domingo, 18 de agosto de 2019

La Invasión y usurpación en los Púlpitos “CRISTIANOS”. (IV) Inferir o inducir en la “Interpretación Bíblica”.



I.                  IV.  Inferir o inducir en la “Interpretación Bíblica”.
La evidencia de la interpretación bíblica se remonta al Antiguo Testamento, en donde aparece una explicación clara en la figura de Esdras, sacerdote y escriba que vivió en el siglo V a.C.: “Y Esdras leyó en el libro de la Ley de Dios, aclarando e interpretando el sentido, para que comprendieran la lectura” (Nehemías 8:8).
Las dos vías que utiliza un Intérprete o Predicador:   ¿Usted “Infiere” o “Induce” el Texto que va a predicar? Hay dos actitudes que habitualmente nos acercamos a un texto para interpretarlo, ellas son: “infiriendo” o “induciendo” al texto bíblico.
“inferir” algo del texto, es que tomamos elementos que se encuentran presente para que a través de ellos saquemos otro elemento que no está presente en forma explícita, sin embargo, lo que comúnmente hacen los intérpretes o predicadores es “inducir” al texto, o sea, influir para fundamentar una acción, avalar lo que creemos que puede significar o lo que se desea que se conozca, con objeto malicioso o por ser neófito en las Escrituras.
Cuando usted está “infiriendo”, asume una actitud de escudriñamiento de las Escrituras, o sea, está efectuando una “acción y resultado de examinar una cosa o averiguar sobre ella.”, hasta lograr con los elementos explícitos en el texto el correcto significado lo que el autor escribió.
Cuando usted está “induciendo”, tiene una conclusión predeterminada de lo que a su juicio significa o desea que avale su postura, con esa actitud solo se logra “vislumbrar” lo que posiblemente puede significar el “texto”, lo que produce un conocimiento imperfecto o conjeturas provocadas por la falta de rigurosidad en el estudio del texto o por tratar de influir con el propósito de “inducir” a los receptores a hacer o a creer lo que usted persigue, a eso se llama manipulación con el objeto de obtener un control ilegitimo, practicando un Evangelio diferente. Cuando no se logra la forma correcta y profundizada interpretación bíblica, se transmiten enseñanzas distorsionadas o superficiales.
Debemos siempre tener presente que en la Biblia encontramos textos: claros, semioscuro y oscuros en su interpretación; estos dos últimos si no logramos entenderlos bajo los principios de una correcta interpretación, difícilmente conseguiremos entender lo que quiere decir, nos quedaremos sin saber su aplicación para nuestras vidas y al transmitirlos estaremos provocando distorsiones o desviaciones de la Palabra de Dios.
El auténtico y legítimo interprete de la Escrituras que solo desea “inferir” el texto, debe:
a.      Erradicar el misticismo del texto sagrado, debido a que los misterios ya están revelados por Dios, a través de Jesucristo.
b.      Arrancar toda influencia humanista racional de la interpretación bíblica, debido a que solo a los que andan en espíritu, el Espíritu de Dios los ilumina.
c.       Aplicarse en el estudio de la Palabra de Dios, con una actitud de extraer lo más preciado de ella para aplicarla en nuestras vidas y tener la legitimidad de enseñarla.
d.      Ser experto en las doctrinas rudimentarias de la fe, pues de lo contrario, tendremos dificultades en entender e interpretar la Palabra de Dios.
e.      Ser disciplinado, metódico y sistemático en el aprendizaje y conocimiento de la Palabra de Dios.
f.        Ser sobre todo “humilde” en adquirir o entregar el conocimiento iluminado por el Espíritu Santo.
g.      No ser autodidacta, debido a que existe un alto porcentaje de envolverse en pensamientos sectarios, con llevarnos a un literalismo exacerbado y actitudes legalistas contrarias a las enseñanzas primigenias de Jesucristo.
La mayor grandeza del siervo de Dios es aprender, aplicar, enseñar y transmitir la auténtica y legitima Palabra de Dios; la mayor gracia del intérprete de la Palabra de Dios es ser “LIBRE” de poder hablar lo que el Maestro de Nazaret nos enseñó y no volvernos esclavos por predicar solo para agradar al hombre o manipularla para lograr lucros indeseados a nuestra condición de personas de Fe.
Nuestra diligencia debe estar puesta al servicio de Dios, efectuando una excelente interpretación conforme a la voluntad de Dios.
Juan Salgado Rioseco

lunes, 12 de agosto de 2019

La Invasión y usurpación en los Púlpitos “CRISTIANOS”. (II) El recurso: La Interprecion Biblica


