lunes, 16 de abril de 2018

“COLABORADOR O UNA LABRANZA EN LA EDIFICACIÓN DE LA IGLESIA”.



“…sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad.” (1 Timoteo 3:15)
La RAE define como columna a “Persona o cosa que sirve de amparo, apoyo o protección.”, y baluarte se refiere como “a aquello que, en sentido figurado, sirve de amparo o defensa de algo”. Podemos definir que la casa de Dios, son los llamados y justificados del Dios viviente, que sirven para amparar, apoyar y proteger al sediento de la fe verdadera, además de defender la verdad de Cristo.
El término en la Biblia que se usa para referirse a la acción de desarrollar el crecimiento espiritual es "edificación”, en el sentido literal, esta palabra se emplea para describir un edificio (Mt. 24:1; Mr. 13:1,2). Edificación es la traducción española de la palabra griega "OIKODOME", esta palabra se compone de dos partes: “OIKOS”, una casa, y “DEMO”, construir. En el sentido figurado, la edificación se refiere a lo que promueve el crecimiento espiritual de la iglesia (Vines, vol. 2, p. 10), la cual es la casa de Dios.
El Nuevo Testamento nos enseña que el Señor Jesús prometió edificar su propia Iglesia con la promesa que ni las puertas del Sheol no podrían vencerla (Mt. 16:18); Él es el verdadero cimiento, Pedro mismo lo declaró que Jesús el Mesías era la Roca de fundamento, (1 Pe. 2:4-8), Pablo lo afirmaba categóricamente “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que ya está puesto, el cual es Jesús el Mesías” (1 Co. 3:11); profetizada cientos de años antes por Isaías “por tanto, Jehová el Señor dice así: He aquí que yo he puesto en Sion por fundamento una piedra, piedra probada, angular, preciosa, de cimiento estable; el que creyere, no se apresure.” (28:16).
Una de las acepciones de la palabra “cimiento” es “Principio u origen en que se asienta una cosa no material.” como sinónimo “fundamento, base, raíz, origen, principio”, podemos declarar que El Señor Jesús, el Mesías, es el cimiento de la Iglesia del Dios viviente.
Dios, el creador, es el constructor y el primer edificador de su pueblo por excelencia (He. 3:4), en el Sal. 127:1 dice: "Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vela la guardia."; El es el que da el crecimiento (1 Co. 3:7), los hombres y mujeres que han propuesto sus vidas para servirle solamente son simples colaboradores (1 Co. 3:9), a los cuales les ha encomendado la sobre edificación de su iglesia (1 Co. 3:10-15), por lo cual recibirán su recompensa conforme a su labor (3:8); “El mismo”, por su poder supremo, “él es quien dio” la forma de capacitación para equipar a los Santos de Dios para la obra de servicio que edifica al cuerpo del Mesías (Efesios 4:11-13); los miembros de este cuerpo son una comunidades de iguales donde no existe la acepción de personas, el apóstol Pablo así lo escribió “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.” (Ga. 3:28). “Porque, así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos.” (1 Co. 12:12-14). 
La Iglesia como “edificio” espiritual está en continua construcción, “…Vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo…” (1 Pe. 2:5), es un proceso continuo en el que toda la iglesia debe estar involucrada. Pablo, llamó a este proceso “el perfeccionamiento de los santos” (Ef. 4:12) “…A fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio…”, en el cual debemos tener cuidado como construimos (1 Co. 3:10b).
La Iglesia debe edificarse en la excelencia y la integridad, “debe llevar fruto en toda buena obra y crecer en el conocimiento de Dios”. (Col. 1:10); debe vivir en plena convicción de esta siendo edificado por Jesucristo (Mt. 16:18), como cumplimiento de una promesa divina (Is. 55:11), con un propósito glorioso (Ef. 5:25-27), por lo tanto, ninguno puede colocar otro fundamento, debido a que la base de todo ya está construida y nadie puede construir otra porque esa base es Jesucristo (1 Co. 3:11).

