domingo, 29 de diciembre de 2013

Fundamento apostólico de la Iglesia

La Iglesia de Dios en Cristo Jesús (Parte IV)

Fundamento apostólico de la Iglesia

Texto Bíblico: Efesios 2:20 - 21
“edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor;”

Fundamento, del latín “fundamentum”, es el principio o cimiento sobre el que se apoya y se desarrolla una cosa. El concepto se utiliza para nombrar al motivo o razón con que se pretende asegurar o afianzar algo.
Con este concepto de fundamento podemos decir: la Iglesia de Dios en Cristo Jesús, tiene su principio en Jesús, como cimiento las enseñanzas de Él, se desarrolla por la obediencia de los seguidores de Jesucristo en la aplicación de estas enseñanzas, teniendo como verticalidad la unidad, comunión, compañerismo por mandato que emana de Cristo mismo, con la obligación de crecer en santidad hasta ser un templo al servicio del Señor Jesús; podemos agregar que se debe de tener la convicción de que el poder mostrado por Jesús en su ministerio terrenal perdura incólume hasta su siguiente parusía.

El Fundamento de la Iglesia
Dios hizo a Jesús cabeza de la iglesia (Efesios 1:20-23); Él es la cabeza debido a su preeminencia (Colosenses 1:15-18); la iglesia está sujeta a Cristo (Efesios 5:23-24); por lo tanto, la cabeza mantiene al cuerpo. (Colosenses 2:16-19).
Las Sagradas Escrituras afirman que Jesucristo tiene su Iglesia, una Iglesia que permanecerá por siempre, pues las puertas del infierno no podrán prevalecer contra ella. (Mateo 16:18). Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.”

El Señor Jesús edifica su Iglesia. (1 Corintios 3:9-10).
El sentido de edificar es que él construiría su Iglesia como aquel que construye un edificio.
Este edificio llamado Iglesia tiene un fundamento firme y seguro el cual es Cristo mismo. Sobre este fundamento los apóstoles pusieron las bases para que el edificio llamado Iglesia siguiera levantándose con firmeza y seguridad.
Los pastores y maestros que verdaderamente han sido llamados por Cristo tienen la función de edificar la Iglesia tomando como base el fundamento que ya ha sido puesto. Ninguno puede decir que está construyendo la iglesia verdadera de Cristo sino edifica encima del fundamento seguro de Cristo y los apóstoles. (Efesios 2:19-22). Las figuras de este párrafo representan con mayor claridad la forma cómo Dios va construyendo la Iglesia de Cristo.
También el apóstol Pedro utiliza la figura del edificio para dar a entender que la Iglesia de Cristo va construyéndose día a día con la adhesión de nuevos creyentes que se convierten en piedras vivas para rendir sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo. (1 Pedro 2:4, 5).
No solo la Iglesia de Cristo se va edificando con los nuevos creyentes, sino que las piedras que ya forman parte de este edificio van edificándose y creciendo. Este es el objetivo del trabajo de los siervos del Señor

La Iglesia es pertenencia de CRISTO. (Hechos 20:28).
La iglesia de Cristo se compone de esas personas que Cristo compró con la sangre de su vida (Hch. 20:28; 1 Co. 6:19,20; 1 Pe. 1:18,19), y que, por lo tanto, le pertenecen a él.
Siendo que él fue sacrificado como el cordero salvador, solo él puede tener el derecho de propiedad de esta Iglesia. Los pastores no son dueños de esta Iglesia, no pueden cambiar los fundamentos ni establecer otros, porque el dueño de la Iglesia ha ordenado que todos deban construir sobre el fundamento que es Cristo mismo.
Jesucristo ha sido declarado por Dios mismo como la cabeza y dueño de la Iglesia, precisamente porque la Iglesia es su cuerpo. (Efesios 1:22). La verdadera Iglesia de Cristo solo tiene un propietario y este es Cristo. Ninguna persona u organización puede tener los derechos de propiedad de la Iglesia.

La base del fundamento apostólico (Efesios 2:20-22)
Las Sagradas Escrituras ponen de manifiesto que la Iglesia tiene un fundamento firme, el cual fue establecido por Cristo y los apóstoles (Mt. 16:18; Ef. 2:19-22).
Desde el génesis de la iglesia de Dios en Cristo Jesús se sometió a lo establecido por Jesucristo y transmitido por los apóstoles a través de enseñanzas, ordenanzas y acuerdos aceptados por la iglesia y sus líderes en Jerusalén; el mismo apóstoles de los gentiles se sometió a este devenir inicial de la Iglesia (Hch. 16:4).
Los apóstoles fueron enseñados por el Maestro por un periodo de aproximadamente tres años, testigos de la resurrección de Cristo, hecho transcendental en sus vidas, investido por autoridad divina (Hch. 1:8), tomaron fuerzas para convertirse en los portavoces del Salvador para el resto de la humanidad (1 Co. 2:9-13), sus enseñanzas tienen el carácter de normas de fe (Gálatas 1:8; 2 Ts. 2:15), y de conducta (2 Ts. 3:4, 6, 14), con el propósito de establecer las bases doctrinales y el ordenamiento sobre el cual descansa, se edifica y crece la Iglesia.
Los apóstoles, orientaron su accionar, a dar una constitución espiritual solida a los creyentes y establecer una estructura para recibir a los que iban hacer agregados a la novel comunidad; sus enseñanzas son la norma de la doctrina y la práctica en la Iglesia del Nuevo Testamento (Hch. 2:42; 1 Jn. 2:19), por la cual se edificó la Iglesias (Ef. 19:28), por su obra, sus nombres están grabados sobre el fundamento del muro de la ciudad santa (Ap. 21:14).
El mensaje paulino con referencia a este tema precisó: lo que los apóstoles establecieron para la iglesia son “los mandamientos del Señor” (1 Co. 14:37).
La obligación de la iglesia es seguir sobredificándose sobre este fundamento, no olvidando que la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo. (Efesios 2:20.)

