lunes, 29 de junio de 2020

Dios Santo y el Pecado (Parte VI)



Las enseñanzas de los escritores del Nuevo Testamento en relación con el pecado.
Primero debemos conocer cuál era el concepto de “pecado” de los escritores del Nuevo Testamento: (1) la fuente de su conocimiento era las Escrituras (Torá), los escritos de los Profetas (Nevutim), los Escritos -libros históricos y sapienciales- (Ketuvim), o sea, las escrituras sagradas hebreas (Tanaj). (2) no se existía el Nuevo Testamento, sus escritores estaban utilizando el concepto hebreo de “pecado”, debido a que por etnia ellos eran judíos a excepción de Lucas que era griego. (3) utilizaron como referencia en la mayoría de los casos la traducción Septuaginta de los escritos sagrados hebreos. (4) fueron educados bajo la cultura y costumbre judía, Pablo lo describía así “circuncidado al octavo día, del pueblo de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de pura cepa; en cuanto a la interpretación de la ley, fariseo; en cuanto al celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que la ley exige, intachable.” (Filp. 3:5-6; Gá 1:14 NVI), educado bajo la dirección del rabino Gamaliel, fariseo, doctor de la Ley y miembro del Sanedrín (Hch. 22:3). (4) inicialmente la mayoría de los convertidos del camino eran de procedencia israelitas (judeos y de la diáspora).
En el primer siglo el pensamiento con relación con el “pecado” era: 
(1) quebrantar la Ley de Dios (Dn. 9:11; Os. 8:1; 1 Jn. 3:4; Stgo. 2:9-10 NVI). (2) que mediante la Ley se cobra conciencia del pecado (Ro. 3:20 NVI). (3)  porque aparte de la Ley el pecado está muerto (Ro. 7:8). (4)  el poder del pecado es la Ley. (1 Co. 15:56 NVI). (5) porque la paga de quebrar la ley es muerte (Ro. 6:23). (6) todos están bajo la jurisdicción de la Ley de Dios (Ro. 3:19, 9). (7)  al cometer pecado, se queda convicto por la ley como transgresor (Stgo 2:9-11).
Para los escritores del N.T. la Ley: (1) bendice (Dt. 11:26). (2) maldice (Dt. 11:26; Gá. 3:10). (3) define el pecado (Ro. 3:20). Cuando el Mesías dijo “yo soy el camino, la verdad y la vida…” (Jn. 14:6) para los judíos que lo escucharon entendieron, de acuerdo con su cultura y conocimiento, “Yo soy la Toráh viviente”, así lo explica el apóstol Juan al inicio de su evangelio (Jn. 1:1, 14); debido a que Él es el camino de santidad (Is. 35:8-9), nos ha rescatado de la maldición de la ley, al hacerse maldición por nosotros… (Gá. 3:13), para que la bendición de Abraham fuera sobre los gentiles… (Gá. 3:14), si no fuera por la ley, no nos habríamos dado cuenta de lo que es el pecado… (Ro. 7:7 NVI).
Podemos distinguir diversas formas de pecar que visualizaban los escritores del N.T.:  (1) intrusión de la voluntad humana en la esfera de la autoridad divina (Ef. 2:1). (2) errar el blanco (Ro. 3:23). (3) infringir la Ley de Dios o sus mandamientos (1 Jn. 3:4). (4) desobediencia (He. 2:2; Lc. 8:18). (5) transgresión y defección (Ro. 4:15; 11:12). (6) impiedad (Ro. 1:18, 2 Ti.2:16). (7) pecados cometidos por descuido o ignorancia (He. 9:7). (8) desorden o anarquía espiritual (1 Ti. 1:9,10). (9) incredulidad (Jn. 16:9), entre otros.
Para comprender los conceptos que tenían los israelitas en relación al “pecado” leer http://juasari.blogspot.com/2020/06/dios-santo-y-el-pecado-parte-ii.html

