La Iglesia de Dios en Cristo Jesús. (Parte X)
La Iglesia: La Mujer, el literalismo bíblico y la tradición.
La Iglesia: La Mujer, el literalismo bíblico y la tradición.
Existe un fenómeno de discriminación entre la relación hombre
mujer en diferentes comunidades o credos cristianos, muy acrecentado en el sector ortodoxo, o clásico del movimiento pentecostal, esta segregación femenina tiene como base algunos versículos
de las cartas de Pablo, para muchos el líder indiscutido en la propagación del
evangelio de Jesús, el gran emancipador de las normas retrogradas de su tiempo,
para otros el opresor de las mujeres, machistas e intransigente en muchos
aspectos.
Estamos obligados en la actualidad tomar como base los versículos
Paulinos para disminuir los derechos de las creyentes femeninas e implementar
normas o reglas que menoscaben su dignidad, tomando en cuenta que uno de los
principios fundamentales enseñados en las diferentes comunidades es “para Dios no hay acepción de personas.”,
que grado de injusticia cometamos con este tipo de actitud. (Col. 3:25)
¿Es ético seguir literalmente los consejos de Pablo con respecto a
la mujer?, en una sociedad moderna donde los gritos libertarios de justicia,
igualdad y equidad son el pregón de cada día, ¿es bíblico y justo el accionar
de estas comunidades cristianas?, como primicia tenemos que nuestro código
moral se desprende de las enseñanzas de Jesús, cualquiera actitud contraria a
los principios éticos enseñados por el Maestro es inmoral, cualquiera
imposición de normas que se quieran establecer deben sujetarse a los
fundamentos del cristianismo. En este caso particular el ejemplo de Jesús en su
relación con las mujeres nos enseña cual debe ser la actitud que debe tomar el
creyente al respecto, en el diario convivir de las respectivas Iglesias.
Pero la realidad difiere de los principios de Jesús, encontramos
una contradicción entre su pensamiento y la de los creyentes: Él rompe el
esquema tradicional que hasta ese momento sostenía la sociedad judía, en
especial la de los maestros de ley; los creyentes hombres imponen la tradición,
sus costumbres, sus pensamientos, prima su cultura ante del ejemplo dado por el
mismo maestro; sus lideres o maestros obligan con sus dogmas, en ciertas
circunstancias, al oprobio a este gran número de creyentes por tan solo ser
mujer. Somos discípulos de Jesús, pero no estamos siendo guiados por los
principios por él enseñado.
El gran pronunciamiento de Paulino escrito en Gálatas 3:28: “Ya no
hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque
todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.”, es la gran proclama de igualdad y justicia en una época don de la
discriminación entre los sexos era aberrante a los ojos de Dios. Esto nos
reafirma que para Dios no hay acepción de personas, todas están en estado de
igualdad y derecho ante la presencia de él. Con esta fórmula Pablo insiste en
que la Ley está superada; el rito de iniciación en la iglesia ya no es la
circuncisión (en que sí hay distinción entre hombre y mujer). Esta libertad de
acceso continúa la práctica histórica de Jesús conservada en los Evangelios,
que dibujan un cuadro de plena amistad con toda clase de mujer, inclusive con
prostitutas (Lc 7:36–50).
Pero
que sucede en los escritos Paulinos, pareciera una contradicción con otros
pasajes, o sale a relucir el machismo de la cultura judía de Pablo, o el apóstol está obligado
por las circunstancias a ceder algo de este principio revolucionario en un bien
común mayor para las nuevas comunidades de acuerdo a las costumbres y
tradiciones de donde se estaban estableciendo.
En 1 Co.14:34, 35
escribe Pablo “vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no
les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice. Y
si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos; porque es indecoroso
que una mujer hable en la congregación.”, nos encontramos con una de
las prohibiciones tajante, que contradicen todo lo que pensamiento paulino
inicial que venía esgrimiendo: “en Cristo
no hay varón ni mujer” (Gál. 3:28),
¿Cómo conciliar estos versículos con los diferentes pasajes donde la mujer
gozan de una libertad? Cómo interpretar estos pasajes con el texto 11:5, donde
el apóstol Pablo privilegia a la mujer respecto a orar y profetizar en público,
cuando esto último está de acuerdo con la declaración de Pedro en Hch. 2:17-18,
cuando cita al profeta Joel, siendo unas las declaraciones más importantes al
inicio del cristianismo primitivo.
