La Socialización es
el proceso mediante el cual las personas aprenden e internalizan las normas y
los valores que priman en la sociedad en la cual viven y los que hacen lo
propio en la cultura específica que la misma ostenta. También se puede
entenderla como el proceso de concientización que realiza el individuo acerca
de la estructura social en la cual está inserto.
La Socialización,
también designada como sociabilización es factible gracias a la acción de los
conocidos como agentes sociales, que no son otros que las instituciones y las
personas representativas que disponen de la capacidad especial de transmitir
los elementos culturales apropiados. Entre estos agentes socializadores se
destacan en primera instancia la familia y la escuela, aunque claro, no son los
únicos, pero sí los que tienen un primero y formal rol de ejercer la
socialización.
Después de definir el
concepto de sociabilización, y la acción de los agentes sociales involucrados,
podemos decir que la Iglesia de Cristo es un agente social con un rol
importante en la socialización, con sus enseñanzas, dogmas y normas que guían a
sus miembros a una participación diferente al común social de la cultura
imperante o de la sociedad en la cual está inserto, además como agente de la evangelización
de acuerdo al mandato recibido de su Maestro Jesús de Nazaret.
El cristianismo tiene
un paradigma distinto e ineludible: Jesucristo y sus enseñanzas. Omitirlas
seria extraviarse del camino por quien es señalado como la cabeza de la
Iglesia: Jesús Cristo. (Juan 14:6). El propio Dios declaró a Moisés: “No se desvíen ni a la derecha ni a la
izquierda. Sigan por el camino que el Señor su Dios les ha trazado, para que
vivan, prosperen y disfruten de larga vida en la tierra que van a poseer”
(Dt. 5:32,33).
En primer lugar, la
sociabilización en el interior de la Iglesia es la Koinonia que manifiesta en
todo su esplendor en el amor a Dios y en forma transversal a los hermanos de Fe
dentro de la comunidad; la Koinonia como concepto teológico alude a la comunión
eclesial y a los vínculos que ésta misma genera entre los miembros de la
Iglesia y Dios, revelado en Jesucristo y actuante en la historia por medio del
Espíritu Santo. La Koinonía, como tal, es un término propio de la doctrina
cristiana para designar la participación de una misma fe y la comunión a que
están sujetos todos los miembros de la cristiandad, manifestado en la camaradería
y el compartir, todo dentro de los valores éticos y morales que impone ser un
adorador de Dios en espíritu y verdad.
Las bases
cristológicas: “Algo les digo también: si
dos de ustedes se ponen de acuerdo, aquí en la tierra, para pedir cualquier
cosa, mi Padre que está en el cielo se la concederá. Pues allí donde dos o tres
se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.” (Mateo 18.19-20),
la sociabilización de la iglesia está dada por el amor, el compartir, la
armonía, la solidaridad, y todo aquello que tenga injerencia en la unidad del
cuerpo de Cristo. Un ambiente deseable es describirlo como el salmista escribió
“¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es
habitar los hermanos juntos en armonía!” (Salmo 133:1, Reina Valera Gómez)
En otras palabras, la
sociabilización cristiana es la transmisión de la fe de Jesucristo, sus
enseñanzas, dentro de la voluntad de Dios que se encuentra escrita en la
Biblia, con el propósito de lograr la transformación de la persona en un ser
espiritual que capte la voz de Dios desde su interior y se evidencie en su forma
de vida en forma integral, con la capacidad de discernir entre el bien y el mal.
Pero esta situación ideal de sociabilización en la Iglesia de Dios en Cristo Jesús,
ha sido truncada por las actitudes y formas de vida que han optado un gran
porcentaje de los cristianos en especial desde los últimos siglos del segundo
milenio.
Los factores que más
han incididos entre otros:
1.
la evolución social económica de sus miembros,
lo que ha conllevado a que las generaciones precederás tomen caminos bifurcados
de fe.
2.
la adaptación a las costumbres imperantes por
los quiebres o crisis de fe de los agentes transmisores primarios, lo que ha
provocado el alejamiento de la fe esencial cristiana, en especial de las
mujeres, hacia una fe sincrética o wicca, basada en un conjunto de diversas
creencias paganas y prácticas de la secularización.
3.
la socialización laicista de la familia, adaptándose
a la secularización ideológica humanista.
4.
la estandarización del sistema educacional
imperante o impuesto por el aparataje estatal notoriamente contrario a los
valores profesantes del cristianismo primario.
5.
la institucionalización dogmática de las
estructuras organizativas de las diversas Iglesia lo que ha traído consigo o el
fundamentalismo religioso, o el liberalismo pragmático, lo que ha provocado una
multiplicidad de tendencias, con un punto en común, una “cultura de la ausencia
de Dios.
6.
la influencia de la “cultura humanista” dentro
las generaciones actuales, ha provocado
que la sociabilización de los jóvenes este centrada en el hombre, trayendo
consigo el individualismo, el personalismo, con todas las alteraciones que trae
consigo el antropocentrismo.
7.
la escasez de los agentes pastorales conforme al
corazón de Dios, lo que ha producido una desorientación espiritual y la descristianización
primaria de la membresías, por lo consiguiente un aumento de los cristianos
nominales, sin compromiso con el cuerpo de Cristo y sin vocación espiritual para servir a Dios conforme a su voluntad. La
escasez de las vocaciones pastorales no es sino un reflejo de la
descristianización de las congregaciones.
Todos los factores
enunciados y otros han provocado la ruptura de la sociabilización cristiana,
dando lugar a una aridez espiritual o en
un comportamiento de disentimiento corrosivo, provocados por la acción de
algunos errores doctrinales y prácticos, no suficientemente neutralizados por
el liderazgo pastoral, debido a la falta de capacidad pastoral o de discernimiento
espiritual.
Juan Salgado Rioseco.