martes, 28 de noviembre de 2017

Madurez espiritual, conforme a Dios.


“Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen. Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, …” (1 Corintios 2:6, 7).
La comprensión de las verdades divinas está limitada por nuestra propia condición espiritual, en especial entre la madurez y la inmadurez. Muchos de los misterios de Dios, han sido revelados (Dt. 29:29; Ef. 3:5,6), con la finalidad de obedecerlos y cumplirlos, para alcanzar la perfección. Sin embargo, un gran porcentaje de seguidores de Jesús de Nazaret, por su inmadurez han detenido su camino a la perfección, se han desviado del camino de la fe, aún más, han liberalizado sus normas morales para ser considerados socialmente e integrados a grupos que postulan principios valóricos antagónicos al fundamento que Dios ha puesto para sus adoradores, se han aliados pasivamente y otros en forma activa a los que han levantado la bandera del humanismo, anti Dios, enarbolando los estandartes del Laicismo agnóstico y del populismo sin fe. 

La pregunta del hermano de nuestro Maestro Jesús, cobre en los tiempos de hoy una gran relevancia "¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga? Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Así también ninguna fuente puede dar agua salada y dulce." (Stg. 3:11-12), y prosigue "¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre." (Stg 3:13). Puede el cristiano moderno ¿servir a Dios y a la vez congraciarse con los que postula ideales contrarios a sus enseñanzas? 
 ¿Por qué hemos llegado a esa condición?
Una de las principales causas es la falta de conocimiento de Dios; el pueblo de Israel fue destruido por falta de conocimiento (Os. 4:6); el pueblo de la iglesia de Dios en Cristo Jesús, se encuentra en una condición similar, nuestro comportamiento ha sido necio; nuestro derrotero espiritual es ambiguo; nuestras actitudes dan la impresión que no han sido forjadas en el fuego del Altisimo; nuestras acciones son fluctuantes, como niños insensatos; no tenemos entendimiento cuál es la voluntad de Dios; nos estamos colocando expertos para hacer el mal, nos hemos olvidado en hacer el bien (Jer. 4:22); somos inestable, inconstante e incongruentes, no perseverantes en el camino de Dios; cambiamos de idea en cuanto se escucha algo nuevo, somos arrastrados por doctrinas erróneas de gentes astutas que nos convencen con palabras aparentemente veraces. (Ef. 4:14).
Una segunda causa, es la de un liderazgo pastoral, no capacitado, ni ejercitado en lo que Dios ha establecido, lo que ha traído como consecuencia, una enseñanza y transmisión no acorde a los fundamentos apostólicos; muchos líderes pastorales han rechazado el conocimiento, han desviado su labor pastoral, no han dado prioridad a la perfección de los santos, lo anterior se refleja en una generación inculta del conocimiento de Dios, sin responsabilidad e integrantes del nominalismo religiosa, más adicto al neoreligiosalismo moderno; son pastores humanista, ejercen el oficio gerencial pastoral y no el don pastoral; a este tipo de líderes pastorales Dios los ha rechazado de su sacerdocio, están siendo afrentados por la calidad de su ministerio. (Os. 4:6, 7).  
¿Qué debemos hacer, ante tal situación?
Volver a las Escrituras, ejercer en forma transparente los dones espirituales; las palabras del profeta Jeremías están aún más vigentes en los tiempos actuales “Esto dice el Señor: «Poneos sobre los caminos, y ved y preguntad las sendas del Señor eternas; y ved cuál es el camino, el bueno, y andad en él, y hallaréis purificación para vuestras almas»; …” y no tener la misma actitud de los israelitas en los tiempos del profeta cuando “dijeron: «No iremos».” (Septuaginta, Jer. 6:16). 

Es la responsabilidad de todos los servidores de Dios, a través de Jesucristo, de alcanzar y ayudar a alcanzar “la consumación de los santos en obra de ministerio, en edificación del cuerpo del Cristo; hasta que nos encontremos todos en la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, en varón perfecto, en medida de edad de la plenitud del Cristo;” (Septuaginta, Ef. 4:12, 13). En otras palabras, alcanzar la madurez espiritual y actuar conforme a ella, Pablo, el apóstol de los gentiles escribió “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios.” (Flp. 3:12-15). La esencia de la madurez espiritual es el ser eficaces y fructíferos en el conocimiento del señor Jesús.
La madurez espiritual fue una gran preocupación, un objetivo clave para Pablo y otros escritores de las epístolas del Nuevo Testamento, como se ve claramente en diversos pasajes bíblicos. Una de las palabras griegas claves usadas aquí es “teleios”, “habiendo obtenido el fin, el propósito, completar, perfeccionar”, "el que ha alcanzado la meta”. Era usado para un adulto maduro, crecido. En un sentido espiritual, “teleios” habla de alguien que está completamente desarrollado, espiritualmente maduro de acuerdo a las cualidades detalladas en el Nuevo Testamento.
La madurez espiritual, es un desafío, es poder alcanzar un conjunto de características que se consideran propias de las personas maduras, como prudencia, buen juicio, sensatez. Es la voluntad del Padre eterno que sus servidores crezcan y lleguen a alcanzarla.
¿Cómo lograrla?
Dios provee medios para sus servidores que se han propuesto mantenerse en sus caminos conforme a su voluntad: (1) la Regeneración por la gracia de Cristo. (Ef. 4:24). (2) el nuevo nacimiento en el Espíritu Santo. (Jn 3:5). (3) las Escrituras para escudriñarlas. (2 Ti. 3:16-17). (3) un modelo para vivir: el Padre. (Mt. 5:48).
El verdadero adorador de Dios debe buscar para alcanzar la madurez espiritual: (1) crecer en el conocimiento de Dios. (Ef. 1:17-19; Fil. 1:9-11; Col. 1:9-12; 3:10; 2 Pe. 3:18). (2) buscar la perfección. (Job 11:7; Sal. 101:2, 6). (3) alcanzar la plenitud. (Jn 1:16; Ef. 3:19; 4:13). (4) vivir en santidad. (1 Co. 7: 1 Ts. 3:13; He. 3:14). (5) avanzar en el crecimiento. (1 Co. 15:58; 2 Ts. 1:3). (6) ser imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas. (He. 6:12).
El verdadero adorador de Dios es maduro espiritual: (1) tiene los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal. (He. 5:13-14), el oído. (Is. 33:15-16; Jer. 6:10; Pr. 21:13), la vista. (Is.33:15; Ap. 3:18; Jer. 33:3). (2) habla con sabiduría. (1 Co. 2:6). (3) es maduro en pensar. (1 Co. 14:20). (4) siempre avanzando hacia la perfección. (He. 6:1). (5) se ha propuesto alcanzar la condición de un hombre maduro. (Ef. 4:13, 14a).
La meta del cristiano maduro. “Así serán hijos de Dios, sin culpa y sin falta viviendo entre una generación perversa y mala. De esa forma brillarán entre ellos como estrellas en un mundo de oscuridad.”  “para que distingan lo que es realmente importante de lo que no lo es. Así ustedes estarán limpios y sin falta el día en que Cristo vuelva.”  (Filp.2:15; 1:10).

Cuando los cristianos alcanzan la madurez espiritual, su entendimiento y el deseo de crecer en el conocimiento de la Palabra de Dios determinan su calidad de servidores; están capacitados para discernir entre el bien y mal y seguir avanzando hasta llegar a la plenitud de la perfección.
No realizan cosas extraordinarias para servir a Dios, sino hacen extraordinarias las cosas ordinarias al servicio del que vive para siempre.

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