jueves, 25 de enero de 2018

Manifiesto para reformar el pentecostalismo del siglo XXI (Parte V)

Qué se debe hacer para reformar el pentecostalismo del siglo XXI?

Las comunidades pentecostales deben:
1.       Buscar la unidad como la verdad, porque esta proviene de la unidad de Dios.
2.       Desplegar amor, solidaridad, acoger la diversidad cultura, sin acepción de personas, crecimiento consolidado, y madurez espiritual.
3.       Refuncionalizar el mensaje de salvación conforme a la voluntad de Dios para asegurar la vida eterna, es la búsqueda de lo cualitativo para alcanzar la perfección exigida para ser ciudadanos del Reino de los cielos. Es imprescindible que la Iglesia de Cristo Jesús se vuelva a los caminos de Dios (Zac. 1:3), para ser fortalecida por la obra y acción del Espíritu Santo, y puede decir con propiedad, “¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Ro. 8:31).
4.       Revitalizar el conocimiento de la Palabra de Dios para alcanzar la madurez espiritual que le ayude a avanzar en la perfección (He. 6:1), hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al estado del hombre perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo: para que ya no seamos niños, fluctuando de acá para allá, y llevados en derredor por todo viento de enseñanza, por medio de las tretas de los hombres, y su astucia en las artes sutiles del error; (Ef. 4:13-14).
5.       Construir una comunión donde todos converjan, tengan cabida en la casa del Padre y que conduzca nuevamente a la senda establecida por Dios: al conocimiento de la Palabra de Dios, a la autoridad de Jesús como cabeza de la iglesia, a la dirección del poder del Espíritu Santo, a la vivencia testimonial del salvado, al liderazgo aprobado por Dios. Hay que recordar siempre que el Cuerpo de Cristo está formado por todos y con todos.
6.       Formar los ministerios pastorales, que los requisitos exigibles sean de acuerdo con lo establecido en las Sagradas Escrituras; su formación debe estar basados en el fundamento apostólico y a los principios esenciales de la Fe en Cristo.
7.       Capacitar, los componentes de los diferentes ministerios deben ser capacitados para la tarea encomendada, solidarios, que ayuden a crecer y a desarrollar los carismas que el Espíritu ha querido derramar entre sus miembros.
8.       Aplicar, las enseñanzas de Jesucristo, las acciones pastorales deben ser realizadas bajo el prisma de la humildad, que sepan negarse a sí mismo y tengan siempre presente que el Maestro dijo “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón” (Mt. 11:29).
9.       Buscar la idoneidad de transmitir la enseñanza de Jesús con fidelidad.
10.   Obedecer fielmente la Comisión Pastoral dada por nuestro Señor Jesucristo.
11.   Hacer discípulos, no es opcional, el objetivo del discipulado es dar a conocer a Jesucristo, Él dijo “Y ésta es la vida eterna: que Te conozcan a Ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Jn. 17:3). Y el resultado siempre ha sido el mismo “Y el Señor añadía cada día al número de ellos los que iban siendo salvos” (Hch. 2:47b).
12.   Cambiar de actitud para enfrentar los desafíos planteados por una sociedad agnósticas que le quiere imponer antivalores que remecen profundamente los cimientos de la fe y el servicio a Dios; entre los desafíos es tener la capacidad de mitigar y llegar a revertir los daños externos y los internos causados por los continuos avatares de aquellos que han instrumentalizado sus congregaciones en pro de propuesta humanista, al personalismo y el usufructo indebido de la hacienda que le corresponde a la iglesia como cuerpo.
13.   Abrir espacios de encuentros para que todos los miembros se desarrollen y crezcan en el servicio de la iglesia.
14.   Erradicar el divisionismo, la fragmentación, el desconcierto, la turbación, la frustración de no poder hacer algo por no tener la capacidad de hacerlo.
15.   No aceptar la manipulación interpretativa de la Palabra de Dios ni menos el empleos de formas o medios de sugestión espiritual para beneficio personal.
16.   Trabajar en conjunto para llevar el evangelio a toda criatura como esta mandatado.

Anteriormente se escribió que reforma suele ser una iniciativa o un proyecto que busca implantar una innovación o lograr una mejora en algún sistema o una estructura.

