viernes, 20 de diciembre de 2013

La Naturaleza de la Iglesia de Cristo

La Iglesia de Dios en Cristo Jesús (Parte II)

La Naturaleza de la Iglesia de Cristo


Texto Bíblico (Efesios 1:22-23).
«Dios sometió todas las cosas al dominio de Cristo, y lo dio como cabeza de todo a la Iglesia. Ésta, que es su cuerpo, es la plenitud de aquel que lo llena todo por completo»

  

La iglesia de Dios en Cristo Jesús, tiene propiedad o un conjunto de propiedades, características que la hacen diferentes en relación a organizaciones humanas. La Iglesia tiene su origen en Dios, por lo tanto se rige, conduce y proyecta por el plan determinado por el Omnipotente y tiene como fundamento a Jesucristo como suprema autoridad y dirección; en cambio las organizaciones humanas están sumergidas en un estado de anomia, que las colocan en una posición contraria a la Iglesia de Dios.  

Otra de estas peculiaridades es que la Iglesia es la comunidad de todos los verdaderos creyentes de todos los tiempos; esta afirmación considera que la Iglesia está compuesta por todos los que han sido verdaderamente salvos, visto por los ojos de la fe y la presciencia de Dios (1 Pe. 1:3-5). Con referencia a la “presciencia”, es el previo conocimiento, y se refiere a que Dios sabe de antemano todas las cosas con referencia a la salvación (Ro. 8:29).
Dentro de estas singularidades, Jesús mismo edificó la Iglesia llamando a las personas a ir a él. Él prometió: «Yo edificaré mi iglesia» (Mt 16:18). Pablo dice: «Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella» (Ef 5:25).
Tan grande es el plan de Dios para la Iglesia que ha exaltado a Cristo a una posición de suprema autoridad para bien de la Iglesia: «Dios sometió todas las cosas al dominio de Cristo, y lo dio como cabeza de todo a la Iglesia. Ésta, que es su cuerpo, es la plenitud de aquel que lo llena todo por completo» (Ef 1:22-23).
Para Lutero como para Calvino la iglesia fue nada más la comunidad de los santos, es decir, la comunidad de aquellos que creen y que son santificados en Cristo y que están unidos con El cómo su Jefe y Cabeza.

El carácter de la iglesia de Dios.