II.                   El recurso: La Interpretación Bíblica.
Una de las máximas en la Interpretación de la Palabra de Dios es: “La Biblia se interpreta con la Biblia.” Esto quiere decir, que no hay ningún otro libro al mismo nivel o por sobre la Biblia, aunque el autor tenga un testimonio renombrado o una erudición sobresaliente, estos escritos son solamente libros de consulta.
Cada día aparecen nuevos movimientos o se fundan nuevas iglesias, cada una de las cuales afirma poseer la interpretación correcta de la Biblia, trayendo consigo nuevos iluminantes, con una serie de extravagancias interpretativas.
La Biblia es la Palabra de Dios y la base de las creencias cristianas, por consiguiente, el intérprete debe ser riguroso y disciplinado al aplicar las enseñanzas bíblicas a tiempo de hoy, estas deben ajustarse al sentido primario, o sea, lo que Dios inspiro a través de su Espíritu Santo a los autores de los libros de la Biblia. Es preciso tener en cuenta las condiciones de su tiempo y de su cultura, los "géneros literarios" usados en aquella época, las maneras de sentir, de hablar y de narrar en aquel tiempo, de los usos y costumbres; de los aspectos culturales, sociales, políticos y religiosos.
El apóstol Pedro escribió: “Pablo escribe sobre estos temas en todas sus cartas, pero a veces hay en ellas cosas difíciles de entender. Los ignorantes y los débiles en la fe cambian el significado de las enseñanzas de Pablo y de las otras Escrituras, causando así su propia destrucción.” (2 Pe 3:16 PDT).
Un ejemplo se encuentra en 1 Tesalonicenses 5:21 donde el apóstol Pablo escribe: “Examinadlo todo, retened lo bueno”, esto no implica que debemos oír a todos, aun aquellos que están interpretando erróneamente o desviando las Escrituras, tratando de obtener algo bueno de dicha enseñanza o predicación. La advertencia Paulina dice que debemos tener discernimiento conforme a la Palabra de Dios, identificar los espurios intérpretes o enseñadores y desecharlos; escuchando y reteniendo solo aquellos que se apegan estrictamente a la Palabra del Todopoderoso y Santo; recordando que Jesucristo enseño “Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego.” (Mt. 7:17-19 RVR 1960). La óptima forma de dar cumplimiento a este pasaje bíblico es tener conocimiento acabado de la Palabra de Dios para poder tener discernimiento y así tener la convicción de lo que está recibiendo y atesorando en nuestros corazones se ajusta a la Palabra de Dios revelada. 
Es vital que interpretemos la Biblia de manera correcta, para interpretarla bien, hay que conocer y respetar una serie de principios. ¿Cuáles son esos principios?
  1. La interpretación de la Biblia es una tarea espiritual.
  2. Prestar una gran atención "al contenido y a la unidad de toda la Escritura".
  3. Hay que empezar buscando el sentido más natural.
  4. Cada parte de la Biblia debe ser interpretada a la luz de las Analogías de las Escrituras.
  5. Hay que interpretar cada texto dentro de su contexto histórico.
  6. Hay que interpretar cada texto dentro de su contexto literario.
  7. Hay que tener en cuenta el tipo de lenguaje de cada texto.
  8. Hay que tener en cuenta las palabras de conexión.
  9. Hay que interpretar los textos menos claros a la luz de otros más claros.
  10. Hay que tener en cuenta la versión original de cada texto.
  11. Hay que tener en cuenta la dimensión cristológica.
Estos principios nos ayudarán a “[usar] bien la palabra de verdad” (2 Ti. 2:15).
Condiciones de un Intérprete de la Palabra de Dios:
  1. Ser un convertido. (Haber nacido de nuevo).
  2. Acepta que la Biblia es la Palabra inspirada por Dios.
  3. Que la Palabra de Dios es inerrante y autoritativa.
  4. Depender del Espíritu Santo.
  5. Aprender a obedecer la Palabra de Dios.
  6. Tener un constante proceso de Enseñanza. (El que deja de aprender, deja de enseñar).
  7. Objetividad.  (dejar que el texto hable).
  8. Espíritu científico. (aplicar las reglas de la interpretación bíblica).
  9. Paciente en el estudio. (Saber usar los métodos de la interpretación).
  10. Comportarse como Hombre de Dios (de oración, Humildad, Amante a la verdad de Dios).

