martes, 21 de junio de 2011

Concepto bíblico de la Enseñanza

El Cuerpo de Cristo (soma). Soma es la gran palabra de la iglesia que destaca las relaciones entre sus miembros. El apóstol Pablo fue el autor que más la empleó para expresar la relación que Cristo tiene con sus seguidores, y la relación entre los discípulos. Debido que Dios lo puso por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, y esta es la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo. (Efe 1:23)


Por lo tanto, La imagen del cuerpo muestra la unidad de la Iglesia. Cada miembro se involucra con los demás a medida que van cumpliendo con la obra de Cristo en la tierra. No debemos intentar trabajar, servir ni adorar simplemente nosotros o en forma separada del Cuerpo de Cristo o con normas ajenas a la establecida por la cabeza de la iglesia: Jesucristo. Necesitamos todo el Cuerpo.

La enseñanza de esencial del Cuerpo (soma)en el Nuevo Testamento, hay solamente un solo cuerpo (Ef. 4:4). Como Cristo es uno y no se puede dividir (1 Co. 1:13), cada discípulo de Cristo tiene su lugar en el cuerpo del Señor (1 Co. 12:12). Esto significa identificación con Cristo y una solidaridad espiritual con los demás miembros del cuerpo. Cada miembro tiene su propio lugar en el cuerpo. Hay una dependencia mutua con los demás miembros del cuerpo (Ro. 12:6-8). Una vida plena y fuerte del cuerpo de Cristo es imposible si los miembros rehúsan cumplir sus propias funciones. El cuerpo de Cristo presenta la plenitud del Señor al mundo (Ef. 1:22, 23). El cuerpo crece a madurez y de esta manera es el instrumento de Dios para completar la obra de Dios en el mundo (Ef. 4:16).

Además es una comunión reciproca entre sus miembros. La riqueza de la koinonia sugiere una comunidad de personas que tiene en común su vida. Son compañeros y socios, listan juntos y comparten una vida espiritual en Cristo (Hch. 2:42, 44-40). Esta koinonia se expresa a través de sus dos dimensiones: La vertical y la horizontal.

La dimensión vertical de compartir con Cristo da la base para la dimensión horizontal de poder compartir con los demás discípulos su gracia (Fil. 1:7), el evangelio (1 Co. 9:23), la promesa (Ef. 3:6), su gloria (1 Pe. 5:1), el pan y el vino (1 Co. 10:16), el Espíritu Santo (Fil. 2:1), la naturaleza divina (2 P. 1:4), la participación de sus padecimientos (Fil. 3:10), y la vida misma de Cristo. Cristo mismo siendo la vida verdadera (Jn. 15). Koinonia expresa una profunda relación horizontal de amor entre hermanos.

Por lo tanto, Juan podía decir que nuestra koinonia "verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo" (1 Juan 1:3). Esta relación es la base de una verdadera koinonia entre los que seguimos a Cristo. Las características de koinonia son el "ser unánime", "sufrir con", "gozar con", "consolar", "edificar juntos" y "tener en común".

Entre el Cuerpo y la comunión se relacionan en forma integral en el cumplimiento de la misión de la Iglesia, de acuerdo a los delineamientos impuesto por Jesucristo, de ahí se establecen los objetivos y propósitos de cada comunidad que sirve al Jesús Cristo

Como mandamiento directo del Señor, es el cumplimiento de la misión pastoral establecido en lo que se denomina como la gran Comisión (Mt. 28:18-20; Mr. 16:14-18; Lc. 24:36-49; Jn. 20:19-23). Por tanto, el Cuerpo de Cristo tiene una doble misión: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.” y “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones,…”, esto último con el propósito de “enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado;…”, de estos mandatos nace el apostolado del Cuerpo de Cristo: “Como me envió el Padre, así también yo os envío.”

La evangelización y la enseñanza son los únicos mandatos de Jesús Cristo, cabeza de la Iglesia, toda otra actividad que puede asumir la iglesia es secundaria, nunca estas actividades secundarias pueden entorpecer las actividades primarias ordenadas por la autoridad de la iglesia.

La enseñanza bíblica es parte esencial de este mandato, la observancia de esta labor es ineludible dentro del Cuerpo de Cristo, omitirla es pecado delante de la presencia del Maestro y por ende, no estar haciendo la voluntad de Dios.

La enseñanza es la acción y efecto de enseñar (instruir, adoctrinar y amaestrar con reglas y preceptos), en lo que se refiere a la enseñanza cristiana, el núcleo central, son los mandamiento directos de Jesús, especialmente establecido en el Sermón del Monte (Mt. 5:3-7:23), las palabras del Maestro “Si me amáis, guardad mis mandamientos”. (Jn. 14:5). La enseñanza se trata de un sistema y método de dar instrucción formada por el conocimiento, principios y conceptos que se enseñan a alguien.

¿Qué debemos enseñar? Lo establecido por la tradición apostólica. El termino tradición apostólica no solo denota aquellas cosas que los Apóstoles enseñaron a través de la Escritura, sino también aquellas cosas que ellos predicaron y enseñaron personalmente con inspiración divina, como así todas las regulaciones sobre la vida de la Iglesia por ellos decretadas. Nada de lo que los Apóstoles enseñaron contradice a las enseñanzas encontradas en sus escritos; sino, que ellas clarifican ambas, el significado de las Escrituras y el conjunto de la enseñanza de los Apóstoles. La anarquía e innovación son los únicos posibles resultados si se elimina cualquier parte de tradición apostólica. Porque es importante la tradición apostólica, fueron ellos los que organizaron y expandieron el cuerpo de Cristo, y es a través de los padres apostólicos que llevaron al cuerpo de Cristo a un sitial predeterminado desde el principio por el Maestro Jesús.

¿Quiénes deben enseñar? Todo discípulo de Cristo debe ser apto para enseñar, los motivos por los cuales los cristianos deben ser competentes o calificado en esta área son variados, en primer lugar estar siempre preparados para defender la fe (1 Pe. 3:15; Jud. 3), quienes no son capaces de transmitir la enseñanza de Cristo es una persona inmadura (He. 5:12), todo “siervo del Señor” debe ser “apto para enseñar” (2 Ti. 2:24), los padres deben ser aptos para enseñar a sus hijos. (Ef. 6:4; 1 Ti. 3:14).

Los ancianos o líderes del cuerpo de Cristo deben ser irreprensibles en la área de la enseñanza, “apto para enseñar”, esto no solo significa calificado para ejercer la enseñanza, sino también a lo que se enseña (1 Ti. 1:10), si alguno enseña otra cosa y no se conforma con la sana enseñanza de nuestro Señor Jesucristo no debe ser un anciano o líder del cuerpo de Cristo (1 Ti. 6:3-5).

En cumplimiento de lo anterior, el Cuerpo de Cristo debe organizarse de acuerdo a sus dos mandatos primarios, la evangelización y la enseñanza de acuerdo a lo ordenado por el Maestro Jesús, la evangelización del mensaje del reino y los preceptos bajo la ortodoxia del cristianismo.

Juan Salgado Rioseco


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