miércoles, 19 de febrero de 2014

El Gobierno de la Iglesia de Dios en Cristo Jesús

La Iglesia de Dios en Cristo Jesús (Parte VI)

Gobierno de la Iglesia
En medio de la confusión que se evidencia en la actualidad en el ámbito cristiano, muchos ignoran o desconocen, otros abusan de los que se llama el Gobierno de la Iglesia. Otros rechazan la idea de “Gobierno” desean tener congregaciones donde “el espíritu” los dirija en todo el quehacer de la Iglesia, ya sea en ámbito espiritual, cultual, doctrinal o social. En la posición contraria, están los que promueven un sistema jerárquico de Gobierno, donde una cabeza visible, como representante de Cristo, gobierne sobre toda la Iglesia. Entre estas dos posiciones tan divergentes se encuentra una diversidad de sistemas de gobierno eclesiástico, la gran mayoría ideada y acomodada de acuerdo a los intereses personales de sus liderazgos o caudillos.

Sin embargo, en las Sagradas Escrituras encontramos los principios básicos de gobierno de la Iglesia del primer siglo, los cuales deberían estar en cualquier sistema de gobierno eclesiástico actual, en caso contrario, se estaría adulterando la voluntad de la cabeza de la Iglesia: Cristo.

Toda iglesia que se fundamenta en la Biblia, tiene el poder y autoridad para ejercer su misión y administrar sus asuntos espirituales (Mateo 18:15-20; 1 Co. 5:1-13), de acuerdo a estos pasajes le ha sido delegada a la iglesia a intervenir en asuntos de disciplina, para corregir los desvió de sus miembros. Estos textos nos indican como la iglesia ha ido desarrollándose y organizándose, en el transcurso del tiempo ha ido evolucionando en un sistema eclesiástico de acuerdo a los periodos que le ha tocado enfrentar.

En 1 Corintios 5, nos señala que la suficiencia de la Iglesia viene a través de la invocación del poder de nuestro Señor Jesucristo (4), la medida disciplinaria posible es la expulsión de la congregación (5, 7, 13), aunque la iglesia del primer siglo, detrás del castigo y de la disciplina estaba la convicción de que había que rehacer, no que deshacer al que había pecado; el origen de esta autoridad es Cristo, (Mateo 18:20; 1 Co. 5:4-5).

El Gobierno de Jesús en la Iglesia.

Jesucristo gobierna a la iglesia no solo como salvador, sino conduce, dirige, y es la autoridad plena debido a que Él es la cabeza de la iglesia, también lo hace como Rey, (Mateo 16:18, 19; 23:8, 10; Juan 13:13; 1 Co. 12:5; Ef. 4:4, 5, 11, 12).

Jesucristo gobierna la iglesia, porque la instituyo (Mt. 16:18), instauro la verdad de los medios de gracia que las iglesias locales y visible debe administrar: el bautismo y la santa cena (Mt. 28:19, 20; Mr. 16:15-16; Lc. 22:17-20; 1 Co. 11:23-29). Dió y constituyó a los líderes y la forma como regirse (Mt. 10:1; 16:19; Jn. 20:21-23; Ef. 4:11-12), está presente en medio de la iglesia cuando se reúne para la adoración colectiva (Mt. 10:40; 2 Co. 13:3).

Cuando Jesús estaba próximo de partir de esta tierra, consoló a la iglesia, diciéndoles que Él continuaría presente en medio de los creyentes a través del Espíritu Santo (Jn. 14:16-18). El Espíritu Santo es el verdadero vicario de Cristo, el cual se encarga de guiar a la iglesia, para que la voluntad del Padre se haga realidad. (Hch. 16:6-10).

Jesús comisionó a los apóstoles, en la representación de Pedro, que debían edificar sobre la roca del evangelio la iglesia de Cristo. Todo lo que está fuera de este fundamento, no pertenece a la iglesia de Cristo (Mt. 16:16-18). Las verdaderas iglesias de Cristo, deben ser edificadas sobre el fundamento establecido por los apóstoles; lo hacen a través de las enseñanzas impartidas y las directrices que dieron en su tiempo, por inspiración del Espíritu Santo, que quedaron registrado en las Sagradas Escrituras.

El Espíritu Santo guía la Iglesia.

El Espíritu Santo capacita a ciertos miembros de la Iglesia de Dios en Cristo Jesús, para el pastorado y lo hace sin acepción de persona (Gá. 3:28; 1 Pe. 1:19). El Nuevo Testamento nos presenta como los apóstoles ordenaban, Ancianos (pastores), en las nuevas congregaciones, de acuerdo a la voluntad del Señor; Pablo tenía la costumbre de ordenar ancianos tan pronto como se fundaba una iglesia (Hch.14:23), o lo ordenaba como a Tito “Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo deficiente, y establecieses ancianos en cada ciudad, así como yo te mandé;” (1:5).