Este articulo tiene por objetivo poner en manifiesto, que las distorsiones que se evidencian en las comunidades pentecostales y sus derivados en el siglo XXI sean percibidas a la vez efectuar innovaciones o mejorar la gestión tanto en el área administrativa como espiritual.

Se indico la importancia de ser transparentes, de restaurar, poder rehabilitar, no hacer acepciones de personas, lograr la integración de todos los involucrados en el servicio de la Iglesia, realizar una refuncionalización eficaz y cultivar la unidad, estos deberían ser los lineamientos por los cuales las reformas deben ser orientadas con la finalidad de llevar acabo la voluntad Dios y alcanzar el propósito que tiene para su iglesia.

Se enumeran dieciséis áreas acciones que se consideran vitales para que las comunidades pentecostales se vuelvan proactiva tanto en el área espiritual, como en gestión organizacional administrativa; es preocupación de todos que trabajemos en unidad para que la Iglesia de Dios en Jesús

El momento actuales la sociedad necesita que sus colabores y representantes terrenales tengan la unción del Eterno debido a que muchos hombres han desplazado a Dios de su vida y con sus acciones han desplazado a la iglesia.

La voz de la Iglesia debe ser oída en esta sociedad que le da importancia al hedonismo y al consumo; una sociedad que desea tener la plena libertad a través del relativismo moral; una sociedad pluralista con una forma existencial de negación a Dios. Para enfrentar estos desafíos las comunidades pentecostales deben ser reformadas, vivir la fe en Cristo, que sea compartida en comunidad en forma vivencial. Para eso los que deben estar en liderazgo deben ser idóneos y aprobados delante de Dios, que no tengan de que avergonzarse.


La Iglesia de Cristo debe permanecer sin mancha, esa labor es de los que la sirven en espíritu y verdad.
Juan Salgado Rioseco

miércoles, 24 de enero de 2018

Manifiesto para reformar el Pentecostalismo del siglo XXI. (Parte IV)

¿Cuál debe ser la senda que debe retomar el pentecostalismo contemporáneo?

La multidiversidad pentecostal y sus derivaciones deben ser reformadas, (reforma suele ser una iniciativa o un proyecto que busca implantar una innovación o lograr una mejora en algún sistema o una estructura), ósea, corregirse o enmendarse en sus costumbres o actitudes de acuerdo con los preceptos que Dios estableció para su iglesia.

Bajo los parámetros de ser transparentes, restaurar, rehabilitar, sin acepción, integrar y refuncionalizar, unidad son tareas diferentes, aunque participen de criterios comunes. 



El profeta Isaías escribió “Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda.” (Is. 30:21).

Algunas comunidades pentecostales corren el riesgo quedar marginada de la herencia celestial por la indiferencia y desprecio que mantienen por las cosas que realmente son provenientes del Espíritu y que Dios estableció; a esto se agrega, la soberbia y tozudez de mantenerse en un camino que es agradable al espiritualismo humanista, para ser considerada como progresista dentro de una sociedad moderna; de no tener la capacidad de hacer una auto crítica a la gestión pastoral, doctrinal, educacional, administrativa, social y espiritual; por no tener la capacidad de enmendar el camino por donde ha transitado en este último tiempo; por abandonar sus deberes de enseñar lo que Jesús ordeno

La Palabra de Dios nos dice que “Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte.” (Pr. 14:12); se debe buscar el camino de señalado por Dios, “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.” (Is. 55:8-9 RVR1960), por algo, “Jesús dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” (Jn. 14:6).

Refuncionalizar es la acción de aquel que vuelve a dotar de funcionalidad a algo que había perdido esta cualidad, que, como todos sabemos, sirve para que ciertas cosas sean eficazmente adecuadas a sus fines.

La esencia del pentecostalismo es alcanzar a toda criatura con el mensaje salvífico que ordeno Dios en forma idónea y eficaz; llevar las buenas nuevas de salvación de acuerdo con lo que se encuentra establecido en las Escrituras; a enseñarles a los nuevos discípulos a obedecer todos los mandatos que Jesucristo ordenó.

