domingo, 5 de abril de 2015

El Amor Fraternal entre cristianos


 “Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndolos los unos a los otros.” (Romanos  12:10). 
Según el N.T. Peshitta en Español, (Traducción de los antiguos manuscritos arameos) traduce así: “Sed afectuosos unos con otros con amor fraternal; con honra, daos preferencia unos a otros;”
William Barclay, en su comentario del Nuevo Testamento escribe “Debemos ser afectuosos en nuestro amor a los hermanos. La palabra que usa Pablo es filostorgos, y storgué es la palabra griega para el amor de la familia. Debemos amarnos porque somos de la familia. No somos extraños para los demás de la iglesia, ni ellos para nosotros. Y mucho menos unidades aisladas. Somos hermanos y hermanas porque tenemos un mismo Padre, Dios.”  

Romanos 12:10 es un versículo esencial con respecto a la relación o comunión que deben tener los cristianos en sus respectivas comunidades, nos guía a ser cariñosos, afables y amables unos con otros debido a que somos una familia.

El apóstol Pablo utiliza en este texto la palabra griega “filostorgos”, que es una palabra compuesta por filos (la forma sustantiva de fileo) y storge. El amor Storge, favorece sentirse a gusto y cómodo con la compañía del amigo, promueve el afecto natural de la convivencia, es el refugio emocional, el que mantiene la atmósfera de confianza y seguridad. Es el que se acomoda y hace sentir bien la compañía mutua. Podría describirse como una relación compuesta de afecto natural y el sentimiento de pertenecerse el uno al otro, ser leales unos con otros, amar con ternura. Se refiere al amor y afecto que debería encontrarse en las relaciones familiares: afecto, lealtad y preocupación.

Podemos parafrasear el texto bíblico mencionado “En cuanto a su amor fraternal, que haya entre ustedes una profunda amistad y afecto familiar.”  Los miembros de la familia cristiana necesitan brindarse amor “storge” unos a otros en forma permanente, cultivar un afecto familiar profundo que conforte y ayude a sentirse integrado a toda la familia de la fe.

A estos aspectos anteriormente mencionados, el apóstol agrega “prefiriéndoos los unos a los otros”, con una disposición humilde debería considerar a los hermanos creyentes como mejores que nosotros (Fil. 2:3). Otras versiones nos dicen: “previniéndoos con honra unos a otros” (Reina Valera 1909); “dando preferencia los unos a los otros” (Reina Valera 1977); “Dándose preferencia y respetándose mutuamente (Dios Habla Hoy).

El Maestro enseña al respecto “Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros; que como yo os he amado, así también os améis los unos a los otros.” (Juan 13:34), Jesús estaba dándoles a sus discípulos su mandamiento de despedida, basándose en la demostración futura de su sacrificio en la cruz por amor a ellos y a todos los que en Él crean en los siglos venideros y lo replica en el texto 15:17 “Esto os mando: que os améis los unos a los otros…”. Qué ejemplo de amor fraternal.

Con respecto a lo que escribe el apóstol  Juan en 1 Jn. 3:10-15, W. Barcley escribe «Aunque Juan es un místico, tiene una mentalidad muy práctica; y, por tanto, no deja la integridad como algo vago e indefinido. Alguien podría decir: «Muy bien, acepto el hecho de que la única cosa que prueba que una persona pertenece a Dios es la integridad de su vida; pero, ¿qué es integridad?" La respuesta de Juan es clara y contundente: Ser íntegro es amar a nuestros hermanos. Eso, dice Juan, es un deber que no deja lugar a dudas. Y pasa a aportar varias razones por las que ese mandamiento es tan central y tan vinculante. »  y agrega: “La ética cristiana se puede resumir en una palabra, amor, y desde el momento que una persona se rinde a Cristo se compromete a hacer del amor la línea central de su vida.”

 Podemos definir usando el texto bíblico de 1 Jn. 3:16-18, podemos buscar una definición practica del amor fraternal. Sabemos lo que puede alcanzar  o hacer el verdadero amor, porque Cristo dio su vida por nosotros. Teniendo en cuenta ese paradigma, nosotros también debemos estar dispuestos a dar la vida por nuestros hermanos; un amor fraternal practico, si alguien es rico o tiene los recursos suficientes  y ve a un hermano en necesidad y no siente el deseo de ayudarlo, ¿cómo puede vivir el amor de Dios en él? La grandeza del cristiano es ser solidario con los que necesitan ayuda, debemos tomar el consejo del apóstol Juan, que nuestro amor no debe ser sólo de palabras, pues el verdadero amor se demuestra con hechos.