Los pastores (ancianos) deben ser escogidos y apartados por la asamblea, para que administren la predicación de la Palabra, las ordenanzas y la disciplina (1 Tim. 3:1-3; Tit. 1:9) y con la advertencia de no imponer con ligereza para ordenarle una responsabilidad de liderazgo en la iglesia (1 Tim. 5:22).

Los pastores no son autonombrados, es Cristo quien los llama mediante la vocación interna dada por el Espíritu y el reconocimiento de la Iglesia. Las personas que se autonombran como pastores o son designados por herencia, debe tener en cuenta que esta forma o modelo de elección son antibíblico. Es el testimonio personal, la capacitación del Espíritu Santo, la idoneidad para el cargo y sus frutos en medio de la congregación son los que avalan un llamamiento pastoral.

Los verdaderos pastores (ancianos) deben dedicarse alimentar y cuidar la Iglesia la cual administran, como servidores de Cristo, mansos y humildes como la cabeza de la iglesia, no buscar nunca ser servidos, menos empoderarse de una posición de liderazgo en forma déspota o autoritaria, por encima de la grey del Señor Jesús; sino dignos ejemplos de una vida piadosa en cumplimiento a lo ordenado por el que los llamó de las tinieblas a la luz admirable. Si alguien se hace llamar Pastor y no tiene las características bíblicas dadas por Pablo a Timoteo (1 Timoteo 3:1-7), el tal es falso y lo hace por alguna clase de ganancia personal, llamase dinero, bienestar o reconocimiento (1 Pedro 5:1-3).

Los nuevos pastores o ancianos de la Iglesias primitivas, pasado un tiempo ya nombraban pastores directamente, sino por las iglesias mismas cuando están se habían consolidados y tenían miembros capacitados para esta labor los ordenaban. “No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio.” (1 Timoteo 4:14).

Deberes de los miembros en la sustentación de la obra pastoral.

Siendo la obra de los pastores atender constantemente el servicio de Cristo, en sus iglesias, en el ministerio de la Palabra y la oración, velando por sus almas, como aquellos que han de dar cuenta a Cristo (Hch. 6::4; 1 Ti. 3:2; 5:17; He. 13:17), es la responsabilidad de las iglesias que ministran:

a. Darles no solamente todo el respeto debido, sino compartir también con ellos todas sus cosas buenas, según sus posibilidades. (1 Ti. 5:17, 18; 1 Co. 9:14; Gá. 6:6, 7).

b. De manera que tengan una provisión adecuada, sin que tengan que enredarse en actividades seculares (2 Ti. 2:4).

c. Para que puedan practicar la hospitalidad hacia los demás (1 (3:2).

d. Es un mandato de nuestro Señor Jesús. Quien ha ordenado que los que predican el evangelio vivan del evangelio (1 Co. 9:6-14; 1 Ti. 5:18).

Cualidades y responsabilidad del Pastor o anciano.

La palabra “ancianos” se aplica por primera vez a un miembro de la iglesia de Cristo donde se hace referencia a ciertos dirigentes de Judea. En Hch. 15:2, 4, 5, se mencionan a los ancianos por separados de los apóstoles, y habían más de uno en cada iglesia (14:23; Tit. 1:5). Si se compara el cap. 20:17 y 28, se puede observar que los términos “presbúteros” y “episkopos” (que generalmente se traduce por “obispo”, que literalmente significa “supervisor”), se usan como sinónimos, aunque el primero es el cargo y el segundo término es el oficio o labor que desempeñaban.

Cuando Pedro escribió a las iglesias del Asia Menor (1 Pe. 1:1), amonestó a los ancianos a cuidar a los que estaban bajo su supervisión, no por fuerza sino voluntariamente; no cumplir su cargo por ganancia personal o con una actitud dominante (5:1-4).

Algunas de sus funciones eran:

a. Predicar y enseñar. (1 (Ti. 5:17).

b. Pastorear. (Hch. 20:28)

c. Administrar. (Tit. 1:6-9)

d. Imponer las manos a los enfermos y orar por ellos. (Stgo. 5:14, 15)

La Biblia exige ciertos requisitos para los que anhelan ser pastores o ancianos. (1 Timoteo 3:1-7; Tito 1:5-9).

