"y os daré pastores según mi corazón, que os apacienten con
ciencia y con inteligencia." (Jeremías 3:15).
El apóstol Pablo en el capitulo tres de su primera carta a Timoteo, le
instruye y da indicaciones con respecto al perfil que deben tener los servidores
de Cristo que aspiran ejercer el liderazgo en sus comunidades; debemos precisar
que son diferentes a los requisitos generales exigidos a los que aspiran a ser salvados y ser miembros de la
familia de Dios. Estos últimos deben ser cumplidos por todos los que se
convierten a Jesucristo sin excepción, en cambio, para aquellos que por su
testimonio personal, idoneidad o en cumplimiento de su llamado para el servicio
de la Iglesia de Dios en Cristo Jesús alcanzan puestos de gestión
administrativa o de conducción espiritual, se les demandan exigencias personales
de mayor integridad con el fin de mantener la pureza y la conducción eficiente de
la iglesia; además de tener seguridad que el nombramiento sea producto de la
voluntad de Dios y la capacitación del Espíritu Santo, avalado por el testimonio
personal, una conducta intachable ante el mundo y los miembros de la
comunidad donde aspira ser un líder
espiritual y no de una mera aspiración o realización humana o de un
espiritualismo falso.
¿Porque se les exige más requisitos a aquellos que aspiran los puestos
de conducción espiritual? debido a que tienen la capacidad de influir en su
comunidad, sus decisiones pueden mantener o desviar a sus dirigidos del plan de
salvación que Dios tiene para ellos; además para mantener a la iglesia de Dios
en Cristo Jesús sin mancha ni arruga, que camina en pos del encuentro de su
esposo el Cordero de Dios, solo con su santidad lograra desposarse con Él.
Las sagradas Escrituras, utilizan cuatro palabras para designar a los
que ocupan cargos de eminencia: obispos, presbíteros, ancianos, y pastores. El
término ‘anciano’ indica la experiencia y entendimiento espiritual maduro de aquellos que son así descritos; el
término ‘obispo’ o ‘supervisor’ indica el carácter de la obra emprendida”
(WEV). Pastores, (Poimen), es el nombramiento que se hace metafóricamente a los
que ejercen la labor de ancianos (Efesios 4:11).
La elección de los líderes espirituales y para los que ejerzan esta
labor dentro de sus diferentes estamentos u organización, debe ser analítica
tras de una investigación previa de todos los antecedentes requeridos, con el
propósito de elegir a la persona más adecuada, capacitada e idónea en el cargo
o función que se requiere. Antes de efectuar el nombramiento en el cargo, se
deben tener en cuenta las normas que las Sagradas Escrituras enseñan y los
intereses espirituales de la comunidad a la cual se le va a designar; verificar
la idoneidad, integridad, testimonio personal anterior a la propuesta del
cargo, la disposición, el carácter, la actitud para someterse a las ordenanzas
bíblicas y disposiciones de la organización de la comunidad.
La elección de una persona para ser siervo de Dios debe ser "a la
medida de la estatura de la plenitud de Cristo" (Ef. 4:13), en el grado de
amor y obediencia; sensatez y
respetabilidad; integridad y trasparencia; obediencia y mansedumbre ; elegir
solo a los más aptos e idóneos, a los que están capacitados para enseñar a la fe a otros, que tengan
dominio propio, experimentados en las cosas espirituales; no un neófito, ya que
no sea que envaneciéndose caiga en la condenación de la soberbia (1 Ti. 3:6);
que tenga el respeto de la gente que no es de la iglesia, además de los
miembros de la congregación. El
proverbista escribe (11:14), “Donde no hay dirección sabia, el pueblo caerá”;
¿Cuál es la obra que deben realizar los que alcanzan cargos de
conducción en la Iglesia de Cristo?
instruir a la congregación, enseñarles la palabra de Dios; exhortar o
amonestar, basándose en textos bíblicos; edificar y perfeccionar a los santos,
(Efesios 4:11, 12); preparar obreros, (2 Timoteo 2:2); restaurar a los
descarriados, (Lucas 15:3-7; Gálatas 6:1-3); disciplinar de acuerdo a la
enseñanza bíblica (Romanos 16:17; 1 Corintios 5; 2 Tesalonicenses 3); y
proteger a la iglesia, (Hechos 20:29, 30; Hebreos 13:17), debido a que su labor
es velar por las almas de su dirigidos (“como quienes han de dar cuenta.”)
