viernes, 25 de diciembre de 2015

Las Palabras de un servidor de Dios. (Parte I)


¿Qué tipo de palabra salen de tu boca?
 “Ninguna palabra torpe salga de vuestra boca, sino la que sea buena para edificación, para que dé gracia a los oyentes.” (Efesios 4:29. RV. 1909).
 “Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana.” (Santiago 1:26). 
La Biblia nos enseña que hay una relación estrecha entre las palabras que decimos y lo que nos sucede en la vida. Muchos de los acaecimientos son generados por las palabras que brotan de nuestra boca, provocando circunstancias positivas o situaciones funestas, con daños colaterales impredecibles. En tales circunstancias, es importante recordar las palabras del predicador de Israel “El que guarda su boca y su lengua, su alma guarda de angustias.” (Proverbios 21:23 RV 1960).
El hermano de nuestro Señor Jesús, Jacobo el primer dirigente de la iglesia de Jerusalén, nos deja una advertencia: “Todos fallamos mucho, pero el que no cometa errores en lo que dice ha llegado a la perfección y puede controlar todo su cuerpo. Nosotros ponemos el freno en la boca del caballo para que nos obedezca y así poder controlar todo su cuerpo. Con un pequeño timón los pilotos obligan a grandes barcos a ir a donde ellos quieren, aun en medio de fuertes vientos. De la misma manera, la lengua es una pequeña parte del cuerpo, pero presume de grandes cosas. Hasta un gran bosque puede incendiarse con una pequeña y débil llama de fuego. La lengua es como la chispa que prende el fuego. De todas las partes del cuerpo, la lengua es todo un mundo de maldad, contamina todo el cuerpo. La lengua incendia todo el curso de nuestra vida y sus llamas vienen del mismo infierno. Los hombres siempre han podido domar toda clase de animales salvajes, aves, reptiles y animales del mar. Pero ningún hombre puede domar su lengua. Es como un mal que no descansa y está llena de veneno mortal. Con la lengua bendecimos a nuestro Señor y Padre y con ella maldecimos a las personas que han sido creadas a imagen y semejanza de Dios.” (Santiago 3:2-9. Traducción parafraseada “Palabra de Dios para todos” {PDT}).
Podemos evidenciar lo que escribió el proverbistas  es vigente para todos los tiempos “La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos.” (Proverbios 18:21. RV 1960).  Con justa razón Pablo, el apóstol de los gentiles escribió: “No salga de vuestra boca ninguna palabra mala, sino sólo la que sea buena para edificación, según la necesidad del momento, para que imparta gracia a los que escuchan”. (Efesios 4:29. LBLA), y en su carta a la comunidad de Colosas les aconsejo “Que vuestra conversación sea siempre con gracia, sazonada como con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada persona.” (Colosenses 4:6. LBLA). Gran parte de los conflictos que enfrentamos en nuestro diario vivir, es fruto de nuestras palabras; algunas veces somos imprudentes, sin pensar o reflexionar, emitimos juicios contraproducentes incluso hacia nosotros mismos, sin medir  las consecuencias o los daños que trae consigo, o se pueden producir, omitiendo el consejo del salmista quien escribió “La boca del justo profiere sabiduría y su lengua habla rectitud.…” (Salmos 37:30,31).
El seguidor de Cristo, en especial los que están por eminencia, debe estar dispuesto a comportarse u obrar con responsabilidad ante los dichos de su boca; teniendo presente, al emitir palabras, la actitud o los pensamientos del salmista “Sean, pues, aceptables ante ti mis palabras y mis pensamientos, oh Señor, roca mía y redentor mío.” (Salmos 19:14 NVI). El caminante de la fe en Cristo debe en todo momento debe esforzarse “por promover todo lo que conduzca a la paz y a la mutua edificación.” (Romanos 14:19. NVI), para eso, debe tener la actitud permanente que tenía el profeta Isaías “El Señor omnipotente me ha concedido tener una lengua instruida, para sostener con mi palabra al fatigado. Todas las mañanas me despierta, y también me despierta el oído, para que escuche como los discípulos.” (Isaías 50:4. NVI), con el propósito de cimentar un carácter genuino de un servidor de Dios y poder decir con convicción “El Señor omnipotente me ha abierto los oídos, y no he sido rebelde ni me he vuelto atrás.”  (Isaías 50:5. NVI), además de sentir la satisfacción del proverbista “Es muy grato dar la respuesta adecuada, y más grato aun cuando es oportuna.” (Proverbios 15:23. NVI), por ese motivo, el predicador de Israel escribió “Llenas de gracia son las palabras de la boca del sabio, mientras que los labios del necio a él consumen.” (Eclesiastés 10:12. LBLA).