“Una sana interpretación de la Palabra de Dios, traerá consigo que muchos de los males que aquejan hoy a las iglesias sean subsanados, evitando los yerros que provocan los seudos predicadores. Los Predicadores de Cristo tienen que demostrar integridad al transmitir el mensaje de nuestro Señor Jesucristo, conforme con los propósitos y el corazón de Dios”.
Juan Salgado Rioseco

sábado, 10 de agosto de 2019

La Invasión y usurpación en los Púlpitos “CRISTIANOS”. (III) Los cuidados que debe tener el Predicador.


III.  Los cuidados que debe tener el Predicador.
Nunca debemos olvidar que los depositarios de la “Palabra de Dios” fueron los Israelitas, todos a excepción de Lucas, el griego medico amado, fiduciarios del “mensaje del Santo de Israel”, con su cultura, tradiciones, costumbres, lenguaje, en sus aspectos sociales, políticos, económicos, en medio de las bonanzas y tragedias individuales y nacionales; en “La Torah y Tanak” emanan la instrucción individual, tribal y nacional que identifican y obtiene la identidad el judaísmo. La raíz de la palabra hebrea Torah es ירה (Yaráh) que significa literalmente “disparar una flecha” y por lo tanto etimológicamente se refiere a aquello que “da en el blanco” o “da el propósito“. Cuando alguien le dispara al blanco, trata de dirigir la flecha, así el significado de la raíz es “la correcta dirección” y por eso la palabra significa “enseñanza”, “o “instrucción”. Conocerlo es primordial para un Predicador eficaz.
Uno de los cuidados primordiales del Predicador o Intérprete de las Sagradas Escrituras es conocer el contexto y contorno de los textos bíblicos escogidos como las peculiaridades de los idiomas bíblicos si existen en dicho texto para realizar una correcta interpretación, en especial con los dichos o hebraísmos.
¿Porque es imperioso conocer identificar los modismos, figuras, símbolos que se encuentran en la Biblia? Debido a que, por desconocimiento, especialmente gramaticales de los idiomas originales, se corrompe o adultera el texto bíblico.
De acuerdo a esto último, el intérprete o predicador debe tener siempre presente las advertencias que nos hacen algunos textos bíblicos al respecto: Moisés da advertencias en Dt. 4:1-2, donde él ordena a los israelitas a escuchar y obedecer los mandamientos del Señor, sin añadir y quitar nada de su Palabra; en Pr. 30:5-6 contiene una admonición similar para todo aquel que añada a las palabras de Dios: “Para que no sea reprendido y hallado mentiroso.”; aunque la advertencia en Ap. 22:18-19 concierne específicamente al libro de Apocalipsis, su principio debe ser aplicado a toda la Palabra de Dios.