Consecuencias del pecado en Nuevo Testamento.
Una actitud continua, habitual al pecado, prueba que es una persona que no ha sido regenerada en la sangre de Jesucristo y nunca ha dejado ser ciudadana del reino de las tinieblas.
Las Sagradas Escrituras describen los efectos del pecado en las personas que perduran en seguir en una vida de pecado: continua separación en la relación con el Creador, no tener abolido el decreto de condenación, consecuencias desastrosas para sus vidas ya sea en este siglo o el siglo venidero.
Los efectos del pecado en la vida de la Humanidad en general o en el ser humano en lo individual, tanto en su vida natural como espiritual: (1) trae juicio y castigo eterno Mt. 25:46). (2) trae falta de esperanza (Ef. 2:12).  (3) esclaviza (Ro. 6:17; 7:6).  (4) causa ceguera espiritual (2 Co. 4:4). (5) causa muerte espiritual (Ef. 2:1). (6) corrompe (Tito 1:15). (7) condenación (Stgo. 5:12). (8) todos están bajo el poder del pecado (Ro. 3:9). (9) todos están bajo maldición (Gá 3:10). (10) el pecador es extraño a las cosas divinas (1 Co. 2:14). (11) el corazón del ser humano es engañoso y malvado (Jer. 17:9). (12) la naturaleza mental y moral es corrupta (Ro. 1:19-31). (13) la mente carnal es enemistad con Dios (Ro. 8:7, 8). (14) es controlado por el príncipe de la potestad del aire (Ef. 2:2). (15) está muerto en transgresiones y pecados (Ef. 2:1). (16) son hijos de la ira (Ef. 2:3).
Un creyente no puede persistir en el pecado, porque con su actitud negaría el propósito por lo cual Jesucristo vino a la tierra; persistir en pecado es negar aquel que lo llamo de las tinieblas a la luz admirable. Uno que ha nacido de nuevo, no hace pecado; la razón es que la simiente de Dios permanece en Él.
Todo el que peca viola la ley de Dios, porque todo pecado va en contra de la ley de Dios. Y ustedes saben que Jesús vino para quitar nuestros pecados, y en él no hay pecado. Todo el que siga viviendo en él no pecará; pero todo el que sigue pecando no lo conoce ni entiende quién es él. Queridos hijos, no dejen que nadie los engañe acerca de lo siguiente: cuando una persona hace lo correcto, demuestra que es justa, así como Cristo es justo. Sin embargo, cuando alguien sigue pecando, demuestra que pertenece al diablo, el cual peca desde el principio. Pero el Hijo de Dios vino para destruir las obras del diablo. Los que han nacido en la familia de Dios no se caracterizan por practicar el pecado, porque la vida de Dios está en ellos. Así que no pueden seguir pecando, porque son hijos de Dios. Por lo tanto, podemos identificar quiénes son hijos de Dios y quiénes son hijos del diablo. Todo el que no se conduce con rectitud y no ama a los creyentes no pertenece a Dios.” (1 Jn. 3:4-10 NTV Parafraseada).
El apóstol Juan escribió que los creyentes que pecan habitualmente. (1 Jn. 1:8-10), cree que un creyente puede pecar (1 Juan 2:1), puede que sea producto de la ignorancia o la ceguera hacia Dios (1 Jn. 3:6), Pablo escribe que el ser humano en esta condiciones aún y actúan con criterio puramente humanos (1 Co. 3:3), en tal hecho se está comportando como hijo del diablo (1 Jn 3:8, 10), debido que en Cristo no hay pecado (1 Jn. 3:5; 1:7) y se manifestó para quitar los pecados del ser humano. 
El apóstol Juan, desarrolla su enseñanza resaltando que los creyentes son hijos de Dios a través de Jesucristo, señala las condiciones para vivir como Hijos de Dios, enfatiza la importancia de continuar en Cristo, haciendo lo que es correcto y purificándose a sí mismo en anticipación a su venida. El que desea vivir como hijo de Dios debe renunciar o abstener toda clase de pecado.

Las enseñanzas de los escritores del Nuevo Testamento están basadas en la fuente primigenia que son las Escrituras Hebreas, por ende, las enseñanzas doctrinales, entre ellas el pecado, deben ser tratada bajo el prisma de las creencias judías de los tiempos cuando fueron escritos los Libros del Nuevo Testamento, influenciadas por la fuente transmisora griega koiné de la traducción Septuaginta, a la vez, debemos limitar las influencias filosóficas platónicas griegas y de las religiones de misterios que se adosaron a las enseñanzas cristianas, en el especial en el occidente, a lo largo de los siglos.
Juan Salgado Rioseco.

viernes, 26 de junio de 2020

Dios Santo y el Pecado (Parte V)



