Las denominaciones pentecostales de raíces nacionales de Chile, carecen de los medios financieros adecuados para sostener sus diferentes proyectos y ministerios, desde sus inicios el movimiento se identifico con las clases más desposeídas del país, lo que implico que sus líderes se sustrajeran de la necesidad de enseñar el principio de dar entre sus miembros. Esta inadecuada preparación de los creyentes, ha influenciado de aceptar fácilmente el pregón de dar y sus retribuciones de los movimientos llamados de la prosperidad, con el propósito de una solución fácil y demagógica utilizando las bendiciones de Dios.
En la década de los setenta en los E.E.U.U., tomó auge un
movimiento conocido como Movimiento de la Prosperidad, uniendo otros
movimientos a nivel internacional similares. Fomentando que Dios puede suplir
todas las necesidades del hombre, utilizando la consigna “si tu das al
movimiento, Dios te lo devolverá triplicado, quintuplicado o más”, el motivo de
dar es para recibir mucho más de lo que se da, alimentando la avaricia y el
deseo de enriquecerse en el servicio de Dios.
Considerando esta
postura, nos preguntamos si los dogmas doctrinales del Movimiento de la
Prosperidad, tienen fundamento Bíblico o son simplemente un movimiento que
distorsiona las Escrituras, para su provecho en pos de recibir jugosas
ofrendas. El objeto de este estudio, es
analizar algunos pasajes bíblicos y confrontarlos con los dogmas del Movimiento
de la Prosperidad, para que las denominaciones pentecostales que se encuentran
influenciadas o tienen simpatías, encuentre un fundamento para oponerse a dicho
movimiento y afirmen su conocimiento bíblico sobre la base de una
interpretación aceptada y correcta de la sagradas Escrituras.
Los proponentes de la prosperidad aseveran que Dios es rico y
desea que todos sus hijos sean ricos, de buena salud y felices. Estiman que la
pobreza es una maldición que proviene de la desobediencia a Dios (citan
frecuentemente a Gá. 3:13-14, 29). Los dogmas doctrinales que tienen en común
los integrantes del Movimiento de la Prosperidad son básicamente cuatro:
a.
Que Dios promete
prosperidad en lo material, riquezas y éxito a todo aquel que se una a su forma
particular de interpretar el cristianismo.
b.
Que la forma de adquirir
esta prosperidad es por medio de la fe.
c.
O por el uso de métodos
como confesar audiblemente ciertos versículos, visualizar en la mente cosas
materiales que se deseen y orar pidiéndolas a Dios. O también atar y reprender
espíritus que se supone impiden que vengan las riquezas.
d.
Un muy particular y
redituable principio es la enseñanza de que ofrendando grandes cantidades de
dinero a cualquiera de estos grupos, se promete que Dios lo devolverá, en forma
sobrenatural, multiplicado.
Estos son los
principios esenciales de los grupos que componen el Movimiento de la
Prosperidad, algunos difieren en otras enseñanzas. Cualquier conocedor serio de
las Sagradas Escrituras se da cuenta que la esencia del cristianismo ha sido
suplantada por un sistema de materialismo y egoísmo; por una forma de ofrendar
y retribuir contrario al principio de dar y recibir que no enseñó Jesucristo. A
Dios se le presenta como una fuente para obtener riquezas y éxito, fomentando y
manipulando la avaricia de los miembros, con el propósito de entregar más
dinero al movimiento y a sus líderes.
Los
propagadores de esta enseñanza son profesionales en utilizar pasajes como: Jn.
10:10; Stgo. 1:17; Fil. 4:19. Expertos en indicar bien la relación entre
sembrar y el cosechar (Lc. 6:38; 2 Co. 9:6-8; Mal. 3:10). Realmente las
Sagradas Escrituras nos enseña a dar y recibir, Dios ama al dador alegre y
suple nuestras necesidades, ¿dónde se encuentra la diferencia?, en exagerar los
beneficios materiales de dar, convirtiendo la fe en una fuente de negocios,
Pablo describe a este tipo de hombre como “corruptos
de entendimiento y privados de la verdad” (1 Ti. 6:5).
Con esta manera de actuar e interpretar la Biblia, el movimiento
de la Prosperidad se asemeja más a una secta. Sus enseñanzas que se debe
ofrendar por interés, tiene una contradicción con el principio de dar en forma
desinteresada como lo interpreta Pablo en 1 Co. 13:2, confundiendo lo
espiritual con lo material, omitiendo deliberadamente los escritos de la carta
de Gálatas, o el capitulo cuatro de Romanos donde se nos enseña que somos
herederos de la promesa a través de la justificación por la fe.