 EL FUNDAMENTO APOSTÓLICO NO ADMITE MODIFICACIONES:
Desde Pentecostés hasta la segunda venida de Cristo la enseñanza de Jesús y de los apóstoles no debe ser cambiada, modificada, ni corregida, aunque sí profundizada o ampliada en su significado (Judas 3, 17).
Tan convencido está el apóstol Pablo de la inmutabilidad de la palabra de Dios, que en Gálatas 1:8 afirma: “Mas si aún nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema”, el fundamento apostólico jamás debe ser modificado.
La doctrina apostólica, originada como está en el Espíritu Santo, se halla en el testimonio común de todos los apóstoles y no en el privilegio especial de ninguno de ellos como individuo por encima de los demás; tanto es así, que el apóstol Pedro al eludir un principio fundamental que él mismo había aceptado y enseñado, recibió resistencia por comportamiento condenable (Gá. 2:11).
Los apóstoles en el ejercicio de su ministerio colocaron el fundamento de la Iglesia, Cristo mismo; los colaboradores apostólicos, los que les sucedieron y los profetas de aquel tiempo sobredificaron sobre el fundamento colocado por ellos; es en este edificio, teniendo como piedra angular a Cristo Jesús, establecieron la verticalidad de la estructura de la Iglesia, con el solo propósito de a glorificar como cabeza y Señor a Cristo mismo (Ef. 1:22).
La Iglesia de Dios en Cristo Jesús, puede seguir fundamentado, con convicción, que la doctrina que enseñaron, predicaron y escribieron los apóstoles, se cimenta la fe en Cristo, nadie puede poner otro fundamento que el que ya fue puesto por ellos (1 Co. 3:11).


Juan Salgado Rioseco

sábado, 28 de diciembre de 2013

Las marcas de la Iglesia de Cristo

La Iglesia de Dios en Cristo Jesús (Parte III)

Las marcas de la Iglesia

 Texto Bíblico Romanos 11:22 
“Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad; pues de otra manera tú también serás cortado.”

La Iglesia de Dios en Cristo Jesús mantiene el derecho exclusivo de identidad como origen y pertenencia divina, que son sus marcas de presentación delante de la sociedad.
Las Sagradas Escrituras no escatiman esfuerzo alguno en declarar el origen celestial y la alta vocación de la Iglesia, lo que marca la diferencia con cualquiera organización humana, aunque sea esta la más altruista existente en beneficio de la humanidad.
Varias de estas “marcas” distintivas, muestran que la Iglesia de Dios en Cristo Jesús, como un ente superior por encima de los derechos y deberes ineludibles que tiene el hombre con respecto a la sociedad en la cual está inmerso. Las “marcas” de la Iglesia verdadera, la distinguen como un valor inherente y por sí misma, por sobre la gestión eclesiástica de alguna denominación, debido a este valor intrínseco los miembros del Cuerpo de Cristo deben ampliar su visión más allá del derecho de pertenencia como miembro de alguna denominación, con el fin de alcanzar la propuesta del fundador de la Iglesia: Jesucristo mismo.

Marcas distintivas de la Iglesia de Dios en Cristo Jesús:

1.     Fue comprada por la sangre de Cristo. Hch. 20:28.
  Toda iglesia verdadera está conformada por personas que han sido redimidas por la sangre de Cristo. La Iglesia le costó al Señor su propia vida. Los sufrimientos más grandes de nuestro Salvador dieron origen a la Iglesia. El que rechaza o tiene en poca estima a la Iglesia, también tiene en poca estima la sangre de Cristo que fue derramada por ella.
2.     Fue salvada por Cristo. Ef. 5:25-29.
  La Iglesia es el objeto del amor soberano de Cristo. El amor de Dios por la Iglesia es tan profundo, fuerte e íntimo, que, en la tierra, solo puede ser comparado por la relación íntima y única que existe entre una pareja de esposos. Así es el amor de Cristo por la Iglesia. Él la salvó.
3.     Es santificada por Cristo. Ef. 5:26-27.
  La Iglesia es tan importante para Dios, que no solo envió a Jesús para que la comprara con su sangre preciosa, sino que la sigue purificando cada día, puesto que será presentada como la novia sublime del divino salvador. La Iglesia es santificada por la palabra. Jesús se encarga de dotar a hombres para que sean pastores, maestros y predicadores que proclamen, con fidelidad, la enseñanza clara de las Sagradas Escrituras, con el propósito de mantener la limpieza espiritual de la novia del cordero de Dios.
4.     La Iglesia es la esposa de Cristo. Ef. 5:22-32.
  “Porque os celo con celo de Dios; pues os he deposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo” (2 Co. 11:2). Por lo general, cuando un hombre escoge a una mujer para casarse con ella, esto obedece a que su corazón se ha prendado de esta mujer. Cuando el amor verdadero une a dos corazones, estos deciden unirse en matrimonio. Jesucristo, ha decidido desposarse con la Iglesia, porque el amor de su corazón es ella. Es imposible amar a Cristo y a la vez pretender desconocer la importancia de la Iglesia, pues, ella es el delirio de su corazón.
5.     Es el cuerpo de Cristo. Col. 1:18; Ef. 4:12.
  La Iglesia es más que una organización, es un cuerpo, un organismo vivo, cuya preeminencia se encuentra en la cabeza, que es Cristo. Los más grandes daños hechos a la Iglesia no han venido de los impíos y enemigos externos de ella, sino de aquellos que, desde dentro, han tratado de tergiversar el verdadero llamamiento de la misma. La Iglesia es, nada más y nada menos, que el cuerpo de Cristo. Todos los miembros verdaderos de la Iglesia han sido injertados en ella, y por ende en Cristo, para ser uno con él. Solamente la Iglesia tiene este alto llamamiento. “Como cabeza de su iglesia, Cristo le da vida y crecimiento (Col. 2:19; cf. Ef. 4:15,16). Él es su cabeza orgánica. Como su cabeza también ejerce autoridad sobre la iglesia; por cierto, sobre la totalidad de la creación, para el beneficio de la Iglesia (Ef. 1:20-23).
6.     La Iglesia es propiedad del Dios viviente. 1 Co. 1:2; 1 Tim. 3:15; Ro. 16:16.
En aquel tiempo (y en la actualidad) en el mundo pagano existían incontables templos llenos de ídolos. La iglesia se diferencia de todos ellos en que el Dios viviente reside y actúa en ella, y que es propiedad de ese Dios viviente.
7.     Es el edificio de Dios. 1 Co. 3:9.
  Pablo usa repetidamente la imagen de la construcción en sus epístolas. Representa a los cristianos como el edificio de Dios (1 Co. 3:9,16) y hace notar que Cristo es el único cimiento (vv. 10-14; Ef. 2:20). Describe la vida espiritual de los creyentes como un proceso de edificación (Ef. 4:29; 1 Ts. 5:11). También revela que los cristianos están siendo edificados juntos en Cristo (Ef. 2:22; Col. 2:7).” Todo creyente que se aleja del cuidado y comunión de la Iglesia Local está dejando de ser edificado conforme a los principios bíblicos.
8.     Dios la está labrando. 1 Co. 3:9.
  Los que colaboran en la Iglesia, no trabajan en la iglesia para sí, sino para el Señor. De la figura agrícola Pablo ahora se vuelve a una metáfora sacada de la arquitectura. «Sois edificio de Dios», así como un campo se cultiva, un edificio se construye. Los edificadores laboran para el Señor. Ef. 2:19-22; 1 Pe. 2:5.
9.     Es la habitación de Dios. Ef. 2:22.
  Aunque los cielos de los cielos no pueden contener la presencia sublime del Dios Santo, a él le place tener moradas especiales entre los hombres. En tiempos prístinos de la nación israelita habitó en el Tabernáculo y en la época de la monarquía en el Templo de Salomón. Hoy día ha hecho morada en la Iglesia.
10.  La Iglesia es el Reino del Hijo amado de Dios. Col. 1:13.
  Aunque Dios gobierna soberano sobre toda la creación, Jesús, es reconocido plenamente como Rey sobre la Iglesia. Ella está compuesta de súbditos que se gozan en obedecerle. Este es un reinado de luz, verdad, amor, paz, justicia perfecta. Este reino sigue creciendo cada día con los nuevos súbditos que son atraídos por la fe. Este reino se expresa hoy en la Iglesia.
11.  Es la casa espiritual y el templo de Dios. 1 Pe. 2:5; 1 Co. 3:16.
  En la época contemporánea, Dios no mira el tempo de Jerusalén como su casa, sino que ahora él es adorado en una casa “espiritual”, de acuerdo a las palabras de Cristo en Juan 4 “Dios busca adoradores que le adoren en espíritu y en verdad”, pero esto no quiere decir que Dios no tenga un templo especial en esta dispensación, el templo es la Iglesia, la cual es construida con piedras vivas que reciben su poder vivificador de Cristo. “La casa espiritual, que es la Iglesia, es una expresión que alude a su condición de santuario (1 Co. 6:19; 2 Co. 6:16), pues también el templo antiguo era llamado casa (Sal. 69:9; Is. 66:7). En él ejercen los creyentes su sacerdocio, no solo por medio de la oración de intercesión, sino también mediante los sacrificios espirituales (Ro. 12:1; Fil. 4:18; He. 13:15,16).”