- Irreprensible. Significa “que no se puede sujetar”. El hombre irreprensible es aquel que nunca podrá ser apresado como si fuera un delincuente, en su contra no podrá hallarse ninguna falta. Esto no implica que jamás haya pecado, sino que los vicios evidentes nunca han estado en él, de manera que todos pueden tomarle como ejemplo de conducta (Fil. 3:17; 2 Ts. 3:9; He. 13:7; 1 Pe. 5:3).

- Marido de una sola mujer. Es decir, “un obispo o anciano deber ser un hombre de moralidad incuestionable, que es enteramente fiel y leal a su única y sola mujer”. Algunos han interpretado este pasaje como prohibiendo que un hombre viudo y vuelto a casar, ejerza el pastorado. Pero esto es ir más allá del sentido de interpretación del pasaje. La cuestión que surge de este pasaje, relacionado con la condición de “irreprensible” y la prohibición que Pablo hace en otros pasajes del divorcio y nuevo rechazamiento, mientras los dos cónyuges viven.

- Sobrio. “tal persona vive una vida profunda. Sus placeres no son primariamente los de los sentidos, como los placeres de los borrachos, por ejemplo, sino los del alma. Está lleno de fervor espiritual y moral. No es dado a los excesos sino que es moderado, equilibrado, calmo, cuidadoso, firme y sano. Esto se refiere a sus gustos y hábitos físicos, morales y mentales”. La sobriedad se evidencia en un control sobre la lengua (no habla más allá de lo que el buen juicio manda, más bien calla), evitará malgastar el tiempo en cosas triviales, también controlará los deseos exacerbados de su estómago, será frugal a la hora de comer, evitará tomar vino, no se acalorará en las discusiones con otras personas.

- Prudente. “Esta característica es resultado de ser moderado. El hombre prudente es disciplinado y conoce como ordenar correctamente sus prioridades. Es una persona seria en cuanto a las cosas espirituales. No se precipita en el juicio, sino que piensa las cosas, es serio y cuidadoso”.

- Decoroso. “Ordenado” (gr. Kósmio) “es el que se comporta con educación, con decencia y como lo dice la etimología, con orden. Sin orden, no se puede llevar bien la administración, ni de una iglesia, ni de una casa.” El ministerio no es una ocupación para el hombre cuya vida es una continua confusión de planes, sin realizar y actividades no organizadas. Una persona que anhela ser pastor debe caracterizarse por tener muy bien ordenados sus hábitos.

- Hospedador. Significa que es amante de los forasteros. Su hogar está abierto a salvos y a inconversos y busca ser de bendición para todos los que acuden bajo su techo. Las Escrituras mandan a los creyentes a que estemos dispuestos a amar y hacer el bien. Incluso a los enemigos. Si esto es así para los creyentes, cuanto más para los pastores o ancianos.

- Apto para enseñar. Un pastor o anciano debe cuidar y alimentar a la grey. ¿Cómo la alimenta, cuida y edifica? A través del alimento solido que es la Palabra de Dios. Pero este alimento solido debes ser dado como pastos tiernos a las ovejas. Es decir, el pastor debe ser un maestro que exponga con claridad las Escrituras. Esto implica que debe ser un hombre dad al estudio personal, no solo de las Escrituras, sino de toda ciencia y conocimiento que le permita manejar diestramente los temas actuales que enfrentan los creyentes en medio del mundo.

- No dado al vino. El apóstol Pablo le había aconsejado al pastor Timoteo que tomara un poco de vino, a causa de sus frecuentes enfermedades estomacales, pero insiste en recordarle que nadie puede ser anciano u obispo si es tomador de vino.

- No pendenciero. El pastor no debe ser violento. Debe conservar siempre un carácter sereno frente a las adversidades, dificultades y discusiones. Un espíritu violento, así sea de palabras o gestos, generará confusión y reacción en los miembros, el pastor perderá respeto y aceptación como líder espiritual si no sabe controlar sus impulsos.

- No codicioso de ganancias deshonestas. No avaro. El pastor debe ser una persona que sirve al Señor sin ningún interés en lo económico, su confianza está en el Dios que suple para las necesidades de los suyos y concentrará todas sus fuerzas en servir al pueblo de Dios. El pastor o anciano no debe ser amante al dinero.

- Amable, apacible. Describe a la persona que es considerada, cordial, paciente y cortés, que perdona fácilmente las fallas humanas. Tal persona recuerda lo bueno, no lo malo. No guarda una lista de todas las cosas malas que le han hecho, ni guarda rencor. La palabra usada en griego para amable también describe a una persona que es complaciente o que cede sus derechos personales ante los demás. La Biblia advierte sobre los falsos pastores o profetas que entrarán al redil con el propósito de utilizar la fe de los incautos para sacarles dinero y bienes con fines netamente personales. (1 Ts. 2:5; 1 Pe. 5:2; 2 Pe. 2:1.3, 14; Jud. 16).

