miércoles, 6 de marzo de 2013

El temor de Dios



“Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a Aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.”
Apocalipsis 14:7

En el libro Palabras griegas del Nuevo Testamento, William Barclay escribió: “Eusébeia (la palabra griega que se traduce por devoción piadosa, o temor reverente a Dios), viene de la “raíz que significa temor en presencia de lo que es más que humano, reverencia ante lo que es majestuoso y divino; pero no sólo expresan temor y reverencia, implican también la adoración que conviene con ese temor y la vida de activa obediencia propia de esa actitud reverente. El hecho es que, hasta donde el griego dispone de una palabra para expresar la idea de religión, esa palabra es eusebeia.”

Para Josefo “eusebeia” es lo contrario a “eidololatreia”, que significa idolatría. Eusebeia concede a Dios su justo lugar y lo adora en forma idónea. Platón urge a todos los hombres a la eusebeia para que podamos evitar lo malo y alcanzar el bien, y, así, llegar a ser amigos de Dios (Platón, Symposium 193d).
“Eusébeia” se define además como “una muy práctica consciencia de Dios en todo aspecto de la vida” (The Second Epistle General of Peter and the General Epistle of Jude [La segunda epístola general de Pedro y la epístola general de Judas], por Michael Green).

La palabra de Dios permanentemente nos alienta a andar en el “temor de Dios”, sin embargo, es la enseñanza que menos se enseña en las diversas comunidades cristianas, posiblemente existe una omisión deliberada al respecto, aunque en el génesis de la iglesia fue una enseñanza preeminente, y posteriormente de los primeros predicadores pentecostales. Existen aproximadamente 175 referencias distintas y explícitas con respecto al tema.

El concepto del “temor de Dios” puede sonar contradictorio con la idea de un Dios amoroso y misericordioso, sin embargo, a través de este mensaje que el temor de Dios es esencial para tener un concepto apropiado de Dios, para vivir de una manera digna del Señor y para disfrutar plenamente de la libertad y la vida abundante que Cristo nos ofrece.

En la acción de liberación de Egipto (Éx. 19:1-25; 20:18-20) el pueblo de Israel aprendió a temerle, a servirle y obedecerle con temor y reverencia, y apartarse del pecado.

Moisés se los recuerda décadas después, en Deuteronomio 10:12-13, " Ahora, pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma; que guardes los mandamientos de Jehová y sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para que tengas prosperidad? El gran legislador de Israel, está presentando los requerimientos de Dios por medio de verbos activos que hacen referencia a varias actitudes: temas. . . andes. . . ames. . . sirvas. . . guardes. En algunos versos después escribe “A Jehová tu Dios temerás, a él solo servirás, a él seguirás, y por su nombre jurarás. Él es el objeto de tu alabanza, y él es tu Dios, que ha hecho contigo estas cosas grandes y terribles que tus ojos han visto. ” (20, 21). En otras palabras, solamente Dios debe ser objeto de alabanza para Israel. El culto a Jehová forma parte vital de los requerimientos del pacto. Al rendir culto de adoración, el ser humano ofrece una respuesta a Dios desde lo más íntimo de su ser, y pone de manifiesto ante todos el vínculo que lo une a él. Esto implica que los cristianos deberían tener la misma actitud frente a Dios que el pueblo escogido, debido a que somos olivos silvestres, así llegamos a tener parte en la misma raíz y en la misma vida del olivo. (Ro. 11:17).

El “temor de Dios”, trae consecuencias que el hombre no alcanza a dimensionar y beneficios, uno de ellos es Dios enseña a los que le temen, encontramos en Salmo 25:12, "¿Quién es el hombre que teme a Jehová? Él le enseñará el camino que ha de escoger".

Además produce sabiduría, "El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, Y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia.” (Pr. 9:10). La palabra de Dios nos dice que es de más valor que las riquezas: "Mejor es lo poco con el temor de Jehová, que el gran tesoro donde hay turbación". (Pr. 15:16); a los que temen a Dios, provee un refugio para sus hijos, "En el temor de Jehová está la fuerte confianza; y esperanza tendrán sus hijos. El temor de Jehová es manantial de vida para apartarse de los lazos de la muerte". (Pr. 14:26-27).

