La Iglesia de Dios en Cristo Jesús (Parte II)
La Naturaleza de la Iglesia de Cristo
Texto Bíblico (Efesios 1:22-23).
«Dios sometió todas las
cosas al dominio de Cristo, y lo dio como cabeza de todo a la Iglesia. Ésta,
que es su cuerpo, es la plenitud de aquel que lo llena todo por completo»
La iglesia de Dios en
Cristo Jesús, tiene propiedad o un conjunto de propiedades, características que
la hacen diferentes en relación a organizaciones humanas. La Iglesia tiene su
origen en Dios, por lo tanto se rige, conduce y proyecta por el plan
determinado por el Omnipotente y tiene como fundamento a Jesucristo como
suprema autoridad y dirección; en cambio las organizaciones humanas están sumergidas
en un estado de anomia, que las colocan en una posición contraria a la Iglesia
de Dios.
Otra de estas peculiaridades
es que la Iglesia es la comunidad de todos los verdaderos creyentes de todos
los tiempos; esta afirmación considera que la Iglesia está compuesta por todos
los que han sido verdaderamente salvos, visto por los ojos de la fe y la
presciencia de Dios (1 Pe. 1:3-5). Con referencia a la “presciencia”, es el
previo conocimiento, y se refiere a que Dios sabe de antemano todas las cosas con
referencia a la salvación (Ro. 8:29).
Dentro de estas
singularidades, Jesús mismo edificó la Iglesia llamando a las personas a ir a
él. Él prometió: «Yo edificaré mi iglesia» (Mt 16:18). Pablo dice: «Cristo amó
a la iglesia y se entregó por ella» (Ef 5:25).
Tan grande es el plan de
Dios para la Iglesia que ha exaltado a Cristo a una posición de suprema
autoridad para bien de la Iglesia: «Dios sometió todas las cosas al dominio de
Cristo, y lo dio como cabeza de todo a la Iglesia. Ésta, que es su cuerpo, es
la plenitud de aquel que lo llena todo por completo» (Ef 1:22-23).
Para Lutero como para Calvino
la iglesia fue nada más la comunidad de los santos, es decir, la comunidad de
aquellos que creen y que son santificados en Cristo y que están unidos con El
cómo su Jefe y Cabeza.
El carácter de la iglesia de Dios.
Hablar del carácter (rasgos
característico) de la Iglesia de Dios, nos permite mencionar su temperamento,
que le es propio, singular, innato e indiviso, tanto de la iglesia visible en
especial la invisible; aunque de alguna manera o forma, en la iglesia presente,
se ve afectada por el contorno mediático, la cultura, el entorno social y el
pasar de los tiempos, es de precisar que los principios esenciales que
conforman el carácter de la Iglesia de Dios se mantienen incólume a los embates
de los poderes maléficos o de la muerte. (Mt. 16:18).
Al analizar el carácter
de la Iglesia de acuerdo a las enseñanzas, aplicaciones, consejos que emanan de
la Palabra de Dios, al contrastarla con conductas de la iglesia presente, nos
encontraremos con tendencias que desvían a la iglesia del carácter que Dios le
señaló; debemos reconocer que el proceder de las diferentes denominaciones
cristianas o seudas religiosas, en muchos casos inversos, traen confusión en el
análisis mediático sobre la verdadera iglesia de Cristo, debido a sus énfasis
dogmáticos o sus proposiciones extrabíblicas.
1.
Santidad
Uno de sus rasgos
vitales de la Iglesia de Dios es su santidad; muchas palabras diferentes son
usadas para referirse a la idea de santidad en las Escrituras, en el Nuevo
Testamento, la iglesia es descrita como santa o santificada. Y los que son
parte de la iglesia son llamados santos. Estas tres palabras - santa,
santificada y santo - vienen de la misma raíz en griego. Santa se traduce del
adjetivo “hagios”. Santificada viene del verbo “hagiazo”, que significa hacer
santo. Y santos viene del sustantivo “hagios”, que significa el que es santo. En
el Antiguo Testamento, los mismos conceptos son representados por palabras
hebreas como el adjetivo “qadosh”, que significa santo; y el verbo “qadash”,
significa hacer santo, y el sustantivo “qodesh”, que significa el que es santo.