- Que gobierna bien su casa. Un anciano o pastor debe saber gobernar. Si estas dotes de gobierno no se manifiestan en la casa de su familia. ¿Cómo podrán manifestarse en otra casa mayor, y en medio de problemas de toda índole, que es la Iglesia? El buen gobierno en la casa se hará visible a través de la sujeción de los hijos. Un hombre, que tenga las otras cualidades para ser pastor, demostrará su capacidad de pastorear una iglesia, si antes ha pastoreado la iglesia pequeña de su casa. Ha debido saber guiar a sus hijos en los asuntos espirituales, de lo contrario no está capacitado para guiar a un grupo mayor.

- No un neófito. El pastor o anciano no debes ser un recién convertido o un recién bautizado. Debe ser un varón que haya transitado durante algún tiempo considerable en los caminos fe. Poner a un nuevo creyente en funciones de liderazgo es exponerlo a la tentación del orgullo.

- Que tenga buen testimonio de los de afuera. Los pastores deben tener reconocimiento moral de los no creyentes. No quiere decir esto que se va a ser aceptado por todos. De seguro que muchos denigrarán de él, especialmente en lo que se relaciona con su fe religiosa. Pero nadie deberá hablar de su conducta o su testimonio. Pablo exhortó a los filipenses a que fueran “irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin macha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo” (fil. 2:15). En Colosenses 4:5 exhorta a los creyentes a que anden “sabiamente para con los de afuera”. Pedro escribió: “Manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para en lo que murmuren de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación. Al considerar vuestras buenas obras”. (1 Pe. 2:12).

Las responsabilidades indicadas por las Escrituras para los ancianos o pastores son:

- El ministerio de la Palabra. Esta es su función principal, de allí que uno de los requisitos más importante es que el pastor debe estar dotado con la facultad de enseñar. (como hemos vistos en los requisitos de 1 Timoteo y Tito). También se le exige que pueda exhortar con sana doctrina y convencer a los que contradijeren. Su pastoreo está basado en la exposición de las Sagradas Escrituras para alimentar con buenos pastos a las ovejas del Señor.

- La administración de las ordenanzas. Cuando Jesús dio la gran Comisión a los apóstoles les dijo que bautizaran a los nuevos discípulos. En los Hechos hayamos a los apóstoles o lideres reconocidos administrando esta ordenanza. Debe estar capacitado para llevar a cabo las ordenanzas con dignidad.

- El gobierno y la disciplina en la iglesia. Los apóstoles ordenaron ancianos en cada congregación para que ellos se encargaran de dirigirla, guiarla y edificarla, basados en el fundamento de Cristo y los apóstoles (Hch. 14:23). Siendo así a ellos les compete ser los presidentes en toda reunión de instituciones y estar al frente en el ejercicio de la disciplina eclesiástica, aunque toda la iglesia (los miembros) deben participar en esta toma de decisiones (Mt. 18:17; 1 Co. 5:2.5).

Los Diáconos, sus cualidades y responsabilidades.

Esta palabra “diácono” en griego significa “siervo” y sus derivados aparecen más de cien veces en el texto del Nuevo Testamento, pero la palabra “diácono” solo aparece tres veces en la versión Reina Valera. Este término semitécnico designa al que desempeña determinado oficio en la iglesia local. En Filipenses 1:1 Pablo menciona a los diáconos en íntima relación con los pastores (obispos); igualmente, según 1 Timoteo 3:8, 12 los requisitos para el diaconado no difieren mucho de los correspondientes al obispado.

Los diáconos están para servir en la iglesia local en cualquier forma que pueda. Su ministerio será diferente en lugares diferentes. Su deber principal es servir a la iglesia. Recuerde que Febe fue recomendada por ser una sierva de la iglesia en Cencrea.

Los diáconos están para servir y ministrar a la iglesia y colaborar con el pastor, pero nunca en la Escritura se les da la autoridad de gobernar.

Definiciones para “Diacono”.

El diccionario Bíblico Certeza aposta algunos elementos especiales para entender el sentido bíblico de diácono: “Básicamente, diáconos es un servidor. En los tiempos helenísticos también llegó a representar funcionarios del culto y el templo, que sirvieron de base al uso técnico cristiano”. El apóstol Pablo habla de algunas personas que ejercían diaconía hacia él (Hch. 19:22; Flm. 13 y posible Col. 4:7; Ef. 6:21) “el contexto muestra que en estos casos se trataba de sus ayudante en la obra evangelística. Diaconía se aplica aquí especialmente a la predicación y la obra pastoral”. “En el N.T. sin embargo, este término nunca pierde completamente su relación con la provisión de necesidades materiales y el cumplimiento de servicio (Ro. 15:25; 2 Co. 8:4)”.