De acuerdo con estos propósitos, las comunidades pentecostales deben refuncionalizar sus actividades, para lograr el profesionalismo de la fe, ser actores idóneos y eficaces en proclamar el Evangelio de Jesucristo y ser partícipes de la acción de Dios en la transformación del hombre nuevo al servicio de la iglesia.

A lo anterior se agrega de innovar en la convivencia colectiva para que sea armónica con el vínculo del amor y el servicio, con la capacidad de crecer en comunidad bajo la esencia del evangelio de Jesucristo; renovar el sentido de comunidad, donde todos encuentren espacio para poder crecer, capacitarse y desarrollarse como servidores de Dios; cuidar la fe en lo personal y colectivo, para que la iglesia mantenga su nivel de aceptación dentro de la sociedad y sea escuchada en los temas que le corresponde.

Cuidar la iglesia de Dios en Cristo, en especial atención a la gestión de los gobiernos que se caratulan como modernos progresistas, que tratan imponer sus escalas anti valóricas y extirpar la esencia de Dios de la vida y mente de las personas, con leyes que atentan con los principios valóricos cristianos y a la vez penalizan las actividades de la iglesia. La profunda problemática es el alejamiento de la fe de millares de personas, han dado paso a la incredulidad, a la vivencia de la secularización, posteriormente al agnosticismo, para terminar en el ateísmo. Este es el gran desafío, romper esta cadena maligna, para eso las comunidades pentecostales deben refuncionalizar sus metodologías y actividades para que su mensaje basada en la Palabra de Dios sea “viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.” (He. 4:12).   

 La tarea es ardua, posiblemente incomprensible, pero se debe tener presente la respuesta de Pedro y a los apóstoles a los miembros del concilio “Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.” (Hch. 5:29).


Todos los convertidos a le fe de Jesucristo somos conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. El Salmo 133:1, el cual dice: “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!

Aunque el divisionismo y la falta de unidad se manifiesta desde el siglo I, Pablo escribía a los corintios “Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cada uno de vosotros dice:  Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo. ¿Acaso está dividido Cristo?  ¿Fue crucificado Pablo por vosotros?  ¿O fuisteis bautizados en el nombre de Pablo?” (1 Co 1:11-13) 

El apóstol Pablo exhorta a los creyentes a vivir una vida cristiana en unidad. “Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos. Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo.” (Ef.  4:1-7). 

La unidad cristiana surge de la unidad de Dios. La Unidad, proviene de dentro, es una gracia espiritual que debemos tener los creyentes; el apóstol de los gentiles nos dice “siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.” (Ef. 4:15-16) “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.”  (Ef. 4:31-32). 

La búsqueda de la “Unidad”, implica cultivar la unidad a nivel pastoral y congregacional; fomentar la unión entre las congregaciones pentecostales; ser solidarios con los más necesitados y desvalidos; buscar la identidad en comunión de Cristo que nos haga peculiares entre otras iglesias; despertar la conciencia de la necesidad de la formación en todos los miembros de nuestras congregaciones; ser motivadores de los desanimados; ayudar a levantar los brazos caídos.

Pablo dice “Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer.” (1Co 1:10).


La unidad de Dios es inviolable, entonces también lo es la unidad de la Iglesia; la unidad cristiana demanda madurez y crecimiento.
Juan Salgado Rioseco

domingo, 21 de enero de 2018

Manifiesto para reformar el Pentecostalismo del siglo XXI. (Parte III)

¿Cuál debe ser la senda que debe retomar el pentecostalismo contemporáneo? 


De acuerdo con la real academia española, acepción de personas es: “Acción de favorecer o inclinarse a unas personas más que a otras por algún motivo o afecto particular, sin atender al mérito o a la razón.” Unas de las causas del desmerito de las organizaciones de la Iglesia en Cristo Jesús es el nepotismo, la acepción hacia personas que no teniendo el testimonio del salvado y los méritos suficientes son puestos en cargos de liderazgo y labores pastorales. Esto provoca un gran deterioro en las relaciones internas de la comunidad.

El actuar con parcialidad, de designio de puestos sin méritos alguno, prevención en favor o en contra de alguien, son acciones de falta de neutralidad, donde la falta transparencia en la manera de proceder violentan la armonía en el interior de la comunidad y con el tiempo produce fisuras que provocaran crisis severas. En libro de Job encontramos que “Él (Dios) os reprochará de seguro, si solapadamente hacéis acepción de personas.” (Job 13:10). 

