La mayoría de las congregaciones cristianas
del siglo XXI, primordialmente las de corte Pentecostal, han delimitado su
accionar a actividades alrededor de su templo o a las confraternidades sociales
con otras comunidades afines, han dejando en un segundo plano la comisión
pastoral que Jesús le encomendó, la causa probable, es que no tienen conciencia
de la misión integral a la cual deben proyectarse, o no tienen definido el
propósito del por que existe la Iglesia, o por que se encuentran decapitada de
la verdadera cabeza de la iglesia.
Analizando los pasajes de la gran comisión,
podemos hacer ver y enseñar a este tipo de comunidades, la importancia de una
misión integral para influenciar el medio donde se encuentra insertada,
haciéndola en lo posible más efectiva y fructífera su labor. Sherron Kay George, misionera norteamericana
en Brasil, analiza la situación de ciertos tipos de Iglesias y concluye que
ellas necesitan imperiosamente un cambio de mentalidad, una visión distinta
para enfocar su trabajo como comunidad en una labor colectiva. “Ellas necesitan practicar un compañerismo
en la misión integral”.
El objeto de este analice, es que las
Iglesias Locales, de orientación pentecostal, tomen conciencia de la misión
integral de la iglesia, que lo ejerzan dentro un compañerismo, puedan
relacionarse sin verse como antagónicas, y sean congruentes entre sus
enseñanzas y su relación con otras comunidades cristianas, teniendo solo como
base cumplimiento cabal de la comisión pastoral encargada directamente por
Jesucristo, para si caminar en forma inconcusa en el cumplimiento de la
comisión pastoral.
La gran comisión pastoral dada por Jesús a
sus discípulos en un monte de Galilea, que relata el Evangelio de San Mateo,
cap. 28:16-20, nos hace meditar, cuestionar y preguntar: ¿Estaremos haciendo la
voluntad del Maestro en nuestros tiempos?, ¿Estaremos preparados para enfrentar
la gran comisión?, ¿Estamos aptos y aprobados para tener éxito en el mandato de
Jesús?, ¿Tenemos el animo y la fuerza necesaria para enfrentar al enemigo en
misiones de evangelización?, ¿Como está nuestra perseverancia?, ¿Estaremos
caminando tras objetivos inconcretos o inconcinos?, ¿Estamos efectuando la
labor dentro de un compañerismo?, ¿Estaremos dentro de la recomendaciones que
Pablo hace a Timoteo?: "Tú, pues,
hijo mío, esfuérzate en la gracia que es Cristo Jesús. Lo que has oído de mí
ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para
enseñar también a otros". (2 Timoteo 2:1-2).
Sin duda estas y otras
interrogantes nos hemos hechos alguna vez en nuestras vidas, quedando sin
respuestas gran parte de ellas; ¿Donde se produce la dicotomía entre nuestro
actuar y lo que realmente debiéramos realizar?; ¿Donde se encuentra el origen
de nuestras debilidades y falencias en el accionar del cristianismo que
profesamos y practicamos?
La Iglesia es una comunidad enviada al
mundo con una misión, la deidad proveyó los elementos necesarios para que el
cumplimiento de la misión sea exitoso, la iglesia tiene la cooperación más poderosa para realizarla:
el Espíritu Santo.
El Evangelio de San Marcos (Mr.
16:15), nos indica la extensión mundial y la universalidad del mandato, ¿pero
que estamos haciendo los cristianos actuales?, muchos de ellos creen que la
iglesia es las cuatro paredes donde se congregan, se dejan llevar por el
ambiente que los rodea, por lo que han logrado o se les ha legado,
influenciados en gran parte por la tradición y las costumbre del medio en que
se desenvuelven, esperan crecer solo a través del crecimiento biológico o
transferido, persisten estáticos en su medioevo feudalismo que han creado para
protegerse, consolidando un sistema de gobierno episcopal de vasallaje, este
tipo de iglesias están mas orientadas a un cristianismo moralista dogmática.
¿Protegerse de qué?, sería la
gran pregunta, la respuesta más lógica se encuentra en que tratan de ocultar:
sus debilidades, sus yerros, falencias, sus incapacidades, su flojera, su
raquitismo espiritual, sus desaciertos y sus inconclusiones e inconstancias.
Cada día son menos los seguidores
de Cristo que mantienen la inquietud latente de llegar a conquistar parajes
indómitos donde aun el cristianismo no ha alcanzado con plenitud y libertad;
los ha invadido la comodidad y el desasimiento; han perdido el fervor de llevar
las gratas nuevas de salvación a los países no alcanzados por nuestra fe; ya no
tienen la alegría de transmitir a los
oídos de los necesitados, la esperanza; la frescura de la paz a los angustiados
y afligidos de latitudes lejanas; han perdido la sensibilidad cristiana; ya no asocian
el amor de Dios con el amor al prójimo, es una iglesia sin voz, no tiene el
espacio, ni el respeto de hacerse oír, es parte de la farándula de la sociedad
donde está inmersa, es utilizada para fines ajenos a su misión.
