¿Qué
tipo de palabra salen de tu boca?
“Ninguna palabra torpe salga de vuestra
boca, sino la que sea buena para edificación, para que dé gracia a los oyentes.” (Efesios 4:29. RV. 1909).
“Si
alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que
engaña su corazón, la religión del tal es vana.” (Santiago
1:26).
La Biblia nos enseña que hay una relación estrecha
entre las palabras que decimos y lo que nos sucede en la vida. Muchos de los
acaecimientos son generados por las palabras que brotan de nuestra boca,
provocando circunstancias positivas o situaciones funestas, con daños
colaterales impredecibles. En tales circunstancias, es importante recordar las
palabras del predicador de Israel “El que
guarda su boca y su lengua, su alma guarda de angustias.” (Proverbios 21:23 RV 1960).
El hermano de nuestro Señor Jesús, Jacobo el primer
dirigente de la iglesia de Jerusalén, nos deja una advertencia: “Todos fallamos mucho, pero el que no cometa
errores en lo que dice ha llegado a la perfección y puede controlar todo su
cuerpo. Nosotros ponemos el freno en la boca del caballo para que nos obedezca
y así poder controlar todo su cuerpo. Con un pequeño timón los pilotos obligan
a grandes barcos a ir a donde ellos quieren, aun en medio de fuertes vientos.
De la misma manera, la lengua es una pequeña parte del cuerpo, pero presume de
grandes cosas. Hasta un gran bosque puede incendiarse con una pequeña y débil
llama de fuego. La lengua es como la chispa que prende el fuego. De todas las
partes del cuerpo, la lengua es todo un mundo de maldad, contamina todo el
cuerpo. La lengua incendia todo el curso de nuestra vida y sus llamas vienen
del mismo infierno. Los hombres siempre han podido domar toda clase de animales
salvajes, aves, reptiles y animales del mar. Pero ningún hombre puede domar su
lengua. Es como un mal que no descansa y está llena de veneno mortal. Con la
lengua bendecimos a nuestro Señor y Padre y con ella maldecimos a las personas
que han sido creadas a imagen y semejanza de Dios.” (Santiago 3:2-9. Traducción
parafraseada “Palabra de Dios para todos” {PDT}).
Podemos evidenciar lo que escribió el proverbistas es vigente para todos los tiempos “La muerte y la vida están en poder de la
lengua, y el que la ama comerá de sus frutos.” (Proverbios 18:21. RV 1960). Con justa razón Pablo, el apóstol de los
gentiles escribió: “No salga de vuestra
boca ninguna palabra mala, sino sólo la que sea buena para edificación, según
la necesidad del momento, para que imparta gracia a los que escuchan”. (Efesios
4:29. LBLA), y en su carta a la comunidad de Colosas les aconsejo “Que vuestra conversación sea siempre con
gracia, sazonada como con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada
persona.” (Colosenses 4:6. LBLA). Gran parte de los conflictos que
enfrentamos en nuestro diario vivir, es fruto de nuestras palabras; algunas
veces somos imprudentes, sin pensar o reflexionar, emitimos juicios
contraproducentes incluso hacia nosotros mismos, sin medir las consecuencias o los daños que trae
consigo, o se pueden producir, omitiendo el consejo del salmista quien escribió
“La boca del justo profiere sabiduría y
su lengua habla rectitud.…” (Salmos 37:30,31).
El seguidor de Cristo, en especial los que están por
eminencia, debe estar dispuesto a comportarse u obrar con responsabilidad ante los
dichos de su boca; teniendo presente, al emitir palabras, la actitud o los
pensamientos del salmista “Sean, pues,
aceptables ante ti mis palabras y mis pensamientos, oh Señor, roca mía y
redentor mío.” (Salmos 19:14 NVI). El caminante de la fe en Cristo debe en
todo momento debe esforzarse “por
promover todo lo que conduzca a la paz y a la mutua edificación.” (Romanos
14:19. NVI), para eso, debe tener la actitud permanente que tenía el profeta
Isaías “El Señor omnipotente me ha concedido
tener una lengua instruida, para sostener con mi palabra al fatigado. Todas las
mañanas me despierta, y también me despierta el oído, para que escuche como los
discípulos.” (Isaías 50:4. NVI), con el propósito de cimentar un carácter
genuino de un servidor de Dios y poder decir con convicción “El Señor
omnipotente me ha abierto los oídos, y no he sido rebelde ni me he vuelto
atrás.” (Isaías 50:5. NVI), además de
sentir la satisfacción del proverbista “Es
muy grato dar la respuesta adecuada, y más grato aun cuando es oportuna.” (Proverbios
15:23. NVI), por ese motivo, el predicador de Israel escribió “Llenas de gracia son las palabras de la
boca del sabio, mientras que los labios del necio a él consumen.” (Eclesiastés
10:12. LBLA).