Como interpretar el párrafo de 1 Ti. 2:11, 12 “La
mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer
enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio.”, a la luz de Romanos cap. 16 donde saluda y
agradece la labor ardua que han tenido varias mujeres: Priscila, María, Junias,
a Pérsida, Trifena y a Trifosa, o con lo acaecido en Efeso con Apolos
(Hch.18:26). En Fil. 4:2-3 Pablo menciona a Evodia y Sintique, “... combatieron juntamente conmigo
en el evangelio...”,
Pablo no las denomina ayudantes, sino mis colaboradoras, “synergoi”, utiliza el mismo lenguaje para designar a sus
colaboradores femeninos y masculinos, indicando que la ayuda de la mujer en el
ministerio de Pablo fue de un gran valor, en un trabajo hasta agotarse. ¿Qué motiva a Pablo a cambiar de actitud?, ¿bajo que normas morales se
rige para irrumpir bruscamente con un pensamiento opuesto a su gran proclama?,
tenemos primero que analizar cuales son las condiciones que presionan a Pablo
para tomar tal actitud y la prioridades que tiene en el momento de escribir
cada párrafo mencionado. La mayor preocupación de Pablo era alcanzar al máximo
de personas para el evangelio, no mirando sus nacionalidades o cultura, para él
el tiempo era vital, su obsesionado pensamiento de que la segunda venida de
Cristo era pronto, le hizo actuar con impulsividad, y muchas de las tendencias
igualitarias entre ambos sexos no eran apropiadas en ciertas regiones, tanto en
la vida interna de la comunidades, como con su relación externa con los
gentiles no convertidos. Pablo tuvo que ceder en beneficio a la evangelización,
solicitandoles a las creyentes mujeres adaptación a su medio, para que no
interfirieran con sus planes de
expansión de la obra de Jesús.
Analizando las situaciones específicas de
cada iglesia instaurada por el apóstol Pablo, se puede entender las presiones a
las que estaba sujeto y sus actitudes cuando se le relaciona con su estrategia
pastoral, con su forma de implantar iglesias y de relacionarse con la sociedad
del Imperio, a la vez en el escrupuloso cuidado que hacía sobre la iglesias
establecidas por él. El apóstol Pablo con su visión de cristianismo universal,
radicaliza en su tiempo la posición de la mujer y sus alternativas de
desarrollarse a igualdad de condiciones con el hombre. Pablo plantea en las
nuevas comunidades, la igualdad de los sexos y admite funciones de liderazgo a
las mujeres, pero a la vez enfrenta la crítica interna de los grupos
conservadores, y externa de una sociedad patriarcal que ve poner en peligro las
costumbres y tradiciones, a lo cual Pablo pide a las creyentes mujeres
prudencia y que no hagan ostentación de su libertad con un comportamiento
externo que plantea graves problemas a la comunidad en su vida interna y su
relación con la sociedad, solicitando flexibilidad y sumisión a determinadas
normas patriarcales. Pero a la vez discierne sobre los peligros que aquejan a
las incipientes comunidades, en especial de las herejías que circulaban en ese tiempo
al cual muchas mujeres retransmitían (2 Ti. 3:6), lo cual con ímpetu
característico de Pablo (Hch.15:38, 39; Gá 2:11-13) defiende con su llamado de
atención en 1 Ti. 2:11-15, no podemos tomar como regla generalizada está
situación, sería inapropiado imponer una norma moral de conducta de un suceso
correctivo para esa comunidad en particular e implantarlo en las comunidades de
las sociedades actuales.
Teniendo en vista las prioridades inmediatas de Pablo,
podemos deducir la temporalidad de sus consejos y el alcance local de ellos,
por lo tanto, tomar los escritos de Pablo como principios eternos o
mandamientos perennes, nos puede llevar a errar el camino y extraviarnos de la
senda de las enseñanzas de Jesús, lo que nos lleva a una segunda deducción, que
el literalismo actual basado en los versículos paulinos que nos llevan al
menoscabo de la mujer es indigno para los tiempos actuales y la cultura social
moderna. El gran pronunciamiento de Paulo sigue vigente con toda propiedad “no
hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.”, (Gá. 3:28), con el alcance que solo las
escrituras sagradas le dan donde “para
Dios no hay acepción de personas”.
El mover de Pablo
era poder alcanzar con el evangelio a todas las naciones, etnias, estratos sociales,
con igualdad de derechos entre ambos sexos, sin ninguna restricción, fue su
bandera de lucha especialmente en el concilio del año 50 en Jerusalén, los
actuales cristianos no tenemos el derecho moral de tomar aquellos versículos
discordantes con la analogía del pensamiento paulino para hacer doctrina o
imponer normas que reduzcan a un trato discriminatorio a las creyentes
femeninas. Nuestras conciencias morales deben estar relacionadas en el buen
discernimiento para poder trazar bien la palabra de Dios, y actuar conforme al
conocimiento bíblico idóneo, en vez de menoscabar la digna de nuestro prójimo
femenino, debemos ayudarle en oportunidades para que crezca y se desarrolle en
su ministerio al cual Dios la ha llamado. Solo Dios tiene la autoridad de
restringir cada creyente su ministerio, solo Dios puede imponer normas.
En el concepto
machista patriarcal, el hombre era un déspota y la mujer un objeto más de sus
enseres, en la mutualidad de la enseñanza de Cristo, cada uno se complementa en
el otro, en Cristo son una sola carne, en Dios no hay acepción de personas.
El problema de la posición de la mujer en las distintas y
diferentes iglesias actuales no se puede
solucionar, siguiendo literalismo del ambiguo pensamiento Paulino de las cartas
pastorales, se debe tener en cuenta la analogía de las Escrituras, y tener
presente la actitud de Jesús y la de Pablo hacia las mujeres.
