domingo, 25 de abril de 2010

¿Crisis de Fe o el accionar del viejo hombre?

Los últimos acontecimientos han estremecidos los más hondo del alma de la sociedad chilena: el quinto terremoto más grande del los últimos dos siglos; Tsunami que destruyó gran parte de la costa central del país; terremoto social, los saqueadores salieron de todos los estratos sociales; terremoto espiritual, de la masa vandálica, un gran número de ellos eran hombres, mujeres y jóvenes que asisten regularmente a comunidades evangélicas. Las excusas mas insensatas se han oído para justificar las acciones deplorables de los saqueos, robos, violencias sexuales, la más común “tengo que tener alimento para mis niños”, ¿hambruna a menos de 24 horas de ocurrido el terremoto?, algunas ciudades se transformaron en ghetos sus calles, para la defensa de las propiedades, donde aparecieron cualquier tipo de arma con el objeto de aplicar la ley del talión; para cada una de estas acciones encontramos una justificación, algunas argumentadas por una excelente semántica. El verdadero creyente “No puede justificar lo injustificable”.
Este cataclismo desnudo el alma de los chilenos, la falta de principios y valores morales, la falta de fe, la falta de conocimiento de la Palabra de Dios, la falta de un liderazgo integró y ético, nos llevaron a la vergüenza nacional.
Lo más doloroso de todo esto, que parte de esta masa sin control, participaron miembros de comunidades evangélicas, especialmente en la octava región, los que se han sentado en sillas de los escarnecedores; como testimonio de estos actos, en los patios de estos insensibles espirituales: están las despensas atiborradas de mercaderías, los carros de los supermercados saqueados o la nueva ropa, o el nuevo menaje a la vista de los ojos de los visitantes, como medalla olímpica del desgranamiento espiritual. Han profanado el templo de Dios con los actos de la carne, han vuelto a ser esclavos del pecado.
El alma de los creyentes genuinos, gime de dolor, pero nadie los puede intimidar. Hay que mantener la santidad del templo, hay que levantar la voz con autoridad moral y valentía, decir malo a lo malo, bueno a los que realmente es bueno de acuerdo al interés bíblico permanente y no influenciado por el acontecer del momento. Hay que limpiar el templo erradicando el pecado. Hay que purificar el templo, donde debe volver la santidad, el temor de Dios y más aun creerle a Dios.
¿Por qué es importante creerle a Dios? en las Escrituras encontramos que Dios avisa antes de tiempo, en el tiempo y fuera de tiempo los acontecimientos; Dios, especialmente en las diferentes comunidades evangélicas había advertido y prevenido estos acontecimientos y a través de sus instrumentos había ordenado de guardar víveres no perecibles, agua, artículos para tener luz, medicina para especialmente para los niños, porque vendría una gran catástrofe al país: terremoto, maremoto, escases de alimentos, epidemias, habría dinero pero no serviría, etc. Fueron lo mínimos los que obedecieron a la voz de Dios, un resto clamo por misericordia ante los hechos consumados, pero otros se sumaron a las huestes malignas para llevar un mendrugo de víveres a su hogar vendiendo su alma a Satanás, porque no le creyeron a Dios y no obedecieron a su santo Espíritu, el miedo al hambre y el aprovechamiento de las circunstancias pudo más que confiar en Dios.
Analizando los sucesos de este cataclismo y sus efectos desde el punto vista valórico cristiano: la falta de Temor, de fe, ignorancia de la Palabra de Dios, no tener lideres influyentes e idóneos conforme al corazón de Dios, el liberalismo humanista cristiano para justificar los hechos, y la falta oportuna de orientación ética cristiana, se dejaron ver en el accionar de aquellos que dicen servir a Dios, pero que se dejaron arrastrar por los agentes del mundo de las tinieblas, dejando no solo destrucción sino que un gran cataclismo espiritual en sus vidas.
El padre de las misericordias tenga compasión con la iglesia de hoy.
Juan Salgado Rioseco

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