:4). (4) no
servir al pecado (Ro. 6:6). (5) vivir para Dios (Ro. 6:10-11). (6) no permitir
que el pecado reine sobre nosotros (Ro. 6:12). (7) servir a Dios con nuestros
miembros como instrumentos de justicia (Ro. 6:13). (8) no estar bajo el dominio
del pecado (Ro. 6:14). (9) servir a la justicia (Ro. 6:19-20). (10) viviendo en
santificación (Ro. 6:22).
A través del capítulo
seis de Romanos Dios nos habla de la vida cristiana, del rechazo al pecado y de
cómo tener victoria; debemos obedecer la enseñanza bíblica para ser victorioso
ante el pecado y no seguir quebrantando su Ley.
Juan Salgado Rioseco.