“Temed a Dios, y
dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a Aquel que hizo
el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.”
Apocalipsis 14:7
Apocalipsis 14:7
En el libro Palabras griegas del Nuevo Testamento, William
Barclay escribió: “Eusébeia (la palabra griega que se traduce por devoción
piadosa, o temor reverente a Dios), viene de la “raíz que significa temor en
presencia de lo que es más que humano, reverencia ante lo que es majestuoso y
divino; pero no sólo expresan temor y reverencia, implican también la adoración
que conviene con ese temor y la vida de activa obediencia propia de esa actitud
reverente. El hecho es que, hasta donde el griego dispone de una palabra para
expresar la idea de religión, esa palabra es eusebeia.”
Para Josefo “eusebeia” es lo contrario a “eidololatreia”,
que significa idolatría. Eusebeia concede a Dios su justo lugar y lo adora en
forma idónea. Platón urge a todos los hombres a la eusebeia para que podamos
evitar lo malo y alcanzar el bien, y, así, llegar a ser amigos de Dios (Platón,
Symposium 193d).
“Eusébeia” se define además como “una muy práctica
consciencia de Dios en todo aspecto de la vida” (The Second Epistle General of
Peter and the General Epistle of Jude [La segunda epístola general de Pedro y
la epístola general de Judas], por Michael Green).
La palabra de Dios permanentemente nos alienta a andar en el
“temor de Dios”, sin embargo, es la enseñanza que menos se enseña en las diversas
comunidades cristianas, posiblemente existe una omisión deliberada al respecto,
aunque en el génesis de la iglesia fue una enseñanza preeminente, y
posteriormente de los primeros predicadores pentecostales. Existen aproximadamente
175 referencias distintas y explícitas con respecto al tema.
El concepto del “temor de Dios” puede sonar contradictorio
con la idea de un Dios amoroso y misericordioso, sin embargo, a través de este
mensaje que el temor de Dios es esencial para tener un concepto apropiado de
Dios, para vivir de una manera digna del Señor y para disfrutar plenamente de
la libertad y la vida abundante que Cristo nos ofrece.
En la acción de liberación de Egipto (Éx. 19:1-25; 20:18-20)
el pueblo de Israel aprendió a temerle, a servirle y obedecerle con temor y
reverencia, y apartarse del pecado.
Moisés se los recuerda décadas después, en Deuteronomio
10:12-13, " Ahora, pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que
temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas
a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma; que guardes los
mandamientos de Jehová y sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para que
tengas prosperidad? El gran legislador de Israel, está presentando los
requerimientos de Dios por medio de verbos activos que hacen referencia a
varias actitudes: temas. . . andes. . .
ames. . . sirvas. . . guardes. En algunos versos después escribe “A Jehová
tu Dios temerás, a él solo servirás, a él seguirás, y por su nombre jurarás. Él
es el objeto de tu alabanza, y él es tu Dios, que ha hecho contigo estas cosas
grandes y terribles que tus ojos han visto. ” (20, 21). En otras palabras, solamente
Dios debe ser objeto de alabanza para Israel. El culto a Jehová forma parte
vital de los requerimientos del pacto. Al rendir culto de adoración, el ser
humano ofrece una respuesta a Dios desde lo más íntimo de su ser, y pone de
manifiesto ante todos el vínculo que lo une a él. Esto implica que los
cristianos deberían tener la misma actitud frente a Dios que el pueblo
escogido, debido a que somos olivos silvestres, así llegamos a tener parte en
la misma raíz y en la misma vida del olivo. (Ro. 11:17).
El “temor de Dios”, trae consecuencias que el hombre no
alcanza a dimensionar y beneficios, uno de ellos es Dios enseña a los que le
temen, encontramos en Salmo 25:12, "¿Quién es el hombre que teme a Jehová?
Él le enseñará el camino que ha de escoger".
Además produce sabiduría, "El temor de Jehová es el
principio de la sabiduría, Y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia.”
(Pr. 9:10). La palabra de Dios nos dice que es de más valor que las riquezas:
"Mejor es lo poco con el temor de Jehová, que el gran tesoro donde hay
turbación". (Pr. 15:16); a los que temen a Dios, provee un refugio para
sus hijos, "En el temor de Jehová está la fuerte confianza; y esperanza
tendrán sus hijos. El temor de Jehová es manantial de vida para apartarse de
los lazos de la muerte". (Pr. 14:26-27).