Las marcas de la Iglesia de Dios en Cristo Jesús son indubitables para que los miembros del Cuerpo de Cristo puedan tener un sentido de pertenencia basado en un cimiento espiritual solido e indestructible en cuanto a la fe.
Las marcas propias e indelebles nos ayudan a tener confianza que nuestro trabajo en el Señor no es vano, a la vez que nos estimula a seguir, avanzar en la vida cristiana y en el trabajo del Reino de Cristo, complementados con vivo entusiasmo en proseguir expandiendo la causa de Cristo con el vigor del primer amor.

 Juan Salgado Rioseco

viernes, 20 de diciembre de 2013

La Naturaleza de la Iglesia de Cristo

La Iglesia de Dios en Cristo Jesús (Parte II)

La Naturaleza de la Iglesia de Cristo


Texto Bíblico (Efesios 1:22-23).
«Dios sometió todas las cosas al dominio de Cristo, y lo dio como cabeza de todo a la Iglesia. Ésta, que es su cuerpo, es la plenitud de aquel que lo llena todo por completo»

  

La iglesia de Dios en Cristo Jesús, tiene propiedad o un conjunto de propiedades, características que la hacen diferentes en relación a organizaciones humanas. La Iglesia tiene su origen en Dios, por lo tanto se rige, conduce y proyecta por el plan determinado por el Omnipotente y tiene como fundamento a Jesucristo como suprema autoridad y dirección; en cambio las organizaciones humanas están sumergidas en un estado de anomia, que las colocan en una posición contraria a la Iglesia de Dios.  

Otra de estas peculiaridades es que la Iglesia es la comunidad de todos los verdaderos creyentes de todos los tiempos; esta afirmación considera que la Iglesia está compuesta por todos los que han sido verdaderamente salvos, visto por los ojos de la fe y la presciencia de Dios (1 Pe. 1:3-5). Con referencia a la “presciencia”, es el previo conocimiento, y se refiere a que Dios sabe de antemano todas las cosas con referencia a la salvación (Ro. 8:29).
Dentro de estas singularidades, Jesús mismo edificó la Iglesia llamando a las personas a ir a él. Él prometió: «Yo edificaré mi iglesia» (Mt 16:18). Pablo dice: «Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella» (Ef 5:25).
Tan grande es el plan de Dios para la Iglesia que ha exaltado a Cristo a una posición de suprema autoridad para bien de la Iglesia: «Dios sometió todas las cosas al dominio de Cristo, y lo dio como cabeza de todo a la Iglesia. Ésta, que es su cuerpo, es la plenitud de aquel que lo llena todo por completo» (Ef 1:22-23).
Para Lutero como para Calvino la iglesia fue nada más la comunidad de los santos, es decir, la comunidad de aquellos que creen y que son santificados en Cristo y que están unidos con El cómo su Jefe y Cabeza.

El carácter de la iglesia de Dios.