La devastación del pecado en el ser humano.
La acción del pecado en la vida de los seres humanos ha sido devastadora, con implicatorias que van más allá de la vida física, sino que alcanzan hasta la vida perdurable. Su alcance no tiene límite y producto de esto, sus secuelas son catastróficas en la vida del hombre.
El pecado es “universal”: (1) los seres humanos poseen una naturaleza inclinada al pecado (Sal. 51:7; 58:4; Job. 14:4). (2) todo su ser está contaminado por el mal (Gn. 6:5; 8:21; Mt. 15:19; Ga. 5:19-21; Ro. 7:14-24). (3) no existe un ser humano que sea justo ante Dios (Pr. 20:9; Ec. 7:20; Is. 53:6; Ro. 3:9-12, 23; 1 Jn. 1:8; 5:19).
El pecado trae consigo condenación: (1) la paga del pecado (Ro. 5:12; 6:23a; Stgo. 1:15). (2) el ser humano está muerto en delito y pecado (Ef. 2:1). (3) hay una separación entre Dios y los seres humanos (Is. 59:2). (4) trae juicios de Dios a los seres humanos (Ec. 12:1, 16; Ro. 2:16).
“Infringir la Ley de Dios trae nefastas consecuencias”.
El pecado es una infracción de la perfecta ley de Dios, está infracción trae nefastas consecuencias: (1) el sufrimiento (Gn. 3:16, 17-19). (2) la esclavitud de Satanás (2 Pe. 2:19). (3) el poder, dominio sobre este mundo le fue entregado a Satanás (Lc. 4:6-7). (4) relación entre el pecado y la muerte (Ro. 6:23; 5:12; Stgo. 1:14, 15; Ez. 18:4). (5) separación de Dios (Gn. 3:8; Is. 59:2).
El profeta Jeremías en uno de sus oráculos gráfica la devastadora separación de Judá de Dios: “Qué dirás cuando el SEÑOR te imponga como jefes a los que tú mismo enseñaste a ser tus aliados predilectos? ¿No tendrás dolores como de mujer de parto? Y si preguntas: «¿Por qué me pasa esto?», ¡por tus muchos pecados te han arrancado las faldas y te han violado! ¿Puede el etíope cambiar de piel, o el leopardo quitarse sus manchas? ¡Pues tampoco ustedes pueden hacer el bien, acostumbrados como están a hacer el mal! «Los dispersaré como a la paja que arrastra el viento del desierto. Esto es lo que te ha tocado en suerte, ¡la porción que he medido para ti! —afirma el SEÑOR—. Ya que me has olvidado, y has confiado en la mentira, ¡yo también te alzaré las faldas hasta cubrirte el rostro y descubrir tus vergüenzas! He visto tus adulterios, tus relinchos, tu vergonzosa prostitución y tus abominaciones, en los campos y sobre las colinas. ¡Ay de ti, Jerusalén! ¿Hasta cuándo seguirás en tu impureza?»” (Jer. 13:21-27 NVI).
Las nefastas consecuencias en el ser humano a causa del pecado: (1) tienen el entendimiento entenebrecido (Ef. 4:18). (2) no percibe las cosas espirituales (1 Co. 2:14). (3) su corazón es pecaminoso (Jer. 17:9). (4) no cambian (Jer. 13:23; Job 14:4; Ro. 8:8). (5) es responsable de sus propios pecados (Ez. 18:4). (6) se esclaviza por causa del pecado (Jn. 8:34). (7) muerto en delito y pecado (Ef. 2:1-3). (8)  se encuentra condenado (Ez. 18:20; Ro. 6:23).
El pecado solo trae al ser humano separación de Dios, sufrimiento y muerte, lo insólito, aunque tenga conocimiento de esta situación persiste en esa condición, sin tomar conciencia de las trágicas consecuencias espirituales que arrastra consigo el pecado.
La obcecación en persistir en el camino del pecado produce en el ser humano una ceguera mental o una razón limitada que le impiden u obstaculizan aquilatar la dimensión del daño producido y a la vez del alcance de tales daños. (una persona obcecada no entra en razón ni está dispuesta las ideas que no comparte). 
Ante tal condición el Altísimo reaccionó, Pablo lo escribe: “Ciertamente, la ira de Dios viene revelándose desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los seres humanos, que con su maldad obstruyen la verdad. Me explico: lo que se puede conocer acerca de Dios es evidente para ellos, pues él mismo se lo ha revelado.” (Ro. 1:18-19). 
La persona que habitualmente transgrede lo ordenado por el Eterno, con su obcecación: (1) tiene atracción por el pecado (Stgo. 1:12-13). (2) seducción por sus propias concupiscencias y deseos carnales (Stgo. 1:14). (3) engendra y consume el pecado su interior (Stgo. 1:15).
Resultados del pecado en la humanidad.
Diversas consecuencias traen consigo la consumación del pecado: (1) destitución de la gloria de Dios (Ro. 3:23; Is. 53:6). (2) culpables ante Dios (Ro. 2:1, 3). (3) son Hijos de Ira (Ef. 2:3; 1 Jn. 3:8-10). (4) son apartados de Dios. (Ef. 4:18; 1 Co. 2:14). (5) tienen una naturaleza corrupta y engañosa (Jer. 17:9; Ro. 1:19-31). (6) son esclavizados y muertos en sus pecados (Ro. 6:17; Ef. 2:1). (7) son degradados en carácter y conducta (Tit. 3:3; Ef. 2:3; Col. 3:5,7).
Ante tal situación, al ser humano le queda tomar una decisión: (1) seguir el camino de pecado (Pr. 14:12; 16:25; 30:12; Ef. 5:6) (2) o buscar el camino que ofrece Dios. (Jn. 14:6; 1 Jn 5:20; Hch. 4:12).
Juan Salgado Rioseco

martes, 23 de junio de 2020

Dios Santo y el Pecado (Parte IV)