Lo esencial de un creyente, es que entienda y comprenda que es tener “temor de Dios”, las consecuencias que traen consigo esta actitud y los beneficiosos colaterales que trae consigo. Nuestro Dios es amor, también es un Dios santo, que aborrece el pecado, su deseo es que nunca le seamos infieles, es un Dios celoso, “A Jehová tu Dios temerás, y a él solo servirás, y por su nombre jurarás. No andaréis en pos de dioses ajenos, de los dioses de los pueblos que están en vuestros contornos; porque el Dios celoso, Jehová tu Dios, en medio de ti está; para que no se inflame el furor de Jehová tu Dios contra ti, y te destruya de sobre la tierra.” (Dt. 6:13-15). Debido a que Él es el escoge  y establece relaciones de acuerdo a su voluntad divina, cuyos propósitos son aún inescrutables. (Dt.7:6-11).

¿Qué es el temor de Dios?
El temor a Dios es una actitud de reverencia y respeto hacia Dios, que pasa progresivamente por las siguientes etapas:
·      Una conciencia de que Dios es el dueño de nuestras almas, y tiene el poder de otorgarnos la salvación eterna o condenarnos eternamente en el infierno.
·      Una conciencia de que Dios está permanentemente mirando todo lo que pensamos, decimos y hacemos, y que Él  tiene el poder para premiarnos o castigarnos de acuerdo a nuestra conducta; lo cual nos debería motivar a ser cuidadosos y apartarnos del mal
·      Un deseo consciente y permanente de agradar a Dios en todo lo que hacemos y no ofender Su santidad
·      Un reconocimiento humilde de que Él es Dios y nosotros somos sus criaturas, y por lo tanto, Él es digno de ser temido y reverenciado

El temor de Dios debe estar expresado en la conducta diaria, al pueblo de Israel, les dio leyes para que pudieran expresar el temor de Dios en su conducta diaria, (Lv. 18:1-5; 19:1-4, 11-18, 30-37), cuando nos sometemos a la voluntad de Dios con temor, los beneficios que trae consigo son inmensurables (Pr. 22:4).
El temor de Dios, equivale a odiar el mal (Pr. 8:13), en todas partes se equipara a la sabiduría (9.10) y el conocimiento; por lo tanto, la sabiduría y el conocimiento llevan a aborrecer la maldad. Eso significa que Dios no desea que seamos indiferentes ante el mal, y mucho menos que guardemos en nuestro corazón una atracción íntima hacia el pecado. Lo que Dios desea es producir en nuestros corazones un aborrecimiento profundo hacia el pecado y un amor por hacer lo bueno.

El temor de Dios trae confianza y seguridad a los que andan en integridad. La esperanza (machseh  Dicc. Strong Nº 4268), es un lugar de refugio, protección, una fortaleza; una expectativa; un sitio para guarecerse del mal tiempo. (Pr. 14:26-27)

Consecuencias de rechazar el temor de Dios
“El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza.” (Pr. 1:7) 
El adorador en espíritu y en verdad, tiene una conducta permanente de sometimiento a Dios, porque ha moldeado su carácter en el temor de Dios, y su vida está guiada por la sabiduría del Todopoderoso; la sabiduría deja de ser una abstracción y se convierte en un medio de acción para conducir la genuino adorador bajo el amparo del Omnipotente, (Pr. 1:20-33). La Biblia nos enseña, en Santiago 4:6, “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes”. Sin embargo debemos entender que en el corazón de Dios no existe el deseo de rechazar a nadie, sino que la persona que no teme a Dios voluntariamente se excluye a sí misma de recibir el favor de Dios, y trae a su vida las consecuencias de su propio pecado.

El temor de Dios en el Nuevo Testamento
¿Qué dijo Jesús sobre el temor de Dios?
Los discípulos de Cristo no deben temer a sus enemigos, cuyo castigo sólo es físico y temporal. Deben reverenciar a Dios, cuyo castigo es definitivo y de eternas consecuencias. (Lc. 12:4, 5). Temer a Dios supone confianza, no terror. Además que nada de lo que sucede a sus testigos, ni aun la muerte, ocurre sin el cuidado providencial de Dios, que se preocupa hasta de los más mínimos detalles de la vida. (Lc. 12. 6, 7)
El suceso de Ananías y Safira sirvió para fundamentar a la iglesia en el temor de Dios y en la obligación de vivir en santidad delante de Dios. (Hch. 5:1-11). Dios utiliza los dones del Espíritu Santo, en especial el de discernimiento y de revelación profética para que los pecados ocultos de la congregación queden descubierto, con el propósito de preservar la santidad de la iglesia, y para que haya en los miembros de la congregación una conciencia de la presencia soberana de Dios en la iglesia. Esto implica temor de Dios, las diversas congregaciones de hoy han descuido los dones del Espíritu Santo, en especial el don de discernimiento, por su forma de liberalismo al servicio de Dios, como resultado el temor de Dios está esta como norma en su conducta diaria, al final traerá la misma condena de Ananías y Safira a los que tienen un comportamiento inadecuado frente a la Santidad de Dios.

