sábado, 5 de septiembre de 2015

La sabiduría de Dios (Parte I)


«A ustedes los hombres, los estoy llamando; dirijo mi voz a toda la humanidad. Ustedes los inexpertos, ¡adquieran prudencia! Ustedes los necios, ¡obtengan discernimiento! » (Proverbios 8:4-5 N.V.I.).
“Yo, la sabiduría, convivo con la cordura; en mí se hallan el conocimiento y el consejo.” (Proverbios 8:12 RVC)
La sabiduría es una cualidad atribuida a quien posee una gran cantidad de conocimientos y se distingue por usarlos con prudencia y sensatez.
La palabra sabiduría proviene del latín. Deriva de sapientia, sapientiae que además del anterior significado en español, es inteligencia, juicio, sensatez, cordura, prudencia, filosofía y saber. Precisamente en latín esta palabra procede del verbo sapio, sapis, sapere, sapivi/sapui/sapii  que originalmente significó tener sabor, saborear, tener buen gusto y también saber y tener sensatez, sentido común para juzgar las cosas. Puede considerarse entonces, como el concepto etimológico de este término la sensatez, la prudencia para saber juzgar. La primera definición de este vocablo, relacionada con su etimología es la conducta atinada, ecuánime, sensata en la vida. Por extensión es también el conocimiento profundo de lo que acontece en la existencia de todo ser, a nivel individual, grupal y universal.
Por lo tanto, la sabiduría es la cualidad de buen juicio desarrollada a partir del conocimiento, la experiencia, la observación y la reflexión; unificando en si muchos valores elevados fuera de los anteriores: la comprensión, el entendimiento y el discernimiento, como también la facultad de pensar, unido a la aplicación.
Según el filósofo Platón el significado de Sabiduría, que en griego es sophia, es «el conocimiento de las ideas divinas».
El hombre oriental más antiguo de la Biblia se preguntaba “Mas ¿dónde se hallará la sabiduría? ¿Dónde está el lugar de la inteligencia?” (Job 28:12), respondiéndose que el hombre ignora el camino que lleva hacia ella; no se encuentra en este mundo (v. 13), que es de un valor inestimable (v.15-19; 8:11), que esta encubierta de todo ojo viviente (v. 21), y nos dice que “Sólo Dios sabe llegar hasta ella; sólo él sabe dónde habita” (v. 23), debido a cuando estaba en su obra creadora, con su omnisciencia (todo lo sabe, todo lo conoce, y solo en Él están todos los secretos de la sabiduría {1 Samuel 2:3}),  vio la sabiduría y le dio valor. Él la aprobó e incluso la escudriñó (v. 24-27), porque fue lo primero que hizo el Eterno y Todopoderoso (Proverbios 8:22-31; 3:19).
La enseñanza bíblica nos enseña que Dios: es sabio (Isaías 31:1-2), el único y sabio (Romanos 16:25-27; Judas 1:25), es poderoso en fuerza de sabiduría (Job 36:5), es infinitamente sabio (Romanos 11:33), su entendimiento es infinito (Salmo 147:5), con Él está la sabiduría y el poder (Job 12:13; Daniel 2:20), en El habita la sabiduría (Proverbios 8:12-21).
Las cualidades o características de la sabiduría de Dios es: profunda (Romanos 11:33-34), ampliamente superior a la sabiduría del hombre (Isaías 55:8-9), superior, no hay quien lo alcance (Isaías 40:28), nadie  tiene argumentos para rebatirle (Job 9:1-4), nadie la puede igualar (Job 28:12-28), creadora (Jeremías 10:12), multiforme (Efesios 3:10), universal (Daniel 2:22), pura y pacífica (Santiago 3:17), más allá de toda comprensión humana (Salmos 139:6), se ha de discernir espiritualmente (1 Corintios 2:14).
En proceso de la Creación: la sabiduría estaba desde el principio (Proverbios 8:22-31), Dios fue quien con su poder hizo la tierra (Jeremías 10:12), con su sabiduría creó el mundo; con su inteligencia extendió los cielos, con sabiduría fundó la tierra, afirmó los cielos con inteligencia (Jeremías 51:15-16). Con su ciencia los abismos fueron divididos, y destilan rocío los cielos (Proverbios 3:19-20), hizo los cielos con entendimiento (Salmo 136:5). El ser humano solo puede exclamar “SEÑOR, ¡qué numerosas son tus obras, todas ellas nos muestran tu sabiduría! La tierra está llena de tus criaturas.” (Salmo 104:24) y solo le resta decir como el apóstol Pablo “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!” (Romanos 11:33) 
El proverbista insta a los seres humanos a tener siempre los mandamientos de Dios, a prestar atención a la sabiduría y a consagrarse de todo corazón a la inteligencia, a buscarla con esmero y ahínco porque es como un tesoro escondido. (Proverbios 2:1-4), con el solo propósito de que al encontrarla  se aprenderá a respetar al SEÑOR, y sabremos lo que es conocer a Dios. Porque el SEÑOR es el que da la sabiduría; el conocimiento y la ciencia brotan de sus labios. (Proverbios 2:5-6). Dios da sabiduría a la gente que es justa con los demás, protegiendo la senda de los que le son fieles.  (Proverbios 2:7-8).

Juan Salgado Rioseco

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