Características y tipos de pecados.
El apóstol Juan escribió “Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.” (1 Jn. 2:16). 
Comprender cabalmente lo que significa el “pecado”, es una buena forma de resguardarse de las artimañas del enemigo; saber las características del “pecado” ayudan al hombre a combatirlo más fácilmente, además permite describirlo e identificar sus formas, su carácter.
¿Cuáles son las características del pecado según la Biblia? ¿Qué causa en nosotros? ¿Por qué es tan peligroso? (1) es universal. (Ro. 3:10; Sal. 14:2; Job 14:4). (2) penetra o permea todo el cuerpo humano: (a) mente (2 Co. 4:4). (b) voluntad (Gn. 8:21). (c) emociones (Ef. 2:3). (d) cuerpo (Ro. 8:10). (3) es Irracional (Gn. 25:33-34; Lc. 15:16-17). (4) es engañoso (He. 3:13; Ro. 1:22; Ap. 3:17). (5) endurece (He. 3:13). (6) esclaviza (Jn. 8:34; Pr. 5:22). (7) ensucia (Ro. 3:23; Is. 6:3-5).
Al entender con cabalidad las características del pecado, podemos clasificar o determinar los tipos de pecados en los cuales los seres humanos pueden incurrir, determinando su origen: (1) de intención (Mt. 5:28, Sal. 19:13. Jn. 8:44), emanan del corazón. (2) de omisión (Stgo. 4:17) dejar de cumplir la voluntad de Dios. (3) de participación (Lv. 5:1, Hch. 5:8-10, Stgo. 5:19-20), son los que uno se hace participe o cómplice de las transgresiones del prójimo. (4) de acción (Stg. 1:15, Ro. 7:20), los que uno maquina en el corazón y los comete. (5) de ignorancia (Ro. 14:23, 1 Ti. 5:22, 1 Jn. 5:17, Sal. 19:12), cuando transgredimos la voluntad de Dios o lo hacemos participe por falta de conocimiento (Os. 4:6). (6) por coacción (Prov. 1:10; 7:21; 1 Co. 8:9-12, Stgo. 2:9), cuando se provoca, obliga o induce a otra persona a pecar. (7) ancestrales (Éx. 20:5, 1 Rey. 14:22, Neh. 9:2, Dn. 9:16), son las consecuencias colaterales de las transgresiones de nuestros antepasados.  
Al conocer las características y entender los tipos de pecados, los seres humanos no pueden negar la existencia latente dentro de su ser del pecado; si afirmamos que no tenemos pecado, lo único que hacemos es engañarnos a nosotros mismos y no vivimos en la verdad; si afirmamos que no hemos pecado, llamamos a Dios mentiroso y demostramos que no hay lugar para su palabra en nuestro corazón.  (1 Jn. 1:8, 10; Ro. 3:23). 

El pecado es una realidad con la cual tiene que convivir.
El pecado es inherente a la naturaleza humana; las Escrituras describen al hombre como un ser pecador, muchos textos bíblicos avalan esta postura (Ro. 3:9, 19, 23; Ecl. 7:20; Gá. 3:22), debido a esto Juan el Bautista dijo de Jesús “¡Miren! ¡El cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!” (Jn. 1:29).
Las diversa culturas a lo largo de la historia de la humanidad dan testimonio de la realidad pecaminosa del hombre a través de sus normativas jurídicas o de los sacrificios culticos a sus dioses para limpiar de pecado a sus comunidades, u otras evidencias en las diferentes sociedades a través de las épocas han quedado registradas en sus literaturas, como: Séneca, gran filósofo romano " Todos hemos pecado: unos más y otros menos”; Oridio (romano) " Todos luchamos por lo que es prohibido."; Goethe, poeta y filósofo alemán, "No veo falta en los demás que no haya yo cometido.". encontramos en la sapiencia milenial china el siguiente proverbio: "Hay dos hombres buenos uno que está muerto y otro que no ha nacido."

“En otras palabras, tal como fue por medio de una ofensa que la gente fue llevada a condenación, así también por medio de un acto justo fue que toda la gente vino a ser considerada justificada. Pues igual que por la desobediencia de un hombre muchos fueron hechos pecadores, por medio de la obediencia de un hombre muchos serán justificados.” (Ro. 5:18-19 Kadosh).
Los principales efectos que causa en el alma el pecado es la pérdida de la Gracia santificante, de las virtudes que todo cristiano debe tener y de los dones del Espíritu Santo; la pérdida de la presencia de la Trinidad en el alma, que es incompatible con la aversión a Dios propia del pecado mortal; trae consigo la esclavitud de Satanás, aumento de las malas inclinaciones, remordimiento e inquietud de conciencia; y la condenación eterna.
Podemos escribir que el pecado: (1) separa de Dios. (Ro. 3:23). (2) conduce a muerte (Ro. 5:12). (3) trae dos clases de muerte: (a) la muerte física (Gn. 5:5). (b) la muerte espiritual (2 Ts. 1:9; Ro. 6:23; 7:11; Stgo. 1:15). (4) prescribe que son hijos del diablo (1 Jn 3:8, 10; Jn 8:44).
El pecado trae consigo consecuencias trágicas para el ser humano en lo presente (1) aquel que peca se hace esclavo del pecado (Jn. 8:34). (2) las oraciones son obstruidas (Jn. 9:31). (3) hay una pared figurada entre Dios y el pecador (Is. 59:1-2).
No solo hay consecuencias en esta vida sino también en la vida venidera, los pecadores (1) serán juzgados. (2 Co. 5:10). (2) recibirán castigo (Ro.1:18).  (3) estarán fuera del Reino de Dios por la eternidad (1 Co. 6:9-11). (4) el infierno será su hogar eterno. (Ap. 20:11-15).
 Si el hombre no recibe el perdón de sus pecados durante su vida aquí en la tierra, sufrirá las consecuencias de su propio pecado después del juicio, “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio, …” (He. 9:27; Ecl. 12:14; Mt. 12:36; Lc. 12:2; Jn. 5:29).
La oportunidad que tiene el ser humano de alterar o cambiar su destino final es durante su vida, buscando el camino que ofrece el Hijo de Dios a los que creen en Él. “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” (Jn. 14:6).  “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.” (Jn. 10:9).
Juan Salgado Rioseco

jueves, 18 de junio de 2020

Dios Santo y el Pecado (Parte III)


