Predicar es anunciar, proclamar, llevar, compartir las
buenas noticias de salvación, la cual debe ser guiada por el Espíritu Santo.
El Predicador debe tener presente en todo momento el
ejemplo del apóstol Pablo, quien les anuncio el plan secreto de Dios a los
Corintos, sin usar palabras elevadas ni de gran sabiduría; mientras estuvo con
ellos se olvidó de todo, excepto de Jesucristo e hizo énfasis en su muerte en
la cruz; no utilizo palabras astutas como las que se usan para convencer o
manipular a la gente al anunciar el mensaje; reconoció que fue el Espíritu
Santo quien con poder demostró que lo que les dijo era verdad con el propósito que
la fe de los corintos convertidos se apoyaran en el poder de Dios y no en la
sabiduría humana. Este ejemplo, nos enseña que el Predicador debe apoyarse en
el conocimiento de las Escrituras, en el poder del Espíritu Santo y en el temor
de Dios.
Uno de los medios que tiene la Iglesia es la
Proclamación de la Palabra, cual no debe ser interpretada ni enseñada de
acuerdo a estratagema ni intereses humanos, ya sea, por desconocimiento u
omisión o adulteración de ella. Los servidores de Dios, que han efectuado su
profesión de fe, creen en Dios, en las verdades reveladas y enseñadas por la
Iglesia, las cuales deben ser transmitida de acuerdo al fundamento apostólico,
manteniéndose firme, sin fluctuar en el camino trazado por Jesús.
Es deber del Predicador efectuar con gran exactitud y
precisión una interpretación de acuerdo a lo que inspiro el Espíritu Santo y
comunicar con fidelidad el mensaje basado en las Sagradas Escrituras y en las
enseñanzas de Jesucristo; uno de los principios fundamentales es no alterar o
adulterar el contenido del mensaje, con la finalidad de mantener rigurosamente
el mandato del Maestro de Galilea “de enseñar que guarden todas las cosas que
él mando”, debido que la calidad de los seguidores de Jesús depende de la calidad
de la enseñanza que le ha sido transmitida.
Una predicación debe provocar un cumulo de
sentimientos y estímulos los cuales deben converger en un encuentro personal con
Dios, provocar Fe, provocar obediencia al Eterno, estimular amor al prójimo y a
realizar buenas obras de acuerdo a la voluntad de Dios.
Una predicación que no esta basada íntegramente en la
Palabra de Dios es vacía, conduce a la proclamación de un “evangelio diferente”
o al anuncio de “otro evangelio”; los predicadores de Dios, no deben basar sus argumentos
en lo dicho por Lutero, Calvino, Wesley, Barth, Bultmann, Tillich, Dietrich
Bonhoeffer u otros, sino deben “Predicar de lo que enseñó Jesucristo”, primero,
porque somos de Cristo, segundo, nuestras predicaciones deben ser “cristo
céntrico”. El apóstol de los gentiles en su tiempo insto a no ser de Pablo, ni
de Apolo, ni de Cefas, sino de Cristo.
El mensaje debe ser claro, entendible y sobre todo
fiel a las Sagradas Escrituras, teniendo presente la necesidad de los oyentes
que se encuentran presente: de ser evangelizado, de ser edificado y preparado
para su ministerio. También tiene la finalidad de ser un medio para
presentar defensa de la fe ante falsas enseñanzas, las fabulas, los dogmas
humanos.
La gente que vive sin la Palabra de Dios, aunque se
congregue, son como tamo que arrebata el mundo, es por eso, que el Heraldo de
Dios debe tener como primer requisito ser un convertido y consagrado a Dios; debe
haber sido preparado en forma bíblica y haber sido capacitado sobre la
composición, reglas de elaboración, contenidos, estilos, y correcta
predicación, con la finalidad de que llegue a ser un Predicador de la Palabra eficaz.
Es deber y obligación de la Iglesia de instruir que es Dios quien tiene que
hablar a través de la Predicación y crear todos los medios necesarios para que
el conocimiento, el desarrollo y la capacitación del ministerio de la Palabra
alcance la eficacia que Dios requiere.
Todos los que confíen en el Señor serán salvos, sin
embargo, ¿cómo van a confiar en el Señor si no han oído hablar de él? ¿Y cómo
van a oír de él si no hay quien les proclame el mensaje fiel y verdadero? ¿Y
cómo van a transmitir el mensaje eficaz si no hay quien les haya enseñado con
fidelidad a la Palabra de Dios? Qué hermosa son las palabras de los que
proclaman las buenas noticias de salvación con fundamentado en la enseñanza del
Maestro Jesús. La Enseñanzas de Jesús deben ser guardadas y transmitida con
fidelidad.
Cuando los que se han consagrado a Dios para servir a
su Iglesia comprendan que son Heraldos del Rey de reyes y Señor de señores, cumplan
fielmente su labor, serán mas eficaces en arrebatar almas a satanás y traerá
consigo que habrá menos renegados dentro de la familia del Cuerpo de Cristo, o
sea, que la puerta giratoria dentro de la iglesia se ira deteniendo porque
todos estarán siendo fundamentados por la Predicación de la Palabra de Dios.
Juan
Salgado Rioseco