domingo, 1 de junio de 2014

Bautizo de Párvulos

Bautizar a los Párvulos ¿Es correcto? o ¿No corresponde? 

Si solo el tema de las formas o maneras de bautizar ya es polémica, tratar el tema del Bautizo de Párvulos o infantes, es aun más polémico y confrontacional. Están los que postulan que se debe bautizar a los párvulos, debido a que es la confirmación de la fe de los padres y la promesa de criar y transmitir la fe en Cristo a sus hijos, por otro lado, los que postulan que los párvulos no deben ser bautizados, debido a que no tienen discernimiento en cuanto a la fe en Cristo, por lo tanto, no asumen vivir en conciencia la fe de Cristo. Entre estos últimos, existen dos posiciones: los que afirman que las personas deben ser bautizados cuando la persona acepta a Cristo en posición de su pleno discernimiento de conciencia y los que enseñan que a los párvulos deben ser solo presentados de la forma que fue el Señor.

En primer lugar, debemos precisar que es la presentación de niños. En vista de la insistencia de argumentar que los párvulos solo deben Presentarse a Dios y no bautizarse, basado en el evangelio de Lucas 2:21-24, vamos analizar el párrafo mencionado para demostrar que tal argumento no es válido bíblicamente para mantener dicha posición.

1.- En Lc. 2:21, está escrito: “Cumplidos los ocho días para circuncidar al niño,”… en cumplimiento del Pacto Abramico, como señal física entre Dios y su pueblo, (Gn. 17:11-12; Lv. 12:3). No se especifica en qué lugar se efectuó, es posible que fuera en la sinagoga de Belén.

2.- En Lc. 2:22, está escrito: “…Y cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, conforme a la ley de Moisés,…”, cuarenta día después del parto (Lv. 12:2, 4), cumplido el proceso de la purificación de María, fueron al templo de Jerusalén, a ofrecer un holocausto de expiación (Lv. 12:6-8). En este caso fue “…y para ofrecer conforme a lo que se dice en la ley del Señor: Un par de tórtolas, o dos palominos.” (Lc. 2:24).

3.- sigue en el verso 22 y 23, la ceremonia de santificación y consagración de Jesús como primogénito de María: “…le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor, (como está escrito en la ley del Señor: Todo varón que abriere la matriz será llamado santo al Señor)….”.  Todo hijo varón primogénito (el resto de los hijos varones si lo hubiesen no eran presentados) debía ser consagrado (Ex. 13:2, 12). Por dos motivos:

(a) porque Dios había salvado a los primogénitos de la muerte en Egipto, estos debían ser dedicados a Dios como pertenecientes a Él.

(b) los hijos primogénitos fueron los sacerdotes de Dios en el seno de su familia, hasta que la tribu de Leví fue apartada para dicha función.

La elección de la tribu de Levi, como sacerdotes de Israel (Nm. 3:10, 40-51) en lugar de los primogénitos (Nm. 3:12-13), conllevo a que tuvieran que pagar una ofrenda de redimición (Nm. 3:46-47).

4.-  Esta ceremonia solemne de consagración o dedicación del primogénito era efectuada al término de la ceremonia de purificación de la madre, se procedía a santificar para dedicarlo a Dios, estaba dispuesto como provisión un pago de rescate o redimición la cantidad de cinco siclos, según el siclo del santuario, (Nm. 18:15-16) al Templo. Esto era un recuerdo de la condición inmunda del hombre ante Dios.

Como conclusión insistir que los párvulos cristianos deben ser solo “Presentados al Señor”, basados en el párrafo de Lucas 2:21-24, es no ser prolijos ni diligentes en interpretar la Palabra de Dios, es desviar o adulterar la Palabra de Dios; dicha ceremonia judía era exclusividad del primer hijo varón que abriera matriz de mujer.

Con respecto a la misma posición, tomando como fundamento bíblico el Evangelio según Mateo 19:13-15, teniendo en consideración el contexto y una rigurosa interpretación bíblica, se puede considerar que es argumento errado y una distorsión teológica del párrafo bíblico mencionado. El sentido del texto nos dice. "Los que llevaron los niños a Cristo querían que les pusiera las manos sobre ellos y que orase por ellos para bendecirles, a fin de que sus niños aprendieran en sus vidas la Torá de Dios", en un contexto de reconocerlo como "Rabí" y como era la costumbre de la época cuando pasaba una rabí por sus aldeas. Este hecho para los discípulos (apóstoles) era algo insignificante debido a la profundidad de las enseñanzas que el Maestro estaba tratando con ellos, además de interrumpirlos, ya que pensaban que el Señor tenía que hacer cosas de mayor trascendencia que preocuparse de los niños. Sin embargo, durante las enseñanzas, Jesús constantemente ilustraba con la figura de los niños y no desaprovecho la ocasión de dar una gran lección a sus discípulos "Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos.", al terminar, sin darle importancia al suceso se marchó. Por lo tanto la "Presentación de niños" como iniciación al cristianismo que hacen algunas comunidades cristiana basado en este pasaje en particular ni tiene fundamento teológico para ser sustentado.