Hablar del carácter (rasgos característico) de la Iglesia de Dios, nos permite mencionar su temperamento, que le es propio, singular, innato e indiviso, tanto de la iglesia visible en especial la invisible; aunque de alguna manera o forma, en la iglesia presente, se ve afectada por el contorno mediático, la cultura, el entorno social y el pasar de los tiempos, es de precisar que los principios esenciales que conforman el carácter de la Iglesia de Dios se mantienen incólume a los embates de los poderes maléficos o de la muerte. (Mt. 16:18).
Al analizar el carácter de la Iglesia de acuerdo a las enseñanzas, aplicaciones, consejos que emanan de la Palabra de Dios, al contrastarla con conductas de la iglesia presente, nos encontraremos con tendencias que desvían a la iglesia del carácter que Dios le señaló; debemos reconocer que el proceder de las diferentes denominaciones cristianas o seudas religiosas, en muchos casos inversos, traen confusión en el análisis mediático sobre la verdadera iglesia de Cristo, debido a sus énfasis dogmáticos o sus proposiciones extrabíblicas.
1.         Santidad
Uno de sus rasgos vitales de la Iglesia de Dios es su santidad; muchas palabras diferentes son usadas para referirse a la idea de santidad en las Escrituras, en el Nuevo Testamento, la iglesia es descrita como santa o santificada. Y los que son parte de la iglesia son llamados santos. Estas tres palabras - santa, santificada y santo - vienen de la misma raíz en griego. Santa se traduce del adjetivo “hagios”. Santificada viene del verbo “hagiazo”, que significa hacer santo. Y santos viene del sustantivo “hagios”, que significa el que es santo. En el Antiguo Testamento, los mismos conceptos son representados por palabras hebreas como el adjetivo “qadosh”, que significa santo; y el verbo “qadash”, significa hacer santo, y el sustantivo “qodesh”, que significa el que es santo. La santidad es atribuida ante todo a Dios. “Nadie es santo como el SEÑOR; no hay roca como nuestro Dios. ¡No hay nadie como él!" (NVI 1 Sa. 2:2), (Is 45:5, 6, 14, 18, 21). Jesucristo es santo y verdadero (Ap. 3:7); el apóstol Pablo escribe que Dios ha llamado para ser un pueblo santo. Él los hizo santos por medio de Cristo Jesús, tal como lo hizo con todos los que en todas partes invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y de nosotros. (1 Co. 1:2).
El apóstol Pedro en referencia a la iglesia del Nuevo Testamento, escribió: “Más vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios.” (1 Pedro 2:9). El apóstol está haciendo referencia diversos pasajes del Antiguo Testamento que hablan de la santidad de Israel, y los aplica a la iglesia de Cristo.
2.         Obediencia
La obediencia debe ser otro de los rasgos característicos de la Iglesia de Dios, obedecer significa someterse, o sea, sacrificar lo que nos agrada para poder agradar a Dios. La obediencia significa negarse a sí mismo; Cristo dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígueme” (Lucas 9.23). Ningún hombre obedece a Cristo a menos que someta a Dios su voluntad, sus deseos y todo cuanto tenga. “Los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos” (Gálatas 5.24).
La obediencia nos dirige a una vida santa, por medio de la obediencia a Dios transitamos en la senda de justicia; la verdad, la justicia, la rectitud y la piedad se hallan en la senda de obediencia a Dios.
La obediencia conduce al entendimiento, la actitud correcta conduce a la fiel obediencia a las leyes de Dios, las cuales forman gran parte del fundamento de la Biblia. El apóstol Santiago nos exhorta con estas palabras: “Sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace” (Santiago 1:22-25).
La obediencia trae muchos beneficios, los cuales se hacen patentes al que obedece. El rey David escribió: “Gustad, y ved que es bueno el Eterno; dichoso el hombre que confía en él” (Salmos 34:8). Y Jesús dijo: “El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta” (Juan 7:17).
3.     Unidad.
Otro de los rasgos de la Iglesia de Dios es la unidad, una de las fortalezas, la iglesia debe estar libre de toda clase de contiendas y antagonismo, evitando así las divisiones. En la primera carta del apóstol Pablo a los Corintios insta que vivan en armonía los unos con los otros. Que no haya divisiones en la iglesia. Por el contrario, sean todos de un mismo parecer, unidos en pensamiento y propósito. (1 Co. 1:10).
La unidad de la Iglesia es un don de Dios y un milagro conseguido por la obra de la Cruz y de Pentecostés, reuniendo en uno solo a los hijos de Dios que estaban esparcidos (Jn. 11:52; Ef. 2:13-16; 1Co. 12:13).
La Iglesia de Dios debe tener en una de sus prioridades la unidad, para dar cumplimiento a la oración intercesora de Cristo, pidiendo para los suyos una perfecta unidad de naturaleza, semejante a la del Padre y el Hijo (Jn. 17:11, 20-23).
La unidad de Iglesia de Cristo Jesús está basada en el amor (Ef. 4:2), surge de la unidad de Dios (vv. 3-6), enriquecida por la diversidad de ministerios (vv.7-12), pero esta unidad demanda madurez y crecimiento (vv. 13-16).

Metáforas referentes a la Iglesia.

Para ayudarnos a entender la naturaleza de la Iglesia, la Biblia usa una amplia variedad de metáforas e ilustraciones que nos describen cómo es la Iglesia.
a.     Ilustraciones de familia. Pablo ve a la Iglesia como una familia cuando le dice a Timoteo que actúe como si todos los miembros de la iglesia fueran miembros de una familia más extendida: «No reprendas con dureza al anciano, sino aconséjalo como si fuera tu padre. Trata a los jóvenes como a hermanos; a las ancianas, como a madres; a las jóvenes, como a hermanas, con toda pureza» (1 Ti 5:1-2). Dios es nuestro Padre celestial (Ef 3:14), y nosotros somos sus hijos, porque Dios nos dice: «Yo seré un padre para ustedes, y ustedes serán mis hijos y mis hijas, dice el Señor Todopoderoso» (2 Co 6:18). Por tanto nosotros somos hermanos y hermanas en la familia de Dios (Mt 12:49-50; 1 Jn 3:14-18).
Una metáfora de familia algo diferente se ve cuando Pablo se refiere a la Iglesia como la esposa de Cristo. Dice que la relación entre esposo y esposa se refiere «a Cristo y a la iglesia» (Ef 5:32), y dice que él fue el que logró el compromiso entre Cristo y la iglesia de Corinto y que el mismo se asemeja a un compromiso entre un novio y una novia: «Los tengo prometidos a un solo esposo, que es Cristo, para presentárselos como una virgen pura» (2 Co 11:2); aquí Pablo mira hacia adelante al tiempo del retorno de Cristo como el tiempo cuando la Iglesia le será presentada al Señor como su esposa.
Otra metáfora familiar ve a la Iglesia como el Cuerpo de Cristo (1 Co 12:12-17). Debemos reconocer que, en efecto, Pablo usa dos maneras diferentes del cuerpo humano cuando habla de la Iglesia. Aquí en 1 Corintios 12 toma al cuerpo entero como metáfora de la Iglesia, porque Pablo habla del «oído» y del «ojo» y del «sentido del olfato» (1 Co 12:16-17). En esta metáfora no se ve a Cristo como la cabeza unida al cuerpo, porque los miembros individuales son como las partes individuales de la cabeza. Cristo es, en esta metáfora, el Señor que está «fuera» de ese cuerpo que representa a la Iglesia y es a quien la Iglesia sirve y adora. Pero en Efesios 1:22-23; 4:15-16, y en Colosenses 2:19, Pablo usa una diferente metáfora del cuerpo para referirse a la Iglesia. En estos pasajes, Pablo dice que Cristo es la cabeza y la Iglesia es el resto del cuerpo, aparte de la cabeza: «Más bien, al vivir la verdad con amor, creceremos hasta ser en todo como aquel que es la cabeza, es decir, Cristo. Por su acción todo el cuerpo crece y se edifica en amor, sostenido y ajustado por todos los ligamentos, según la actividad propia de cada miembro» (Ef 4:15-16). No debemos confundir estas dos metáforas de 1 Corintios 12 y Efesios 4, sino mantenerlas aparte.
Descripciones:
El Cuerpo de Cristo. (Soma)
•      Un solo Cuerpo. (1 Co. 1:13)
•      Bautizados en el Cuerpo de Cristo. (1 Co. 12:13)
•      El creyente es un miembro del Cuerpo de Cristo. (1 Co. 12:12)
•      Hay unidad y unión. (1 Co. 12:14-25)
•      Dependencia mutua con los demás miembros. (Ro. 12:6-8)
•      Presenta la plenitud del Señor al mundo. (Ef. 1:22-23)
•      Es un instrumento de Dios para completar la obra en el mundo. (Ef. 4:16)