El pecado y su introducción en los seres humanos.
Los cristianos consideramos a los sucesos que ocasionaron la caída del hombre como sucesos históricos.
El capítulo tres de Génesis nos narra la caída del ser humano y su ruptura con su Creador; Satanás con gran astucia y sutileza impulsa a Eva a transgredir el mandato de Dios, arrastrando a Adán a la desobediencia a Dios. El apóstol Pablo narra que por la desobediencia de un hombre, la humanidad fue constituida pecadora. (Ro. 5:19). Este acto de desobediencia al quebrantarse la relación directa con Dios, trae como consecuencia la muerte y el sufrimiento. El pecado de Adán implicaba un significado único para toda la especie humana (Ro 5:12, 14–19; 1 Co. 15:22).
Podemos establecer que:
(1) El Eterno y Todopoderoso no es autor ni responsable del pecado, la responsabilidad recae netamente en el ser humano, debido que por el intermedio de un hombre entró el pecado a la humanidad trayéndole gravisimas consecuencias y sus efectos han persistido a lo largo de los siglos; entre los efectos principales están: (a) la violenta ruptura de la relación con el Creador, representada en la primera transgresión al mandato de Dios hecha por Adán y Eva (cap. 3 de Génesis). (b) la ruptura violenta de la familia, representada por el asesinato de Abel en mano de hermano Caín (Gn. 4:1-16). (c) la perversión sexual de la sociedad, representada en la cohabitación de los Hijos de Dios con las mujeres de los hombres, contra el orden establecido por el Santo (Gn. 6:1-7). (d)  la confusión cultural y división social, representada en la Torre de Babel, lo seres humanos invaden la esfera divina excediendo los límites asignados por Omnipotente (Gn. 11:1-9).
(2) Dios no castiga al humano por el pecado de Adán, sino que cada uno incurre en su propia culpabilidad (Ez. 18; Ro. 3:9–20).
Tales condiciones trajo trágicas consecuencias a la humanidad: depravación espiritual, inclinación al pecado. (Sal. 14:2-3; Is. 53:6; Ro. 3:10; Gá. 3:10; Jn. 8:44). A la vez la disociación y distanciamiento impacta el interior del ser humano al haberse impedido de glorificar al El Eterno y disfrutar en plenitud bajo la sombra del omnipotente, agravada por la destitución de la Gloria de Dios. (Ro. 11:36; 1 Co. 6:20; 10:31; Sal. 86:9; Ro. 3:23).
Jesucristo da un enfoque diferente al concepto de pecado.
El Maestro Jesús a través de sus enseñanzas y forma de obrar da otro enfoque al concepto del pecado, el cual fue asumido y traspasado por los apóstoles a las noveles comunidades del camino desde sus inicios.
Los principios esenciales de estas enseñanzas consistían: (1) en vez de oprimir a los seres humanos con una serie de mandamientos, preceptos o normas, Jesús motivo a las personas que lo escuchaban (Mt. 15:19; 7:17) a sacar el pecado de sus vidas y a dar buenos frutos delante de Dios. (2) enseño que a través del Amor se podía lograr vencer al pecado (Mr. 12:28; Lc. 7:47), dando ejemplo el mismo que su victoria sobre el pecado es motivada por el amor divino (Jn. 3:16; 13:1). (3) y tal amor de Dios había de motivar y capacitar asimismo a los suyos para vencer el pecado (Ro. 12:8–10; 1 Jn. 4:7–11; Ro. 14:23, la fe actúa siempre por el amor.
Es a la luz de esta manera de ver el pecado que se puede comprender otra novedad del Nuevo Testamento: la relación entre la culpabilidad y el nivel de desarrollo de la conciencia de los fieles (Ro. 14; 1 Co. 8:7–13).
Es notable que Pablo, siguiendo la LXX (Septaguinta), hable del pecado casi exclusivamente en singular, viéndolo como un todo, como una potencia espiritual enemiga de Dios y del hombre al cual Jesucristo ha derrotado. Sin embargo, el Nuevo Testamento advierte a los creyentes sobre una serie de pecados individuales y reconoce que la historia de Cristo está para realizarse por la fe en la vida de cada uno de los suyos (1 Jn. 5:4).