Los requisitos para ocupar el cargo oficial de diácono, para cumplir con sus responsabilidades (1 Timoteo 3:8-12):

- Honesto. Literalmente significa serio o majestuosos. “un diácono no debe ser una persona tonta y ligera, una que le da poco peso a los asuntos serios. Aunque no es una persona fría y sin gozo, un diácono comprende la seriedad de la vida” El diácono debe caracterizarse por una forma de pensar y actuar que corresponda con una persona honorable y respetable.

- Sin doblez. La palabra griega utilizada aquí es “dilogos” que algunas versiones antiguas la tradujeron como “bilingüe”, es decir, sin doble lengua. El diácono debe ser una persona que habla conforme a los que piensa. No dice una cosa y está pensando otra. No se contradice. Su forma de hablar debe estar caracterizado por la honradez, la verdad, la sinceridad y la integridad.

- No dado a mucho vino. La misma prohibición que se hizo para los aspirantes al obispado. Un diácono (y todo cristiano) debe tener siempre su mente con los cinco sentidos bien puestos.

- No codiciosos de ganancias deshonestas. Aquí se refiere al hombre que abraza un cargo porque prevé que podrá sacar ventaja económica de él. Lo más probable es que los diáconos manejarían dineros recolectados de las misericordia y benevolencia, y porque no, los dineros recolectados de las ofrendas de los miembros, lo cual les mantendría siempre con la tentación de utilizar esos fondos para asuntos personales, como sucedió con Judas. De allí que los diáconos debían ser personas caracterizadas por la seriedad en los asuntos económicos, no avaros ni codiciosos.

- Que guarden el misterio de la fe con limpia conciencia. Por amor a Cristo el diácono apto se vigila a sí mismo escrupulosamente en la más íntima unión con él, esto es, con el más sublime de todos los misterios divinamente revelados, a saber, “Dios manifestado en la carne” para la salvación, sobre bases iguales, de judíos y gentiles.” “El misterio de la fe” se refiere al contenido de la fe, es decir, la verdad revelada en las Escrituras. El diácono debe ser un conocedor de la doctrina cristiana. Se preocupa por mantenerse firme en ella, sin fluctuar.

- Deben ser sometidos a prueba primero, y entonces ejercer el diaconado. Esto implica que los diáconos, así como los obispos, no den ser neófitos en la fe. La asamblea local debe conocerlos bien, en su testimonio, en su firmeza evangélica, en su doctrina. Si toda la asamblea coincide en aprobar sus cualidades, entonces puede ser nombrado para este importante cargo. No debe ser algo a la ligera. No se trata de decidir en una sesión de negocios, por votación, y sin previo estudio, quienes serán los diáconos. Debe ser un procesos de varios meses donde todos, los ancianos y los miembros, están observando cuidadosamente quienes son aptos para ocupar este cargo. Solamente después de este proceso escudriñador, la iglesia, es decir, todos los miembros oficiales de la congregación, pueden escoger a los futuros diáconos. Este es asunto serio y no debe ser decido con ligereza. “El diácono debe estar en condiciones de sostener la prueba de tener los ojos de toda la iglesia en forma irreprochable”.

- Maridos de una sola mujer. El mismo requisito que se solicita de los pastores u obispos. Deben caracterizarse por la fidelidad a sus cónyuges. Tanto en pensamientos como en conducta.

- Que gobiernen bien a sus hijos y sus casas. Además de gobernar bien sobre sus hijos, así como deben hacer los pastores, debe administrar los asuntos de su casa, es decir, sus bienes, sus posiciones, sus negocios. Si no logran llevar una buena administración de sus asuntos personales, difícilmente podrán conducir en buena marcha los asuntos materiales y administrativos de la iglesia local.


El gobierno de la iglesia neo-testamentaria, según los propósitos y planes divinos, es un cuerpo organizado, local y visible. Que está compuesta por los creyentes bautizados, capacitados e idóneos, reunidos en pacto de fe y compañerismo en el Evangelio. Que es un cuerpo soberano, independiente y teocrático. Cuando hablamos del gobierno de la iglesia, estamos haciendo referencia al cómo se debe administrar, organizar y dirigir la institución que el mismo Cristo fundó.

Juan Salgado Rioseco


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