El Cuerpo de Cristo es una Koinonia para compartir:
·           La gracia de Cristo. (Fil. 1:7)
·           El evangelio. (1 Co. 9:3)
·           La promesa. (Ef. 3:6)
·           La gloria de Cristo. (1 Pe. 5:1)
·           La Eucaristía. (1 Co. 10:16)
·           El Espíritu Santo. (Fil. 2:1)
·           La naturaleza divina. (2 Pe. 1:4)
·           Participación de los padecimientos de Cristo. (Fil. 3:10)
·           La vida de Cristo. (Jn. 15)
b.     Ilustración como construcción: como un edificio (1 Co 3:9); se le ve como un nuevo templo no edificado con piedras literales sino edificado con creyentes que son «piedras vivas» (1 P 2:5), construido sobre la «piedra angular» que es Cristo Jesús (1 P 2:4-8). Se nos ve como la casa de Dios. Y esa casa somos nosotros» (He 3:6), y a Jesucristo mismo se le ve como el «constructor» de la casa (He 3:3). A la Iglesia también se le ve como «columna y fundamento de la verdad» (1 Ti 3:15).
En otras metáforas: la Biblia compara a la Iglesia a ramas de una vid. (Jn 15:5), un olivo (Ro 11:17-24), un campo sembrado (1 Co 3:6-9), y una mies o cosecha (Mt 13:1-30; Jn 4:35).

Juan Salgado Rioseco

domingo, 15 de diciembre de 2013

La Iglesia de Dios en Cristo Jesús (Parte I)

La Iglesia de Dios en Cristo Jesús

Conceptos Generales

Texto Bíblico (1 Ts. 2:14)

“Porque vosotros, hermanos, vinisteis a ser imitadores de las iglesias de Dios en Cristo Jesús que están en Judea,…”

El apóstol Pablo, en su primera carta a Timoteo, escribe que la casa de Dios, la cual es la Iglesia del Dios vivo, columna y fundamento de la verdad. (3:15). En este consejo el apóstol destaca el rol fundamental de la iglesia, como soporte y apoyo de los creyentes en su edificación y maduración espiritual, además de defensora del ataque adversario o de un perjuicio que puede causar daño a los discípulos de Cristo.
En su primera carta a los corintios, el apóstol de los gentiles indica en forma dogmática que no existe ningún otro fundamento de él que esta puesto en la iglesia; ese fundamento es Jesucristo (3:11), ninguna otra organización o enseña humana puede cambiar este fundamento, ni menos adulterarlo con modificaciones donde impere el voluntad humanista.
Genealógicamente la Iglesia de Dios en Cristo Jesús, está injertada en el olivo de Israel, por el sacrificio de Jesucristo en la cruz. (Ro. 11:16-19). En este pasaje bíblico, los patriarcas representan el primer pedazo de masa y la raíz, y han dejado a sus descendientes (toda la masa y las ramas) un legado de completa espiritualidad, unida en forma indisoluble a Dios por lo que Él hizo por Israel, como consecuencia de esas acciones, la Iglesia de Cristo Jesús es la continuadora de la obra de Dios, ahora no a un pueblo especifico, sino a todos los seres humanos dando cumplimiento al pacto que hizo con Abraham (Gn. 12:1-3).