“La gente reconoce que el que piensa sabiamente es inteligente; convence mejor el que elige cuidadosamente sus palabras. La sabiduría trae verdadera vida a los que la aprecian, pero los tontos sólo aprenden a ser más tontos. Un hombre sabio siempre piensa antes de hablar; dice lo correcto y vale la pena escucharlo. Las palabras amables son como la miel: se aceptan con gusto y son buenas para la salud.” (Proverbios 16:21-24. PDT). Las palabras del adorador en Espíritu y verdad deben  ser como “…aguas profundas, arroyo de aguas vivas, fuente de sabiduría.” (Proverbios 18:4), en contraste con las palabras del necio que le traen grandes complicaciones, como está escrito en el libro de Proverbios: “Los labios del necio son causa de contienda; su boca incita a la riña. La boca del necio es su perdición; sus labios son para él una trampa mortal.” (Proverbios 18:6-8. NVI), por lo consiguiente, el siervo de Cristo Jesús, al emitir palabras deben hacerlo con un propósito conforme a la enseñanza bíblica, “Porque mi boca hablará verdad, Y la impiedad abominan mis labios.” (Proverbios 8:7).
Las palabras controlan nuestras vidas y nos guían por los senderos de la vida cotidiana,  nuestra forma de hablar  nos alimentará, determina la vida y la muerte, es por eso, que debemos erradicar nuestra mal manera de hablar, a veces descomedida, imprudente, no respetando los sentimientos y la vida de quienes lo rodean, poniéndolas constantemente en riego como consecuencia de nuestro accionar intempestivo y poco responsable; con un comportamiento no correcto como hijos de Dios, debiendo sufrir por no medir nuestras palabras. (Proverbios 18:20-21). Debemos ser prudentes, actuar con moderación, templanza, cautela y sensatez a la hora de actuar y el hablar. La Biblia dice: Todo hombre prudente procede con sabiduría; Mas el necio manifestará necedad.” (Proverbios 13:16).
El varón de Dios debe tener presente que  “la lengua que brinda consuelo es árbol de vida; la lengua insidiosa deprime el espíritu.”  (Proverbios 15:4  NVI), esto sucede porque el corazón del justo medita sus respuestas. (Proverbios 15:28), debido a que el justo de corazón es prudente, y la dulzura de sus palabras aumenta la persuasión; su entendimiento (Facultad de la mente que permite aprender, entender, razonar, tomar decisiones y formarse una idea determinada de la realidad. Capacidad de pensar y obrar con buen juicio, prudencia, reflexión, sensatez y responsabilidad.), es fuente de vida para él. Producto a que ha enseñado a su boca y tiene como habito añadir persuasión a sus labios. El resultado “Panal de miel son los dichos suaves; Suavidad al alma y medicina para los huesos.” (Proverbios 16:21-24). En contraposición el actuar del insensato, el proverbista se pregunta “¿De qué le sirve al necio poseer dinero? ¿Podrá adquirir sabiduría si le faltan sesos?” (Proverbios 17:16. NVI). 
Los seguidores de Jesucristo debemos ser consecuentes (Que actúa en consecuencia con sus ideas o con lo que expresa.) con nuestra fe, y coherente en nuestra manera de vivir las enseñanzas de Jesús con nuestras labores diarias: “En toda labor hay fruto; Mas las vanas palabras de los labios empobrecen.” (Proverbios 14:23). La Palabra de Dios nos enseña que a veces es necesario guardar silencio que hablar. (Proverbios 30:32). En las muchas palabras, la transgresión es inevitable, más el que refrena sus labios es prudente. La lengua del justo es plata escogida, pero el corazón de los impíos es poca cosa. Los labios del justo apacientan a muchos, pero los necios mueren por falta de entendimiento.” (Proverbios 10:19-21. LBLA). 
“Unos callan y parecen sabios, a y otros, de tanto hablar, se hacen odiosos. Unos callan porque no saben qué decir, y otros callan esperando el momento oportuno. El sabio guarda silencio hasta el momento preciso, pero el necio es inoportuno. El que habla demasiado se hace antipático, y el que abusa de su autoridad se hace odioso.” (Eclesiástico 20:5-8 {Libro deuterocanonico, llamado Libro de Sirácides}).
Hay que pedirle a Dios nos llene de sabiduría (Santiago 1:5), mansedumbre, templanza y amor, para que las palabras que salgan de nuestra boca sean de bendición, así evitar que nuestros dichos causen problemas o sufrimientos innecesarios. Nuestro paradigma debe ser siempre nuestro Maestro Jesús, quien dijo de sí mismo “Aprended de mí, que manso humilde de corazón”, (Mateo 11:29). Otro ejemplo lo tenemos del Predicador de Israel “Procuró el Predicador hallar palabras agradables, y escribir rectamente palabras de verdad. Las palabras de los sabios son como aguijones; y como clavos hincados son las de los maestros de las congregaciones, dadas por un Pastor.” (Eclesiastés 12:10-11). 


Juan Salgado Rioseco

No hay comentarios:

Dios Santo y el Pecado (Parte VII)

El Servidor de Dios no debe quebrantar la Ley del Eterno y Santo para ser victorioso en la lucha contra el pecado. “ Ahora bien, ¿debe...