miércoles, 2 de marzo de 2016

Los Nombres de Dios




La creencia en Dios se encuentra arraigada en la fe de las personas y en el conocimiento que estas tienen de la naturaleza de la Deidad, su confianza y seguridad radica en el grado de intervención divina que tiene el creyente en forma personal, real y activa. Cuando una o parte de ellas sufren algún grado de debilitamiento por la falta de equilibrio, ya sea intelectual o espiritual, las consecuencias son impredecibles. Es por eso, que el creyente actual debe afianzar su fe plena en el Supremo Hacedor, para eso, debe percibir como Él se manifiesta a los suyos, o como se ha revelado a lo largo del tiempo y de la historia, uno de estos caminos es el pleno conocimiento de quien es realmente nuestro Dios, su esencia, su naturaleza, hasta donde puede intervenir en nuestros asuntos personales, ¿que pronto acude a nuestra ayuda?, ¿hasta dónde puede llegar esa ayuda?

Posiblemente este conocimiento no sea pleno, puede estar limitado por nuestra capacidad de entender la verdadera esencia de Dios o extremar ciertos atributos en desmedro de otros, o tomar un camino que no sea el más correcto o influenciado por nuestra razón. Uno de los caminos seguros que podemos conocer a Dios, es como se ha revelado a los hombres en el transcurso del tiempo, una de esas revelaciones es el conocimiento de su nombre en diferentes circunstancias, en la antigüedad los nombres reflejaban las características especiales que rodean a las personas.

Para el judío, el nombre de una persona representaba su carácter o describía su naturaleza. Por esto con frecuencia encontramos que se utilizan nombres o títulos para Dios, luego de un acontecimiento en que un personaje bíblico experimentara a Dios. Conocer a Dios por su nombre exigía que la persona experimentara su presencia. Los nombres, títulos, y descripciones bíblicas de Dios son indicativos de la manera en que los hombres y mujeres de la Biblia llegaron a conocerlo personalmente. Las Escrituras constituyen un registro de la revelación de Dios al hombre. Cada uno de los muchos nombres dados a Dios es parte de esa revelación.

La mente humana debe estar plenamente convencida del pensamiento de un ser transcendente, sobrehumanamente fuerte y con vida inagotable en sí mismo, de quien depende todo lo que no es Él mismo. Que tenga preeminencia, supremacía y soberanía absoluta, que sea lo más alto de todos o exaltado, que tenga majestad, poder infinito y excelencia, estas descripciones son difíciles de encontrar, todo esto está presente en los nombres que el pueblo Hebreo dio a la Deidad: El, Eloah, y Elohim (Gn. 14:18; Gn 46; Gn 14.22). Además, es un ser viviente (El Hai, Jos. 3:10), eterno o perdurable (El Olam, Gn 21.33), todopoderoso y omnipotente (El Shadai, Gn 17.1), que reina sobre todo lo que está fuera de Él (Adonai, Ex 3.14, Jos 5.14,).

Tiene el poder relacionarse íntimamente a través de un pacto personal, para poderlo invocar, con el propósito de buscar su bien (Yahvéh). Este nombre lleva el pensamiento de un compromiso maravilloso, de una mente bondadosa y paciente, aunque también imponentemente severo con el pueblo que ha escogido por el ser que se sostiene por si mismo, que fue representado en la Teofonía de la zarza ardiente en el monte de Horeb a Moisés. Es el nombre personal e íntimo de Dios, con el cual su pueblo debía invocarlo como el Señor que había hecho el pacto con ellos.

En Yahvéh encontramos a la vez la afirmación metafísica del ser eternamente presente (Yo soy el que soy), que esta en el origen y al final de toda existencia, Dios único incomparable, sin limitaciones, y la afirmación moral y espiritual de la fidelidad divina. El nombre de Yahvéh, revela con mayor fuerza su propia esencia, es el inicio, la fuente y la consumación de toda la vida, ya sea viva o inerte, en el primer cielo terrenal, o en el segundo cielo sideral, o en el tercer cielo donde se encuentra la presencia del Hacedor.

A través de combinaciones con el nombre Yahvéh, podemos revelar su personalidad y algunos aspectos importantes de su naturaleza y de su vínculo con la humanidad, describiendo la riqueza con Dios con que se muestra a su pueblo.

Muchos creyentes representan a nuestro Dios, como un Anciano de días, (Dn. 7:9), es un hebraísmo con el que se designa a una persona de edad y aspectos venerables, se refiere a Dios, como el Juez universal que va a juzgar los reinos de este mundo. Jeremías confiaba plenamente en la justicia divina, Yahvé Tsid`kenu (Jer. 23:6), (Él Señor es nuestra justicia), nombre que revela que se le imputa Dios justicia personal al suplir nuestras obligaciones y requerimientos personales para con el mismo.

Además, es el Qedhosh (Is. 1:4; 5:19), (El Santo), significa tanto la trascendencia del Ser supremo sobre la relación especial con su pueblo. Exalta su majestad, bondad y poder infinitos, que esta por encima de todo lo creado. Dentro se su santidad, nuestro Dios es celoso con los suyos (Qanna), (Ex. 34:14), indicando el intenso amor del Señor hacia su pueblo, no tolera una lealtad a medias, ni rivalidad de otros dioses u objetos de culto, (Ex.20:5), nos indica que debemos amarle y servirle de todo corazón, sin ambigüedades.

Debido a que nos santifica, Yahvé mkaddishkim (El Señor que os santifica), interviene en la purificación personal. Este nombre indica el aspecto subjetivo de Su obra salvadora o redentora. Él es el Dios de aquellos a quienes salva, los separa del pecado y los guarda para sí, a través de Jesucristo.

