a. Origen.
La expresión "estado
intermedio", no se encuentra en la Biblia, pero tradicionalmente se
refiere a la condición de la humanidad entre la muerte y la resurrección. Y
surge de las interrogantes que suele hacerse el hombre con respecto: ¿que hay después de la muerte?, ¿a dónde van
los espíritus de los difuntos?, ¿todos estaremos en mismo lugar?, ¿existe
diferencias entre los creyentes y los incrédulos?, etc.
Hay ambigüedad en la Escritura y en la tradición cristiana
sobre la relación entre el destino de un cristiano al morir y en el juicio
final y la resurrección. Algunos sostienen que entre la muerte y la
resurrección un creyente está en el cielo con Cristo en una forma incorpórea
(tal vez éste es el significado de 2 Co. 5:1-8). Aquí (como en otros lugares)
la Escritura parece describir lo que está más allá de nuestra experiencia en
términos de las limitaciones de nuestra experiencia de distinciones temporales.
(Ap. 6:10). Sin embargo, al morir una persona pasa fuera de las limitaciones
del tiempo. Desde sus perspectivas (y la de Dios) puede no haber conciencia de
una "intermedio"; puede pasar por la muerte a la resurrección en la
presencia de Dios con todo su pueblo.
Aunque la Biblia no da muchos detalles, enseña que hay un
período intermedio, para los incrédulos, es un estado de angustia y tormento en
el Hades (Luc.16:23-25, 28; 2 Pe. 2:9), mientras esperan la resurrección y el
juicio final (Jn. 5:28, 29). Para el creyente, es un período durante el cual su
alma incorpórea, en comunión consciente con Cristo, espera recibir su cuerpo
resucitado.
b. Postulados.
Los términos "Seol" (Hebreo) y "Hades" (griego) se
refieren a la morada de los muertos, tanto malos como buenos en el período
intermedio (Dt. 32:22; Is. 14:9). Es un lugar de sombra (Job. 10:21,22). Hay
conciencia y sus habitantes reciben a los nuevos muertos que entran en el lugar
(Is. 14:9). Parece que los espíritus de los justos descansan (1 Sa. 28:15).
1.
Para los incrédulos, es un estado
de angustia y tormento en el Hades (Luc.16:23-25, 28; 2 Pe. 2:9) mientras
esperan la resurrección y el juicio final (Jn. 5:28, 29). Puesto que el juicio
divino se basa sobre una evaluación solamente de la vida de uno en la tierra
(Ro. 2:6; 2 Co. 5:10; 1 Pe. 1:17), el estado intermedio no ofrece una segunda
oportunidad para arrepentirse y aceptar el evangelio.
2.
Para el creyente, es un período
durante el cual su alma incorpórea, en comunión consciente con Cristo, espera
recibir su cuerpo resucitado. Alternativamente, si los creyentes reciben sus
cuerpos espirituales al morir, no hay laguna de incorporeidad entre la muerte y
el segundo advenimiento, y el estado intermedio denota en forma más general el
intervalo entre la muerte y la consumación de todas las cosas.
En cualquier caso, el estado es tan provisional como imperfecto (Ap.
6:9-11). El enfoque del NT no está sobre el estado penúltimo, provisional, del
creyente, sino sobre su destino final, es decir, el estado resucitado de
inmortalidad.
Aunque los creyente que han fallecido ya no están activos, ni conscientes
del mundo terrenal contemporáneo de tiempo y espacio (Is. 63:16), están
plenamente conscientes de su nuevo ambiente, porque no solamente están
"descansando de sus labores en un estado de satisfacción gozosa (He. 4:10;
Ap. 14:13) y seguros en las manos de Dios (Lc. 23:46; Hch. 7:59), sino que
están (literalmente) "en la presencia de Cristo (ver Fil. 1:23; 2 Co.
5:8), "viven para la gloria de Dios" (ver Lc. 20:38) y viven "en
espíritu según Dios" (1 Pe. 4:6).
c. Desarrollo.
A. A través
de la historia de la iglesia algunos cristianos han sostenido que entre la
muerte y la resurrección el espíritu incorpóreo del cristiano, o su
"hombre interior", queda en un estado de sueño en la presencia de
Cristo (psicopaniquismo, la doctrina del "sueño del alma"). Existen
varias objeciones a este concepto:
1. El verbo koimasthai,
usado por Pablo nueve veces y siempre refiriéndose a la muerte de los
cristianos, generalmente significa "dormirse". Sólo cuando se refiere
al sueño físico el verbo tiene que significar "estar dormido". Los
cristianos que mueren "se duermen", en que dejan de tener una
relación activa con el mundo actual. Si este eufemismo común para el acto de
morir tiene más implicaciones, significa que hay seguridad de un "despertar"
en la resurrección, no que el estado intermedio sea de inconsciencia o de
inimación suspendida.
2. Inmediatamente después de la muerte el
cristiano está "con" el Señor (meta,
Luc. 23:43; pros, 2 Co. 5:8; syn, Fil. 1:23), que se refiere a
comunión interpersonal activa, no una yuxtaposición espacial impasible.
