“Amaos los unos a los otros con amor
fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndolos los unos a los otros.” (Romanos 12:10).
Según el N.T.
Peshitta en Español, (Traducción de los antiguos manuscritos arameos) traduce
así: “Sed afectuosos unos con otros con amor fraternal; con honra, daos
preferencia unos a otros;”
William
Barclay, en su comentario del Nuevo Testamento escribe “Debemos ser afectuosos en nuestro amor a los hermanos. La palabra que
usa Pablo es filostorgos, y storgué es la palabra griega para el amor de la
familia. Debemos amarnos porque somos de la familia. No somos extraños para los
demás de la iglesia, ni ellos para nosotros. Y mucho menos unidades aisladas.
Somos hermanos y hermanas porque tenemos un mismo Padre, Dios.”
Romanos
12:10 es un versículo esencial con respecto a la relación o comunión que deben
tener los cristianos en sus respectivas comunidades, nos guía a ser cariñosos,
afables y amables unos con otros debido a que somos una familia.
El apóstol
Pablo utiliza en este texto la palabra griega “filostorgos”, que es una palabra
compuesta por filos (la forma sustantiva de fileo) y storge. El amor Storge,
favorece sentirse a gusto y cómodo con la compañía del amigo, promueve el
afecto natural de la convivencia, es el refugio emocional, el que mantiene la
atmósfera de confianza y seguridad. Es el que se acomoda y hace sentir bien la
compañía mutua. Podría describirse como una relación compuesta de afecto
natural y el sentimiento de pertenecerse el uno al otro, ser leales unos con
otros, amar con ternura. Se refiere al amor y afecto que debería encontrarse en
las relaciones familiares: afecto, lealtad y preocupación.
Podemos
parafrasear el texto bíblico mencionado “En
cuanto a su amor fraternal, que haya entre ustedes una profunda amistad y
afecto familiar.” Los miembros de la
familia cristiana necesitan brindarse amor “storge” unos a otros en forma
permanente, cultivar un afecto familiar profundo que conforte y ayude a
sentirse integrado a toda la familia de la fe.
A estos
aspectos anteriormente mencionados, el apóstol agrega “prefiriéndoos los unos a los otros”, con una disposición humilde
debería considerar a los hermanos creyentes como mejores que nosotros (Fil.
2:3). Otras versiones nos dicen: “previniéndoos con honra unos a otros” (Reina
Valera 1909); “dando preferencia los unos a los otros” (Reina Valera 1977);
“Dándose preferencia y respetándose mutuamente (Dios Habla Hoy).
El Maestro enseña
al respecto “Un mandamiento nuevo os doy:
que os améis los unos a los otros; que como yo os he amado, así también os
améis los unos a los otros.” (Juan 13:34), Jesús estaba dándoles a sus
discípulos su mandamiento de despedida, basándose en la demostración futura de
su sacrificio en la cruz por amor a ellos y a todos los que en Él crean en los
siglos venideros y lo replica en el texto 15:17 “Esto os mando: que os améis los unos a los otros…”. Qué ejemplo de
amor fraternal.
Con respecto
a lo que escribe el apóstol Juan en 1 Jn.
3:10-15, W. Barcley escribe «Aunque Juan
es un místico, tiene una mentalidad muy práctica; y, por tanto, no deja la
integridad como algo vago e indefinido. Alguien podría decir: «Muy bien, acepto
el hecho de que la única cosa que prueba que una persona pertenece a Dios es la
integridad de su vida; pero, ¿qué es integridad?" La respuesta de Juan es
clara y contundente: Ser íntegro es amar a nuestros hermanos. Eso, dice Juan,
es un deber que no deja lugar a dudas. Y pasa a aportar varias razones por las
que ese mandamiento es tan central y tan vinculante. » y agrega: “La ética cristiana se puede resumir
en una palabra, amor, y desde el momento que una persona se rinde a Cristo se
compromete a hacer del amor la línea central de su vida.”
Podemos definir usando el texto bíblico de 1
Jn. 3:16-18, podemos buscar una definición practica del amor fraternal. Sabemos
lo que puede alcanzar o hacer el
verdadero amor, porque Cristo dio su vida por nosotros. Teniendo en cuenta ese
paradigma, nosotros también debemos estar dispuestos a dar la vida por nuestros
hermanos; un amor fraternal practico, si alguien es rico o tiene los recursos
suficientes y ve a un hermano en
necesidad y no siente el deseo de ayudarlo, ¿cómo puede vivir el amor de Dios
en él? La grandeza del cristiano es ser solidario con los que necesitan ayuda,
debemos tomar el consejo del apóstol Juan, que nuestro amor no debe ser sólo de
palabras, pues el verdadero amor se demuestra con hechos.
