miércoles, 24 de enero de 2018

Manifiesto para reformar el Pentecostalismo del siglo XXI. (Parte IV)

¿Cuál debe ser la senda que debe retomar el pentecostalismo contemporáneo?

La multidiversidad pentecostal y sus derivaciones deben ser reformadas, (reforma suele ser una iniciativa o un proyecto que busca implantar una innovación o lograr una mejora en algún sistema o una estructura), ósea, corregirse o enmendarse en sus costumbres o actitudes de acuerdo con los preceptos que Dios estableció para su iglesia.

Bajo los parámetros de ser transparentes, restaurar, rehabilitar, sin acepción, integrar y refuncionalizar, unidad son tareas diferentes, aunque participen de criterios comunes. 



El profeta Isaías escribió “Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda.” (Is. 30:21).

Algunas comunidades pentecostales corren el riesgo quedar marginada de la herencia celestial por la indiferencia y desprecio que mantienen por las cosas que realmente son provenientes del Espíritu y que Dios estableció; a esto se agrega, la soberbia y tozudez de mantenerse en un camino que es agradable al espiritualismo humanista, para ser considerada como progresista dentro de una sociedad moderna; de no tener la capacidad de hacer una auto crítica a la gestión pastoral, doctrinal, educacional, administrativa, social y espiritual; por no tener la capacidad de enmendar el camino por donde ha transitado en este último tiempo; por abandonar sus deberes de enseñar lo que Jesús ordeno

La Palabra de Dios nos dice que “Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte.” (Pr. 14:12); se debe buscar el camino de señalado por Dios, “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.” (Is. 55:8-9 RVR1960), por algo, “Jesús dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” (Jn. 14:6).

Refuncionalizar es la acción de aquel que vuelve a dotar de funcionalidad a algo que había perdido esta cualidad, que, como todos sabemos, sirve para que ciertas cosas sean eficazmente adecuadas a sus fines.

La esencia del pentecostalismo es alcanzar a toda criatura con el mensaje salvífico que ordeno Dios en forma idónea y eficaz; llevar las buenas nuevas de salvación de acuerdo con lo que se encuentra establecido en las Escrituras; a enseñarles a los nuevos discípulos a obedecer todos los mandatos que Jesucristo ordenó.

De acuerdo con estos propósitos, las comunidades pentecostales deben refuncionalizar sus actividades, para lograr el profesionalismo de la fe, ser actores idóneos y eficaces en proclamar el Evangelio de Jesucristo y ser partícipes de la acción de Dios en la transformación del hombre nuevo al servicio de la iglesia.

A lo anterior se agrega de innovar en la convivencia colectiva para que sea armónica con el vínculo del amor y el servicio, con la capacidad de crecer en comunidad bajo la esencia del evangelio de Jesucristo; renovar el sentido de comunidad, donde todos encuentren espacio para poder crecer, capacitarse y desarrollarse como servidores de Dios; cuidar la fe en lo personal y colectivo, para que la iglesia mantenga su nivel de aceptación dentro de la sociedad y sea escuchada en los temas que le corresponde.

Cuidar la iglesia de Dios en Cristo, en especial atención a la gestión de los gobiernos que se caratulan como modernos progresistas, que tratan imponer sus escalas anti valóricas y extirpar la esencia de Dios de la vida y mente de las personas, con leyes que atentan con los principios valóricos cristianos y a la vez penalizan las actividades de la iglesia. La profunda problemática es el alejamiento de la fe de millares de personas, han dado paso a la incredulidad, a la vivencia de la secularización, posteriormente al agnosticismo, para terminar en el ateísmo. Este es el gran desafío, romper esta cadena maligna, para eso las comunidades pentecostales deben refuncionalizar sus metodologías y actividades para que su mensaje basada en la Palabra de Dios sea “viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.” (He. 4:12).   

 La tarea es ardua, posiblemente incomprensible, pero se debe tener presente la respuesta de Pedro y a los apóstoles a los miembros del concilio “Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.” (Hch. 5:29).


Todos los convertidos a le fe de Jesucristo somos conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. El Salmo 133:1, el cual dice: “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!

Aunque el divisionismo y la falta de unidad se manifiesta desde el siglo I, Pablo escribía a los corintios “Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cada uno de vosotros dice:  Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo. ¿Acaso está dividido Cristo?  ¿Fue crucificado Pablo por vosotros?  ¿O fuisteis bautizados en el nombre de Pablo?” (1 Co 1:11-13) 

El apóstol Pablo exhorta a los creyentes a vivir una vida cristiana en unidad. “Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos. Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo.” (Ef.  4:1-7). 

La unidad cristiana surge de la unidad de Dios. La Unidad, proviene de dentro, es una gracia espiritual que debemos tener los creyentes; el apóstol de los gentiles nos dice “siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.” (Ef. 4:15-16) “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.”  (Ef. 4:31-32). 

La búsqueda de la “Unidad”, implica cultivar la unidad a nivel pastoral y congregacional; fomentar la unión entre las congregaciones pentecostales; ser solidarios con los más necesitados y desvalidos; buscar la identidad en comunión de Cristo que nos haga peculiares entre otras iglesias; despertar la conciencia de la necesidad de la formación en todos los miembros de nuestras congregaciones; ser motivadores de los desanimados; ayudar a levantar los brazos caídos.

Pablo dice “Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer.” (1Co 1:10).


La unidad de Dios es inviolable, entonces también lo es la unidad de la Iglesia; la unidad cristiana demanda madurez y crecimiento.
Juan Salgado Rioseco

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