Una de las premisas que debe tener el predicador es no distorsionar el mensaje, no contaminar la interpretación con deducciones falsas que nos pueden llevar a una mentira o una adulteración de la Palabra de Dios. Los más graves problemas en la interpretación bíblica corresponden el no tener en cuenta el idioma original, la cultura hebrea y a una traducción no muy acertada.
Ejemplos: (Dt. 6:4) “Oye, Israel, El Señor nuestro Dios, El Señor es uno”, en hebreo transliterado dice: "Shemá Ysrael, Yahweh Eloheinu, Yahweh Ejad".
La expresión “oye”, en hebreo significa escuchar y obedecer (Strong H8085), de hecho, la palabra se traduce de ambas formas según el contexto.  Oír se interpreta como dirección, poner atención o una acción (hebreo=shemá). Por eso Santiago insiste en que seamos hacedores y no solamente oidores (Stgo. 1:22). Cuando Jesús decía, el que tenga oídos para oír ¡oiga! (Lc. 8:8), está usando un hebraísmo, una llamada de atención, en el concepto original es "el que tenga oídos, obedezca". El Apóstol Pablo dice que la fe viene “por el oír y por el oír la Palabra de Dios”, asumiendo que, para un rabino judío del primer siglo, esta expresión significa lo mismo, tiene más sentido concluir que el texto dice "la fe viene por el oír y por el obedecer la Palabra de Dios.”
En (Lc. 10:9) "se ha acercado a vosotros, el reino de Dios." La palabra acercado (egiken g1448) en el griego difiere de la palabra en el hebreo (karav). Ésto significa algo que ya aconteció, se cumplió, ya llegó y no algo futurista como se interpreta en la cristiandad. El reino (basileia g932 = reglas) para los hebreos significa aquellos que son gobernados por las reglas (leyes) de Dios. Entre los seguidores de Jesús, se conocía como el reino de los cielos. Cielos era una palabra que se usaba para evitar la pronunciación de Yahwéh, ej. jurar por el cielo.
Por lo tanto, el intérprete de la Biblia debe ser responsable, prolijo, cuidadoso, capacitado y riguroso en la exegesis del texto bíblico, para que sus palabras sean acordes a lo que Dios quiso decir.
Cuando los intérpretes o predicadores de la Palabra son neófitos, frívolos o displicentes en sus enseñanzas o predicaciones, sus oyentes no crecen ni maduran en lo espiritual ni en el servicio del cuerpo de Cristo; la liviandad espiritual en gran parte es provocada por la ligereza, la frivolidad, la liberalidad o poca importancia que se le da a la interpretación o predicación bíblica. El apóstol Pablo al respecto nos dice “Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.” (He. 5:13-14). 
Es deber de todos cuidar los púlpitos o lugares donde se enseña o transmite la Palabra de Dios; es deber de todos exigir una exegesis y aplicaciones correctas del texto bíblico acorde a lo que Dios dejo registrado en Las Escrituras.

Juan Salgado Rioseco

lunes, 5 de agosto de 2019

La Invasión y usurpación en los Púlpitos “CRISTIANOS”. (I) I. La comisión, el mensaje y el predicador.