Mediante una minuciosa reconstrucción teológica y exegética, las
mujeres deben penetrar una vez más el escenario central que ocupaban en la
historia temprana del cristianismo. (H. M. C. Nuevo Diccionario de Teología. p.
926.)
Debemos respetar los parámetros bíblicos al respecto:
1.
La igualdad del hombre y de
la mujer en Cristo (Gá. 3:28).
2.
Como la diferenciación del
hombre y de la mujer, tomar en cuenta las costumbres, cultura y tradiciones del
lugar donde esta establecida una comunidad local.
3.
La unidad del cuerpo de
Cristo es un factor importante, el apóstol Pablo le dedica más espacio que a
ninguna otra directriz (Ro. 12:5; 14:9; 1 Co. 1:10; Gá. 3:28; Ef. 2:14; 4:3;
Fil. 2:1-4; Col 3:12-15...).
Los litigios por dogmas instaurados por tradiciones culturales no
deben poner en riesgo la unidad, los conservadores deben reconocer los cambios,
el cristianismo mismo revolucionó la sociedad en sus inicios, produjo cambios
impensables para su época, nadie en la actualidad se preocupa que Pablo dijo
para su época “no hay esclavo ni libre”, condición
que ha sido abolida en las mayorías de las sociedades modernas. Lo liberales
deben acatar las condiciones imperantes en las mayorías para no producir
cambios que deriven en un cisma en las comunidades.
4.
La complementariedad de los
sexos debe ser una vía adecuada en el trabajo de las iglesias locales, debido
que tanto el hombre como la mujer son seres individuales, con sus
características propias de cada sexo y persona. Con una visión distinta para
enfocar los problemas.
5.
La libertad de la mujer en
Cristo siempre debe mantenerse suficientemente a la vanguardia de un tiempo y
una cultura particulares para poder seguirle llamando “liberación” y, sin
embargo, no tocando y alterando ese contexto a la luz del diseño de la
consumación.
La complejidad de la época del cristianismo
primitivo les hizo actuar y tomar posiciones a veces antagónicas a la
posición de Jesús, como lo demuestra el
proceso de canonización tanto de las Cartas Pastorales como el evangelio de
Marcos. No es posible admitir ambas tradiciones y su unidad eventual, sin
reconocer la tensión existente entre ellas, no es posible obviar el proceso que
impuso la institucionalización y la patriarcalización de la Iglesia, en
desmedro de los grupos disidentes de la época, en especial la posición de la
mujer
“La Iglesia está llamada
contribuir en la promoción humana y cristiana de la mujer ayudándole así a
salir de situaciones de marginación en que puede encontrarse y capacitándole
para su misión en la comunidad eclesial y del mundo.” (Mifsud, Tony. Op. Cit.
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El Espíritu de Dios es un Espíritu de verdad. Él quiere guiarnos en los caminos de rectitud, para la gloria del Señor Jesús y para nuestra libertad.
El Espíritu de Dios es un Espíritu de verdad. Él quiere guiarnos en los caminos de rectitud, para la gloria del Señor Jesús y para nuestra libertad.
1 comentario:
vaya!! este tema para mi es frustrante, porque por mas que quiera creer que la biblia no se contradice para mi si es contradictorio e indignante esta afirmacion de Pablo, peor aun cuando pablo termina diciendo que la mujer se salvara engendrando hijos.
Aunque esto se quiera colocar como un asunto cultural, lo cierto es que pablo lo ordena sin referencias a la cultura, sino que simplemete se tira con todo a la proivicion a la participacion de la mujer en el desaroyo o la administracion del culto,al grado de mandarla a cayar sin reparo.
negar este problema donde por una parte habla de igualdad y luego relegar a la mujer al silencio, seria como caer en el mal de muchos: tratar de tapar el sol con un dedo.
esto me entristese, porque no lo concibo, hasta este momento no lo entiendo.
aunque no me guste la balanza biblica la veo hacia la proivision en detrimento de la mujer, pues aunque ante Dios seamos iguales no podemos negar que Dios mismo a todo nivel politico, empresarial, religioso, designa diferentes posiciones de autoridad:
presidente en deprimento del visepresidente.
reyes en deprimento del pueblo.
jefe en deprimento del trabajador.
y como decia cantinflas: A SUS ORDENES JEFE. nos guste o no asi es la vida diaria: el que manda y el que obedese....!!!!!!
en lo personal creo que lo mejor es buscar siempre el balanse, recordando que ante Dios todos somos iguales pero respetando siempre que el varon debe tener prioridad, de acuerdo al regimen establecido por la escritura biblica para llevar un orden social adecuado segun Dios.
detalle: CUANDO NO HAY HOMBRES ADECUADOS ES MEJOR UNA MUJER IDONEA; para esto recuerden el ejemplo de Débora (Jueses 4:...) ademas: si ustedes no hablan las piedras hablaran (Lucas 19: 40).
ahora bien si las simples piedras Dios las podria usar para hablar cuando mas a una mujer que ha sido hecha a imagen y semejanza de Dios igual que el varon.
vuelvo y digo: hay que buscar el balanse biblico.
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