Los prejuicios, o preferencias para sacar ventajas personales que no sean espirituales, es corrupción; hacer abuso de poder para imponer o asegurar un estatus personal sin contemplar los principios bíblicos al respecto es actuar con deshonestidad delante de Dios y los miembros de la comunidad; este tipo de alteración provoca disgregación del fundamento establecido por los apóstoles y los Padres de la Iglesia.   Pablo aconsejaba a Timoteo “Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, y de sus ángeles escogidos, que guardes estas cosas sin prejuicios, no haciendo nada con parcialidad.” (1Ti 5:21). 

El conferir una dignidad eclesiástica o un beneficio a alguien por la consanguinidad, no es agradable delante de Dios; está establecido a través del Espíritu Santo la capacitación para servir a la iglesia conforme al propósito del llamado de Dios; son los carisma o dones del Espíritu Santo los que avalan la autoridad o el liderazgo eclesiástico. Las Sagradas Escrituras nos dicen “Sea, pues, con vosotros el temor de Jehová; mirad lo que hacéis, porque con Jehová nuestro Dios no hay injusticia, ni acepción de personas, ni admisión de cohecho.” (2 Cr. 19:7), “Porque el que procede con injusticia sufrirá las consecuencias del mal que ha cometido, y eso, sin acepción de personas.” (Col. 3:25).

Dios, desaprueba la "acepción de personas", las enseñanzas paulinas ratifican la no acepción de personas dentro de las comunidades, esta debería ser una enseñanza esencial y su práctica debe debería ser cumplida rigurosamente en especial por las personas que se encuentra en una posición de Liderazgo o autoridad. La Palabra de Dios nos advierte “pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado, y quedáis convictos por la ley como transgresores.” (Stgo. 2:9).


Una las definiciones de integración nos dice que “es un proceso dinámico y multifactorial que supone que gente que se encuentra en diferentes grupos sociales, ya sea por cuestiones económicas, culturales, religiosas o nacionales, se reúnen bajo un mismo objetivo o precepto.”
El encuentro del mestizaje religioso popular y la religiosidad impositiva conquistadora europea estadounidense, provocó una multiplicidad de costumbres religiosas invertebradas que dieron origen a una constante disgregación de las comunidades pentecostales.

El Pentecostalismo chileno del siglo XXI, se encuentra inserto en una sociedad que se cataloga moderna progresista; donde la multiculturidad, la brecha educacional y posición económica, dividen más que unen; donde su Liderazgo eclesiástico no se encuentra preparado para enfrentar los desencuentros sociales, educacionales, económicos, generacionales, menos con la llegada de migrantes, que por múltiples factores irrumpen en las congregaciones, trastocando los usos y costumbres en especial de los grupos mas dogmáticos; donde existen ambigüedades sobre temas valóricos y desencuentros internos frente al laicismo agnóstico de la clase gubernamental estatal; donde no existen contrafuertes para enfrentar la globalización, el individualismo, el relativismo, la secularización; donde prima la religión popular indocta del conocimiento bíblico; a conllevado que el pentecostalismo mute hacia tendencias neopentecostales con una praxis basada en el individualismo y un hedonismo que satisface el personalismo y no del colectivo.

La iglesia en Cristo Jesús por esencia es integradora, El Salvador dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mt.11:28). El apóstol Pablo escribió “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.” (Gá. 3:28 RVR1960), e indica en Romanos (2:11) “no hay acepción de personas para con Dios.”

 Sin embargo, la realidad es diametralmente opuesta en el interior y entre la comunidades pentecostales,  por múltiples razones,  se percibe que en las relaciones internas no son de plena armonía, más bien, la crisis divisionaria, de disgregación ha sido la tónica en la convivencia pentecostal; a eso, agregamos la discriminación social, cultural o racial hace que las comunidades sean violentadas en sus cimientos olvidando u omitiendo que Jesús oró al Padre “Mas no ruego solamente por éstos,  sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno;  como tú,  oh Padre,  en mí,  y yo en ti,  que también ellos sean uno en nosotros;  para que el mundo crea que tú me enviaste.” (Jn. 17:20 -21). La unidad es lo que menos practican los pentecostales, están latentes la discordia por el poder o la autoridad, la lucha por ser el portavoz del movimiento pentecostal, las disensiones sobre los temas valóricos son cotidianas, los intereses personales son el factor que más inciden en la falta de integración.

