sábado, 8 de septiembre de 2012

Hay que conocer la Historia de la Historia Cristiana



   La mayoría de los creyentes pentecostales, desconocen la historia de la iglesia desde su inicio, la evolución que ha tenido en el tiempo, y los grandes cambios imperceptibles que ha debido sortear a lo largo de estos dos milenios. Creen que ella es producto del esfuerzo cotidiano de su época y no fruto o consecuencias de sucesos ocurridos a lo largo de estos veinte siglos de vida. No avizoran que los grandes cambios de las sociedades interactivas modernas, han obligados a revaluar ciertos puntos históricos que en su oportunidad no fueron tomados en cuenta o no se le dio la trascendencia que ameritaba.

A través del estudio de hitos históricos importantes y algunos advenimientos que han cobrado relevancia en la actualidad, podremos darnos cuenta lo vital que es conocer la historia como medio de interpretación de la Palabra de Dios, y poder revaluar nuestro pensamiento teológico actual. Una mención breve de diferentes hitos de relevancia, ocurridos en diferentes épocas, nos señalan como los métodos de interpretación bíblica han ido cambiando hasta los días actuales.
El interés principal de este estudio, es que los creyentes pentecostales, tengan una orientación de cómo los sucesos históricos, los cambios de cultura influyen en la lectura bíblica; tomen conciencia de la importancia de conocer el pasado, para no cometer los mismos errores; y estar preparados para discernir los tiempos venideros. Se debe tener presente que las diferentes posturas teológicas desde el inicio, con sus pugnas, desacuerdos e imposiciones de los grupos más fuertes, son ahora parte de la forma que interpretamos la Biblia; lo que aseveramos hoy como incontrovertible e infalible, fue en otra época motivo de irreconciliables posturas, sangrientas desavenencias, y una profunda cisma.
La interpretación bíblica y la teología, en el contexto rabínico, utilizada por los judíos y judeocristianos de la primera mitad del siglo I, influenciaron en el comportamiento de los primeros cristianos. Lo podemos percibir en el libro de los Hechos de los Apóstoles y en algunos pasajes bíblicos de los escritores neotestamentarios. Su forma de interpretar las Escrituras tuvo sus inicios después de la crisis babilónica, en respuesta a la necesidad de educar al pueblo en la religión de sus padres, en la preservación de la Ley, la enseñanza discipular, y la administración de la ley posteriormente en el Sanedrín.
El derash procedimiento utilizado por los judíos en la antigüedad, basados en la exégesis y la hermenéutica, es la plenitud y la actualización del sentido bíblico, bajo el parámetro del rabinismo, sorprendentemente también utilizada por los cristianos primitivos, heredando está técnica los escritores del Nuevo Testamento, como lo demuestran sus respectivos escritos. En este sentido, el Antiguo Testamento tiene influencia en el cristiano con el estudio de la unicidad con el Nuevo Testamento, a la luz de la nueva enseñanza se puede decir que: “el Nuevo Testamento es un midrash del Antiguo Testamento”. Fiel exponente de esta línea de pensamiento es la carta a los Hebreos, o como lo exegetas de todos lo tiempos dicen: “el Nuevo Testamento es el cumplimiento y culminación del Antiguo”.
A la luz de la visión del nuevo maestro, el cristianismo irrumpe del contexto judaico, con una nueva propuesta e interpretación de los sagrados escritos hebreos, que responderá a la necesidad espiritual de las personas de su tiempo, desarrollando un mensaje contextualizado y reorientando la piedad de los judíos hacia la verdadera práctica. Desde allí la importancia de saber cómo los judíos interpretaban las Escrituras, para poder entender y darle el sentido adecuado a las enseñanzas de Jesús.
El encuentro de las culturas hebreas y griega, no sucede con el proceso de evangelización de la nueva doctrina, sino es un largo periodo convivencia anterior, pero se acentúa en la transmisión de la nueva doctrina, la simpleza pietista hebrea, es influenciada y desarrollada por los aspectos filosóficos humanistas griegos. Esta amalgama se puede percibir en el cuarto evangelio, el platonismo siendo utilizado como medio de  reinterpretación y propagación de la nueva fe, en las sociedades y pueblos de cultura helénica, en los escritos de Pablo encontramos la unión de ambas culturas como fiel exponente de los cambios de influencia de los nuevos convertidos.
La incipiente religión recibe beneficios del encuentro transcultural, los utiliza para su provecho, a la vez la van distanciando de su raíz primitiva, produciéndose un quiebre entre la comunidades noveles, tomando un giro cada una independiente de la otra, que posteriormente  derivara en un cambio sistemático, paulatino en el campo de la teología y la enseñanza de la doctrina.
Es interesante conocer que al inicio de la Iglesia se componía de Judeos (nacidos en palestina) y Judíos de la Diáspora, (la mayoría descendientes de judíos expatriados, llamados helenistas), establecidos principalmente en Jerusalén, siendo su centro teológico. A mediados de siglo I las fuerzas entre judíos y gentiles se encontraban equilibradas, los centros teológicos eran Jerusalén y Antioquia. Al inicio del siglo II, Jerusalén había desaparecido, el 90% de los creyentes eran gentiles, la gran mayoría de cultura helénica que se esparcían por toda la cuenca Mediterránea, y sus incipientes centros teológicos eran:
a.   Cartago en África, que da origen a toda la teología del mundo occidental.
b.   Alejandría en Egipto, centro intelectual del mundo Grecorromano y