Lo esencial de un creyente, es que entienda y comprenda que
es tener “temor de Dios”, las consecuencias que traen consigo esta actitud y
los beneficiosos colaterales que trae consigo. Nuestro Dios es amor, también es
un Dios santo, que aborrece el pecado, su deseo es que nunca le seamos
infieles, es un Dios celoso, “A Jehová tu Dios temerás, y a él solo servirás, y
por su nombre jurarás. No andaréis en pos de dioses ajenos, de los dioses de
los pueblos que están en vuestros contornos; porque el Dios celoso, Jehová tu
Dios, en medio de ti está; para que no se inflame el furor de Jehová tu Dios
contra ti, y te destruya de sobre la tierra.” (Dt. 6:13-15). Debido a que Él es
el escoge y establece relaciones de
acuerdo a su voluntad divina, cuyos propósitos son aún inescrutables. (Dt.7:6-11).
¿Qué es el temor de Dios?
El temor a Dios es una actitud de reverencia y respeto hacia
Dios, que pasa progresivamente por las siguientes etapas:
·
Una conciencia de que Dios es el dueño de
nuestras almas, y tiene el poder de otorgarnos la salvación eterna o
condenarnos eternamente en el infierno.
·
Una conciencia de que Dios está permanentemente
mirando todo lo que pensamos, decimos y hacemos, y que Él tiene el poder para premiarnos o castigarnos
de acuerdo a nuestra conducta; lo cual nos debería motivar a ser cuidadosos y
apartarnos del mal
·
Un deseo consciente y permanente de agradar a
Dios en todo lo que hacemos y no ofender Su santidad
·
Un reconocimiento humilde de que Él es Dios y
nosotros somos sus criaturas, y por lo tanto, Él es digno de ser temido y
reverenciado
El temor de Dios debe estar expresado en la conducta diaria,
al pueblo de Israel, les dio leyes para que pudieran expresar el temor de Dios
en su conducta diaria, (Lv. 18:1-5; 19:1-4, 11-18, 30-37), cuando nos sometemos
a la voluntad de Dios con temor, los beneficios que trae consigo son inmensurables
(Pr. 22:4).
El temor de Dios, equivale a odiar el mal (Pr. 8:13), en
todas partes se equipara a la sabiduría (9.10) y el conocimiento; por lo tanto,
la sabiduría y el conocimiento llevan a aborrecer la maldad. Eso significa que Dios
no desea que seamos indiferentes ante el mal, y mucho menos que guardemos en
nuestro corazón una atracción íntima hacia el pecado. Lo que Dios desea es
producir en nuestros corazones un aborrecimiento profundo hacia el pecado y un
amor por hacer lo bueno.
El temor de Dios trae confianza y seguridad a los que andan
en integridad. La esperanza (machseh Dicc.
Strong Nº 4268), es un lugar de refugio, protección, una fortaleza; una
expectativa; un sitio para guarecerse del mal tiempo. (Pr. 14:26-27)
Consecuencias de rechazar
el temor de Dios
“El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; Los
insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza.” (Pr. 1:7)
El adorador en espíritu y en verdad, tiene una conducta
permanente de sometimiento a Dios, porque ha moldeado su carácter en el temor
de Dios, y su vida está guiada por la sabiduría del Todopoderoso; la sabiduría
deja de ser una abstracción y se convierte en un medio de acción para conducir
la genuino adorador bajo el amparo del Omnipotente, (Pr. 1:20-33). La Biblia
nos enseña, en Santiago 4:6, “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los
humildes”. Sin embargo debemos entender que en el corazón de Dios no existe el
deseo de rechazar a nadie, sino que la persona que no teme a Dios
voluntariamente se excluye a sí misma de recibir el favor de Dios, y trae a su
vida las consecuencias de su propio pecado.
El temor de Dios en
el Nuevo Testamento
¿Qué dijo Jesús sobre el temor de Dios?
Los discípulos de Cristo no deben temer a sus enemigos, cuyo
castigo sólo es físico y temporal. Deben reverenciar a Dios, cuyo castigo es
definitivo y de eternas consecuencias. (Lc. 12:4, 5). Temer a Dios supone
confianza, no terror. Además que nada de lo que sucede a sus testigos, ni aun
la muerte, ocurre sin el cuidado providencial de Dios, que se preocupa hasta de
los más mínimos detalles de la vida. (Lc. 12. 6, 7)
El suceso de Ananías y Safira sirvió para fundamentar a la
iglesia en el temor de Dios y en la obligación de vivir en santidad delante de
Dios. (Hch. 5:1-11). Dios utiliza los dones del Espíritu Santo, en especial el de
discernimiento y de revelación profética para que los pecados ocultos de la
congregación queden descubierto, con el propósito de preservar la santidad de
la iglesia, y para que haya en los miembros de la congregación una conciencia
de la presencia soberana de Dios en la iglesia. Esto implica temor de Dios, las
diversas congregaciones de hoy han descuido los dones del Espíritu Santo, en
especial el don de discernimiento, por su forma de liberalismo al servicio de
Dios, como resultado el temor de Dios está esta como norma en su conducta
diaria, al final traerá la misma condena de Ananías y Safira a los que tienen
un comportamiento inadecuado frente a la Santidad de Dios.