Lucas nos entrega en su sumario de Hechos. 9:31, cómo crecía la Iglesia en las primeras décadas de vida: “Entonces las iglesias tenían paz por toda Judea, Galilea y Samaria; y eran edificadas, andando en el temor del Señor, y se acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo.”  Aquí vemos la importancia de andar en el temor del Señor, la iglesia del siglo XXI ha perdido su poder, su fortaleza y su crecimiento porque se ha alejado del temor del Señor y no esta fortalecida en el Espíritu Santo, una realidad que no debemos omitir, “La Iglesia perdió el temor a Dios”, es por eso, que no crece, no tiene el poder y la unción del Santo de Dios.

El mensaje apostólico enfatizo el “temor de Dios” para vivir en santidad, así el apóstol Pablo escribió a los fieles de Corinto, “Así pues, queridos hermanos, estas son las promesas que tenemos. Por eso debemos mantenernos limpios de todo lo que pueda mancharnos, tanto en el cuerpo como en el espíritu; y en el temor de Dios procuremos alcanzar una completa santidad.” (2 Co 7:1); a los Filipenses los motivaba a la obediencia con “temor y temblor”, para alcanzar su propia salvación (Fil. 2:12).

El apóstol Pedro, escribía a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, de llevar una vida santa, de conducirlos en temor para tener la certeza de la salvación en el juicio de Dios, (1 Pe. 1:17).

El temor de Dios inspira al creyente a perfeccionar la santidad, debido a que nos hace conscientes de nuestra propia pecaminosidad; un creyente que no siente la necesidad de crecer en santidad, es un pecador que preferido vivir en la carne y las cosas del espíritu no tienen prioridad en su diario vivir, que se ha vuelto complaciente con el pecado.

Para un cristiano que su prioridad es lo espiritual, y “ocuparse de la salvación con temor y temblor”, tienen la convicción de alcanzar la vida eterna, además de crecer en el Señor, nunca pone en riesgo o descuida su salvación. El temor de Dios es el fundamento que inspira la vida en santidad y consagración a Dios. La santidad no es un llamado a unos pocos, sino un mandato de Dios a todos los creyentes.

Otro ejemplo gravitante es la oración de Jesús en el huerto de Getsemaní, era la que el Padre esperaba y su oración fue escuchada a causa de su temor reverente, esto es, su sumisión respetuosa a la voluntad de Dios. (He. 5:7-9)

Los beneficios de una vida en “temor de Dios” son múltiples, en primer lugar la enseñanza de Dios (Sal. 25:12); produce sabiduría (Pr. 1:7), los que aborrecen la sabiduría, no escogen el temor de Jehová para conducir su vida (Pr. 1:29). “El temor de Jehová es para vida (Pr. 19:23).
El temor a Dios es de más valor que las riquezas (Pr. 15:16), ya que si el produce turbación; el temor a Dios provee un refugio para nuestros hijos. (Pr. 14:26-27); aumenta los días de vida (Pr. 10:27), debido a “El temor de Jehová es limpio que permanece para siempre” (Sal. 19:9), por esta razón, es un deber de cada creyente de someternos “unos a otros en el temor de Dios” (Ef. 5:21).

Y de nuevo en Proverbios 14:27 dice, “El temor de Jehová es manantial de vida, para apartarse de los lazos de la muerte.” Y Proverbios 14:26 declara, “En el temor de Jehová está la fuerte confianza, y esperanza tendrán sus hijos.” En estos versos vemos que el temor del Señor proporciona vida, seguridad para tus hijos, protección del mal, confianza y satisfacción.

El temor de Dios debe ser fomentado, así lo hace las Sagradas Escrituras, a través de diferentes textos bíblicos. La medida de crecimiento de cualquier persona o de cualquier iglesia es el grado hasta el que esa persona o esa iglesia aumenten su temor de Dios. La Biblia habla de Hananías en Nehemías 7:2 y dice que era un hombre “temeroso de Dios más que muchos”. Su estatura espiritual, como hombre de una madurez espiritual, sabiduría y piedad a un nivel excepcional se debía en gran medida al hecho de que temía a Dios más que muchos.

Ignorar lo que significa el temor de Dios es no saber lo que es la doctrina básica y esencial de la religión revelada. Es omitir deliberadamente el arma más eficaz para mantenernos en la perfección de la santidad delante de la presencia de Dios; es vehículo por donde la obediencia transita en busca de la voluntad de Dios. El temor de Dios es vivir la santidad divina hecha carne en nuestras acciones, comportamientos y conducta.

“Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.”
 2 Corintios 7:1
Juan Salgado Rioseco

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