El autor del
libro de los Hebreos (13:1) insta a que
el amor fraternal debe permanecer entre los cristianos, en especial la
hospitalidad, y nos da una posible causa “porque
por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles...”, además motiva a ser
solidario, ayudar a los demás a demostrar su amor, estimulándolos a hacer el
bien. (10:24), argumenta su posición escribiendo que Dios no es injusto para
olvidarse de todo el trabajo que se efectúa bajo el prisma del amor fraternal y
además recordará a los que han demostrado su amor ayudando al pueblo de Dios y
que continúan esforzándose en forma sincera y permanente hasta que vean completamente
realizada su esperanza (6:10-11).
El salmista
en 133:1 escribió “Mirad cuán bueno y
cuán agradable es que los hermanos habiten juntos en armonía.”, una de las
características del amor fraternal es la armonía, esta es una relación de paz,
concordia y entendimiento entre dos o más personas en una correspondencia
mutua; para conservar una armonía, lo importante es mantener el respeto mutuo y
en algunos casos se debe negarse a sí mismo para alcanzar un entendimiento
armónico y saludable en una relación.
El apóstol
Pablo ejemplarizaba el amor fraternal de los hermanos (as) de Tesalónica (1 Ts.
4:9- 10a), encontraba que no era
necesario escribirles sobre el amor fraternal que deberían tenerse como
hermanos en Cristo, porque Dios ya les había enseñado a amarse unos a otros. Recociendo
que ellos el amor no era solo por lo que habitaban en Tesalónica, sino por todos
los hermanos de Macedonia. Qué ejemplo o modelo de amor nos entrega esta
iglesia del primer siglo, el amor fraternal es manifestado por lo que alguien
hace, no por lo que alguien dice (1 Cor. 13:4-8).
El apóstol
de los gentiles les escribe a los creyentes romanos que su amor debe ser real,
sincero, detestar el mal, apegarse sólo al bien y respetarse unos a otros (Ro.
12:9, 10); a las comunidades de Galacia,
les instruye que no importa los dogmas religiosos sino lo que importa es
la fe que trabaja por medio del amor (5:6), que nos abusen de la libertad que
les ha dado Jesucristo en complacer los deseos perversos, como el egoísmo, la
ambición, la tacañería, celos, peleas, divisiones, sino deben ayudarse los unos
a los otros siempre con amor (13, 26), debido a que si siguen atacándose y
haciéndose daño unos a otros, van a terminar por destruirse todos (15), por lo
tanto, en nuestras relaciones debemos evidenciar los frutos del Espíritu (22).
Debemos andar dignamente de acuerdo a nuestro llamado, siendo siempre humildes,
amables, teniendo paciencia, soportándonos con amor unos a otros, debido a que el Espíritu nos ha unido con un vínculo
de paz. Debemos hacer todo lo posible por conservar esa unidad, permitiendo que
la paz nos mantenga unidos. (Ef. 4:1-3). Siendo humildes y cada uno
considerando a los demás como más importantes que nosotros mismo, no buscando nuestro
propio bien, sino el de los demás. (Flp.
2:3-4).
Con respecto
al tema, el apóstol Pedro, (1 Pe. 1:22), nos dice que obedeciendo la verdad no
solo nos purificamos, además podemos amar sinceramente a nuestros hermanos (as)
de la fe, y nos insta a amarnos los unos a los otros de todo corazón. Escribe: “Finalmente, sed todos de un mismo
sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables;” (1 Pe
3:8-9).
En su
segunda carta el apóstol de la circuncisión escribe que al servicio a Dios, debemos añadirle el afecto hacia los hermanos en
Cristo y a ese afecto, añadirle amor. Si
todas estas cosas están presentes en nuestras vidas y aumentan, entonces no
seremos creyentes inútiles y no habremos conocido en vano a nuestro Señor
Jesucristo. Sin embargo, si a alguien le faltan estas cosas, entonces está tan
corto de vista que está ciego y ha olvidado que sus pecados fueron perdonados,
por tanto, debemos esforzándonos a demostrarlo en vida, y así nunca caeremos de
la presencia de Dios, sino que recibiremos una grandiosa bienvenida en el reino
eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo (2 .Pe 1:7-11).
El escritor
del libro de Apocalipsis (2:4) escribió “Pero tengo esto contra ti: que has
dejado tu primer amor.”
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