3. Pablo prefiere (2 Co. 5:8) o desea (Fil. 1:23)
partir y estar en la presencia de Cristo. Difícilmente hubiera considerado un
descanso inconsciente como "mucho mejor" que la comunión consciente
con Cristo en la tierra.
4. Lucas 16:19-31 sugiere que en el estado
intermedio hay (cuando menos) una conciencia de circunstancia (vv.23, 24), el
recuerdo del pasado (vv.27, 28) y un pensamiento racional (v.30; Ap. 6:9-11).
B.
La doctrina del purgatorio,
defendida por las iglesias Católica Romana y Ortodoxa Griega, afirma que
durante el período entre la muerte y la resurrección las almas de los creyentes
que murieron en un estado de gracia eclesiástica, pero sin perfección
cristiana, experimentan sufrimiento penal y purificador de grado y duración
variable para expiar los pecados veniales y prepararlos para el cielo. Como lo
definieron los concilios de Florencia y de Trento, el purgatorio no es
solamente un lugar de purificación (la clase de estado intermedio entre la
muerte y la resurrección que aun algunos teólogos protestantes han concebido)
sino un lugar de castigo temporario, no eterno. Esta creencia está basada en
las Escrituras canónicas, pretendiendo basarse en pasajes neotestamentarios
tales como Lucas 12:59; 1 Co. 3:15; 5:5 y Judas 23, este concepto pasa por alto
la transición inminente del creyente al morir de su residencia en el cuerpo a
su residencia con el Señor ( Luc. 23:43; 2 Co. 5:6-8; Fil. 1:23) y la
bienaventuranza del estado del creyente muerto (Ap. 14:13), minimizando la
suficiencia del sacrificio único de Cristo para expiar todos los pecados
totalmente y para siempre (He. 1:3; 9:26; 10:12).
Es difícil
encontrar apoyo para ella en los primeros siglos de la historia eclesiástica.
Nunca ha sido aceptada por la Iglesia Oriental y en la Reforma fue también
rechazada por las iglesias reformadas del Occidente.
La idea del
purgatorio puede apelar fácilmente a una mentalidad legalista, que supone que
la salvación es por obras, que Dios determina su juicio sobre nosotros al poner
en equilibrio nuestras buenas obras en contra de las malas, y que se necesita
alguna provisión especial para aquellos en cuyo caso el balance es más o menos
equilibrado. Frecuentemente los rabinos judíos pensaban en estos términos. Sin
embargo, la doctrina definida del purgatorio es más sutil. Reconoce que la
salvación es por gracia, pero afirma que el pecador tiene que pagar una pena
temporal, aun cuando la pena eterna de sus pecados ha sido remitida por el
perdón. Si, mediante actos de penitencia ha pagado esa pena completamente en la
vida presente, al morir va, con los santos directamente al cielo; si es
impenitente, va derecho al infierno; pero si ha pagado la pena en parte, paga
el resto en el purgatorio.
Se puede
ayudar a las almas en el purgatorio y acortar el tiempo que pasan allí (según
se cree) por los actos de los que están vivos. Se pueden hacer oraciones y dar
limosnas por ellos, se puede ofrecer sacrificio propiciatorio de la misa por
ellos (como una misa de réquiem), y se pueden obtener indulgencias a favor de
ellos. En la práctica católica romana, la costumbre antigua de orar por los
fieles difuntos se ha transferido totalmente a la de orar por las almas en el
purgatorio. Las indulgencias se basan en la creencia de que la iglesia tiene derecho
de dispensar beneficios del "tesoro de méritos" acumulados por Cristo
y los santos. La venta de indulgencias por perdonadores autorizados fue una de
las causas que precipitaron la Reforma.
d. Conclusión de Estado
Intermedio.
Aunque los escritores inspirados
del Nuevo Testamento no dedican mucho espacio a este tema sino más bien al
destino glorioso del creyente, es decir la resurrección, nos indican que el
estado intermedio del justo es "muchísimo mejor" que la vida actual.
Ya no va al Seol o Hades.
1. Al morir, el creyente entra en la presencia del
Señor: "Quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al “(pros)"Señor" )2 Co. 5:8).
"Duermen" en Cristo" (1 Co. 15:17; 1 Tes. 4:13) en el sentido de
que no son conscientes de lo que ocurre en este mundo de tiempo y espacio. Sin
embargo, 23:43: "Te digo que hoy estarás conmigo" (met emon)" en el paraíso". Las
palabras griegas pros (2 Co. 5:8) y meta (Lc. 23:43) indican comunión
activa.
2. Están en el estado de satisfecho y gozoso
descanso: "Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en
el señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras
con ellos siguen" (Ap. 14:13).
3. Están en un estado de espera de la
resurrección: "Se les dieron vestiduras blancas, y se les dijo que
descansasen todavía un poco de tiempo..." (Ap. 6:11).
Juan Salgado Rioseco
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