Debemos hacernos las siguientes preguntas: ¿Se habrá practicado el bautismo de párvulos en el siglo primero del cristianismo? ¿Cómo las diferentes comunidades primitivas del cristianismo enfrentaron el bautismo de párvulos?

No hay ninguna referencia directa al bautismo de párvulos en el NT, pero la posibilidad de que haya habido niños en las familias bautizadas en Hch. 16.15, 33; 18.8 y 1 Co. 1.16,  no puede ser terminantemente excluida, ni aseverar que si habían. Aquí se encuentra el primer enfrentamiento entre una y otra posición. Las posiciones se contraponen con fundamentos subjetivos; los  dicen que no necesariamente podrían haber niños o párvulos en dicha casa o familia y que posiblemente fueron bautizados los niños con discernimiento; los otros dicen que es tomar una posición muy temeraria al afirmar la no existencia de niños o párvulos, que esta la posibilidad que si lo hubieran, por lo tanto todos los de las casa recibieron el bautismo. Sus teorías, en ambos lados, solo son presunciones, y congruentes solo desde el punto de vista de sus posiciones. (Hechos 10:43-48,16:30-34, 1 Corintios 1:16). Analizando las Escrituras, tomando como base de 1 Corintios 7:14, sin mencionar el de Marcos 10:13-16, se puede sostener que los hijos pequeños de los creyentes constituyen parte de la familia de la fe.

En Gálatas 3, el apóstol Pablo sostiene específicamente que la unión con Cristo no deriva de ninguna descendencia física, ni depende tampoco de ningún acto ritual (circuncisión), sino que se realiza por medio de la fe, y no depende de ninguna otra cosa que no sea la fe y el don del Espíritu que se recibe por fe. Por lo tanto, se abre la posibilidad de cuanto más se entienda al bautismo como la expresión de la fe del que se bautiza, tanto menos se puede aceptar el bautismo de párvulos; y por lo contrario, mientras que cuanto más se entienda al bautismo como la expresión de la gracia divina, tanto más fácil resulta sostener la procedencia del bautismo de párvulos.

De cualquier manera, los cristianos debemos cuidarnos de dar más importancia de lo debido al bautismo, para no caer en el error de los judaizantes que daban indebida importancia a la circuncisión.


El testimonio histórico dentro de la Iglesia es muy importante; y aún el silencio de la Biblia al respecto, tiene más fuerza para favorecerlo que para rechazarlo:

Irineo (130 - 195 dC.), obispo de Lyon, testifica: “Cuando Cristo vino a salvar a todos aquellos que han sido regenerados por él, lo mismo los infantes, que los niños, que los jóvenes, que los ancianos” (Contra Herejías II, Cap XXII, Sec.4).

Un historiador de la época como Orígenes (185 - 254) el erudito más grande de la Iglesia primitiva, treinta años después aproximadamente, cita la tradición apostólica en favor del bautismo infantil diciendo: “Los párvulos son bautizados según la costumbre de la Iglesia. La Iglesia recibe esta tradición de los apóstoles” (Comm. In Epíst. Ad Romanos, Lib. V).

Cipriano de Cartago (200 - 258), pastor de Cartago, dice: “A los niños se les bautizaba al octavo día, o antes, por temor a que se condenaran”. (Epístola LVIII, 2).

El Concilio de Cartago (253) da por aceptado el bautismo a infantes y discute si deben ser bautizados antes de ocho días.

San Agustín de Hipona (354 -430), obispo de Hipona es otro defensor del bautismo infantil y señala que Cristo es el verdadero ministro del bautismo, nunca sugiere que los infantes necesitaran o tuvieran fe para recibir el bautismo, sino que la fe de los padres y de la iglesia los beneficiaba.


Podemos concluir que desde el génesis de las diferente comunidades cristianas la costumbres de bautizar a los párvulos era una cosa común en la Liturgia de la Iglesia, es un acto de fe a través de la gracia divina, es el compromiso de toda la familia mantener viva la fe en Cristo he ir la traspasando a las nuevas generaciones desde su temprana edad. Compromiso que en estos tiempos las familias cristianas no asumen responsablemente.

"Mira que nadie te seduzca de este camino de la Doctrina, cuando te enseñaren cosas sin miras a Dios." (Didaché, cap. VI, verso 1)

Dios Santo y el Pecado (Parte VII)

El Servidor de Dios no debe quebrantar la Ley del Eterno y Santo para ser victorioso en la lucha contra el pecado. “ Ahora bien, ¿debe...