Hablar del carácter (rasgos característico) de la Iglesia de Dios, nos permite mencionar su temperamento, que le es propio, singular, innato e indiviso, tanto de la iglesia visible en especial la invisible; aunque de alguna manera o forma, en la iglesia presente, se ve afectada por el contorno mediático, la cultura, el entorno social y el pasar de los tiempos, es de precisar que los principios esenciales que conforman el carácter de la Iglesia de Dios se mantienen incólume a los embates de los poderes maléficos o de la muerte. (Mt. 16:18).
Al analizar el carácter de la Iglesia de acuerdo a las enseñanzas, aplicaciones, consejos que emanan de la Palabra de Dios, al contrastarla con conductas de la iglesia presente, nos encontraremos con tendencias que desvían a la iglesia del carácter que Dios le señaló; debemos reconocer que el proceder de las diferentes denominaciones cristianas o seudas religiosas, en muchos casos inversos, traen confusión en el análisis mediático sobre la verdadera iglesia de Cristo, debido a sus énfasis dogmáticos o sus proposiciones extrabíblicas.
1.         Santidad
Uno de sus rasgos vitales de la Iglesia de Dios es su santidad; muchas palabras diferentes son usadas para referirse a la idea de santidad en las Escrituras, en el Nuevo Testamento, la iglesia es descrita como santa o santificada. Y los que son parte de la iglesia son llamados santos. Estas tres palabras - santa, santificada y santo - vienen de la misma raíz en griego. Santa se traduce del adjetivo “hagios”. Santificada viene del verbo “hagiazo”, que significa hacer santo. Y santos viene del sustantivo “hagios”, que significa el que es santo. En el Antiguo Testamento, los mismos conceptos son representados por palabras hebreas como el adjetivo “qadosh”, que significa santo; y el verbo “qadash”, significa hacer santo, y el sustantivo “qodesh”, que significa el que es santo. La santidad es atribuida ante todo a Dios. “Nadie es santo como el SEÑOR; no hay roca como nuestro Dios. ¡No hay nadie como él!" (NVI 1 Sa. 2:2), (Is 45:5, 6, 14, 18, 21). Jesucristo es santo y verdadero (Ap. 3:7); el apóstol Pablo escribe que Dios ha llamado para ser un pueblo santo. Él los hizo santos por medio de Cristo Jesús, tal como lo hizo con todos los que en todas partes invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y de nosotros. (1 Co. 1:2).
El apóstol Pedro en referencia a la iglesia del Nuevo Testamento, escribió: “Más vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios.” (1 Pedro 2:9). El apóstol está haciendo referencia diversos pasajes del Antiguo Testamento que hablan de la santidad de Israel, y los aplica a la iglesia de Cristo.
2.         Obediencia
La obediencia debe ser otro de los rasgos característicos de la Iglesia de Dios, obedecer significa someterse, o sea, sacrificar lo que nos agrada para poder agradar a Dios. La obediencia significa negarse a sí mismo; Cristo dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígueme” (Lucas 9.23). Ningún hombre obedece a Cristo a menos que someta a Dios su voluntad, sus deseos y todo cuanto tenga. “Los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos” (Gálatas 5.24).
La obediencia nos dirige a una vida santa, por medio de la obediencia a Dios transitamos en la senda de justicia; la verdad, la justicia, la rectitud y la piedad se hallan en la senda de obediencia a Dios.
La obediencia conduce al entendimiento, la actitud correcta conduce a la fiel obediencia a las leyes de Dios, las cuales forman gran parte del fundamento de la Biblia. El apóstol Santiago nos exhorta con estas palabras: “Sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace” (Santiago 1:22-25).
La obediencia trae muchos beneficios, los cuales se hacen patentes al que obedece. El rey David escribió: “Gustad, y ved que es bueno el Eterno; dichoso el hombre que confía en él” (Salmos 34:8). Y Jesús dijo: “El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta” (Juan 7:17).
3.     Unidad.
Otro de los rasgos de la Iglesia de Dios es la unidad, una de las fortalezas, la iglesia debe estar libre de toda clase de contiendas y antagonismo, evitando así las divisiones. En la primera carta del apóstol Pablo a los Corintios insta que vivan en armonía los unos con los otros. Que no haya divisiones en la iglesia. Por el contrario, sean todos de un mismo parecer, unidos en pensamiento y propósito. (1 Co. 1:10).
La unidad de la Iglesia es un don de Dios y un milagro conseguido por la obra de la Cruz y de Pentecostés, reuniendo en uno solo a los hijos de Dios que estaban esparcidos (Jn. 11:52; Ef. 2:13-16; 1Co. 12:13).
La Iglesia de Dios debe tener en una de sus prioridades la unidad, para dar cumplimiento a la oración intercesora de Cristo, pidiendo para los suyos una perfecta unidad de naturaleza, semejante a la del Padre y el Hijo (Jn. 17:11, 20-23).
La unidad de Iglesia de Cristo Jesús está basada en el amor (Ef. 4:2), surge de la unidad de Dios (vv. 3-6), enriquecida por la diversidad de ministerios (vv.7-12), pero esta unidad demanda madurez y crecimiento (vv. 13-16).

Metáforas referentes a la Iglesia.

