En un campamento del
Grupo de Jóvenes de la Iglesia, se le hicieron algunas preguntas a los
participantes ¿tienen algún tipo liderazgo?, ¿hacia donde creen ustedes que
Señor los necesita?, ¿tienen espacio necesario dentro de la actual esquema de
la iglesia?, ¿creen ustedes que se les toman en cuenta como jóvenes?
En las respuestas de estos jóvenes,
pude darme cuenta la gran diferencia que existe sobre la visión de iglesia
entre ellos y los adultos, en especial con los que ejercen el liderazgo, con los
cuales hay una dicotomía con respecto a la función de la iglesia.
De las respuestas obtenidas, algunas de ellas: poca participación, no ser considerados o escuchados, discriminados en sus diferentes formas, actividades que no satisfacen sus perspectivas; tienen la idea que muchas de las costumbres actuales de las iglesias impiden el verdadero crecimiento, en vez de atraer, rechazan a las personas por su forma de hablar, vestir o por pensar distinto del grupo de poder de liderazgo que tienen las iglesias actuales; no tienen desarrollo espiritual; perciben una constante violencia de los adultos hacia los jóvenes.
De las respuestas obtenidas, algunas de ellas: poca participación, no ser considerados o escuchados, discriminados en sus diferentes formas, actividades que no satisfacen sus perspectivas; tienen la idea que muchas de las costumbres actuales de las iglesias impiden el verdadero crecimiento, en vez de atraer, rechazan a las personas por su forma de hablar, vestir o por pensar distinto del grupo de poder de liderazgo que tienen las iglesias actuales; no tienen desarrollo espiritual; perciben una constante violencia de los adultos hacia los jóvenes.
El desencanto de los jóvenes en las
iglesias conservadoras pentecostales es evidente; la falta de motivación no les
permite integrarse a cabalidad con los proyectos que las iglesias les imponen;
el entusiasmo por participar en las actividades que se les programan es
prácticamente nulo, en otras palabras han perdido la inspiración divina de
integrarse al desarrollo de su iglesia.
Ante esta situación expuesta las
iglesias, tradicionalistas o conservadoras pentecostales, enfrentan uno de
los más grandes desafíos: volver a re encantar a sus jóvenes, la mayoría de
ellos nacidos en su seno; cautivar sus pensamientos; maravillar con su visión
de iglesia acorde a los tiempos; sin embargo, esto no se logra con visiones
anacrónicas ni con autoritarismo sectarista ni propuesta sin vida, sino con una
revangelización interior adecuada a la misión de la Iglesia y con una propuesta
que traiga consigo una novedad de vida que atraiga a los jóvenes de vuelta al
seno de Cristo, o sea, que enciendan en el interior de sus corazones el
entusiasmo por Jesús de Nazaret.
¿Cómo lograr esto? Primero debemos
actuar con pragmatismo para poder llegar a un diagnostico real, pero existen
síntomas o evidencias que nos pueden dar claridad del porque hemos llegado a
esta situación:
a)
La
falta de preparación de los tipos de liderazgo frente a nivel de preparación
que han alcanzado los jóvenes.
b)
La
forma de dirección de las iglesias no concuerdan el tipo de pensamiento de
ellos.
c)
Las
actividades que se desarrollan no llenan en plenitud las perspectivas
juveniles.
d)
Los
métodos de trasmitir los conocimientos bíblicos no son adecuados ni eficaces a
la preparación educacional secular de los actuales jóvenes.
e)
Las
obligaciones se imponen en forma autoritaria o absolutista ante una sociedad de
consensos y de democracia participativa donde viven, crecen y se desarrollan
nuestros jóvenes.
Muchas de las estructuras u organizaciones
de la iglesias pentecostales clásicas, siguen utilizando las formas o métodos
de la década del cincuenta o sesenta del siglo XX, e imperan las normativas o
dogmas tradicionalistas de aquellas épocas, dando origen a un ambiente
confrontacional, que a veces termina con la deserción paulatina de los jóvenes
de nuestras congregaciones o jóvenes reprimidos y prejuiciados de antemano,
debido a los anterior la diáspora juvenil se a crecenta día tras día.
¿Qué debemos hacer para conjugar todos
los factores que impidan la diáspora juvenil? Se debe actuar con pragmatismo,
teniendo cuidado de no mermar la Misión de la iglesia dada por nuestro Señor Jesús.
En primer lugar, preparar un liderazgo
en todos los niveles: capacitado y con una madurez espiritual, que de
evidencias de equilibrio e imparcialidad, sobre todo sin prejuicios.
En segundo lugar, adecuar la
organización de la iglesia a los tiempos contemporáneos, para ir cerrando las
brechas de las controversias generacionales.
En tercer lugar, educar, tanto a
niveles horizontales como verticales, con el sentido de tener miembros más
idóneos en las diferentes áreas de la iglesia.
En cuarto lugar, desarrollar proyectos
y programas de acuerdo a los diferentes niveles con que se enfrenta la iglesia,
que sean dinámicos y atrayentes, con sus respectivas evaluaciones periódicas.
En quinto lugar, transmitir el
conocimiento de acuerdo a los principios bíblicos, nunca bajo el prisma de la
tradición y el costumbrismo.
Además, los jóvenes deben tener en
cuenta, antes de efectuar sus críticas, sus propias capacidades, debilidades, y
falencias; que deben desarrollarse en forma integral, para eso, deben conocer
sus potencialidades, equilibrar sus falencias de acuerdo a los propósitos de
sus respectivas comunidades, para eso:
En primer lugar, esforzarse en crecer
en lo personal y espiritual, no solo deben exigir responsabilidades, sino también
demostrar sus capacidades.
En segundo lugar, integrarse a las
diferentes instituciones que tienen la iglesia de acuerdo a sus potencialidades,
inmersa en una realidad de cambios, ser un participante y no solo un
espectador.
En tercer lugar, participación activa
en las diversas actividades de la iglesia, para que vayan desarrollando sus
talentos o dones, con un real compromiso y disponibilidad hacia la comunidad.
En cuarto lugar, una fiel
identificación, tanto con sus comunidades,
o su institución, o en las diferentes actividades que se programan y
desarrollan en la iglesia. Un hombre sin identidad, es un ser vació, sin raíces,
ni personalidad propia.
La confrontación generacional no es un
camino adecuado; la antipatía hacia las actividades de la iglesia lleva a la
derrota espiritual; la falta de identidad conlleva al fracaso en el camino de
Jesús. Crecimiento, integración,
participación, e identificación son las areas donde el joven debe trabajar con
el propósito de equilibrar las relaciones
generacionales y permitir abrir los espacios que necesitan tan
imperiosamente.