«A ustedes los hombres, los estoy llamando; dirijo mi voz a toda la humanidad. Ustedes los inexpertos, ¡adquieran prudencia! Ustedes los necios, ¡obtengan discernimiento! » (Proverbios 8:4-5 N.V.I.).
“Yo, la sabiduría, convivo con la cordura; en mí se
hallan el conocimiento y el consejo.” (Proverbios 8:12 RVC)
La sabiduría es una cualidad atribuida a quien posee
una gran cantidad de conocimientos y se distingue por usarlos con prudencia y
sensatez.
La palabra sabiduría proviene del latín. Deriva de
sapientia, sapientiae que además del anterior significado en español, es
inteligencia, juicio, sensatez, cordura, prudencia, filosofía y saber.
Precisamente en latín esta palabra procede del verbo sapio, sapis, sapere,
sapivi/sapui/sapii que originalmente
significó tener sabor, saborear, tener buen gusto y también saber y tener
sensatez, sentido común para juzgar las cosas. Puede considerarse entonces,
como el concepto etimológico de este término la sensatez, la prudencia para
saber juzgar. La primera definición de este vocablo, relacionada con su
etimología es la conducta atinada, ecuánime, sensata en la vida. Por extensión
es también el conocimiento profundo de lo que acontece en la existencia de todo
ser, a nivel individual, grupal y universal.
Por lo tanto, la sabiduría es la cualidad de buen
juicio desarrollada a partir del conocimiento, la experiencia, la observación y
la reflexión; unificando en si muchos valores elevados fuera de los anteriores:
la comprensión, el entendimiento y el discernimiento, como también la facultad
de pensar, unido a la aplicación.
Según el filósofo Platón el significado de Sabiduría,
que en griego es sophia, es «el conocimiento de las ideas divinas».
El hombre oriental más antiguo de la Biblia se
preguntaba “Mas ¿dónde se hallará la sabiduría? ¿Dónde está el lugar de la
inteligencia?” (Job 28:12), respondiéndose que el hombre ignora el camino que
lleva hacia ella; no se encuentra en este mundo (v. 13), que es de un valor
inestimable (v.15-19; 8:11), que esta encubierta de todo ojo viviente (v. 21), y
nos dice que “Sólo Dios sabe llegar hasta ella; sólo él sabe dónde habita” (v.
23), debido a cuando estaba en su obra creadora, con su omnisciencia (todo lo
sabe, todo lo conoce, y solo en Él están todos los secretos de la sabiduría {1 Samuel
2:3}), vio la sabiduría y le dio valor. Él la aprobó e incluso la escudriñó
(v. 24-27), porque fue lo primero que hizo el Eterno y Todopoderoso (Proverbios
8:22-31; 3:19).
La enseñanza bíblica nos enseña que Dios: es sabio (Isaías
31:1-2), el único y sabio (Romanos 16:25-27; Judas 1:25), es poderoso en fuerza
de sabiduría (Job 36:5), es infinitamente sabio (Romanos 11:33), su
entendimiento es infinito (Salmo 147:5), con Él está la sabiduría y el poder (Job
12:13; Daniel 2:20), en El habita la sabiduría (Proverbios 8:12-21).
Las cualidades o características de la sabiduría de Dios
es: profunda (Romanos 11:33-34), ampliamente superior a la sabiduría del hombre
(Isaías 55:8-9), superior, no hay quien lo alcance (Isaías 40:28), nadie tiene argumentos para rebatirle (Job 9:1-4), nadie
la puede igualar (Job 28:12-28), creadora (Jeremías 10:12), multiforme (Efesios
3:10), universal (Daniel 2:22), pura y pacífica (Santiago 3:17), más allá de
toda comprensión humana (Salmos 139:6), se ha de discernir espiritualmente (1
Corintios 2:14).
En proceso de la Creación: la sabiduría estaba desde el
principio (Proverbios 8:22-31), Dios fue quien con su poder hizo la tierra (Jeremías
10:12), con su sabiduría creó el mundo; con su inteligencia extendió los cielos,
con sabiduría fundó la tierra, afirmó los cielos con inteligencia (Jeremías
51:15-16). Con su ciencia los abismos fueron divididos, y destilan rocío los
cielos (Proverbios 3:19-20), hizo los cielos con entendimiento (Salmo 136:5). El
ser humano solo puede exclamar “SEÑOR, ¡qué numerosas son tus obras, todas
ellas nos muestran tu sabiduría! La tierra está llena de tus criaturas.” (Salmo
104:24) y solo le resta decir como el apóstol Pablo “¡Oh profundidad de las
riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus
juicios, e inescrutables sus caminos!” (Romanos 11:33)
El proverbista insta a los seres humanos a tener
siempre los mandamientos de Dios, a prestar atención a la sabiduría y a
consagrarse de todo corazón a la inteligencia, a buscarla con esmero y ahínco
porque es como un tesoro escondido. (Proverbios 2:1-4), con el solo propósito de
que al encontrarla se aprenderá a
respetar al SEÑOR, y sabremos lo que es conocer a Dios. Porque el SEÑOR es el
que da la sabiduría; el conocimiento y la ciencia brotan de sus labios. (Proverbios
2:5-6). Dios da sabiduría a la gente que es justa con los demás, protegiendo la
senda de los que le son fieles. (Proverbios
2:7-8).
Juan Salgado Rioseco
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