La etimológicamente de la palabra “iglesia”, es la traducción del termino griego «ekklesia», del verbo «ek kaleõ», que se traduce como «llamar fuera de». La primera traducción de los textos sagrados hebreos al griego (la Septuaginta o versión de los setenta) traduce como «ekklesia» el término hebreo «kãhãl», que designa a la asamblea o congregación de Israel. Es en este sentido que Esteban habla de «la congregación» («ekklesia») que estuvo con Moisés en el desierto (Hch. 7:38).
El uso de la «ekklesia» en los estados griegos, era el nombre la asamblea que se convocada por un heraldo para tratar y decidir los asuntos públicos (la asamblea alborotada de Éfeso, Hch. 19:32, Hch. 19:41).
Una Iglesia es una congregación de convertidos, justificados por Dios; que han reconocido a Jesucristo como su Salvador y Maestro, que le reconocen como su cabeza, que le aceptan el sacrificio expiatorio en remisión de sus pecados, y que dependen del Espíritu Santo para su santificación; que se unen en la aceptación del Evangelio, están de acuerdo en mantener sus mandatos y obedecer sus preceptos; que se reúnen para adorar y cooperar en el extendimiento del reinado de Cristo en el mundo.
Podemos definir qué en esencia, la Iglesia de Dios en Cristo Jesús, es la comunidad de todos los creyentes del Nuevo Testamento que han sido unidos por el lazo de la fe y de la acción regeneradora del Espíritu Santo, de una manera vital a Jesucristo e injertada al Pueblo de Dios.
Aunque también podemos definir la iglesia en lo espiritual como: El cuerpo místico del Señor, del que se llega a ser miembro por el bautismo del Espíritu, y en este sentido sólo es discernida por los ojos de la fe (1Co. 12:13).
De acuerdo al mandato dado por Jesucristo, es universal en lo respecta a la dimensión geográfica, la extensión de su labor evangelizadora y la composición de sus miembros. Por cuanto todos los hijos de Dios de todos los países y procedencias forman parte de ella (Hch. 2:47; 9:31), comprendiendo también a todos los rescatados ya recogidos en el Señor (He. 12:22-23).
Cuando Jesús dijo que él edificaría Su iglesia, se refiere a una sola Iglesia, es decir, universal. De la misma forma Pablo, en Efesios, utiliza muchas veces el término Iglesia, no refiriéndose a una o varias iglesias locales, sino a una Iglesia universal o general. En Ef. 1:22-23: “Y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la Iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo”. Otros pasajes que hablan de la Iglesia en sentido universal son: Mt. 16:18; 1 Co. 12:28; Ef. 1:22; 4:11-15; 5:23-25, 27, 29, 32; Col. 1:18,24; He. 12:23.
La iglesia de Dios en Cristo Jesús, se puede caracterizar como “invisible y visible”, pues se halla en la tierra manifestada por medio de miembros vivos y activos, para que el mundo pueda ver su amor fraternal, constatar sus buenas obras, y comprender su fiel testimonio del Señor (Jn. 17:21; 1Pe.2:12; Flp. 2:15-16), además de los santos de todas las épocas que duermen en el Señor esperando su parusía.
En su realidad espiritual verdadera, como koinonía y compañerismo, para todos los creyentes genuinos la Iglesia es invisible. Podemos dar la siguiente definición: La Iglesia invisible es la Iglesia según Dios la ve, compuesta por todos los santos de todos los tiempos.
La Iglesia invisible, también conocida como iglesia universal, es compuesta de los hijos de Dios en todo el mundo. La existencia de la Iglesia invisible demuestra que la adoración a Dios es, en el más elevado sentido espiritual, Jesús lo expuso en las siguientes palabras:(Juan 4:23-24). Es la que alcanza la amistad y la intimidad con Dios.
La iglesia de Cristo también tiene un aspecto visible. Podemos usar la siguiente definición: La Iglesia visible es la Iglesia según la ven los creyentes en la tierra. En ese sentido, la Iglesia visible, incluye a todos los que profesan fe en Cristo y dan evidencia en su vida de esa fe. La Iglesia visible es la Iglesia de Dios organizada para el servicio. Es ella que atiende la gran comisión de Cristo en el sentido de llevar el evangelio a todo el mundo (Mt. 28:18-20), "predicando el evangelio al pobre, curando los quebrantados de corazón, pregonando liberación a los cautivos y restaurando la vista a los ciegos, poniendo en libertad los oprimidos y anunciando el año aceptable del Señor" (Lc. 4:18-19), y prepara las personas para Su glorioso retorno (1 Ts. 5:23; Ef. 5:27).
También se denomina “iglesia” a una congregación “local”, debido a que en las escrituras neotestamentarias la comunidad cristiana de cada localidad era considerada como una iglesia, lo que permite emplear asimismo el término «iglesias» (Hch. 8:1; 11:26; 13:1; 14:23, 14:27; 15:41; Ro. 16:4-5; 1Co. 7:17; 1Ts.2:14).
Pablo compara la iglesia local a un cuerpo cuyos miembros son dependientes entre sí (1Co. 12:12), y a un edificio que se está construyendo, especialmente a un templo para el Espíritu de Dios (1Co. 3:10).
En el Nuevo Testamento la palabra iglesia se puede aplicar a un grupo de creyentes de cualquier nivel, desde un grupo muy pequeño que se reúne en una vivienda privada hasta el grupo de todos los verdaderos creyentes de la Iglesia universal.
Las Iglesias locales no son más que un grupo de creyentes, regenerados, llamados fuera del mundo, congregados para la mutua edificación a través de una práctica común de la predicación verdadera de la Palabra de Dios, la administración de los sacramentos, el ejercicio de la disciplina, la celebración cultica y la obra de evangelización. (Hch. 2:41,47; Mt. 18:20; Hch. 2:44; 4:32; 2:42-47).
La Iglesia es considerada como militante y triunfante. La iglesia militante está conformada por todos aquellos miembros que voluntariamente activan y cumplen con la misión dada por la cabeza de la iglesia, Jesucristo, y se encuentran vivos físicamente, (Flp. 2:25; Fil. 1:2; 1 Ti. 1:18) ocupando las armas de nuestra milicia que son espirituales, para la destrucción de fortalezas, (2 Corintios 10:4), la Iglesia ha enfrentado la necesidad de trabajar contra el enemigo, tanto el interno como el externo (Hechos 20: 29-30; 1 Ti. 4:1).
La iglesia triunfante está conformada por todos los santos fieles, que alcanzaron la perfección y fueron aceptados por el rey de reyes como ciudadanos del Reino de los cielos. Los fieles de todos los tiempos, los comprados por Su sangre, "sin mácula ni arruga,...sin embargo santa y sin defecto" (Ef. 5:27).

Jesucristo y su vínculo con su Iglesia.
La obra terrenal de Jesús de Nazaret, son hechos constitutivos para la formación de su Iglesia. Debido a que el ministerio de Jesús cimentan a la Iglesia y a la vez la ligan al Hijo de Dios en forma indisoluble e imperecedera, de otra manera, estaría ligada solamente a la historia y a los hombres.
Los escritos del Nuevo Testamento conciben a la iglesia solo en relación a Cristo; aunque la etapa de transición desde la «sinagoga» a la verdadera asamblea cristiana fue difícil, en algunos casos incomprensivos, con rasgos confrontacionales, que llegaron a incomprensiones y discrepancias que alcanzaron ribetes de disgregación de los primitivos seguidores del camino.
Sin embargo, a medida que los del camino iban madurando espiritualmente y progresando en el conocimiento, la vinculación con Jesucristo se fue haciendo más profunda.  Reconociendo en la persona de Jesús, la suprema autoridad dada por Dios padre (Ef. 1:22), simbolizada por la figura “y sometió todas las cosas bajo sus pies”; y la plena dirección indiscutible de la iglesia y control absoluto el cual regula por amor, simbolizada por la figura de la “cabeza”.
Es el Padre celestial quien sitúa a Jesucristo como el Señor de todas las cosas, dándolo una autoridad suprema por encima de toda la creación. En relación a la iglesia, no hay nada que escape a la plena autoridad de Jesucristo, la cual regula, controla y actúa para establecer la soberanía de Dios, la cual se ve representada en la práctica, que todos los miembros del Cuerpo de Cristo actúen de acuerdo a la santa voluntad del Padre y se sometan a su supremacía (Mt. 12:50; 1 Jn. 2:17). El Señor Jesús al ejercer la autoridad, lo hace con el propósito de edificar a la iglesia, conforme a su promesa. (Mt. 16:18).
La teología de Pablo, al elaborar la reflexión sobre la Iglesia como "cuerpo” de Cristo (Ro. 12:5; Ef. 5:25-30), no hace más que apelar al convencimiento de la primera comunidad de haber nacido de Cristo y de la efusión de su Espíritu resucitado (Jn. 20:22; Hch. 2:4). Además de expresar con la figura de “cuerpo”, que cada creyente en Cristo, pertenece al “cuerpo” y todos a la vez unidos a la “cabeza” que es Cristo, forman la única y verdadera Iglesia espiritual a los ojos de Dios, a través de la multiplicidad de sus integrantes. (Ro. 12:4-5).