La santidad es atribuida ante todo a Dios. “Nadie es santo como el SEÑOR; no
hay roca como nuestro Dios. ¡No hay nadie como él!" (NVI 1 Sa. 2:2), (Is
45:5, 6, 14, 18, 21). Jesucristo es santo y verdadero (Ap. 3:7); el apóstol
Pablo escribe que Dios ha llamado para ser un pueblo santo. Él los hizo santos
por medio de Cristo Jesús, tal como lo hizo con todos los que en todas partes
invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y de nosotros. (1
Co. 1:2).
El apóstol Pedro en
referencia a la iglesia del Nuevo Testamento, escribió: “Más vosotros sois
linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios.” (1
Pedro 2:9). El apóstol está haciendo referencia diversos pasajes del Antiguo
Testamento que hablan de la santidad de Israel, y los aplica a la iglesia de
Cristo.
2.
Obediencia
La obediencia debe ser
otro de los rasgos característicos de la Iglesia de Dios, obedecer significa
someterse, o sea, sacrificar lo que nos agrada para poder agradar a Dios. La
obediencia significa negarse a sí mismo; Cristo dijo: “Si alguno quiere venir
en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígueme” (Lucas
9.23). Ningún hombre obedece a Cristo a menos que someta a Dios su voluntad,
sus deseos y todo cuanto tenga. “Los que son de Cristo han crucificado la carne
con sus pasiones y deseos” (Gálatas 5.24).
La obediencia nos dirige
a una vida santa, por medio de la obediencia a Dios transitamos en la senda de
justicia; la verdad, la justicia, la rectitud y la piedad se hallan en la senda
de obediencia a Dios.
La obediencia conduce al
entendimiento, la actitud correcta conduce a la fiel obediencia a las leyes de
Dios, las cuales forman gran parte del fundamento de la Biblia. El apóstol Santiago
nos exhorta con estas palabras: “Sed hacedores de la palabra, y no tan
solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno es oidor de
la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera
en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y
luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la
libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la
obra, éste será bienaventurado en lo que hace” (Santiago 1:22-25).
La obediencia trae
muchos beneficios, los cuales se hacen patentes al que obedece. El rey David
escribió: “Gustad, y ved que es bueno el Eterno; dichoso el hombre que confía
en él” (Salmos 34:8). Y Jesús dijo: “El que quiera hacer la voluntad de Dios,
conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta” (Juan
7:17).
3. Unidad.
Otro de los rasgos de la
Iglesia de Dios es la unidad, una de las fortalezas, la iglesia debe estar
libre de toda clase de contiendas y antagonismo, evitando así las divisiones.
En la primera carta del apóstol Pablo a los Corintios insta que vivan en
armonía los unos con los otros. Que no haya divisiones en la iglesia. Por el
contrario, sean todos de un mismo parecer, unidos en pensamiento y propósito. (1
Co. 1:10).
La unidad de la Iglesia
es un don de Dios y un milagro conseguido por la obra de la Cruz y de
Pentecostés, reuniendo en uno solo a los hijos de Dios que estaban esparcidos
(Jn. 11:52; Ef. 2:13-16; 1Co. 12:13).
La Iglesia de Dios debe
tener en una de sus prioridades la unidad, para dar cumplimiento a la oración
intercesora de Cristo, pidiendo para los suyos una perfecta unidad de
naturaleza, semejante a la del Padre y el Hijo (Jn. 17:11, 20-23).
La unidad de Iglesia de Cristo Jesús está basada en el amor (Ef. 4:2), surge de la unidad de Dios (vv. 3-6), enriquecida
por la diversidad de ministerios (vv.7-12), pero esta unidad demanda madurez y
crecimiento (vv. 13-16).
Metáforas referentes a la Iglesia.
Para ayudarnos a
entender la naturaleza de la Iglesia, la Biblia usa una amplia variedad de
metáforas e ilustraciones que nos describen cómo es la Iglesia.
a. Ilustraciones
de familia. Pablo ve a la Iglesia
como una familia cuando le dice a Timoteo que actúe como si todos los miembros
de la iglesia fueran miembros de una familia más extendida: «No reprendas con
dureza al anciano, sino aconséjalo como si fuera tu padre. Trata a los jóvenes
como a hermanos; a las ancianas, como a madres; a las jóvenes, como a hermanas,
con toda pureza» (1 Ti 5:1-2). Dios es nuestro Padre celestial (Ef 3:14), y
nosotros somos sus hijos, porque Dios nos dice: «Yo seré un padre para ustedes,
y ustedes serán mis hijos y mis hijas, dice el Señor Todopoderoso» (2 Co 6:18).