Colaborando en la edificación de la iglesia de Dios.
“Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios.” (1 Corintios 3:9).
El término usado por Pablo para colaboradores es “sunergos”. El prefijo “sun”, significa “juntamente”. Y “ergos”, es, de por sí, más importante pues se refiere a “la energía de Dios”. Así, para Pablo no solo hacemos con Dios, sino que lo hacemos animados y fortalecidos por la energía divina; es decir, movidos, fortalecidos y guiados por el poder de su Espíritu Santo. De “sunergos”, deriva la palabra “sinergia” que significa literalmente: acción de dos o más causas cuyo efecto es superior a la suma de los efectos individuales.
En la edificación de la iglesia de Dios en Cristo Jesús, en la cual todos los santos participan colaborando conforme al fortalecimiento de Dios, quien nos la razón, dirección y contenido a nuestra vida; la colaboración que realizamos debe hacerse “para edificación.” (1 Co. 14:26). Los colaboradores prestan su servicio en el campo de cultivo de Dios, en la construcción que pertenece a Dios. Por lo tanto, en el Cuerpo de Cristo, algunos son colaboradores y otros son simplemente labranza en el edificio de Dios.
El servicio de los colaboradores, es una obra común y mutua, en la que cada uno edifica al otro dándole su pleno valor en el edificio y recibiendo del otro ayuda y fuerza (Ro. 14:19; 15:2; 1 Ts. 5:11; Judas 20); utilizando el discernimiento de los carismas (1 Co. 14:12, 14-15), lo que implica que debemos permanecer “arraigados y edificado” en Cristo (Col. 2:6); el fuego probará el último día la calidad de los materiales empleados (1 Co. 3:12-15).
Es responsabilidad y deber de todos los “colaboradores santos” hacer realidad la comunión a través del amor fraternal y de trabajar en equipo en una tarea común, infundiendo en otros con el buen ejemplo, para edificar a la Iglesia (1 Ti. 3:7; 1 Co. 10:32), debido a que no son extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios (Ef. 2:19). Estos “santos” son llamados a seguir construyendo sobre una base sólida que fue edificada inicialmente por apóstoles, profetas y los padres de la Iglesia aun con su propia sangre, teniendo siempre presente que Cristo es la piedra angular de esta construcción, por lo tanto, en unión con El, el edificio completo y bien coordinado crece hacia el templo santo de morada en Dios, en el cual los “santos” llegan a formar parte de esa morada donde Dios vive mediante su Espíritu. (Ef. 2:20-21).
Los materiales que se utilizan en la edificación de la Iglesia de Dios en Cristo Jesús son: animación y edificación los unos a otros (1 Ts. 5:11); preocupación que ninguna palabra corrupta salga de nuestras bocas, sino la que sea buena para edificar según la necesidad, palabras que beneficien a aquellos que las oyen. (Ef. 4:29); obrar con justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo (Ro. 14:17-19); agradar a su prójimo en lo que es bueno, según lo que es para edificación, (Ro. 15:2); buscar anhelantemente los dones del Espíritu Santo, especialmente lo que edifique a la Iglesia.  (1 Co. 14:12).
Una labor primordial en la edificación de la iglesia, es mantener el “espíritu primigenio”, en la transmisión de la enseñanza de Jesucristo, enseñando a obedecer todo lo que Jesús ordenó (Mt. 28:20); discipular en los primeros rudimentos de la Palabra de Dios, la “leche espiritual pura” a los recién convertidos (1 Pe. 2:2); instruir a los fieles que sigan la verdad en amor (Ef. 4:15-16); instar que no sean perezosos ni flojos ni tardos para oír las cosas de Dios (He. 5:11), o serán personas inexpertas, que no podrán reconocer el bien (He. 5:13) y se podrán en una posición de peligro para ser arrastrado por estratagemas de hombre, como un barco a la deriva arrastrados por cualquier nueva enseñanza de quienes buscan engañarnos con sus trampas (Ef. 4:14).
La iglesia de Dios se edifica a través del conocimiento, este trabajo debe ser perseverante y constante hasta que estemos todos unidos en lo que creemos y conocemos acerca del Hijo de Dios. La edificación es especialmente necesaria a los nuevos conversos (Hch. 11:22-23, 26; 14:21-22), no olvidemos que somos edificados por la Palabra de Dios (Hch. 20:32) y por el amor (1 Co. 8:19). Nuestra meta es convertirnos en gente madura, vernos tal como Cristo y tener toda su perfección (Ef. 4:13). 
Uno de los propósitos en el crecimiento es que genuino creyente alcance la “madurez espiritual”, esto se logra a través de parecernos cada vez más a Jesucristo. Después de la salvación, cada cristiano comienza el proceso de crecimiento espiritual, con la intención de ser más maduro espiritualmente. Según el apóstol Pablo, es un proceso continuo que nunca terminará en esta vida (Fil. 3:12-14). La clave de la madurez es la coherencia y la perseverancia en hacer aquellas cosas que sabemos que nos acercan a Dios. Estas prácticas son conocidas como las disciplinas espirituales e incluyen cosas tales como lectura y el estudio de la biblia, la oración, la comunión con los hermanos, el servicio y la administración. Debido a lo anterior, a los creyentes que demuestran vocación de servir a Dios, deben ser equipados con los conocimientos y las capacidades del hombre nuevo, en el aprendizaje, enseñanza, capacitación y especialización; instruidos a servir fraternalmente por el bien de la iglesia (1 Co. 3:5-8; Fil. 4:2) con la finalidad de edificar la iglesia como casa espiritual y sacerdocio santo.  (1 Pe. 2:5), con un Liderazgo que tenga autoridad positiva en beneficio de la iglesia. (2 Co. 10:8: 13:10). Por lo tanto, todos los miembros del Cuerpo de Cristo deben congregarse continuamente en el Cuerpo de Cristo. (He. 10:24-25; Mt. 6:33) para crear hábitos de orden, respeto, reverencia, entusiasmo. (1 Co. 14:26, 40). La esencia de la madurez espiritual es el ser eficaces y fructíferos en el conocimiento del Señor Jesús.