La acción de Jesucristo por su Iglesia:
Durante el desarrollo de su ministerio, Jesús fue construyendo con sus acciones, lo que a priori iba a ser su iglesia; en primer lugar fraternizo con sus discípulos, y compartió momentos claves que dejaron una huella indeleble en la mente de sus seguidores más cercanos, lo que a posteriori va a conformar lo que se llamará el mensaje apostólico.
Algunas de acciones que cimentaron la fe de aquellos que aplicaron y propagaron la fe del Maestro y la transmitieron a sus propios seguidores: Se dio a sí mismo para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras. (Tit 2:14); se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre. (Gál 1:4); se dio a sí mismo en rescate por todos. (1Ti 2:6); nos lavó de nuestros pecados con su sangre (Ap. 1:5); con su sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; (Ap. 5:9); nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra. (Ap. 5:10)

Relación entre Cristo y la Iglesia.
Sus acciones trajeron como consecuencia que la supremacía de la figura de Jesucristo resplandeciera y traspasaran sus acciones a las etapas del tiempo venidero, a pesar del oscurantismo social y cultural de la sociedad hebrea dentro del imperio romano de aquella época. Estableciendo una relación fecunda e impermeabilizada a las acciones del paganismo contemporáneo, y de sectores que vieron amenazados sus interese tanto sociales, culturales, económicos.
Las Escrituras nos señalen a través de diversas figuras la relación existen entre Cristo y sus iglesia, algunas de ellas son: Cristo es la Cabeza, el Jefe del Cuerpo de la Iglesia (1 Co. 12:12-13, 27; Ef. 5:23, 30); es el Esposo celestial, que se ha unido tan íntimamente a ella que los dos ya no son más que una sola carne (2 Co. 11:2; Ef. 5:31-32); es la piedra cabecera del ángulo del templo del Señor, cuyas piedras vivas son los creyentes individuales edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas (Ef. 2:19-22; 1 Pe. 2:4-5); es el sumo sacerdote que encabeza el regio sacerdocio constituido por todos los miembros de la Iglesia (1 Pe. 2:5, 9-10; He. 9:11, 14; Ap. 1:6).
La teología de Juan, al proponer las imágenes de la esposa (3:29), del rebaño (10:1-16), de la vid (17:1-17), no hace más que confirmar la originalidad de esta relación y su unicidad.

Juan Salgado Rioseco


sábado, 28 de septiembre de 2013

APOSTASÍA: el gran peligro de la iglesia de hoy

            
            Una de las definiciones de apostasía, es apartarse de la fe una persona que ha profesado creer en Cristo, que rechaza de manera deliberada la verdad relevada, pero no abandona la práctica externa del cristianismo (2 Ti. 3:5) "que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita.”, también la palabra denota "rebelión", en el caso de los creyentes, rebelarse contra Dios.
Lo escrito por Pablo en el libro de Romanos 1:18, se refiere particularmente al hombre gentil y pagano, pero la Segunda carta a Timoteo, cap.3, nos da una recomendación sobre los apostatas que se encuentran dentro de la comunidad de creyentes actuando en forma impasible, implantando doctrinas y costumbres que contrasta a la sana enseñanza.
            El apóstol Pedro en su Segunda carta tiene como tema: el pleno conocimiento de Cristo que debe tener el creyente, y estar preparado contra falsas enseñanzas y de una vida impía.  Uno de los propósitos de su carta es dar un cuadro profético de la apostasía de los últimos días, y para instar a los cristianos a esa preparación de corazón y vida, que es lo único que puede capacitarlos para afrontar sus peligros.
Hace una advertencia en contra de los falsos maestros.  (cap.2)
a)  La conducta de los falsos maestros   2:1-3.
b)      Ejemplos antiguos de castigo y de retribución 2:4-9.
c)      El carácter de los falsos maestros   2:10-22.

"1Hubo también falsos profetas entre el pueblo de Israel; y así habrá falsos maestros entre ustedes. Ellos enseñarán con disimulo sus dañinas ideas, negando de ese modo al propio Señor que los redimió; esto les atraerá una rápida condenación. 2Muchos los seguirán en su vida viciosa, y por causa de ellos se hablará mal del camino de la verdad. 3En su ambición de dinero, los explotarán a ustedes con falsas enseñanzas; pero la condenación los espera a ellos sin remedio, pues desde hace mucho tiempo están sentenciados." (Dios Habla Hoy 2:1-3)

20Pues los que han conocido a nuestro Señor y Salvador Jesucristo, y han escapado así de las impurezas del mundo, si se dejan enredar otra vez en esas cosas y son dominados por ellas, quedan peor que antes. 21Hubiera sido mejor para ellos no haber conocido el camino recto que, después de haberlo conocido, apartarse del santo mandamiento que les fue dado. 22Pero en ellos se ha cumplido la verdad de aquel dicho: “El perro vuelve a su vómito”, y también lo de “La puerca recién bañada vuelve a revolcarse en el lodo.” (Dios Habla Hoy 2 Pedro 2:20-22)