Por tanto nosotros somos hermanos y hermanas en la familia de Dios (Mt
12:49-50; 1 Jn 3:14-18).
Una metáfora de familia
algo diferente se ve cuando Pablo se refiere a la Iglesia como la esposa de
Cristo. Dice que la relación entre esposo y esposa se refiere «a Cristo y a la
iglesia» (Ef 5:32), y dice que él fue el que logró el compromiso entre Cristo y
la iglesia de Corinto y que el mismo se asemeja a un compromiso entre un novio
y una novia: «Los tengo prometidos a un solo esposo, que es Cristo, para
presentárselos como una virgen pura» (2 Co 11:2); aquí Pablo mira hacia
adelante al tiempo del retorno de Cristo como el tiempo cuando la Iglesia le
será presentada al Señor como su esposa.
Otra metáfora familiar
ve a la Iglesia como el Cuerpo de Cristo (1 Co 12:12-17). Debemos reconocer
que, en efecto, Pablo usa dos maneras diferentes del cuerpo humano cuando habla
de la Iglesia. Aquí en 1 Corintios 12 toma al cuerpo entero como metáfora de la
Iglesia, porque Pablo habla del «oído» y del «ojo» y del «sentido del olfato»
(1 Co 12:16-17). En esta metáfora no se ve a Cristo como la cabeza unida al
cuerpo, porque los miembros individuales son como las partes individuales de la
cabeza. Cristo es, en esta metáfora, el Señor que está «fuera» de ese cuerpo
que representa a la Iglesia y es a quien la Iglesia sirve y adora. Pero en
Efesios 1:22-23; 4:15-16, y en Colosenses 2:19, Pablo usa una diferente metáfora
del cuerpo para referirse a la Iglesia. En estos pasajes, Pablo dice que Cristo
es la cabeza y la Iglesia es el resto del cuerpo, aparte de la cabeza: «Más
bien, al vivir la verdad con amor, creceremos hasta ser en todo como aquel que
es la cabeza, es decir, Cristo. Por su acción todo el cuerpo crece y se edifica
en amor, sostenido y ajustado por todos los ligamentos, según la actividad
propia de cada miembro» (Ef 4:15-16). No debemos confundir estas dos metáforas
de 1 Corintios 12 y Efesios 4, sino mantenerlas aparte.
Descripciones:
El Cuerpo de Cristo. (Soma)
• Un
solo Cuerpo. (1 Co. 1:13)
• Bautizados
en el Cuerpo de Cristo. (1 Co. 12:13)
• El
creyente es un miembro del Cuerpo de Cristo. (1 Co. 12:12)
• Hay
unidad y unión. (1 Co. 12:14-25)
• Dependencia
mutua con los demás miembros. (Ro. 12:6-8)
• Presenta
la plenitud del Señor al mundo. (Ef. 1:22-23)
• Es
un instrumento de Dios para completar la obra en el mundo. (Ef. 4:16)
El Cuerpo de Cristo es una Koinonia para
compartir:
·
La
gracia de Cristo. (Fil. 1:7)
·
El
evangelio. (1 Co. 9:3)
·
La
promesa. (Ef. 3:6)
·
La
gloria de Cristo. (1 Pe. 5:1)
·
La
Eucaristía. (1 Co. 10:16)
·
El
Espíritu Santo. (Fil. 2:1)
·
La
naturaleza divina. (2 Pe. 1:4)
·
Participación
de los padecimientos de Cristo. (Fil. 3:10)
·
La
vida de Cristo. (Jn. 15)
b. Ilustración
como construcción: como un edificio (1 Co
3:9); se le ve como un nuevo templo no edificado con piedras literales sino
edificado con creyentes que son «piedras vivas» (1 P 2:5), construido sobre la
«piedra angular» que es Cristo Jesús (1 P 2:4-8). Se nos ve como la casa de
Dios. Y esa casa somos nosotros» (He 3:6), y a Jesucristo mismo se le ve como
el «constructor» de la casa (He 3:3). A la Iglesia también se le ve como
«columna y fundamento de la verdad» (1 Ti 3:15).
En otras metáforas: la Biblia compara a la Iglesia a ramas de una vid. (Jn
15:5), un olivo (Ro 11:17-24), un campo sembrado (1 Co 3:6-9), y una mies o
cosecha (Mt 13:1-30; Jn 4:35).
Juan Salgado Rioseco
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