El apóstol Pablo escribía que había “predicadores” que: “se han desviado algunos y se han apartado a palabrerías sin sentido; pretenden ser doctores de la ley, aunque no entienden lo que dicen ni lo que afirman.” (1 Ti. 1:6-7), haciendo una “Predicción de la apostasía”, “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia, …” (1 Ti. 4:1-2); prevenía “Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales.” (1 Ti. 6:3-5); advertía “que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos…  que resisten a la verdad; hombres corruptos de entendimiento, réprobos en cuanto a la fe. Más no irán más adelante; porque su insensatez será manifiesta a todos,… más los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados.” (2 Ti. 3:1, 8-9, 13); aconsejaba a Timoteo “que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.” (2 Ti. 4:2-4).
Estos consejos del apóstol Pablo a Timoteo, tienen una gran validez en los tiempos actuales, al cual debemos tener presente, debido a que los “púlpitos” están siendo invadidos por una diversidad de tendencias que traen consigo unas series de “fuego extraño” desvirtuando la esencia del “Pulpito”, situación que los responsables de mantener la integridad primigenia de la doctrina que se debe transmitir no asumen sino omiten con displicencia, la realidad contractual o con sus decisiones aportan que los “pulpitos” sigan siendo invadido por inescrupulosos que van deteriorando el poder de la Iglesia de Cristo. 
I.                   La comisión, el mensaje y el predicador.
La Iglesia de Dios en Cristo Jesús tiene un mandato especifico de parte de su cabeza  “Id, por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.” (Mr. 16:15),  el apóstol Mateo escribe “Id, y haced discípulos a todas las naciones… enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt. 28:19-20). Estos dos imperativos siguen plenamente vigente; desde Jesús, el misterio de Dios ha sido revelado y reunido en Cristo, como consecuencia los judíos y gentiles han sido unidos en él, una revelación que no fue impartida a las generaciones anteriores; Dios se revela como un Dios que salva no solo a un pueblo sino a todos los que creen en su Hijo; desde Jesús la revelación es la plena participación de los gentiles en los propósitos  y privilegios de Dios como participes de la misma herencia con los judíos a través de la gracia de Dios.
Los propósitos de esta revelación es predicar a los gentiles las riquezas de Cristo y dar a conocer la sabiduría de Dios a los gobernantes y autoridades celestiales. Por lo tanto la responsabilidad de la Iglesia es proclamar las buenas nuevas de las inescrutables riquezas de Cristo sin mirar la condición étnica de los oyentes y hacer entender a las personas la responsabilidad ante tal revelación. Así lo explica el apóstol Pablo en su carta a los Efesios. 
La Iglesia de Efesios 3:1-13, es diferente a la Iglesia actual, a esta última se le considera una institución cada vez menos irrelevante e ineficaz en el cumplimiento de la responsabilidad encomendada por diversos factores, uno de los componentes esenciales es la ausencia de la Gracia de Dios y la unidad dentro de los propios cristianos. En esto último, el gran responsable de esta realidad son los liderazgos que han usurpado la autoridad de Cristo dentro de su Cuerpo, en vez de unir han proliferado la desunión, en vez de enseñar han implantado  un sistema donde la gran mayoría de los creyentes son incultos e iletrados de la Palabra de Dios, como consecuencia han debilitado los púlpitos para poder gobernar sin tropiezo. Una de las medidas que debe tomar la genuina Iglesia de Dios en Cristo Jesús es fortalecer el “púlpito” a través de hombres y mujeres que tienen la Gracia de Dios para compartir el Evangelio comisionado por el Maestro y la capacitación del Espíritu Santo.
El elemento esencial para esta labor son los llamados “Predicadores” o “Mensajeros de la Palabra”, los cuales deben estar aptos espiritualmente para cumplir su labor con dignidad con el solo propósito de cumplir la comisión entregada a la Iglesia.
Debemos tener presente que “Predicar” es anunciar, proclamar, llevar, compartir las buenas noticias de salvación, la cual debe ser guiada por el Espíritu Santo.