El autor del libro de los Hebreos  (13:1) insta a que el amor fraternal debe permanecer entre los cristianos, en especial la hospitalidad, y nos da una posible causa “porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles...”, además motiva a ser solidario, ayudar a los demás a demostrar su amor, estimulándolos a hacer el bien. (10:24), argumenta su posición escribiendo que Dios no es injusto para olvidarse de todo el trabajo que se efectúa bajo el prisma del amor fraternal y además recordará a los que han demostrado su amor ayudando al pueblo de Dios y que continúan esforzándose en forma sincera y permanente hasta que vean completamente realizada su esperanza (6:10-11).

El salmista en 133:1 escribió “Mirad cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos habiten juntos en armonía.”, una de las características del amor fraternal es la armonía, esta es una relación de paz, concordia y entendimiento entre dos o más personas en una correspondencia mutua; para conservar una armonía, lo importante es mantener el respeto mutuo y en algunos casos se debe negarse a sí mismo para alcanzar un entendimiento armónico y saludable en una relación.

El apóstol Pablo ejemplarizaba el amor fraternal de los hermanos (as) de Tesalónica (1 Ts. 4:9- 10a), encontraba  que no era necesario escribirles sobre el amor fraternal que deberían tenerse como hermanos en Cristo, porque Dios ya les había enseñado a amarse unos a otros. Recociendo que ellos el amor no era solo por lo que habitaban en Tesalónica, sino por todos los hermanos de Macedonia. Qué ejemplo o modelo de amor nos entrega esta iglesia del primer siglo, el amor fraternal es manifestado por lo que alguien hace, no por lo que alguien dice (1 Cor. 13:4-8).

El apóstol de los gentiles les escribe a los creyentes romanos que su amor debe ser real, sincero, detestar el mal, apegarse sólo al bien y respetarse unos a otros (Ro. 12:9, 10); a las comunidades de Galacia,  les instruye que no importa los dogmas religiosos sino lo que importa es la fe que trabaja por medio del amor (5:6), que nos abusen de la libertad que les ha dado Jesucristo en complacer los deseos perversos, como el egoísmo, la ambición, la tacañería, celos, peleas, divisiones, sino deben ayudarse los unos a los otros siempre con amor (13, 26), debido a que si siguen atacándose y haciéndose daño unos a otros, van a terminar por destruirse todos (15), por lo tanto, en nuestras relaciones debemos evidenciar los frutos del Espíritu (22). Debemos andar dignamente de acuerdo a nuestro llamado, siendo siempre humildes, amables, teniendo paciencia, soportándonos con amor unos a otros, debido  a que el Espíritu nos ha unido con un vínculo de paz. Debemos hacer todo lo posible por conservar esa unidad, permitiendo que la paz nos mantenga unidos. (Ef. 4:1-3). Siendo humildes y cada uno considerando a los demás como más importantes que nosotros mismo, no buscando nuestro propio bien, sino el de los demás.  (Flp. 2:3-4).

Con respecto al tema, el apóstol Pedro, (1 Pe. 1:22), nos dice que obedeciendo la verdad no solo nos purificamos, además podemos amar sinceramente a nuestros hermanos (as) de la fe, y nos insta a amarnos los unos a los otros de todo corazón.  Escribe: “Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables;” (1 Pe 3:8-9). 

En su segunda carta el apóstol de la circuncisión escribe que  al servicio a Dios,  debemos añadirle el afecto hacia los hermanos en Cristo y a ese afecto, añadirle  amor. Si todas estas cosas están presentes en nuestras vidas y aumentan, entonces no seremos creyentes inútiles y no habremos conocido en vano a nuestro Señor Jesucristo. Sin embargo, si a alguien le faltan estas cosas, entonces está tan corto de vista que está ciego y ha olvidado que sus pecados fueron perdonados, por tanto, debemos esforzándonos a demostrarlo en vida, y así nunca caeremos de la presencia de Dios, sino que recibiremos una grandiosa bienvenida en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo (2 .Pe 1:7-11).


El escritor del libro de Apocalipsis (2:4) escribió “Pero tengo esto contra ti: que has dejado tu primer amor.”

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