jueves, 9 de marzo de 2017

Perfectos en unidad en las Iglesias cristianas.

¿La Iglesia de Dios en Cristo Jesús, es perfecta en unidad como lo solicitó Jesús a su Padre?

¿O tiene una actitud de omisión, o se convive permisivamente con la segregación en su interior?

El mandato primario dado por nuestro Señor Jesús: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros.” (Juan 13:34 RVR1960).

Una de sus mayores peticiones sacerdotales al Padre fue “para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.” (Juan 17:21-23 RVR1960).

Jesucristo anhelaba que sus seguidores se amaran los unos a los otros, que fueran uno, alcanzaran la unidad perfecta con el solo propósito que el mundo reconocieran en ellos que el Padre eterno había enviado a su hijo y pudieran creer en el evangelio.

El apóstol Pablo instaba a los receptores de la carta a Los Hebreos dentro de sus deberes cristianos a “Permanecer en el amor fraternal y a no olvidar la hospitalidad” (Hebreos 13:1-2 RVR1960).

Al principio de la comunidad de Jerusalén practicaba la unidad y tenían todas las cosas en común (Hechos 2:1; 4:32-35 RVR 1960), un ejemplo de compañerismo cristiano (koinonía) basada en la Fe en nuestro Señor Jesús, al amor a nuestros hermanos y la esperanza mancomunada de alcanzar las promesas de Dios en la eternidad. 

Koinonía es un concepto teológico que alude a la comunión eclesiástica y a los vínculos que ésta misma genera entre los miembros de la Iglesia y Dios, revelado en Jesucristo y actuante en la historia por medio del Espíritu Santo. La idea central en el griego, es asociación o consorcio, en el griego secular, se usa para expresar una íntima relación entre las personas.

Solo los que son amigos de Jesús alcanzan un verdadero compañerismo cristiano, (Hechos 2:42; 2 Corintios 6:14), la cual se basa en el común conocimiento del contenido del mensaje cristiano (1 Juan 1:3). No puede existir una comunión verdadera entre los domésticos de la fe, sino se ha alcanzado la amistad íntima con Jesús. La cual se hace práctica en la comunión del evangelio de Cristo (Filipenses 1:5), con la presencia, compañía, ayuda y guía del Espíritu Santo (2 Corintios 13:14; Filipenses 2:1). Por lo consiguiente, la Koinonia es lo que liga a los cristianos unos con otros, con Cristo y con Dios.


Jesús es el agente de la comunión íntima con Dios.  El sacrificio de Jesucristo nos devuelve la comunión con el Padre (Colosenses 1:22; Salmo 25:14), nos limpia de todos pecado (1 Juan 1:6-8). La comunión nos lleva al crecimiento pleno (1 Juan 1:3); permanecer en Él nos lleva a una comunión constante y vital (Juan 15:4-6). Dios nos llama a una vida de comunión con El, y con su Hijo (1 Corintios 1:9; 2 Corintios 13:14).


El apóstol Pablo nos exhorta a que seamos solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; manteniendo un cuerpo, un Espíritu, una esperanza, un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos (Efesios 4;3-6); la unidad descansa en estas verdades doctrinales; para lograr la perfecta unidad, debemos actuar con sabiduría de Dios la cual es “primeramente pura, después pacífica” (Santiago 3:17); además Pablo agrega que debemos seguir la verdad en amor, para tener un cuerpo , bien concertado, unido, cumpliendo cada uno su función y así todo el cuerpo crece y se fortalece por el amor ( Efesios 4:15-16).

La Comunión entre los cristianos se hace realidad cuando compartimos experiencias del devenir del evangelio (1 Pedro 4:13); suplimos las necesidades o practicamos la hospitalidad, somos solidarios con los que sufren (Romanos 12:13; 15:27; Gálatas 6:6). 

Todas estas acciones no llevan a construir la unidad perfecta, debido a que sentimos, padecemos, sufrimos, nos gozamos con los domésticos de la fe; nos hace partícipe de lo divino en la vida de nuestros compañeros de fe; nos hace actuar con generosidad en la debilidad de los miembros del Cuerpo de Cristo; con templanza y mansedumbre en los periodos de crisis de la Iglesia; nos lleva a cultivar el respeto con todos y para todos, porque somos la imagen de Dios y su hijo dio su vida por todos los que han creído en Él.

La unidad perfecta se construye desde el cimiento al negarse a sí mismo para construir el Cuerpo de Cristo, en fe, esperanza y amor entre todos los adoradores de Dios a través de su Hijo amado Jesucristo. Quien no tiene esa capacidad, no ha logrado la madurez cristiana, vive de los rencores pasados, busca las disensiones, los pleitos, camina por los senderos de la ambición personal por abrirse paso en busca de un renombre humano, no la interesa la gloria de Dios sino el reconocimiento y honra humana, aspira sin merecerlo el poder y la autoridad dentro de la asamblea. Personas carnales, que violentan el Evangelio de Cristo con sus actitudes y en forma destemplada se inmiscuyen en la soberanía de Dios, usurpando lo que exclusivamente está reservado para su Hijo primogénito: Jesús.

El profundo deseo del apóstol de los gentiles era: “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;” (Efesios 4:13)

La unidad perfecta se logra cuando nuestros pensamientos, sentimientos, palabras, actos, puedan reflejar nuestra transformación interior en las vivencias personales y comunitarias al servicio de Dios. Sin las mezquindades que el viejo hombre o mujer nos hace actuar en perjuicio de nuestros hermanos en la fe. No puede haber una genuina y verdadera unidad entre los santos a no ser que sea una unidad ligada a la Palabra de Dios y conducia por el Espiritu Santo.  

Juan Salgado Rioseco

No hay comentarios:

Dios Santo y el Pecado (Parte VII)

El Servidor de Dios no debe quebrantar la Ley del Eterno y Santo para ser victorioso en la lucha contra el pecado. “ Ahora bien, ¿debe...