Acciones para la Edificación del Cuerpo de Cristo.

“Acción”, originado en el vocablo en latín “actio”, el concepto de acción se refiere a dejar de tener un rol pasivo para pasar a hacer algo o bien a la consecuencia de esa actividad. Encierra un significado que traduce dejar de encontrarse en un estado pasivo, por lo cual, al dejar de estar en pasividad, se dice que se está activo, que se encuentra haciendo, sea cual sea la acción o acto que se esté haciendo, por ejemplo, “dejó de dormir para levantarse y luego ir a trabajar”. Según lo definió el filósofo Max Weber, puede ser denominada así toda conducta humana cuyo motor sea subjetivamente significativo y que tenga como efecto cambios valiosos en el medio en que se desenvuelve, trabaja, estudia o habita.

Antes de analizar o evaluar el tipo de acciones que podemos emprender para edificar la Iglesia de Jesucristo, debemos saber el significado de “discernir”, según las palabras griegas, discernir es la habilidad de distinguir o separar con el fin de investigar y examinar exhaustivamente. El discernimiento es considerado un rasgo de espiritualidad y madurez (1 Co. 2:14,15). El escritor de Hebreos explica que las personas son maduras “por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal” (He. 5:4).

Debemos discernir, en su definición más simple, el discernimiento es la habilidad de poder decidir entre la verdad y el error, lo bueno y lo malo. El discernimiento es el proceso de hacer distinciones cuidadosas en nuestra mente sobre la verdad. En otras palabras, la habilidad de pensar con discernimiento es sinónimo a la habilidad de pensar bíblicamente. Para poder tener buenos resultados en los procesos de discernimiento que nos vemos implicados, nuestra base debe estar fundamentada en la Palabra de Dios.

Por lo consiguiente, debemos entrar en un proceso de discernimiento con respecto a nuestras acciones donde está involucrada la edificación de la Iglesia de Jesucristo. ¿Qué es prioritario la edificación de templos o la iglesia de Jesucristo? La iglesia del Señor Jesucristo se edifica en vidas transformadas por su obra redentora, en logro de la madurez espiritual de sus miembros, en la capacidad que estos asuman con responsabilidad sus deberes como servidores de Cristo, tengan la eficacia de expandir el reino de los cielos de acuerdo con la voluntad de Dios.

Sin embargo la realidad en las diversas comunidades cristianas, se puede contactar que un gran porcentaje de sus miembros son meros espectadores, sin responsabilidad espiritual, sin identidad de siervos de Jesucristo, sin capacidad de asumir tareas espirituales debido a que sus cimientos no son sólidos, duermen en la indiferencia religiosa, legalista, dogmáticas; sus líderes están más abocados en buscar títulos lisonjeros (Job 32:21 SRV) que realizar acciones donde debe comprometerse un genuino siervo de Dios. (Ro. 12:1-2; 2 Co. 3:5; Fil. 2:3-4; 1 Pe. 5:5-6).

