miércoles, 17 de enero de 2018

Manifiesto para reformar el Pentecostalismo del siglo XXI. (Parte II)

¿Cuál debe ser la senda que debe retomar el pentecostalismo contemporáneo?

Ser transparentes, restaurar, rehabilitar, sin acepción, integrar y refuncionalizar, son tareas diferentes, aunque participen de criterios comunes. Con el objeto de priorizar las decisiones que nos lleven nuevamente al camino de Dios, estabilizar la gestión de gobierno de la Iglesia con personas elegidas y capacitadas a través del Espíritu Santo, atenuar el ambiente de desconfianza tanto en el interior como exterior y en lo principal detener el deterioro testimonial en que se encuentra sumida la Iglesia en Cristo Jesús por el obrar de los que dicen ser servidores de Dios.



La “transparencia” nos conlleva a reafirmar las confianzas perdida por la conducta inicua de los seudos líderes. La transparencia está íntimamente ligada con la ética, la claridad, la moral, la honestidad, honradez, lealtad, confianza; la transparencia, en relación con el Cuerpo de Cristo, se relaciona con la integridad y la coherencia con que nos sometamos y actuamos conforme la Palabra de Dios.

La transparencia no da lugar a falsas interpretaciones o acomodos personales, menos a manipulaciones de la fe de las personas. Los antagonistas de la transparencia es la ceguera, las malas prácticas, la falta de fidelidad a la voluntad de Dios.

Por eso, es primordial de ser “transparente” delante de Dios y los hombres, en especial cuando tenemos responsabilidades en el interior del Cuerpo de Cristo. Quienes abusan del poder, de las confianzas, los que se aprovechan de las circunstancias para sacar ventajas personales, siempre harán lo imposible para que la transparencia no sea un valor activo en sus ministerios.


“Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.” (Gálatas 6:1). 

La Restauración, es una condición que es o se considera tan necesario que no se puede prescindir o no se puede dejar de tener en consideración, en especial cuando tomamos la decisión de servir a Dios.
“Restaurar”, (reparar, recuperar, recobrar, volver a poner algo en el estado primitivo). El profeta Jeremías en uno de sus oráculos dijo “Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma”. (Jer. 6:16. RVR1960). Yahveh, siempre esta dispuesto a restaurar a su pueblo, aunque no esté en la mente del ser humano, el pueblo de Israel le contesto al profeta “No andaremos”; el apóstol Pedro reconvino a retornar a la voluntad de Dios en su discurso en el día de pentecostés (Hch. 3:19:21), el Todopoderoso ha comenzado a dejar que su poder y pureza fluyan sin medida por medio de su iglesia “removiendo las cosas móviles”, para que el reino inconmovible se manifieste (He. 12:27, 28). Cuando algo es restaurado en la Escritura, siempre crece, se multiplica o mejora, de manera que su condición final supera su estado original (Joel 2:21–26).

La Restauración es un proceso donde se deben aunar varios factores para tener un final agradable delante de la presencia de Dios. La restauración tiene dos vías:  la restauración espiritual, individual y la restauración racional, orientada a lo institucional. 

En la restauración espiritual, orientada a las personas, tiene como finalidad de hacer volver a las personas que se han alejado o han detenido su andar por la senda de Cristo por diferentes causas; es común apreciar omisiones u errores en las etapas en el proceso de restauración, las más comunes son: los líderes religiosos sin vocación pastoral que no se hacen responsable de sus miembros que necesitan imperiosamente restauración espiritual; los motivos son diversos: no están capacitados en la consejería pastoral, por su inmadurez ministerial en esta materia, por desconocimiento de la Palabra de Dios al respecto; porque han llegado al oficio de Pastor, por vías que no son las establecidas en la Biblia, no teniendo la capacitación del Espíritu Santo; debido a que sus ministerios están embutidos más en la carnalidad que en las vivencias espirituales; no saben ministrar sobre la salvación, liberación, sanación, restauración, conducción del redil por las vías de santidad; no existe la voluntad tanto en los lideres como en los miembros de hacer real la voluntad de Dios en sus vidas.

Una persona no restaurada se le impide caminar por el camino de Dios, se le priva de la paz que da Jesucristo por ende no puede vivir la plenitud de gozo y deleitar las delicias que Dios entrega a los suyos. El profeta Jeremías exclamó “Mi alma ha sido privada de la paz, he olvidado la felicidad” (Lam. 3:17). “Me muestra la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre”. (Sal. 16:11).

La restauración racional, orientada a lo institucional, con el objetivo de cambiar o reestructurar la organización o administración de Iglesia, esta debe ser acorde a los parámetros divinos, bajo los principios establecidos en la Palabra de Dios; es aplicar la sabiduría de Dios en la aplicación de métodos racionales de análisis y restauración, adecuados a cada contexto cultural en la multiversidad de las comunidades pentecostales o neopentecostales.

Hay que tomar en cuenta que la conservación del fundamento apostólico, la consolidación de la transparencia administrativa y la restauración del patrimonio de las capacidades con que el Espíritu Santo a dotado a los servidores de Dios, incluyendo sus valores espirituales deben ser primordiales en al orgánica del Cuerpo de Cristo. Cuando se trate de realizar un cambio de uso o funcionalidad, debe hacer de manera rigurosa, teniendo presente todas las exigencias que nos hace la Palabra de Dios, acorde a la voluntad de Dios escrita y a las condiciones indispensables para qué la iglesia retome el propósito por cual fue creada por Dios.


Los líderes religiosos se encuentran interdictos por Dios, esa condición no permite que sus ministerios sean eficaces ni menos fructífero; para volver a la plenitud ministerial deben hacer realidad las palabras del Profeta Zacarias de “volverse a Yahveh de los ejércitos” (1:3) para ser realidad la promesas del Eterno que dijo a través del profeta Oseas (14:4) “Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia; porque mi ira se apartó de ellos”.
Juan Salgado Rioseco

No hay comentarios:

Dios Santo y el Pecado (Parte VII)

El Servidor de Dios no debe quebrantar la Ley del Eterno y Santo para ser victorioso en la lucha contra el pecado. “ Ahora bien, ¿debe...