Para ayudarnos a entender la naturaleza de la Iglesia, la Biblia usa una amplia variedad de metáforas e ilustraciones que nos describen cómo es la Iglesia.
a.     Ilustraciones de familia. Pablo ve a la Iglesia como una familia cuando le dice a Timoteo que actúe como si todos los miembros de la iglesia fueran miembros de una familia más extendida: «No reprendas con dureza al anciano, sino aconséjalo como si fuera tu padre. Trata a los jóvenes como a hermanos; a las ancianas, como a madres; a las jóvenes, como a hermanas, con toda pureza» (1 Ti 5:1-2). Dios es nuestro Padre celestial (Ef 3:14), y nosotros somos sus hijos, porque Dios nos dice: «Yo seré un padre para ustedes, y ustedes serán mis hijos y mis hijas, dice el Señor Todopoderoso» (2 Co 6:18). Por tanto nosotros somos hermanos y hermanas en la familia de Dios (Mt 12:49-50; 1 Jn 3:14-18).
Una metáfora de familia algo diferente se ve cuando Pablo se refiere a la Iglesia como la esposa de Cristo. Dice que la relación entre esposo y esposa se refiere «a Cristo y a la iglesia» (Ef 5:32), y dice que él fue el que logró el compromiso entre Cristo y la iglesia de Corinto y que el mismo se asemeja a un compromiso entre un novio y una novia: «Los tengo prometidos a un solo esposo, que es Cristo, para presentárselos como una virgen pura» (2 Co 11:2); aquí Pablo mira hacia adelante al tiempo del retorno de Cristo como el tiempo cuando la Iglesia le será presentada al Señor como su esposa.
Otra metáfora familiar ve a la Iglesia como el Cuerpo de Cristo (1 Co 12:12-17). Debemos reconocer que, en efecto, Pablo usa dos maneras diferentes del cuerpo humano cuando habla de la Iglesia. Aquí en 1 Corintios 12 toma al cuerpo entero como metáfora de la Iglesia, porque Pablo habla del «oído» y del «ojo» y del «sentido del olfato» (1 Co 12:16-17). En esta metáfora no se ve a Cristo como la cabeza unida al cuerpo, porque los miembros individuales son como las partes individuales de la cabeza. Cristo es, en esta metáfora, el Señor que está «fuera» de ese cuerpo que representa a la Iglesia y es a quien la Iglesia sirve y adora. Pero en Efesios 1:22-23; 4:15-16, y en Colosenses 2:19, Pablo usa una diferente metáfora del cuerpo para referirse a la Iglesia. En estos pasajes, Pablo dice que Cristo es la cabeza y la Iglesia es el resto del cuerpo, aparte de la cabeza: «Más bien, al vivir la verdad con amor, creceremos hasta ser en todo como aquel que es la cabeza, es decir, Cristo. Por su acción todo el cuerpo crece y se edifica en amor, sostenido y ajustado por todos los ligamentos, según la actividad propia de cada miembro» (Ef 4:15-16). No debemos confundir estas dos metáforas de 1 Corintios 12 y Efesios 4, sino mantenerlas aparte.
Descripciones:
El Cuerpo de Cristo. (Soma)
•      Un solo Cuerpo. (1 Co. 1:13)
•      Bautizados en el Cuerpo de Cristo. (1 Co. 12:13)
•      El creyente es un miembro del Cuerpo de Cristo. (1 Co. 12:12)
•      Hay unidad y unión. (1 Co. 12:14-25)
•      Dependencia mutua con los demás miembros. (Ro. 12:6-8)
•      Presenta la plenitud del Señor al mundo. (Ef. 1:22-23)
•      Es un instrumento de Dios para completar la obra en el mundo. (Ef. 4:16)

El Cuerpo de Cristo es una Koinonia para compartir:
·           La gracia de Cristo. (Fil. 1:7)
·           El evangelio. (1 Co. 9:3)
·           La promesa. (Ef. 3:6)
·           La gloria de Cristo. (1 Pe. 5:1)
·           La Eucaristía. (1 Co. 10:16)
·           El Espíritu Santo. (Fil. 2:1)
·           La naturaleza divina. (2 Pe. 1:4)
·           Participación de los padecimientos de Cristo. (Fil. 3:10)
·           La vida de Cristo. (Jn. 15)
b.     Ilustración como construcción: como un edificio (1 Co 3:9); se le ve como un nuevo templo no edificado con piedras literales sino edificado con creyentes que son «piedras vivas» (1 P 2:5), construido sobre la «piedra angular» que es Cristo Jesús (1 P 2:4-8). Se nos ve como la casa de Dios. Y esa casa somos nosotros» (He 3:6), y a Jesucristo mismo se le ve como el «constructor» de la casa (He 3:3). A la Iglesia también se le ve como «columna y fundamento de la verdad» (1 Ti 3:15).
En otras metáforas: la Biblia compara a la Iglesia a ramas de una vid. (Jn 15:5), un olivo (Ro 11:17-24), un campo sembrado (1 Co 3:6-9), y una mies o cosecha (Mt 13:1-30; Jn 4:35).

Juan Salgado Rioseco

No hay comentarios:

Dios Santo y el Pecado (Parte VII)

El Servidor de Dios no debe quebrantar la Ley del Eterno y Santo para ser victorioso en la lucha contra el pecado. “ Ahora bien, ¿debe...