El Predicador debe tener presente en todo momento el ejemplo del apóstol Pablo, quien les anuncio el plan secreto de Dios a los Corintos, sin usar palabras elevadas ni de gran sabiduría; mientras estuvo con ellos se olvidó de todo, excepto de Jesucristo e hizo énfasis en su muerte en la cruz; no utilizo palabras astutas como las que se usan para convencer o manipular a la gente al anunciar el mensaje; reconoció que fue el Espíritu Santo quien con poder demostró que lo que les dijo era verdad con el propósito que la fe de los corintos convertidos se apoyaran en el poder de Dios y no en la sabiduría humana. Este ejemplo, nos enseña que el Predicador debe apoyarse en el conocimiento de las Escrituras, en el poder del Espíritu Santo y en el temor de Dios.
La Palabra de Dios, no debe ser interpretada ni enseñada de acuerdo con estratagema ni intereses humanos, ya sea, por desconocimiento u omisión o adulteración de ella. ¿quiénes son los responsables de transmitir la Palabra? Aquellos que han efectuado su profesión de fe, cumplen con la voluntad de Dios, creen en las verdades reveladas y enseñadas por la Iglesia, conocen el fundamento apostólico, se mantienen firmes, sin fluctuar en el camino trazado por Jesús, dispuesto a transmitir el mensaje  de salvación ordenado por el Maestro.
Es deber y obligación de la Iglesia de instruir que es Dios quien tiene que hablar a través de la Predicación y crear todos los medios necesarios para que el conocimiento, el desarrollo y la capacitación del ministerio de la Palabra alcance la eficacia que Dios requiere. La gente que vive sin la Palabra de Dios, aunque se congregue, son como tamo que arrebata el mundo, es por eso, que el Heraldo de Dios debe tener como primer requisito ser un convertido y consagrado a Dios; debe haber sido preparado en forma bíblica y haber sido capacitado sobre la composición, reglas de elaboración, contenidos, estilos, y correcta predicación, con la finalidad de que llegue a ser un Predicador de la Palabra eficaz.
Uno de los deberes del Predicador es efectuar con gran exactitud y precisión una interpretación de acuerdo a lo que inspiro el Espíritu Santo y comunicar con fidelidad el mensaje basado en las Sagradas Escrituras y en las enseñanzas de Jesucristo; uno de los principios fundamentales es no alterar o adulterar el contenido del mensaje, con la finalidad de mantener rigurosamente el mandato del Maestro de Galilea “de enseñar que guarden todas las cosas que él mando”, debido que la calidad de los seguidores de Jesús depende de la calidad de la enseñanza que le ha sido transmitida.
Una predicación debe provocar un cumulo de sentimientos y estímulos los cuales deben converger en un encuentro personal con Dios, provocar Fe, vivir en obediencia al Eterno, estimular amor al prójimo y a realizar buenas obras de acuerdo con la voluntad de Dios.
Una predicación que no está basada íntegramente en la Palabra de Dios es vacía, conduce a la proclamación de un “evangelio diferente” o al anuncio de “otro evangelio”; los predicadores de Dios, no deben basar sus argumentos en lo dicho por Lutero, Calvino, Wesley, Barth, Bultmann, Tillich, Dietrich Bonhoeffer u otros, sino deben “Predicar de lo que enseñó Jesucristo”, primero, porque somos de Cristo, segundo, nuestras predicaciones deben ser “cristo céntrico”. El apóstol de los gentiles en su tiempo insto a no ser de Pablo, ni de Apolo, ni de Cefas, sino de Cristo.
El mensaje debe ser claro, entendible y sobre todo fiel a las Sagradas Escrituras, teniendo presente la necesidad de los oyentes que se encuentran presente: de ser evangelizado, de ser edificado y preparado para su ministerio. También tiene la finalidad de ser un medio   para presentar defensa de la fe ante falsas enseñanzas, las fabulas, los dogmas humanos.
Todos los que confíen en el Señor serán salvos, sin embargo, ¿cómo van a confiar en el Señor si no han oído hablar de él? ¿Y cómo van a oír de él si no hay quien les proclame el mensaje fiel y verdadero? ¿Y cómo van a transmitir el mensaje eficaz si no hay quien les haya enseñado con fidelidad a la Palabra de Dios? Qué hermosa son las palabras de los que proclaman las buenas noticias de salvación con fundamentado en la enseñanza del Maestro Jesús. La Enseñanzas de Jesús deben ser guardadas y transmitida con fidelidad.

Cuando los que se han consagrado a Dios para servir a su Iglesia comprendan que son Heraldos del Rey de reyes y Señor de señores, cumplan fielmente su labor, serán más eficaces en arrebatar almas a satanás y traerá consigo que habrá menos renegados dentro de la familia del Cuerpo de Cristo, o sea, que la puerta giratoria dentro de la iglesia se ira deteniendo porque todos estarán siendo fundamentados por la Predicación de la Palabra de Dios.
Juan Salgado Rioseco

Dios Santo y el Pecado (Parte VII)

El Servidor de Dios no debe quebrantar la Ley del Eterno y Santo para ser victorioso en la lucha contra el pecado. “ Ahora bien, ¿debe...