Pablo en su segunda carta a los Tesalonicenses tiene como tema una iglesia apóstata, por lo tanto uno de sus propósitos es reprender a algunos que estaban andando desordenadamente. En el capítulo 2:1-12, nos da una pauta como se manifiesta el hombre de pecado dentro de las comunidades cristianas.
"1Ahora, hermanos, en cuanto al regreso de nuestro Señor Jesucristo y a nuestra reunión con él, les rogamos 2que no cambien fácilmente de manera de pensar ni se dejen asustar por nadie que diga haber tenido una revelación del Espíritu, o haber recibido una enseñanza dada de palabra o por carta, según la cual nosotros habríamos afirmado que el día del regreso del Señor ya llegó. 3No se dejen engañar de ninguna manera. Pues antes de aquel día tiene que venir la rebelión contra Dios, cuando aparecerá el hombre malvado, el que está condenado a la perdición. 4Este es el enemigo que se levanta contra todo lo que lleva el nombre de Dios o merece ser adorado, y llega incluso a instalar su trono en el templo de Dios, haciéndose pasar por Dios.
5¿No recuerdan que yo les hablaba de esto cuando aún estaba con ustedes? 6Y ahora ustedes saben qué es lo que lo detiene, para que no aparezca antes de su debido tiempo. 7Pues el plan secreto de la maldad ya está en marcha; solo falta que sea quitado de en medio el que ahora lo está deteniendo. 8Entonces aparecerá aquel malvado, a quien el Señor Jesús destruirá con el soplo de su boca y reducirá a la impotencia cuando regrese en todo su esplendor. 9En cuanto a ese malvado, vendrá con la ayuda de Satanás; llegará con mucho poder, y con señales y milagros falsos. 10Y usará toda clase de maldad para engañar a los que van a la condenación, porque no quisieron aceptar y amar la verdad para recibir la salvación. 11Por eso, Dios deja que el error los engañe y que crean en la mentira, 12a fin de que sean condenados todos los que no han querido creer en la verdad, sino que se complacen en la maldad." (Dios Habla Hoy)

Pablo en la segunda carta a Timoteo da a conocer el carácter de los apostatas, uno de sus propósitos es advertirle acerca de los falsos maestros, y le da exhortaciones para enfrentar la apostasía. (2:14-26)
A Timoteo se le exhorta a:
1.       A instar a los cristianos  a evitar discusiones vanas (2:14)
2.      A ser un verdadero maestro de la Palabra de Dios (15-21)
3.      A huir de las pasiones juveniles (22)
4.      A desechar las especulaciones vanas (23)
5.      A ser un siervo del Señor (24-26)

También da exhortaciones para enfrentar la apostasía futura   (3:1-4:8)

1.  A evitar los falsos maestros :
Ø  En el futuro surgirá una vacía profesión de religión. (3:1-5)
Ø  Los ministros de esta religión se caracterizarán por su falta de principio. (6-9)
2.  A permanecer fiel a sus convicciones, recordando  :
Ø  La vida santa de Pablo (10,14)
Ø  El sufrimiento es la porción del cristiano en el mundo, como se ilustra en el ejemplo de Pablo (11,13)
Ø  Las lecciones que ha aprendido de las santas Escrituras (15-17)
3.  A cumplir su ministerio, por dos motivos :
Ø  En el futuro la gente se impacientará con la sana enseñanza y la rechazará (3,4)
Ø  El ministerio de Pablo está por terminar (5,6)

“3Porque va a llegar el tiempo en que la gente no soportará la sana enseñanza; más bien, según sus propios caprichos, se buscarán un montón de maestros que solo les enseñen lo que ellos quieran oír. 4Darán la espalda a la verdad y harán caso a toda clase de cuentos. 5Pero tú conserva siempre el buen juicio, soporta los sufrimientos, dedícate a anunciar el evangelio, cumple bien con tu trabajo." (Dios Habla Hoy 2 Ti. 4:3-5)

      Los recursos del creyente para enfrentar la apostasía es guardar una lealtad noble a las enseñanzas de Jesucristo, porque es él quien nos envía a través del ministerio que nos ha confiado, tener la seguridad y certeza en lo que hemos creído, fundamentado en el conocimiento de la palabra de Dios, aprender a confiar en el Altísimo por que Dios es más poderoso que todo poder terrenal, que siendo poderosos son efímeros delante del imperio eterno del Señor.
Seguir el ejemplo de los hombres de Dios que nos legaron incluso con su sangre la sana doctrina, dejarse guiar por el Espíritu Santo que mora en todo creyente fiel que esta dispuesto a servir a Cristo en un compromiso inamisible en el tiempo, enmarcado en la rectitud de nuestra fe y veracidad de nuestros actos, conforme a la disposición interior de nuestro ser, siendo el reflejo exterior nuestras obras, los frutos que entregamos a la obra de Dios.

 "11Dios me ha encargado de anunciar este mensaje, y me ha enviado como apóstol y maestro. 12Precisamente por eso sufro todas estas cosas. Pero no me avergüenzo de ello, porque yo sé en quién he puesto mi confianza; y estoy seguro de que él tiene poder para guardar hasta aquel día lo que me ha encomendado.
13Sigue el modelo de la sana enseñanza que de mí has recibido, y vive en la fe y el amor que tenemos gracias a Cristo Jesús. 14Con la ayuda del Espíritu Santo que vive en nosotros, cuida de la buena doctrina que se te ha encomendado." (Dios Habla Hoy 2 Ti. 1:11-14)

Según William MacDonald, en su comentario Bíblico dice: "sólo podemos suponer que se refiere a un masivo abandono del cristianismo, a un rechazamiento positivo de la fe cristiana". Guillermo Hendriksen en su comentario de 1 y 2 de Tesalonicenses dice: "... significa que la fe de los padres -- fe a la cual los hijos se adhieren por un tiempo en manera meramente formal -- será finalmente abandonada del todo por muchos de los hijos. En este sentido la apostasía será muy real, por cierto". "El uso del término apostasía en 2 Ts. 2:3 sin un adjetivo adjunto señala hacia el hecho de que, de una manera general, la iglesia visible abandonará la verdadera fe."
La apostasía es el gran peligro de la iglesia actual, su destrucción en parte precipitada desde su interior, es uno de los peligros inminentes al cual esta sujeta permanentemente. La rebelión de los creyentes contra Dios se precipita en el interior de la iglesia por la falta de obediencia, lo que con lleva a que la fe se vaya disminuyendo, a través del paso de las generaciones y estas empiecen actuar fuera de los designios de Dios. Llegando hasta el clímax final de la apostasía generalizada que precederá al Hombre de pecado.

Juan Salgado Rioseco

Dios Santo y el Pecado (Parte VII)

El Servidor de Dios no debe quebrantar la Ley del Eterno y Santo para ser victorioso en la lucha contra el pecado. “ Ahora bien, ¿debe...