c.   Antioquia en Asia, la más antigua, extraña y desconocida, heredera de la teología de Palestina y Asia Menor.
El cambio de los ejes teológicos y doctrinales en menos de un siglo trajo sus consecuencias en los siglos  II, III y IV, en sus respectivas áreas de influencias, se ocasionaron las controversias doctrinales que llevaron a los apologistas a tener gran relevancia en los aspectos teológicos. Los más poderosos e influyentes primaron sobre las minorías, tanto sociales como étnicas, e imponiéndose posiblemente aspectos doctrinales que no eran acorde con la doctrina primitiva o al contexto teológico de la raíz hebrea – griega.
Los preceptos de la nueva fe, trajo consigo cambios insospechados a las estructuras mismas del imperio. La pasividad de los primeros años, se transformó en la agresividad descarnada de algunos periodos, donde los mártires tuvieron la ocasión de adaptarse o morir por la causa de su fe. El corroer paulatino y constante, a través de sus principios morales de la nueva religión, llevaron al gran cataclismo religioso del mundo antiguo, y el cambio radical del politeísmo al monoteísmo. Los cambios sociales aunque algunos duraron siglos, trajeron consecuencias que gravitaron el diario vivir del hombre y su contorno, fueron absorbiendo nuevas sociedades, nuevas culturas, en cada encuentro dan origen a nuevas posiciones que obligan a enfrentar cambios teológicos, por lo tanto a nuevas relecturas de las Escrituras.
Los grandes cambios obligan a revaluar otros puntos no tomados en cuenta anteriormente, debido que somos herederos de todo un proceso, obligando a desechar otras opciones, aunque validas pero intrascendentes para el momento y el contexto que se esta viviendo. En el siglo XVI, el cristianismo se concentraba en el continente Europeo, casi en su totalidad era de raza blanca, sus pocos misioneros salían de Roma y el protestantismo efectuaba su proselitismo principalmente dentro de las fronteras del viejo continente. Al inicio del siglo XX el 50% de los cristianos vivía en Europa y el resto se repartía en todo el mundo, el 80% eran de raza blanca, sus centros misioneros  estaban en Londres y Nueva York. A fines del siglo XX, el 25% vive en Europa, dos tercios no son blancos, sus centros misioneros se encuentran en Corea, desde Puerto Rico salen misioneros a Nueva York, desde Latinoamérica viajan misioneros a Europa, África y Asia.
El siglo XX, empezó con una forma de interpretación bíblica, orientada en las sociedades del Atlántico Norte, al termino del siglo no sola una sino distintas formas de interpretación bíblica, orientada desde el Hemisferio Sur, que han obligado a reorientar la lectura bíblica al sentido de estas sociedades, a sus necesidades y complejidades. Desde el norte la lectura bíblica es orientada a la doctrina de la prosperidad, la guerra espiritual, el mesianismo; desde el sur la orientación  camina tras de la justicia social, de la igualdad, los derechos del ser humano, la superación de la pobreza, y satisfacer el hambre, donde los profetas escritores siglo VIII a. C. cobran relevancia y sus escritos se contextualizan para las sociedades emergentes del tercer mundo.
Los cambios históricos y teológico que trajo consigo el cristianismo, desde su raíz hebrea y su influencia griega, obligó en su tiempo a reinterpretar las Escrituras Hebreas y orientarlas a las culturas de las nuevas sociedades que encontraba a su paso, pero su raíz cobra en los tiempos actuales importancia al revaluar los conceptos y volver al sentido primitivo o los principios de las enseñanzas de Jesús, en beneficio al nuevo hombre que se esta engendrando en estas sociedades, por la similitud de las condiciones sociales de ambos tiempos.
A lo largo de los veinte siglos de historia, el cristianismo se ha beneficiado de los encuentros transculturales, ha recibido influencias negativas e incluso nefasta, que han pasado imperceptibles, han sido asumidas como interpretaciones bíblicas valederas y muchas de ellas han tomado el valor de dogmas, lo que ha producido el divisionismo teológico, doctrinal y en muchos casos el quiebre de la comunión cristiana, lo que a dado fruto de enemigos irreconciliables; la historia de la historia nos obliga ha reconsiderar nuestras respectivas posiciones, y mirar en ella los sucesos históricos del pasado para reconsiderar nuestras posiciones actuales si tienen validez bíblica o solamente fundamentos culturales o tradicionalista.
Debemos mirar la historia, somos hijos de una sociedad y una cultura que ha ido evolucionando a lo largo del tiempo, enraizando costumbres y tradiciones, que nos han ido alejando de otras comunidades cristianas, muchas de ellas desconocidas. Imponiendo una verdad que no es tal verdad, una forma de vida bajo conceptos mal fundamentados y no considerando que es posible que aquellas comunidades se acercan más a la verdad original.
Los cambios imperceptibles han sucedido vertiginosamente en los últimos tiempos y seguirán sucediendo en los tiempos venideros, sin que nos demos cuenta, nos obligaran cada cierto tiempo a efectuar relecturas de las Escrituras a la luz de los nuevos tiempos, es por eso, que los cristianos deben conocer su historia, para que aquellos sucesos similares del pasado, nos sirvan como orientación, y nos lleven a la senda adecuada señalada por la verdadera doctrina de Cristo. Como señala el profesor cubano  Justo L. González “hay que buscar la historia de la historia”, para aprender de ella.

Juan Salgado Rioseco

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