La mayoría de los creyentes
pentecostales, desconocen la historia de la iglesia desde su inicio, la
evolución que ha tenido en el tiempo, y los grandes cambios imperceptibles que
ha debido sortear a lo largo de estos dos milenios. Creen que ella es producto
del esfuerzo cotidiano de su época y no fruto o consecuencias de sucesos
ocurridos a lo largo de estos veinte siglos de vida. No avizoran que los
grandes cambios de las sociedades interactivas modernas, han obligados a
revaluar ciertos puntos históricos que en su oportunidad no fueron tomados en
cuenta o no se le dio la trascendencia que ameritaba.
A través del estudio de hitos
históricos importantes y algunos advenimientos que han cobrado relevancia en la
actualidad, podremos darnos cuenta lo vital que es conocer la historia como
medio de interpretación de la Palabra de Dios, y poder revaluar nuestro
pensamiento teológico actual. Una mención breve
de diferentes hitos de relevancia, ocurridos en diferentes épocas, nos señalan
como los métodos de interpretación bíblica han ido cambiando hasta los días
actuales.
El
interés principal de este estudio, es que los creyentes pentecostales, tengan
una orientación de cómo los sucesos históricos, los cambios de cultura influyen
en la lectura bíblica; tomen conciencia de la importancia de conocer el pasado,
para no cometer los mismos errores; y estar preparados para discernir los
tiempos venideros. Se debe tener presente que las diferentes posturas
teológicas desde el inicio, con sus pugnas, desacuerdos e imposiciones de los
grupos más fuertes, son ahora parte de la forma que interpretamos la Biblia; lo
que aseveramos hoy como incontrovertible e infalible, fue en otra época motivo
de irreconciliables posturas, sangrientas desavenencias, y una profunda cisma.
La
interpretación bíblica y la teología, en el contexto rabínico, utilizada por
los judíos y judeocristianos de la primera mitad del siglo I, influenciaron en
el comportamiento de los primeros cristianos. Lo podemos percibir en el libro
de los Hechos de los Apóstoles y en algunos pasajes bíblicos de los escritores
neotestamentarios. Su forma de interpretar las Escrituras tuvo sus inicios
después de la crisis babilónica, en respuesta a la necesidad de educar al
pueblo en la religión de sus padres, en la preservación de la Ley, la enseñanza
discipular, y la administración de la ley posteriormente en el Sanedrín.
El
derash procedimiento utilizado por los judíos en la antigüedad, basados en la
exégesis y la hermenéutica, es la plenitud y la actualización del sentido
bíblico, bajo el parámetro del rabinismo, sorprendentemente también utilizada
por los cristianos primitivos, heredando está técnica los escritores del Nuevo
Testamento, como lo demuestran sus respectivos escritos. En este sentido, el
Antiguo Testamento tiene influencia en el cristiano con el estudio de la
unicidad con el Nuevo Testamento, a la luz de la nueva enseñanza se puede decir
que: “el Nuevo Testamento es un midrash
del Antiguo Testamento”. Fiel exponente de esta línea de pensamiento es la
carta a los Hebreos, o como lo exegetas de todos lo tiempos dicen: “el Nuevo Testamento es el cumplimiento y
culminación del Antiguo”.
A
la luz de la visión del nuevo maestro, el cristianismo irrumpe del contexto
judaico, con una nueva propuesta e interpretación de los sagrados escritos
hebreos, que responderá a la necesidad espiritual de las personas de su tiempo,
desarrollando un mensaje contextualizado y reorientando la piedad de los judíos
hacia la verdadera práctica. Desde allí la importancia de saber cómo los judíos
interpretaban las Escrituras, para poder entender y darle el sentido adecuado a
las enseñanzas de Jesús.
El encuentro de las culturas
hebreas y griega, no sucede con el proceso de evangelización de la nueva doctrina,
sino es un largo periodo convivencia anterior, pero se acentúa en la
transmisión de la nueva doctrina, la simpleza pietista hebrea, es influenciada
y desarrollada por los aspectos filosóficos humanistas griegos. Esta amalgama
se puede percibir en el cuarto evangelio, el platonismo siendo utilizado como
medio de reinterpretación y propagación
de la nueva fe, en las sociedades y pueblos de cultura helénica, en los
escritos de Pablo encontramos la unión de ambas culturas como fiel exponente de
los cambios de influencia de los nuevos convertidos.
La
incipiente religión recibe beneficios del encuentro transcultural, los utiliza
para su provecho, a la vez la van distanciando de su raíz primitiva,
produciéndose un quiebre entre la comunidades noveles, tomando un giro cada una
independiente de la otra, que posteriormente
derivara en un cambio sistemático, paulatino en el campo de la teología
y la enseñanza de la doctrina.
Es
interesante conocer que al inicio de la Iglesia se componía de Judeos (nacidos
en palestina) y Judíos de la Diáspora, (la mayoría descendientes de judíos
expatriados, llamados helenistas), establecidos principalmente en Jerusalén,
siendo su centro teológico. A mediados de siglo I las fuerzas entre judíos y
gentiles se encontraban equilibradas, los centros teológicos eran Jerusalén y Antioquia.
Al inicio del siglo II, Jerusalén había desaparecido, el 90% de los creyentes
eran gentiles, la gran mayoría de cultura helénica que se esparcían por toda la
cuenca Mediterránea, y sus incipientes centros teológicos eran:
a.
Cartago
en África, que da origen a toda la teología del mundo occidental.
b.
Alejandría
en Egipto, centro intelectual del mundo Grecorromano y
c.