La palabra de Dios nos da las directrices por donde procesar nuestras acciones en la edificación de la Iglesia de Jesucristo: 
  1. Edificar sobre el fundamento apostólico (Ef. 2:19-21), el fundamento de Dios está firme. (2 Ti. 2:19), la base de todo ya está construida y nadie puede construir otra porque esa base es Jesucristo. (1 Co.3:11).
  2. Discipular a los recién convertidos (Mt. 28:19), el verdadero discípulo de Jesús es aquel que permanece en su Palabra. (Jn. 8:31) y es idóneo para enseñar también a otros (2 Ti. 2.2), en cumplimiento al mandato dado por nuestro Maestro Jesús (Mt. 28:20).
  3. Perfeccionar a los Santos para la obra del ministerio, para la edificación del Cuerpo de Cristo (Ef. 4:12, 13), el N.T. enseña que el creyente es perfecto y que se halla en el proceso de ser perfeccionado (Fil. 1:6; 3:12, 15; He. 10:1; 11:40; 12:23; Stg. 1:4), a fin de poder presentar a todo hombre perfecto en Cristo. (Col.1:28).
  4. Fomentar una relación fraternal entre los santos (Ro. 15:2), para la ayuda mutua (Ef. 4:16, 29; Ro. 12:13), negándose a sí mismo. (1 Co. 10:24). El salmista en 133:1 escribió “Mirad cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos habiten juntos en armonía.”, una de las características del amor fraternal es la armonía.”
  5. Instar a buscar dones espirituales (1 Co. 14:12), porque cada uno se le da la manifestación del Espíritu para el bien común (1 Co. 12:7), deseando ardientemente los mejores dones. (1 Co. 12:31; 14:12).  La iglesia fue edificada sobre la base del poder de Dios (1 Co. 2:1-5) manifestándose dentro de su pueblo; lo que demostró que Jesús vivía y estaba presente (Jn. 15:5; 14:20).
  6. Ejercitar los dones espirituales (1 Co. 14: 4, 5, 26), no descuidando el don espiritual. (1 Ti. 4:14), avivando el don de Dios. (2 Ti. 1:6).
  7. Evitar el legalismo religioso (1 Ti. 1:4), no cargar a la gente con reglas más difíciles de lo que ellos pueden cumplir (Mt. 23:2-4; Lc. 11:46), evitando las discusiones profanas e inútiles, y los argumentos de la falsa ciencia. (1 Ti. 6:20).
  8. Promover el amor que edifica a la iglesia (1 Co. 8:1), es mandado por Jesús, y es el distintivo de los verdaderos discípulos. (Jn. 13:33-34), si los hermanos se aman unos a otros, se hacen el bien entre ellos, la iglesia se edifica (1 Pe. 1:22).
  9. Cultivar la Comunión en la iglesia (Hch. 2:42), animando actitudes individuales que contribuyan a la unidad y edificación (Ef. 4:1-3), impulsando los valores de respeto, consideración y fraternidad (Fil. 2:1-4), fomentando la fraternidad, el compañerismo, el solidarismo (Hch. 2:44-46; 4:32), no haciendo acepción de personas (Col. 3:1), hablando positivamente de la iglesia y de sus miembros (Fil.2:14).
  10. Servir a nuestros hermanos en la fe con los talentos que el Señor nos ha dado (1 Pe. 4:11), con orden. (1 Co. 14:26, 40), promoviendo todo lo que conduzca a la paz y a la mutua edificación. (Ro. 14:19).
  11. Reconocer a quienes trabajan y dirigen en esta forma, edifica a la iglesia, y es señal de edificación, crecimiento y madurez, (1 Tes. 5:12-13), ponerse a disposición de aquellos que se han dedicado a servir a los creyentes (1 Co. 16:15-16), expresar reconocimiento (1 Co. 16:17-18).
  12. Hacer realidad las prácticas que son fundamentales en el Reino de Dios (Mt. 25:42-45), la actitud debe ser como la de Cristo Jesús. (Fil. 2:5), lo más importante es ser siervo de los demás (Mt. 23:11), demostrando así que somos ejemplo viviente de la enseñanza de Jesús.
  13. Los santos en Cristo necesitan crecer en Cristo (He. 5:12), para presentar defensa de la fe. (1 Pe. 3:15), hasta que estemos todos unidos en lo que creemos. (Ef. 4:13), creciendo en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. (2 Pe.3:18).

Estas y otras acciones debemos tener en cuenta al edificar la iglesia de Jesucristo, tener cuidado de que tanto el fundamento, como la calidad de los discípulos sean aprobados delante de la presencia de Dios. Que nuestras acciones sean los que Dios estipula para así recibir la aprobación divina. Todas nuestras acciones deben estar orientadas a desarrollar el crecimiento espiritual en forma integrada. 

Promover el crecimiento espiritual de la iglesia a través de la edificación mutua. Así lograremos una edificación saludable de la Iglesia de Jesucristo

Juan Salgado Rioseco

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