Los resultados o consecuencias colaterales de la caída del hombre.
Las derivaciones impensadas fueron las resultantes de la caída del hombre, en la mente de Eva y Adán, nunca se imaginaron las graves consecuencias de su acción y la durabilidad de ellas. Las que seguirán perdurando hasta que termine la historia o el tiempo de la humanidad.
Los resultados de la caída para Adán y Eva tuvieron efectos inmediatos: (a) perdieron su inocencia. (Gn. 3:7). (b) tuvieron temor de Dios. (Gn. 3:8). (c) fueron expulsados del huerto. (Gn. 3:24). (d) Adán murió espiritualmente el momento de pecar. (Gn. 2:17; Ef. 2:5).
Los Resultados para la humanidad: (a) para las mujeres, dolores en dar a luz y sujetas al marido. (Gn. 3:16). (b) para el hombre, trabajos duros para sustentar la familia. (Gn. 3:17-19, 23). (c) la maldición a la tierra. (Gn. 3:17c). (d) la destitución de la Gloria de Dios (Ro. 3:23). (e) por Adán, todos los hombres son, sentenciados a morir físicamente. (Gn. 3:19; He. 9:27).
Consecuencias colaterales de la caída del hombre: (a) a través de Adán recibimos la naturaleza pecaminosa. (Ro. 5:12).  (b) el resultado de la condición pecaminosa es la muerte. (Ro. 6:23a). (c) muerte espiritual, separación de Dios y los seres humano (Ap. 21:8).
El proceso de degeneramiento y depravación humana, trajo una nueva condición del hombre que se reflejó en la evolución del conocimiento que se manifestó en el sentimiento de culpa y en el esfuerzo de cubrirse de su desnudez, posteriormente en una conciencia acusadora y en el temor hacia Dios. (Gn. 3:7-11)
Como resultado la muerte espiritual y física, trajo consigo un cambio de residencia debido a su expulsión del paraíso, símbolo de la vida plena y de las más grandes bendiciones reservadas para el hombre si hubiera permanecido sin caer. El ser humano actual no es mejor que sus antepasados(Ro. 3:9-18). En este proceso de alejamiento de Dios aun no concluye, la degeneración de su caída lo llevaran a una mente depravada y reprobados en cuanto a su glorificación de Dios tanto exteriores como interiores. (1 Ti. 3:1-9).

¿Cómo se manifiesta o evidencia el pecado?
La manifestación o evidencia del estrago que a causado el pecado lo podemos clasificar bajo los siguiente aspectos:
1)       Hacia Dios: el pecado hacia Dios es, o rebelión o falta de amor. (1 Sa. 15:23; Dt. 6:5).
2)       Hacia la ley divina: el pecado hacia la ley divina (toda la voluntad de Dios revelada) es, o transgresión voluntaria o violación inocente. (Nm. 15:30; Sal. 19:13; Nm. 15:27; He. 9:7).
3)       Hacia el hombre: el pecado hacia el prójimo en último análisis es falta de amor. No los amamos como a nosotros mismos. (Lv. 19:13; Miq. 6:8; Ro. 1:18).
4)       Hacia sí mismo: el pecado hacia sí mismo es o egoísmo o corrupción. (Mt. 16:24; Jn. 12:25; Sal. 51:5; Ro. 7:18).
El pecado esta intrínsecamente ligado a la actitud y el carácter del hombre; de acuerdo con la inclinación de las decisiones que tome puede el ser humano puede estar involucrado en una condición de pecado: hacia Dios, a la ley de Dios o hacia sí mismo. (1) no llevar acabo la voluntad de Dios, por ser obradores de maldad ( Mt. 7:21-23). (2) infraccionar la ley de Dios (1 Jn. 3:4). (3) no tener la suficiente fe (Ro. 14:23). (4) el saber hacer lo bueno y no lo hace. (Stg. 4:17). (5) practicar la injusticia. (1 Jn. 5:17). (6) tener un pensamiento necios (Pr. 24:9). (7) altivez de ojos, orgullo de corazón y pensamiento de impíos. (Pr. 21:4).

¿Cuál es el camino de regreso a las moradas celestiales?
Escuchar la voz del Altísimo que a través del profeta Jeremías esta mas vigente que nunca “Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma.” Y no tener la misma actitud a los cuales fue dirigido inicialmente “Mas dijeron: No andaremos.” (Jer. 6:16).
El ser humano debe dejar la dicotomía de la fe en el servicio de Dios, tomar la decisión ante la disyuntiva de ser hijo de luz o de las tinieblas, actuar con convicción para alcanzar la plenitud de la bendiciones que el Altísimo ha prometido para los que le buscan en espíritu y en verdad. Es imperioso el ser humano que glorifica a Dios y lo honra: (1) procure que todas sus actitudes o decisiones sean acorde a la voluntad de Dios, (He. 13:21; 1 Pe. 4:2; Ef. 6:6; 1 Ts. 4:3-4). (2) lo busque con diligencia estar aprobado delante la presencia de su Creador y Eterno. (2 Ti. 7:15). (3)  mantenga el clamor constante del Rey David cuando dijo “Enséñame a hacer tu voluntad” (Sal. 143:10). (4) se deje guiar por el Espíritu Santo (Jn. 16:13; Ro. 8:14; Ro.12:2).

