No hace mucho en un carnet de una Institución del Estado de
Chile leí: “El hombre nace libre,
responsable y sin excusas”, (palabras que se atribuyen a Jean Paul Sartre), analizandolas tienen muchas implicancias:
sociales, laborales, morales; tiene que ver con la condición, el comportamiento
y la honestidad; la honestidad es un valor o cualidad propio de los seres
humanos que tiene una estrecha relación con los principios de verdad y justicia
y con la integridad moral. La integridad significa intacto, entero, no tocado o
no alcanzado por un mal; la integridad es la pureza original y sin contacto o
contaminación con un mal o un daño, ya sea físico o moral. Una persona íntegra
es alguien en que se puede confiar. El Discípulo de Cristo, es un hombre libre,
responsable con su Fe, honesto en su comportamiento, que mantiene su creencia
en integridad a pesar de los avatares de la vida.
El discípulo de Cristo, no solo debe tener las cualidades
anteriores mencionadas, sino debe integrarse en la comunión de los santos, con
el fin de edificarse mutuamente con el propósito de crecer en lo individual
como en lo corporativo. La integración de todos los redimidos es un deber
ineludible en el cumplimiento de la Comisión Pastoral.
La palabra integración tiene su origen en el concepto latino
“integratĭo”. Se trata de la acción y efecto de integrar o integrarse
(constituir un todo, completar un todo con las partes que faltaban o hacer que
alguien o algo pase a formar parte de un todo). La integración siempre supone
el esfuerzo coordinado, la planeación conjunta y la convivencia pacífica entre
los sectores que conforman el grupo. Esa es la única forma donde las partes
pueden constituir un todo, aún sin perder su individualidad. (http://definicion.de/integracion/).
La integración debe ser el pilar fundamental y la motivación
central de todas las actividades de las diferentes comunidades cristianas, en
cumplimiento del mandato dado por el Maestro Jesús de Nazaret. Él dijo: “para que todos sean uno; como tú, oh
Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el
mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que
sean uno, así como nosotros somos uno.”, el deseo más íntimo del Maestro,
era que guardáramos la unidad, ella se logra a través de la integración plena
entre los discípulos de Cristo para lograr el propósito propuesto para su
iglesia “Yo en ellos, y tú en mí, para
que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y
que los has amado a ellos como también a mí me has amado.” (Juan 17:21-23 RVR1960).
Además, Pablo escribió: “ya no hay judío
ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que todos ustedes son uno
solo en Cristo Jesús” (Gálatas 3.28).
Unidad e Igualdad son los ligamentos de la Integración, en
el trabajo mancomunado, en el enriquecimiento de las interrelaciones y en el
desarrollo de las intercomunicaciones. Pablo nos dice que debemos esforzarnos
“por preservar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz” (Efesios 4:3). El
Espíritu Santo es el gran dador de la unidad. “Pues por un mismo Espíritu todos
fuimos bautizados en un solo cuerpo, ya Judíos o Griegos, ya esclavos o libres.
A todos se nos dio a beber del mismo Espíritu” (1 Corintios 12:13). Debemos alcanzar
el objetivo primario de una genuina integración “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del
Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de
Cristo;” (Efesios 4:13 RVR1960).
En la Integración se refleja lo que escribió el apóstol de los
gentiles: “Para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de
nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 15:6). El mejor paradigma es la incipiente comunidad de Jerusalén “La multitud de los que habían creído era de
un corazón y un alma. Ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino
que tenían todas las cosas en común.” (Hechos 4:32 RVR1995). La palabra
comunidad, tiene su origen en el vocablo latino “communitas”, y es a un grupo
de seres humanos que comparten elementos, intereses, propiedades u objetivos en
común, tales como el idioma, costumbres, valores, creencias, tareas, visión del
mundo, edad, ubicación geográfica, estatus social o roles. “Fiel es Dios, por el cual sea fuisteis Llamados a la comunión con su
Hijo Jesucristo Nuestro Señor.” (1 Corintios 1: 9 RVR1960)
Sin embargo, la realidad es totalmente diferente, desde el
génesis de la iglesia de Cristo, el germen de la desunión por razones de etnia
y costumbres religiosas, la paulatina desviación de la enseñanza del movimiento
galileo original, la adaptación a culturas más avanzadas que la simple cultura
Hebrea, la apología de los primeros padres de la iglesia en relación a los
peligros externos que las diversas comunidades van enfrentando en su avance al
universalismo, fueron mermando la monolítica integración apostólica hasta
convertirse en una segregación de comunidades de acuerdo a sus posiciones
espirituales o sus enclaves geográficos, en este aspecto la influencia de adquirir
poder sobre el resto jugo un papel negativo en la vida de la iglesia universal.
El comienzo de la desintegración del cristianismo se inició soslayadamente
hasta manifestar en plenitud al asociarse con el poder del Imperio romano y
desde allí el declive hasta nuestros tiempos.
Juan Salgado Rioseco
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