Es esencial que las Iglesias pentecostales empiecen a proyectar la “integración” como una norma vital para su subsistencia armónica plena de una comunión exigía por el dador de la vida. Para dar vida a la expresión paulina somos “Uno en Cristo Jesús”, y se haga realidad la oración del Maestro “para que el mundo crea que tú me enviaste.” 
Juan Salgado Rioseco

miércoles, 17 de enero de 2018

Manifiesto para reformar el Pentecostalismo del siglo XXI. (Parte II)

¿Cuál debe ser la senda que debe retomar el pentecostalismo contemporáneo?

Ser transparentes, restaurar, rehabilitar, sin acepción, integrar y refuncionalizar, son tareas diferentes, aunque participen de criterios comunes. Con el objeto de priorizar las decisiones que nos lleven nuevamente al camino de Dios, estabilizar la gestión de gobierno de la Iglesia con personas elegidas y capacitadas a través del Espíritu Santo, atenuar el ambiente de desconfianza tanto en el interior como exterior y en lo principal detener el deterioro testimonial en que se encuentra sumida la Iglesia en Cristo Jesús por el obrar de los que dicen ser servidores de Dios.



La “transparencia” nos conlleva a reafirmar las confianzas perdida por la conducta inicua de los seudos líderes. La transparencia está íntimamente ligada con la ética, la claridad, la moral, la honestidad, honradez, lealtad, confianza; la transparencia, en relación con el Cuerpo de Cristo, se relaciona con la integridad y la coherencia con que nos sometamos y actuamos conforme la Palabra de Dios.

La transparencia no da lugar a falsas interpretaciones o acomodos personales, menos a manipulaciones de la fe de las personas. Los antagonistas de la transparencia es la ceguera, las malas prácticas, la falta de fidelidad a la voluntad de Dios.

Por eso, es primordial de ser “transparente” delante de Dios y los hombres, en especial cuando tenemos responsabilidades en el interior del Cuerpo de Cristo. Quienes abusan del poder, de las confianzas, los que se aprovechan de las circunstancias para sacar ventajas personales, siempre harán lo imposible para que la transparencia no sea un valor activo en sus ministerios.


“Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.” (Gálatas 6:1). 

La Restauración, es una condición que es o se considera tan necesario que no se puede prescindir o no se puede dejar de tener en consideración, en especial cuando tomamos la decisión de servir a Dios.
“Restaurar”, (reparar, recuperar, recobrar, volver a poner algo en el estado primitivo). El profeta Jeremías en uno de sus oráculos dijo “Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma”. (Jer. 6:16. RVR1960). Yahveh, siempre esta dispuesto a restaurar a su pueblo, aunque no esté en la mente del ser humano, el pueblo de Israel le contesto al profeta “No andaremos”; el apóstol Pedro reconvino a retornar a la voluntad de Dios en su discurso en el día de pentecostés (Hch. 3:19:21), el Todopoderoso ha comenzado a dejar que su poder y pureza fluyan sin medida por medio de su iglesia “removiendo las cosas móviles”, para que el reino inconmovible se manifieste (He. 12:27, 28). Cuando algo es restaurado en la Escritura, siempre crece, se multiplica o mejora, de manera que su condición final supera su estado original (Joel 2:21–26).

La Restauración es un proceso donde se deben aunar varios factores para tener un final agradable delante de la presencia de Dios. La restauración tiene dos vías:  la restauración espiritual, individual y la restauración racional, orientada a lo institucional. 