Oír la voz del Santo ahora que podemos encontrarlo y no sea demasiado tarde,  a través del apóstol Pedro que dijo “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio.” (Hch. 3:19), recordando las palabras del Rey Ezequías “Porque Jehová vuestro Dios es clemente y misericordioso, y no apartará de vosotros su rostro, si vosotros os volviereis a él.” (2 Cro. 30:9b).
Juan Salgado Rioseco

lunes, 15 de junio de 2020

Dios Santo y el Pecado (Parte II)


En Segundo lugar podemos afirmar a la luz de las Escrituras que el pecado existía antes de la creación del hombre, existía en la persona de Satanás y además ángeles caídos. (Ez. 28:13-17; Is. 14:12-15).
En un gran sector de la sociedad, existe mucho escepticismo en la existencia de Satanás; Jesús y los profetas creían en la existencia de un ser maligno; en la Biblia se le menciona como Satanás (en hebreo: shatan, “adversario”, en árabe: Shaitán, “mal camino”, “distante” o “diablo”) es una figura que aparece en los textos de las religiones abrahámicas que trae el mal y la tentación y es conocido como el embaucador que conduce a la humanidad por el mal camino, el príncipe de este mundo, el engañador o la serpiente. No está precisado cuál fue el origen de Satanás y por qué Dios permitió su accionar.
¿Qué es Pecado?
De acuerdo a las acepciones de la Real Academia de la Lengua, pecado es la “violación del orden moral de origen divino, o cualquier cosa que se aparta de lo recto y justo, o de lo que es debido”. Por lo tanto, pecar es quebrantar la ley o mandamientos de Dios. Pecado es la fuerza invisible, oponente al amor de Dios, trayendo consigo funestas y trágicas consecuencias al hombre con respecto a su relación con Dios.
Junto con la Salvación, el tema del pecado, es recurrente en todos los libros de la Biblia. La Salvación trae consigo el amor de Dios, el Pecado trae consigo la maldición. La Biblia atribuye al diablo del haber introducido y perpetuado el pecado en el mundo, pero deja sin resolver el enigma del origen del mal.
Por lo tanto, el pecado es "cualquier transgresión de la ley de Dios", ya sea en el estado y el hábito internos del alma, como en la conducta exterior de la vida, sea por la omisión o la comisión (Ro. 6:12-17; 7:5-24; Stgo. 4:17).
Para entender la naturaleza del pecado, veremos algunos de los términos principales que la Biblia usa para hablar del pecado, en sus diferentes manifestaciones.
El pecado desde una cosmovisión bíblica Hebrea:
El apóstol Pablo nos escribe el rol fundamental de la Ley de Moisés en relación al pecado, debido a que la Ley rebeló estado de pecado del ser humano delante de la presencia del Santo y Eterno, aunque ella es santa y buena (Ro. 7:12), “porque por medio de la Ley es el conocimiento del pecado” (Ro. 3:20). 
Analicemos algunas palabras Hebreas relacionadas con el tema:
La primera palabra  es חטא (jet), se refiere a un obstáculo que se encuentra el hombre en su travesía y que lo confunde y desorienta, haciéndole perder la dirección y el rumbo que llevaba; se trata de los errores, de las equivocaciones cometidas sin querer, de menor relevancia, que sin embargo, sumadas, acaban apartándonos de la Palabra del Altísimo y de sus enseñanzas.
La palabra ( לְהַחטִיא ) connota la idea de cometer un error y errar el blanco. En hebreo la raíz ( חָטָא Kjatá = pecado ) es lo contrario a Torah = instrucciones. Raíz primaria; propiamente errar; de aquí, (figurativamente y generalmente) pecar; por inferencia pérdida, falta, expiar, arrepentirse, (causativo) hacer descarriar, condenar: cometer, culpable, daño, defraudar, delinquir, errar, expiar, limpiar, ofrecer por el pecado, pecador, pecar, pervertir, prevaricar, purificación, purificar, reconciliar. Se usa, en un sentido literal, en Jue. 20:16.  En el sentido espiritual, la palabra refiere a una desviación moral o espiritual (Gn. 20:9; Lam. 5:7). 
La palabra (Torah תורה ) viene de la raíz (Yará ירה ) que significa dar en el blanco La Torah son las instrucciones de Yahwéh para que en tu vida de en el blanco y se cumpla el propósito por el cual fuiste creado; que denota la idea de dirección; instrucción; orientación.
Torah, una de las palabras más importantes de las Escrituras Hebreas (Tanaj),  Si lo analizamos con el antecedente del verbo yarah , se hace evidente que Torah es mucho más que ley o que una serie de reglas. Guardarla es dar en el blanco, permaneciendo bajo las instrucciones del Todopoderoso como su pueblo.
Podemos concluir que Jet חטא pecado es todo aquello que infringe o más bien desobedece la torah de Yahwéh (1 Jn 3:4; Mt. 7:22-23). Este término apunta al aspecto externo del pecado; el resultado de ello, es una desviación de la norma establecida por Dios (Ex. 20:20; Os. 13:2). El término griego señala un desvío del camino escogido por Dios; un desvío de la ley (Stgo. 1:15; 1 Jn. 1:8).

