miércoles, 5 de diciembre de 2012

La misión integral en la Iglesia


    La mayoría de las congregaciones cristianas del siglo XXI, primordialmente las de corte Pentecostal, han delimitado su accionar a actividades alrededor de su templo o a las confraternidades sociales con otras comunidades afines, han dejando en un segundo plano la comisión pastoral que Jesús le encomendó, la causa probable, es que no tienen conciencia de la misión integral a la cual deben proyectarse, o no tienen definido el propósito del por que existe la Iglesia, o por que se encuentran decapitada de la verdadera cabeza de la iglesia.

    Analizando los pasajes de la gran comisión, podemos hacer ver y enseñar a este tipo de comunidades, la importancia de una misión integral para influenciar el medio donde se encuentra insertada, haciéndola en lo posible más efectiva y fructífera su labor.  Sherron Kay George, misionera norteamericana en Brasil, analiza la situación de ciertos tipos de Iglesias y concluye que ellas necesitan imperiosamente un cambio de mentalidad, una visión distinta para enfocar su trabajo como comunidad en una labor colectiva. “Ellas necesitan practicar un compañerismo en la misión integral”.

    El objeto de este analice, es que las Iglesias Locales, de orientación pentecostal, tomen conciencia de la misión integral de la iglesia, que lo ejerzan dentro un compañerismo, puedan relacionarse sin verse como antagónicas, y sean congruentes entre sus enseñanzas y su relación con otras comunidades cristianas, teniendo solo como base cumplimiento cabal de la comisión pastoral encargada directamente por Jesucristo, para si caminar en forma inconcusa en el cumplimiento de la comisión pastoral.

    La gran comisión pastoral dada por Jesús a sus discípulos en un monte de Galilea, que relata el Evangelio de San Mateo, cap. 28:16-20, nos hace meditar, cuestionar y preguntar: ¿Estaremos haciendo la voluntad del Maestro en nuestros tiempos?, ¿Estaremos preparados para enfrentar la gran comisión?, ¿Estamos aptos y aprobados para tener éxito en el mandato de Jesús?, ¿Tenemos el animo y la fuerza necesaria para enfrentar al enemigo en misiones de evangelización?, ¿Como está nuestra perseverancia?, ¿Estaremos caminando tras objetivos inconcretos o inconcinos?, ¿Estamos efectuando la labor dentro de un compañerismo?, ¿Estaremos dentro de la recomendaciones que Pablo hace a Timoteo?: "Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es Cristo Jesús. Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros". (2 Timoteo 2:1-2).

    Sin duda estas y otras interrogantes nos hemos hechos alguna vez en nuestras vidas, quedando sin respuestas gran parte de ellas; ¿Donde se produce la dicotomía entre nuestro actuar y lo que realmente debiéramos realizar?; ¿Donde se encuentra el origen de nuestras debilidades y falencias en el accionar del cristianismo que profesamos y practicamos?

    La Iglesia es una comunidad enviada al mundo con una misión, la deidad proveyó los elementos necesarios para que el cumplimiento de la misión sea exitoso, la iglesia tiene  la cooperación más poderosa para realizarla: el Espíritu Santo.

    El Evangelio de San Marcos (Mr. 16:15), nos indica la extensión mundial y la universalidad del mandato, ¿pero que estamos haciendo los cristianos actuales?, muchos de ellos creen que la iglesia es las cuatro paredes donde se congregan, se dejan llevar por el ambiente que los rodea, por lo que han logrado o se les ha legado, influenciados en gran parte por la tradición y las costumbre del medio en que se desenvuelven, esperan crecer solo a través del crecimiento biológico o transferido, persisten estáticos en su medioevo feudalismo que han creado para protegerse, consolidando un sistema de gobierno episcopal de vasallaje, este tipo de iglesias están mas orientadas a un cristianismo moralista dogmática.

    ¿Protegerse de qué?, sería la gran pregunta, la respuesta más lógica se encuentra en que tratan de ocultar: sus debilidades, sus yerros, falencias, sus incapacidades, su flojera, su raquitismo espiritual, sus desaciertos y sus inconclusiones e inconstancias.

    Cada día son menos los seguidores de Cristo que mantienen la inquietud latente de llegar a conquistar parajes indómitos donde aun el cristianismo no ha alcanzado con plenitud y libertad; los ha invadido la comodidad y el desasimiento; han perdido el fervor de llevar las gratas nuevas de salvación a los países no alcanzados por nuestra fe; ya no tienen la alegría  de transmitir a los oídos de los necesitados, la esperanza; la frescura de la paz a los angustiados y afligidos de latitudes lejanas; han perdido la sensibilidad cristiana; ya no asocian el amor de Dios con el amor al prójimo, es una iglesia sin voz, no tiene el espacio, ni el respeto de hacerse oír, es parte de la farándula de la sociedad donde está inmersa, es utilizada para fines ajenos a su misión.

    Están convencidos y concientizados que cumplir la misión pastoral, es vocear en el cantón de la calle de la esquina del Templo donde se reúnen, ¿estarán obrando bien o mal? En sus vidas se encuentra la incredulidad y dureza de corazón (Mr.16:14), a la vez han aminorado el poder del Espíritu Santo, al no permitir que Dios obre maravillas en su medio (Mr. 16:17, 18).