En sus enseñanzas esta la ausencia de los pasajes bíblicos contrarios
a su postura como la prosperidad es el resultado del duro trabajo (Prov.
6:9-11; 2 Tes. 3:10-12), del ahorro (Prov. 6:6-8), de la mesura (1 Tes.
4:11-12), y de la compasión con el pobre (Ef. 4:28), haciendo caso omiso de las
advertencias del propio Señor Jesús “No
hagáis tesoros en la tierra... porque donde esté vuestro tesoro, allí estará
también vuestro corazón” (Mt. 6:19-21). O la comparación que hace en la
parábola del sembrador (Mt.13:22).
Parece que este tipo de
personajes desconocen el texto de Pablo en 1 Ti. 6:3-10, nos debería llevar al
consenso de que el creyente embaucado por este tipo de doctrina, sigue una
doctrina errada referentes a los principios fundamentales de la piedad y de las
enseñanzas de Jesucristo. Por consecuencia, en vez de hacer prosperar a la
iglesia la perjudica, dañando la imagen y su transparencia. Tales creyentes
debieran tomar el consejo de Pablo: “Renunciamos
a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de
Dios, sino por la manifestación de la
verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios” (2 Co. 4:2)
Pablo nos escribe de la
gracia de dar (2 Co.8:7), conforme a lo que tengamos, porque primero está la
voluntad dispuesta, será aceptado según lo que uno tiene (8:11-12), como
propuso en su corazón: no con tristeza ni por obligación, porque Dios ama al,
dador alegre. (2 Co. 9:7), o sea., lo que damos al Señor debe ser
voluntariamente, según su deseo libre, sin ser manipulado o impuesto tras
objetivos de avaricia, ganancias deshonestas.
Analizando las enseñanzas oficiosas del movimiento de la Prosperidad,
podemos concluir que:
En la naturaleza de este comportamiento, la lectura de los textos
bíblicos afines a sus proposiciones los hace en sus propios términos,
manipulando la Biblia y algunos conceptos del cristianismo, lo que conlleva a
conducir a sus adherentes a una fe materialista y virtual aprovechamiento de
mentes ingenuas sin el conocimiento mínimo de la Palabra de Dios.
En la conducta de los creyentes, se dejan arrastrar por la debilidad
de sus caracteres, tratando de suplir sus necesidades en forma fácil, debido a
sus falencias o falta de oportunidades.
En el conocimiento bíblico, la falta de un fundamento sólido, que
pueda sustentar su fe bajo los principios correctos, que lo establezcan en
forma perenne en el camino de la voluntad genuina del Dios, a través de la
enseñanza de Jesús el Señor.
Tomando las mismas
palabras del apóstol Pablo “Por que lo
que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias
y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de
todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se
extraviaron de la fe...” (1 Timoteo 6:9-10).
O las palabras de
Jim, Bakker, el gran evangelista del evangelio de la prosperidad, en su libro “No tuve Razón”: “Yo había buscado textos sólo para comprobar mis creencias ... La
iglesia está en apuros ahora porque hemos sacado versículos de sus contexto y
edificado nuestra propia doctrina ... otro evangelio, otro Jesús y otro
espíritu.”
Nuevamente Pablo nos escribe: “Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no
andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la
manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de
Dios”. (2 Co.4:2)
La advertencia del
apóstol Pablo cobra actualidad: Mas si aun nosotros, o
un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos
anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo
repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea
anatema.” (Gálatas
1:8-9).
Algunas traducciones del
siguiente texto de 2 Corintios 2:17:
“Pues no somos como muchos, que medran
falsificando la palabra de Dios, sino que con sinceridad, como de parte de
Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo.” (RV 1960)
“Porque no somos como muchos que negocian por
lucro con la Palabra de Dios, sino como con sinceridad, más bien como de parte
de Dios, en presencia de Dios hablamos en Cristo.” (Biblia textual)
“Ya ven, no somos como
tantos charlatanes que predican para provecho personal. Nosotros predicamos la
palabra de Dios con sinceridad y con la autoridad de Cristo, sabiendo que Dios
nos observa.” (NTV)
“A diferencia de muchos,
nosotros no somos de los que trafican con la palabra de Dios. Más bien,
hablamos con sinceridad delante de él en Cristo, como enviados de Dios que
somos.” (NVI)
Saque usted sus propias
conclusiones: Servir a Dios con integridad, o buscando intereses mezquinos.
Juan Salgado Rioseco.
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