La segunda es פשע (pesha). Se trata de una actitud del carácter completamente distinta. Aquí el ser humano carece de reglas que orienten su conducta: no conoce el bien ni el mal, esto es, que “su” bien y “su” mal, según ellos, es cómo obran, sin atender a estándares éticos.
Rebelión contra Dios “pasha” (hebreo); “asebeia” (griego). Esta palabra apunta al aspecto interno de pecado, que consiste es rebelarse contra Dios y Sus normas morales (Is. 66:24; Jer. 5:11).  “…es quizás el más profundo de los términos del AT, que refleja el hecho de que el pecado es rebelión contra Dios, el desafío de su santo señorío y gobierno”.  A veces se usa de una rebeldía contra otras personas (1 Re. 12:19, donde “apartó” debe tomarse como “se rebeló” 2 Re. 1:1). En la Septuaginta (LXX), ‘pasha’ es traducida, “asebeia”, que tiene la idea de “impiedad” (Ro. 1:18; 2 Ti. 2:16).  Otro término parecido es, “anomia”, que señala una actitud de vivir sin tomar en cuenta la ley de Dios (Mt. 7:23; 1 Jn. 3:4).
La tercera es עון [avón], que significa la continua inclinación de una persona a obrar de manera incorrecta, como si pesase más en él o ella la mala inclinación en ciertas facetas de su vida.
Trastornar o torcer “avon” (hebreo); “poneria” (griego). Viene de una raíz que significa “trastornar” o “torcer” (ver el uso literal de esta palabra, en Is. 24:1 y Lam. 3:9).  Con relación al pecado, apunta a actos malévolos, realizados en forma deliberada. En la RV se traduce, “actuar perversamente” (Jer. 9:5), “cometer iniquidad” (Dan. 9:5), “perverso” (Prov. 12:8), “maldad” (Sal. 32:5). El término griego expresa depravación espiritual (Lc. 11:39; Hch. 3:26).  Satanás es llamado “jo poneros” (Mt. 13:19; 1 Jn. 3:12).
Hay dos palabras en el nuevo testamento griego que tal vez definen el pecado con la mayor justeza que son:
a. Amartema: Significa errar el blanco. Ro. 3:23. “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”
b. Parabasis: Significa traspasar una línea prohibida, esto ocurre cuando el hombre pasa deliberadamente la línea de la ley de Dios.
De acuerdo a lo anterior podemos deducir lo que es pecado, acorde al pensamiento de los hebreos:
1.            Traspasar la Ley de Dios, que es el límite divino entre el bien y el mal, es una transgresión a la voluntad del Hacedor (Sal. 51:1; Lc. 15:29).
2.            Un acto por lo cual nuestras conciencias nos acusa y nos hace culpable, es un grado de iniquidad, esté o no prohibido en las Sagradas Escrituras.
3.            Separarse de lo que es recto (Sal. 51:9; Ro. 3:23); o fallar de acuerdo a lo que Dios nos esta requiriendo, es pecado delante del Padre.
4.            Implantar normas o dogmas humanas por encima de la esfera de divina (Ef. 2:1).
5.            Poner en duda la veracidad divina es un insulto directamente a Dios (Jn. 16:9)
6.            Tener una anarquía espiritual (1 Ti. 1:9), o sea vivir una fe desordenada delante de la presencia de Dios.
7.            Revelarse contra Dios (Nm. 15:30; 2 Sa. 12:13; Sal 51:4).
8.            Blasfemar contra el Espíritu Santo. (Mr. 3:31-32).
Para el pueblo hebreo cualquier infracción al sistema jurídico o cultural representaba pecado y traía como consecuencia culpa delante de Dios, de ahí que cada acto del hombre es pecaminoso y pervertido (Pr 4:23; 23:7; Mr. 7:20–23; Ro. 8:15–25), esta condición se conoce como depravación, o sea es la incapacidad de evitar el pecado y esto culmina en la muerte (Stgo. 1:15, Jn. 3:14)
El pecado es una de las más grandes realidades del mundo que nos rodea y por lo tanto no debemos ignorarlo. Su origen es tan antiguo, en la tierra, como el hombre. Su entrada en el paraíso rompió la relación del Creador con las criaturas. El pecado ha seguido pasando de padres a hijos y por causa de él los hombres sufren dolor, la muerte y la condenación.
Satanás es la fuente externa del pecado, pero nadie le puede culpar de ser el responsable de los actos pecaminosos cuyas raíces están dentro de cada individuo. Por lo tanto, es el individuo el responsable directo de las tendencias pecaminosas que brotan de su interior. El pecado es el rechazo de la verdad y el rechazo del amor de Dios que nos indica cuál es nuestro verdadero bien.
¿Cómo los seres humanos pueden dejar el pecado?
El profeta Ezequiel escribe “Por tanto, yo os juzgaré a cada uno según sus caminos,  oh casa de Israel, dice Jehová el Señor. Convertíos,  y apartaos de todas vuestras transgresiones,  y no os será la iniquidad causa de ruina. Echad de vosotros todas vuestras transgresiones con que habéis pecado, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo.” (Ez. 18:30-31).

El proceso de regresar a Dios, tiene dos fases: no solo se limita de cumplir la voluntad de Dios y sus mandamientos, sino, también una transformación interior, un acto de conversión. El regreso a la casa del Eterno nos libera de la esclavitud del pecado.

Juan Salgado Rioseco



Dios Santo y el Pecado (Parte VII)

El Servidor de Dios no debe quebrantar la Ley del Eterno y Santo para ser victorioso en la lucha contra el pecado. “ Ahora bien, ¿debe...