Están convencidos y concientizados que
cumplir la misión pastoral, es vocear en el cantón de la calle de la esquina
del Templo donde se reúnen, ¿estarán obrando bien o mal? En sus vidas se
encuentra la incredulidad y dureza de corazón (Mr.16:14), a la vez han
aminorado el poder del Espíritu Santo, al no permitir que Dios obre maravillas
en su medio (Mr. 16:17, 18).
Millares de nuestros hermanos de
fe en este momentos sufren persecución, oprobio en sus propios países, que se
encuentran dominados por otras religiones o ideologías ateas, ¿que hacen los
llamados cristianos pentecostales?, nada, somos ignorantes de lo que le sucede
a la Iglesia de Cristo, nos hemos convertidos en células cristianas,
indiferentes, insensibles, impermeables, impermutable, ambiguos a los
acontecimientos que están sucediendo a nuestros alrededor, e indolentes al
sufrimiento de nuestros hermanos de fe.
La falta de compañerismo entre
las comunidades cristianas es una de las falencias que más agravan la comunión
con Dios y entorpecen la misión de la Iglesia. En 1 Corintios 3:6, podemos ver
implícitamente la necesidad del compañerismo, en conjunto con Dios, Pablo y
Apolo hicieron su parte, pero él provocó el crecimiento, la soberanía de Dios
está por encima de los planes del hombre, solo él hace crecer la Iglesia, el
hombre solo deber cumplir con la parte que Dios estima que es necesario, debido
que la misión de la iglesia es de Dios, porque se origina en el corazón de
Dios, en la persona de Dios, en el amor de Dios, en la actividad de Dios en el
mundo en la tres áreas esenciales: evangelización, enseñanza, diaconía y acción
social.
Desconocen que la actitud de un
verdadero compañerismo cristiano deben incluir la humildad en el cumplimiento
de la misión, respetar al prójimo como se respeta a si mismo, tener
sensibilidad y ser movido por la compasión. La misión de la iglesia debe ser
practicada a partir de la dinámica de la mutualidad de observar y participar;
escuchar y hablar; compartir el sufrimiento y sufrir; recibir y dar; aprender y
enseñar; siendo transformado y transformando. El compañerismo cristiano es un
trabajo en la integralidad de la misión de Dios que tiene como último fin el
Reino de Dios. Han claudicado en el sacerdocio universal cristiano en
pro de una elite diotrefana episcopal.
La gran mayoría de las iglesias de hoy, no
tienen un compromiso real con la comisión pastoral, no tienen un propósito
definido con la obra de Dios, los objetivos se pierden entre las nebulosas de
la sedentaria y la displicencia espiritual. ¿A que se debe esta situación?,
¿Cómo hemos llegado a esta forma de actuar dentro del cristianismo?, podemos
encontrar muchas excusas, tener demasiadas respuestas, pero lo síntomas de la
iglesia nos dan ha entender que es una iglesia enferma, desequilibrada, la
falta de un liderazgo capaz de sacar del somnoliento sopor de la rutina y el
ritualismo. La solución del problema: Pablo lo explicó de la siguiente manera:
“... asiéndose de la Cabeza, en virtud de quien todo el
cuerpo, nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y ligamentos, crece con el
crecimiento que da Dios.” (Colosenses 2:19). La iglesia de Cristo debe volver al verdadero
cuerpo, y obedecer a la genuina cabeza: Jesucristo, entonces sanará, será una
comunidad equilibrada, y tendrá una real motivación para expandir el reino de
Dios; será una Iglesia saludable, con un crecimiento espontáneo, que lo dará
Dios mismo. La misión integral de la iglesia, apuntala a una participación
proactiva que nos anima a responder: ¿Qué pide el Señor de ti? Hacer justicia,
amar misericordia, y ser humildes ante Dios. (Miqueas 6:8).
La misión integral de la iglesia, no es
producir divisiones, no es llevar una política de transferencia de miembros de
una comunidad a otra, no es levantar liderazgo falsos; no es ambicionar lugares
de elite para satisfacer el ego del personalismo; no es incapacitar a los
miembros para que no cumplan su ministerio; no es trastocar los principios de
la comisión pastoral por intereses mezquino. La misión integral de la iglesia
es unirse como miembro del cuerpo de Cristo a la voluntad de Dios y no solo ser
un prosélito voluntarioso con fines propagandísticos de una seuda religión.
La misión de la iglesia, es un trabajo
integral dentro del compañerismo que debe existir entre los miembros del Cuerpo
de Cristo, es una labor integrada tras del propósito mancomunado de alcanzar
con todos los medios disponibles la evangelización de los no alcanzado. Es la
compenetración de cumplir cada uno con el propósito que Dios le a dado, es la solidaridad con las comunidades
desposeídas para que alcancen la plenitud de su tarea y los propósitos trazados
por la Deidad.
La misión integral es trabajar unidos, con
el único fin del que el evangelio de Jesucristo sea pleno, fructífero y cumpla
con la voluntad de Dios, entonces, la ayuda del Señor estará presta para
quienes se atreven a cumplir la misión a la cual están comprometidos. Seamos
valientes, persistentes y comprometidos con la causa de Cristo y recibiremos de
él toda su ayuda (Mr. 16:19-20).
Juan Salgado Rioseco
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