Lucas nos entrega en su sumario de Hechos. 9:31, cómo crecía
la Iglesia en las primeras décadas de vida: “Entonces las iglesias tenían paz
por toda Judea, Galilea y Samaria; y eran edificadas, andando en el temor del
Señor, y se acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo.” Aquí vemos la importancia de andar en el
temor del Señor, la iglesia del siglo XXI ha perdido su poder, su fortaleza y
su crecimiento porque se ha alejado del temor del Señor y no esta fortalecida
en el Espíritu Santo, una realidad que no debemos omitir, “La Iglesia perdió el
temor a Dios”, es por eso, que no crece, no tiene el poder y la unción del
Santo de Dios.
El mensaje apostólico enfatizo el “temor de Dios” para vivir
en santidad, así el apóstol Pablo escribió a los fieles de Corinto, “Así pues,
queridos hermanos, estas son las promesas que tenemos. Por eso debemos
mantenernos limpios de todo lo que pueda mancharnos, tanto en el cuerpo como en
el espíritu; y en el temor de Dios procuremos alcanzar una completa santidad.” (2
Co 7:1); a los Filipenses los motivaba a la obediencia con “temor y temblor”,
para alcanzar su propia salvación (Fil. 2:12).
El apóstol Pedro, escribía a los expatriados de la
dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, de llevar una vida
santa, de conducirlos en temor para tener la certeza de la salvación en el
juicio de Dios, (1 Pe. 1:17).
El temor de Dios inspira al creyente a perfeccionar la
santidad, debido a que nos hace conscientes de nuestra propia pecaminosidad; un
creyente que no siente la necesidad de crecer en santidad, es un pecador que
preferido vivir en la carne y las cosas del espíritu no tienen prioridad en su
diario vivir, que se ha vuelto complaciente con el pecado.
Para un cristiano que su prioridad es lo espiritual, y “ocuparse
de la salvación con temor y temblor”, tienen la convicción de alcanzar la vida
eterna, además de crecer en el Señor, nunca pone en riesgo o descuida su
salvación. El temor de Dios es el fundamento que inspira la vida en santidad y
consagración a Dios. La santidad no es un llamado a unos pocos, sino un mandato
de Dios a todos los creyentes.
Otro ejemplo gravitante es la oración de Jesús en el huerto
de Getsemaní, era la que el Padre esperaba y su oración fue escuchada a causa
de su temor reverente, esto es, su sumisión respetuosa a la voluntad de Dios.
(He. 5:7-9)
Los beneficios de una vida en “temor de Dios” son múltiples,
en primer lugar la enseñanza de Dios (Sal. 25:12); produce sabiduría (Pr. 1:7),
los que aborrecen la sabiduría, no escogen el temor de Jehová para conducir su
vida (Pr. 1:29). “El temor de Jehová es para vida (Pr. 19:23).
El temor a Dios es de más valor que las riquezas (Pr.
15:16), ya que si el produce turbación; el temor a Dios provee un refugio para nuestros
hijos. (Pr. 14:26-27); aumenta los días de vida (Pr. 10:27), debido a “El temor
de Jehová es limpio que permanece para siempre” (Sal. 19:9), por esta razón, es
un deber de cada creyente de someternos “unos a otros en el temor de Dios” (Ef.
5:21).
Y de nuevo en Proverbios 14:27 dice, “El temor de Jehová es
manantial de vida, para apartarse de los lazos de la muerte.” Y Proverbios
14:26 declara, “En el temor de Jehová está la fuerte confianza, y esperanza
tendrán sus hijos.” En estos versos vemos que el temor del Señor proporciona
vida, seguridad para tus hijos, protección del mal, confianza y satisfacción.
El temor de Dios debe ser fomentado, así lo hace las
Sagradas Escrituras, a través de diferentes textos bíblicos. La medida de
crecimiento de cualquier persona o de cualquier iglesia es el grado hasta el
que esa persona o esa iglesia aumenten su temor de Dios. La Biblia habla de
Hananías en Nehemías 7:2 y dice que era un hombre “temeroso de Dios más que
muchos”. Su estatura espiritual, como hombre de una madurez espiritual,
sabiduría y piedad a un nivel excepcional se debía en gran medida al hecho de
que temía a Dios más que muchos.
Ignorar lo que significa el temor de Dios es no saber lo que
es la doctrina básica y esencial de la religión revelada. Es omitir
deliberadamente el arma más eficaz para mantenernos en la perfección de la santidad
delante de la presencia de Dios; es vehículo por donde la obediencia transita
en busca de la voluntad de Dios. El temor de Dios es vivir la santidad divina
hecha carne en nuestras acciones, comportamientos y conducta.
“Así que, amados,
puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y
de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.”
2 Corintios 7:1
Juan
Salgado Rioseco