El desea estar presente en nuestra vida constantemente, Yahvé shama (Ez. 48:35), (El Señor esta presente), revela presencia personal "Él está presente" morando en medio de Su pueblo esto es la garantía de que todas las promesas del Señor y los anhelos de su pueblo serán cumplidas plenamente.

Dios está pendiente de los que nos sucede, solo debemos crear la necesidad que nos ve, para que pueda acudir a nuestra ayuda La esclava Agar al huir de la casa de Abraham fue encontrada por el ángel de Jehová, recibiendo la promesa de un hijo y numerosa descendencia, ocasión para conocer a Dios como EL Roi (Gn. 16:13), (Dios que [me] ve), significa que Dios ve la aflicción de sus criaturas y actúa para ayudarlas.
El Señor proveerá (Yahvé Yiréh), se presenta como la provisión que Dios da a los suyos, se encuentra reflejado en el sacrificio que Abraham hace a Dios teniendo a Isaac como el cordero del holocausto. La confianza del anciano patriarca estaba en Yahvé, la ver la mano de Dios proveer un sustituto, llamó aquel lugar Yahvé Yiréh, "Jehová proveerá" (Gn. 22:14). Siglos después la provisión de Dios se volvería manifestar infinitamente mayor: el de Jesucristo quien es el sustituto sacrifical para todo "aquel que crea". Este nombre representa la promesa a través de los siglos de los creyentes, que él "suplirá todo lo que os falta conformes a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús" (Fil. 4:19).
El salmista David confió en un nombre divino que nos habla de confianza y amor al corazón de todo creyente, Yahvé raah (Sal. 23:1), (Jehová es mi pastor), nos revela guía, protección y bondad de corazón. La figura del pastor del antiguo Oriente medio sirve para simbolizar que Dios es nuestro guía, nos alimenta, nos defiende, cuida, sana, adiestra, corrige, y está dispuesto a morir en el intento, si es necesario, como Cristo en la cruz. Las debilidades humanas nos llevan a situaciones muchas veces incomprensibles tanto espirituales como físicas, en el desierto Dios reveló como Yahvé Rofka (Ex:15:26), (El Señor tu sanador) de los que le escuchen y obedezcan, es el preservador personal que tienen los creyentes fieles a Dios. Yahvé Shalom (Jue. 6:24), (El Señor de paz), nos revela un Dios como dador de paz personal, incluye aspectos de seguridad, concordia, prosperidad, bienestar y vida vivida en plenitud.
Yahvé Sebaot (Jehová de los ejércitos), (Is. 54:5; Os. 12:6), es la soberanía plena de Dios, ya sea en el cosmos, como en su reino invisible o visible, el control personal sobre todos los poderes en el universo. Es el sinónimo de Creador Todopoderoso, de dominador Supremo, de Dueño de todo el cosmos.
 Nuestro Dios es fuerte o poderoso, Ebhir, (Gn. 49:24; Sal. 132:2,5), como lo experimento el pueblo de Israel o de Jacob, también El Gibbor (Is. 9:6; 32:18; 42:13), debido que tiene un poder militar ilimitado (Sal. 24:8). Es el Tsur (roca), de su pueblo, sugiere el rol de Dios como protector de su pueblo.
Cuando los creyentes necesitan su líder fuerte que les ayude a afrontar los difíciles momentos para poder afrontar las severas luchas espirituales, ahí está el líder celestial con su estandarte para dirigir a los suyos, Yahvé Nisi (El Señor es mi estandarte o bandera), (Ex. 17:15).
Las Sagradas Escrituras en el Antiguo Testamento, añade ciertos título o sustitutivos del nombre de Dios, nos presenta como el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob (Ex 3.6), Dios de dioses (Dt 10.17), Dios de Israel (Ex 5.1), el Altísimo (Gn 14.18), el Creador (Sal 115.15), el Señor (Gn 2.4; 3.15), Juez (Sal 7.11), Libertador (Is 63.16), Padre (Is 63.16), Protector (Sal 18.2), Rey (Sal 24.7–10), Salvador (Sal 24.5), Santo de Israel (Sal 71.22), Todopoderoso (Gn 17.1; Sal 24.10). Y además le agrega ciertos calificativos: Celoso (Ex 20.5), Compasivo (Ex 34.6), Eterno (Is 40.28), Fiel (que cumple su palabra), (Dt 7.9), Invisible, Justo, Poderoso, Que todo lo conoce, Santo, Único, Viviente.
Las Sagradas Escrituras en el Nuevo Testamento le da los siguientes títulos característicos o sustitutivos a Dios: Altísimo, Juez, Padre, Poder, Rey, Salvador, Santo, Señor. También utiliza algunos calificativos como: Bueno, Eterno, Fiel (digno de confianza), Grande, Invisible Sabio.             
Existen otras maneras de conocer a Dios dentro de su Palabra como: Dios es amor, Dios es espíritu, Dios es fuego consumidor, Dios es luz. Como vemos, las formas de conocer, sentir a Dios son variadas, a través de como se ha revelado a lo largo del tiempo podemos sentir su personalidad, su carácter, su naturaleza y su vinculo con los hombres.

Los nombres de Dios en las Escrituras revelan algo de su naturaleza, su accionar o su carácter. Por iniciativa de Dios llegamos a conocerlo por experiencia a medida que él se revela. Una de las maneras de adorarlo es alabarlo y honrarlo reconociendo sus nombres.
Juan Salgado Rioseco

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