En la restauración espiritual, orientada a las personas, tiene como finalidad de hacer volver a las personas que se han alejado o han detenido su andar por la senda de Cristo por diferentes causas; es común apreciar omisiones u errores en las etapas en el proceso de restauración, las más comunes son: los líderes religiosos sin vocación pastoral que no se hacen responsable de sus miembros que necesitan imperiosamente restauración espiritual; los motivos son diversos: no están capacitados en la consejería pastoral, por su inmadurez ministerial en esta materia, por desconocimiento de la Palabra de Dios al respecto; porque han llegado al oficio de Pastor, por vías que no son las establecidas en la Biblia, no teniendo la capacitación del Espíritu Santo; debido a que sus ministerios están embutidos más en la carnalidad que en las vivencias espirituales; no saben ministrar sobre la salvación, liberación, sanación, restauración, conducción del redil por las vías de santidad; no existe la voluntad tanto en los lideres como en los miembros de hacer real la voluntad de Dios en sus vidas.

Una persona no restaurada se le impide caminar por el camino de Dios, se le priva de la paz que da Jesucristo por ende no puede vivir la plenitud de gozo y deleitar las delicias que Dios entrega a los suyos. El profeta Jeremías exclamó “Mi alma ha sido privada de la paz, he olvidado la felicidad” (Lam. 3:17). “Me muestra la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre”. (Sal. 16:11).

La restauración racional, orientada a lo institucional, con el objetivo de cambiar o reestructurar la organización o administración de Iglesia, esta debe ser acorde a los parámetros divinos, bajo los principios establecidos en la Palabra de Dios; es aplicar la sabiduría de Dios en la aplicación de métodos racionales de análisis y restauración, adecuados a cada contexto cultural en la multiversidad de las comunidades pentecostales o neopentecostales.

Hay que tomar en cuenta que la conservación del fundamento apostólico, la consolidación de la transparencia administrativa y la restauración del patrimonio de las capacidades con que el Espíritu Santo a dotado a los servidores de Dios, incluyendo sus valores espirituales deben ser primordiales en al orgánica del Cuerpo de Cristo. Cuando se trate de realizar un cambio de uso o funcionalidad, debe hacer de manera rigurosa, teniendo presente todas las exigencias que nos hace la Palabra de Dios, acorde a la voluntad de Dios escrita y a las condiciones indispensables para qué la iglesia retome el propósito por cual fue creada por Dios.


Los líderes religiosos se encuentran interdictos por Dios, esa condición no permite que sus ministerios sean eficaces ni menos fructífero; para volver a la plenitud ministerial deben hacer realidad las palabras del Profeta Zacarias de “volverse a Yahveh de los ejércitos” (1:3) para ser realidad la promesas del Eterno que dijo a través del profeta Oseas (14:4) “Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia; porque mi ira se apartó de ellos”.
Juan Salgado Rioseco

martes, 16 de enero de 2018

Manifiesto para reformar el Pentecostalismo del siglo XXI. (Parte I)


 ¿Porque es imprescindible reformar el Pentecostalismo del siglo XXI?

Las Escrituras nos indican las responsabilidades y funciones de los diferentes estamentos orgánicos en la ministración y administración del Cuerpo de Cristo, la que comúnmente se le llama Iglesia. Las características primarias en el interactuar de los miembros que han optado por servir a Dios es que deben realizar su función de acuerdo con el propósito de su llamamiento acorde a la capacitación que el Espíritu Santo ha realizado en ellos, a su testimonio como servidor de Dios, su constante capacitación para ser un idóneo embajador de Cristo y a su diligencia de estar presentado en todo momento delante de Dios aprobado.

 A lo largo de estos veinte siglos, la Iglesia en Cristo Jesús ha evolucionado de diferentes formas en su estructura organizacional y administrativa, causado por las presiones sociales, económicas, políticos y militares, incididos a la vez por los intereses colectivos como personales. Seria largo de enumerar estas evoluciones, en algunos casos son desviaciones y en otros acomodos que ha sufrido la organización o la institucionalidad, desde la comunidad jerosolimitana, la samaritana, las comunidades griegas gentiles del primer siglo hasta la multiversidad de las sectas religiosas pentecostales y neopentecostales contemporáneas; esta ultimas, son una diversidad de comunidades con instituciones inconsistente, sus principios doctrinales son difusos, sus fronteras espirituales no están bien delineadas, interactúan entre los ideales espirituales emocionales y un humanismo exacerbado en satisfacer sus demandas materiales;  muchas de ellas basadas en sus propias posverdades, que sustentan intereses ajenos y antagónicos a los establecidos en las Escrituras; son comunidades amorfas, debido a que no tiene postulados definidos, no tienen carácter propio colectivo, sus lideres son mas propenso a la procrastinación que hacer proactivos en causa de Cristo.