Antioquia
en Asia, la más antigua, extraña y desconocida, heredera de la teología de
Palestina y Asia Menor.
El
cambio de los ejes teológicos y doctrinales en menos de un siglo trajo sus
consecuencias en los siglos II, III y
IV, en sus respectivas áreas de influencias, se ocasionaron las controversias
doctrinales que llevaron a los apologistas a tener gran relevancia en los
aspectos teológicos. Los más poderosos e influyentes primaron sobre las
minorías, tanto sociales como étnicas, e imponiéndose posiblemente aspectos
doctrinales que no eran acorde con la doctrina primitiva o al contexto
teológico de la raíz hebrea – griega.
Los
preceptos de la nueva fe, trajo consigo cambios insospechados a las estructuras
mismas del imperio. La pasividad de los primeros años, se transformó en la
agresividad descarnada de algunos periodos, donde los mártires tuvieron la
ocasión de adaptarse o morir por la causa de su fe. El corroer paulatino y
constante, a través de sus principios morales de la nueva religión, llevaron al
gran cataclismo religioso del mundo antiguo, y el cambio radical del politeísmo
al monoteísmo. Los cambios
sociales aunque algunos duraron siglos, trajeron consecuencias que gravitaron
el diario vivir del hombre y su contorno, fueron absorbiendo nuevas sociedades,
nuevas culturas, en cada encuentro dan origen a nuevas posiciones que obligan a
enfrentar cambios teológicos, por lo tanto a nuevas relecturas de las
Escrituras.
Los
grandes cambios obligan a revaluar otros puntos no tomados en cuenta
anteriormente, debido que somos herederos de todo un proceso, obligando a
desechar otras opciones, aunque validas pero intrascendentes para el momento y
el contexto que se esta viviendo. En el siglo XVI, el cristianismo se
concentraba en el continente Europeo, casi en su totalidad era de raza blanca,
sus pocos misioneros salían de Roma y el protestantismo efectuaba su
proselitismo principalmente dentro de las fronteras del viejo continente. Al
inicio del siglo XX el 50% de los cristianos vivía en Europa y el resto se
repartía en todo el mundo, el 80% eran de raza blanca, sus centros misioneros estaban en Londres y Nueva York. A fines del
siglo XX, el 25% vive en Europa, dos tercios no son blancos, sus centros
misioneros se encuentran en Corea, desde Puerto Rico salen misioneros a Nueva
York, desde Latinoamérica viajan misioneros a Europa, África y Asia.
El
siglo XX, empezó con una forma de interpretación bíblica, orientada en las
sociedades del Atlántico Norte, al termino del siglo no sola una sino distintas
formas de interpretación bíblica, orientada desde el Hemisferio Sur, que han
obligado a reorientar la lectura bíblica al sentido de estas sociedades, a sus
necesidades y complejidades. Desde el norte la lectura bíblica es orientada a
la doctrina de la prosperidad, la guerra espiritual, el mesianismo; desde el
sur la orientación camina tras de la
justicia social, de la igualdad, los derechos del ser humano, la superación de
la pobreza, y satisfacer el hambre, donde los profetas escritores siglo VIII a.
C. cobran relevancia y sus escritos se contextualizan para las sociedades
emergentes del tercer mundo.
Los
cambios históricos y teológico que trajo consigo el cristianismo, desde su raíz
hebrea y su influencia griega, obligó en su tiempo a reinterpretar las
Escrituras Hebreas y orientarlas a las culturas de las nuevas sociedades que
encontraba a su paso, pero su raíz cobra en los tiempos actuales importancia al
revaluar los conceptos y volver al sentido primitivo o los principios de las
enseñanzas de Jesús, en beneficio al nuevo hombre que se esta engendrando en
estas sociedades, por la similitud de las condiciones sociales de ambos
tiempos.
A
lo largo de los veinte siglos de historia, el cristianismo se ha beneficiado de
los encuentros transculturales, ha recibido influencias negativas e incluso
nefasta, que han pasado imperceptibles, han sido asumidas como interpretaciones
bíblicas valederas y muchas de ellas han tomado el valor de dogmas, lo que ha
producido el divisionismo teológico, doctrinal y en muchos casos el quiebre de
la comunión cristiana, lo que a dado fruto de enemigos irreconciliables; la
historia de la historia nos obliga ha reconsiderar nuestras respectivas
posiciones, y mirar en ella los sucesos históricos del pasado para reconsiderar
nuestras posiciones actuales si tienen validez bíblica o solamente fundamentos
culturales o tradicionalista.
Debemos
mirar la historia, somos hijos de una sociedad y una cultura que ha ido
evolucionando a lo largo del tiempo, enraizando costumbres y tradiciones, que
nos han ido alejando de otras comunidades cristianas, muchas de ellas
desconocidas. Imponiendo una verdad que no es tal verdad, una forma de vida
bajo conceptos mal fundamentados y no considerando que es posible que aquellas
comunidades se acercan más a la verdad original.
Los
cambios imperceptibles han sucedido vertiginosamente en los últimos tiempos y
seguirán sucediendo en los tiempos venideros, sin que nos demos cuenta, nos
obligaran cada cierto tiempo a efectuar relecturas de las Escrituras a la luz
de los nuevos tiempos, es por eso, que los cristianos deben conocer su
historia, para que aquellos sucesos similares del pasado, nos sirvan como
orientación, y nos lleven a la senda adecuada señalada por la verdadera
doctrina de Cristo. Como señala el profesor cubano Justo L. González “hay que buscar la historia
de la historia”, para aprender de ella.
Juan Salgado Rioseco
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