    Millares de nuestros hermanos de fe en este momentos sufren persecución, oprobio en sus propios países, que se encuentran dominados por otras religiones o ideologías ateas, ¿que hacen los llamados cristianos pentecostales?, nada, somos ignorantes de lo que le sucede a la Iglesia de Cristo, nos hemos convertidos en células cristianas, indiferentes, insensibles, impermeables, impermutable, ambiguos a los acontecimientos que están sucediendo a nuestros alrededor, e indolentes al sufrimiento de nuestros hermanos de fe.

    La falta de compañerismo entre las comunidades cristianas es una de las falencias que más agravan la comunión con Dios y entorpecen la misión de la Iglesia. En 1 Corintios 3:6, podemos ver implícitamente la necesidad del compañerismo, en conjunto con Dios, Pablo y Apolo hicieron su parte, pero él provocó el crecimiento, la soberanía de Dios está por encima de los planes del hombre, solo él hace crecer la Iglesia, el hombre solo deber cumplir con la parte que Dios estima que es necesario, debido que la misión de la iglesia es de Dios, porque se origina en el corazón de Dios, en la persona de Dios, en el amor de Dios, en la actividad de Dios en el mundo en la tres áreas esenciales: evangelización, enseñanza, diaconía y acción social.

    Desconocen que la actitud de un verdadero compañerismo cristiano deben incluir la humildad en el cumplimiento de la misión, respetar al prójimo como se respeta a si mismo, tener sensibilidad y ser movido por la compasión. La misión de la iglesia debe ser practicada a partir de la dinámica de la mutualidad de observar y participar; escuchar y hablar; compartir el sufrimiento y sufrir; recibir y dar; aprender y enseñar; siendo transformado y transformando. El compañerismo cristiano es un trabajo en la integralidad de la misión de Dios que tiene como último fin el Reino de Dios. Han claudicado en el sacerdocio universal cristiano en pro de una elite diotrefana episcopal.

    La gran mayoría de las iglesias de hoy, no tienen un compromiso real con la comisión pastoral, no tienen un propósito definido con la obra de Dios, los objetivos se pierden entre las nebulosas de la sedentaria y la displicencia espiritual. ¿A que se debe esta situación?, ¿Cómo hemos llegado a esta forma de actuar dentro del cristianismo?, podemos encontrar muchas excusas, tener demasiadas respuestas, pero lo síntomas de la iglesia nos dan ha entender que es una iglesia enferma, desequilibrada, la falta de un liderazgo capaz de sacar del somnoliento sopor de la rutina y el ritualismo. La solución del problema: Pablo lo explicó de la siguiente manera: “... asiéndose de la Cabeza, en virtud de quien todo el cuerpo, nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y ligamentos, crece con el crecimiento que da Dios. (Colosenses 2:19).  La iglesia de Cristo debe volver al verdadero cuerpo, y obedecer a la genuina cabeza: Jesucristo, entonces sanará, será una comunidad equilibrada, y tendrá una real motivación para expandir el reino de Dios; será una Iglesia saludable, con un crecimiento espontáneo, que lo dará Dios mismo. La misión integral de la iglesia, apuntala a una participación proactiva que nos anima a responder: ¿Qué pide el Señor de ti? Hacer justicia, amar misericordia, y ser humildes ante Dios. (Miqueas 6:8).

    La misión integral de la iglesia, no es producir divisiones, no es llevar una política de transferencia de miembros de una comunidad a otra, no es levantar liderazgo falsos; no es ambicionar lugares de elite para satisfacer el ego del personalismo; no es incapacitar a los miembros para que no cumplan su ministerio; no es trastocar los principios de la comisión pastoral por intereses mezquino. La misión integral de la iglesia es unirse como miembro del cuerpo de Cristo a la voluntad de Dios y no solo ser un prosélito voluntarioso con fines propagandísticos de una seuda religión.

    La misión de la iglesia, es un trabajo integral dentro del compañerismo que debe existir entre los miembros del Cuerpo de Cristo, es una labor integrada tras del propósito mancomunado de alcanzar con todos los medios disponibles la evangelización de los no alcanzado. Es la compenetración de cumplir cada uno con el propósito que Dios le a dado,  es la solidaridad con las comunidades desposeídas para que alcancen la plenitud de su tarea y los propósitos trazados por la Deidad.

   La misión integral es trabajar unidos, con el único fin del que el evangelio de Jesucristo sea pleno, fructífero y cumpla con la voluntad de Dios, entonces, la ayuda del Señor estará presta para quienes se atreven a cumplir la misión a la cual están comprometidos. Seamos valientes, persistentes y comprometidos con la causa de Cristo y recibiremos de él toda su ayuda (Mr. 16:19-20).


Juan Salgado Rioseco

No hay comentarios:

Dios Santo y el Pecado (Parte VII)

El Servidor de Dios no debe quebrantar la Ley del Eterno y Santo para ser victorioso en la lucha contra el pecado. “ Ahora bien, ¿debe...