En un análisis racional pragmático de la realidad organizacional y estructural de las administraciones pentecostales, traslucen desviaciones como el despotismo, el absolutismo, el autoritarismo; la incapacidad de llevar al cumplimiento de la Comisión Pastoral; el placer de ostentar poder sobre los miembros desvalidos; el gran porcentaje de los miembros son inexpertos en construir los cimientos de la fe de Cristo, neófitos de los conocimientos bíblicos rudimentarios para edificar el templo del Dios viviente; incultura doctrinal de los miembros nominales, permite a una élite a sustentar y fundamentar sus privilegios en posverdades que distorsionan en forma deliberada los principios de las enseñanzas de Jesús de Nazaret, con el fin de crear y modelar una organización funcional a sus intereses personales, en la que los conocimientos de la Palabra de Dios no tienen influencia en las decisiones, sino que apelan a las emociones, a una falsa espiritualidad, a exteriorizaciones de una seuda manifestación del Espíritu Santo, a las creencias personales que inducen a convivir entre los postulados cristianos y elementos de adoración originarios del paganismo idolátrico; el nepotismo en la administración y en la sucesión pastorales, es el síntoma terminal de una organización que postula a ser de Cristo, es la desnaturalización, es el degeneramiento del sistema establecido y enseñado por la Palabra de Dios. La sucesión de los cargos pastorales no es hereditaria ni tampoco de postulantes nominados por circunstancias ajenas a los procedimientos bíblicos, menos cuando que no han tenido participación ni testimonial en el servicio a Dios y la comunidad, así no lo establecieron los Apóstoles ni los Padres de la Iglesia.   

En los últimos tiempos, podemos afirmar que las comunidades pentecostales y neopentacostales están en crisis, colapsadas por la incubación de los tiempos peligrosos que menciona la Biblia, el apóstol Pablo advertía en el siglo I a Timoteo de esta situación, “También debes saber que en los tiempos últimos vendrán días difíciles. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella;” (2 Ti. 3:1-5).

El pentecostalismo de los últimos tiempos, esta violentado por las falsas enseñanzas y dogmas sectarios (erróneos a la luz de la Palabra de Dios) que solo satisfacen los intereses de una élite carnal; su praxis distorsionada por la falta de paradigmas íntegros y una displicente transmisión del aprendizaje en lo discipular, lo ha provocado confusión, enfriamiento de la fe, deserciones espirituales, desencanto; principalmente estos son efectos de la falta de transparencia en el accionar de las personas que actúan de líderes, que no teniendo los requisitos que impone la Palabra de Dios están ejerciendo esa labor, conjuntamente con el mediático confort socio-económico que han logrado los descendientes de las antecesoras comunidades periféricas, marginales y desposeídas, que conformaron las comunidades pentecostales iniciales.

La multiversidad pentecostal y neopentecostal deben ser reformas, ósea, corregirse o enmendarse en sus costumbres o actitudes de acuerdo con los preceptos que Dios estableció para su iglesia.

¿Cuál debe ser la senda que debe retomar el pentecostalismo contemporáneo?

Ser transparentes, restaurar, rehabilitar, sin acepción, integrar y refuncionalizar, son tareas diferentes, aunque participen de criterios comunes. Con el objeto de priorizar las decisiones que nos lleven nuevamente al camino de Dios, estabilizar la gestión de gobierno de la iglesia con personas elegidas y capacitadas a través del Espíritu Santo, atenuar el ambiente de desconfianza tanto en el interior  como exterior y en lo principal detener el deterioro testimonial en que se encuentra sumida la Iglesia en Cristo Jesús por el obrar de los que dicen ser servidores de Dios.

Juan Salgado Rioseco

Dios Santo y el Pecado (Parte VII)

El Servidor de Dios no debe quebrantar la Ley del Eterno y Santo para ser victorioso en la lucha contra el pecado. “ Ahora bien, ¿debe...