“La gente reconoce que el que piensa
sabiamente es inteligente; convence mejor el que elige cuidadosamente sus
palabras. La sabiduría trae verdadera vida a los que la aprecian, pero los
tontos sólo aprenden a ser más tontos. Un hombre sabio siempre piensa antes de
hablar; dice lo correcto y vale la pena escucharlo. Las palabras amables son
como la miel: se aceptan con gusto y son buenas para la salud.” (Proverbios 16:21-24. PDT). Las palabras del adorador
en Espíritu y verdad deben ser como “…aguas profundas, arroyo de aguas vivas,
fuente de sabiduría.” (Proverbios 18:4), en contraste con las palabras del
necio que le traen grandes complicaciones, como está escrito en el libro de
Proverbios: “Los labios del necio son
causa de contienda; su boca incita a la riña. La boca del necio es su
perdición; sus labios son para él una trampa mortal.” (Proverbios 18:6-8.
NVI), por lo consiguiente, el siervo de Cristo Jesús, al emitir palabras deben
hacerlo con un propósito conforme a la enseñanza bíblica, “Porque mi boca hablará verdad, Y la impiedad abominan mis labios.” (Proverbios
8:7).
Las palabras controlan nuestras vidas y nos guían por
los senderos de la vida cotidiana, nuestra forma de hablar nos alimentará, determina la vida y la muerte,
es por eso, que debemos erradicar nuestra mal manera de hablar, a veces
descomedida, imprudente, no respetando los sentimientos y la vida de quienes lo
rodean, poniéndolas constantemente en riego como consecuencia de nuestro accionar
intempestivo y poco responsable; con un comportamiento no correcto como hijos
de Dios, debiendo sufrir por no medir nuestras palabras. (Proverbios 18:20-21).
Debemos ser prudentes, actuar con moderación, templanza, cautela y sensatez a
la hora de actuar y el hablar. La Biblia dice: “Todo
hombre prudente procede con sabiduría; Mas el necio manifestará necedad.” (Proverbios 13:16).
El varón de Dios debe tener presente que “la lengua que brinda consuelo es árbol de
vida; la lengua insidiosa deprime el espíritu.” (Proverbios 15:4 NVI), esto sucede porque el corazón del justo
medita sus respuestas. (Proverbios 15:28), debido a que el justo de corazón es prudente,
y la dulzura de sus palabras aumenta la persuasión; su entendimiento (Facultad
de la mente que permite aprender, entender, razonar, tomar decisiones y
formarse una idea determinada de la realidad. Capacidad de pensar y obrar con
buen juicio, prudencia, reflexión, sensatez y responsabilidad.), es fuente de
vida para él. Producto a que ha enseñado a su boca y tiene como habito añadir
persuasión a sus labios. El resultado “Panal
de miel son los dichos suaves; Suavidad al alma y medicina para los huesos.” (Proverbios
16:21-24). En contraposición el actuar del insensato, el proverbista se
pregunta “¿De qué le sirve al necio
poseer dinero? ¿Podrá adquirir sabiduría si le faltan sesos?” (Proverbios
17:16. NVI).
Los seguidores de Jesucristo debemos ser consecuentes
(Que actúa en consecuencia con sus ideas o con lo que expresa.) con nuestra fe,
y coherente en nuestra manera de vivir las enseñanzas de Jesús con nuestras
labores diarias: “En toda labor hay
fruto; Mas las vanas palabras de los labios empobrecen.” (Proverbios 14:23).
La Palabra de Dios nos enseña que a veces es necesario guardar silencio que
hablar. (Proverbios 30:32). “En las muchas
palabras, la transgresión es inevitable, más el que refrena sus labios es
prudente. La lengua del justo es plata escogida, pero el corazón de los impíos
es poca cosa. Los labios del justo apacientan a muchos, pero los necios mueren
por falta de entendimiento.” (Proverbios
10:19-21. LBLA).
“Unos callan y parecen sabios, a y
otros, de tanto hablar, se hacen odiosos. Unos callan porque no saben qué
decir, y otros callan esperando el momento oportuno. El sabio guarda silencio
hasta el momento preciso, pero el necio es inoportuno. El que habla demasiado
se hace antipático, y el que abusa de su autoridad se hace odioso.” (Eclesiástico 20:5-8 {Libro deuterocanonico, llamado
Libro de Sirácides}).
Hay que pedirle a Dios nos llene de sabiduría
(Santiago 1:5), mansedumbre, templanza y amor, para que las palabras que salgan
de nuestra boca sean de bendición, así evitar que nuestros dichos causen
problemas o sufrimientos innecesarios. Nuestro paradigma debe ser siempre
nuestro Maestro Jesús, quien dijo de sí mismo “Aprended de mí, que manso
humilde de corazón”, (Mateo 11:29). Otro ejemplo lo tenemos del Predicador de Israel
“Procuró el Predicador hallar palabras
agradables, y escribir rectamente palabras de verdad. Las palabras de los
sabios son como aguijones; y como clavos hincados son las de los maestros de
las congregaciones, dadas por un Pastor.” (Eclesiastés 12:10-11).
Juan Salgado Rioseco
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