Se debe precisar, que los cargos espirituales o conducciones
administrativas o de servicio, no son sinónimos de monarquía, hereditarios, autoritarismo,
señorío o vanagloria, menos de despotismo, más bien de servicio al Cuerpo de
Cristo; aunque a lo largo de estos siglos siempre han habido quienes desean
mandar, dirigir, o dar órdenes, ocupar lugares de privilegios o estar en
lugares de sobre estima, omitiendo que su deber y responsabilidad debe ser el
cumplimiento de sus obligaciones por la causa de Cristo y su Iglesia, en una actitud
de mansedumbre y humildad de corazón (Mateo 11:29); la mansedumbre no es
debilidad, sino poder bajo un perfecto control; la persona que posee esta
cualidad perdona las injurias, corrige las fallas y gobierna muy bien su propio
espíritu, en bien de la causa del Cuerpo de Cristo. El apóstol Pedro aconseja
al respecto, dice a los ancianos, “No como teniendo señorío sobre los que están
a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey” (1 Pedro 5:3). "...el
que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor y el que de
vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos"… (Marcos 10:43-44);
los verdaderos conductores o siervos espirituales deben estar dispuesto a
sufrir por amor a la obra de Cristo. Según el apóstol Pablo, la persona que ejerce el liderazgo espiritual debe tener ciertas cualidades espirituales para que sean idóneos en el ejercicio de su labor: la valentía a la hora de dar testimonio (2Ti. 1:6-8), ser capaz de soportar el sufrimiento por la causa de Cristo (2 Ti. 1:8 b; 2:3; 4:5), la fidelidad a la fe transmitida (1:13, 14; 2:15; 3:14), el desinterés en cuanto a lo material (2:4), el amor al esfuerzo y al trabajo (2:5, 6), la reflexión, la inteligencia (2:7), una vida pura o santa (2:19-22), la paciencia (2:24), la facultad de enderezar a los adversarios con suavidad (2:25), el conocimiento de las Escrituras (3:15-17).
Escribiendo a los creyentes de Tesalónica, Pablo les recuerda la
conducta que él y su equipo habían tenido en medio de ellos y los insta a
imitarlos apartándose de los que vivían desordenadamente. "Ustedes son
testigos, y Dios también, de que nos hemos portado de una manera santa, recta e
irreprochable con ustedes los creyentes; ...les hemos encargado que se porten
como deben hacerlo los que son de Dios que los llama a tener parte de su propio
reino y gloria." (1 Ts 2.10-12 VP), la conducta del siervo de Dios en todo
momento y lugar debe ser irreprochable.
El apóstol Pedro, nos agrega otras cualidades que son imprescindible para aquellos que desean la obra de la conducción espiritual: tener cuidado con la grey del Señor (1 Pe.5:2), el liderazgo no debe ser ambicioso (1 Pe. 5:2), no debe ser dictatorial o autoritario (1 Pe. 5:3), debe ser ejemplo de la grey (1 Pe. 5:3), revestirse con humildad (1 Pe. 5:5) y confiar en el Señor (1 Pe. 5:7).
Los líderes espirituales deben ser "ejemplos de los creyentes" (1 Ti. 4:12; 1 Pe. 5:3), dignos de imitación; su fidelidad a Cristo debe ser norma o ejemplo de acuerdo a lo establecido a las Sagradas Escrituras (1 Co. 11:1; Fil. 3:17; 1 Ts. 1:6; 2 Ts. 3:7, 9; 2 Ti. 1:13); las transgresiones morales graves descalifican a los creyentes a asumir cualquier puesto de liderazgo espiritual en especial al que aspira asumir el pastorado (1 Ti. 3:8-12), pueden obtener el perdón salvífico de gracia, sin embargo, no son aptos menos idóneos para servir como modelos de fe, de santidad, además de cumplir rigurosamente los requisitos que las misma Escrituras imponen a los que desean el liderazgo pastoral. (1 Ti. 4:11-16; Tit. 1:9), al no ser encontrados irreprensibles (1 Ti. 3:2).
La Iglesia no deben apartarse de los requisitos establecidos por Dios, para que su cuerpo ministerial sirvan de "ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza" (1 Ti. 4:12).
En esta parte hemos visto, lo imprescindible que el ministro de Dios
sea acorde al corazón de Dios, comisionado de acuerdo a las Sagradas Escrituras, donde la integridad,
la trasparencia, el testimonio del verdadero salvado, la irreprensible, la búsqueda
de la perfección en el diario vivir y la capacidad para conducir la grey de
Dios sean el aval de su ministerio.